En este domingo, segundo del mes de noviembre, la Iglesia en el Uruguay peregrina a la ciudad de Florida, donde se encuentra el santuario de la Virgen de los Treinta y Tres, patrona del Uruguay. No es una peregrinación más, ya que este año se cumple el bicentenario del comienzo de esta advocación; es decir, del momento en que la imagen antes conocida como “Virgen del Pintado” y después como “Virgen del Luján”, comenzó a ser llamada “Virgen de los Treinta y Tres”.
Sin embargo, el calendario universal nos marca también en este día, 9 de noviembre, la fiesta de la dedicación de la basílica de Letrán que se encuentra en la ciudad de Roma.
Si a muchos nos preguntaran cuál es la catedral del papa, posiblemente diríamos “la basílica de san Pedro”. Sin embargo, no es así: la catedral de Roma, cuyo obispo es el Santo Padre, es la basílica de Letrán.
Hay muchas basílicas en el mundo; varias de ellas en el Uruguay. Para quienes son de Paysandú o hemos vivido allí, decir “la basílica” nos evoca inmediatamente el templo de la parroquia Nuestra Señora del Rosario y san Benito de Palermo. Es una de las iglesias que recibió del Papa ese título de honor. En el interior de las basílicas papales hay un distintivo que es una especie de sombrilla, con los colores rojo y amarillo, que se ubica cerca del altar.
Sí, hoy “basílica” significa eso: un título que da el Papa a una iglesia que lo amerita por su importancia; sin embargo, en su origen, basílica es un término arquitectónico.
¿Cuál es el origen de las basílicas en la Iglesia? Para entender eso, tenemos que irnos a la antigua Roma. ¿Cómo eran los templos dedicados a los dioses romanos? El templo solía tener una planta rectangular, rodeada de columnas. En el centro se encontraba la imagen, normalmente muy grande, de la divinidad a la que estaba dedicado el templo y esa estructura permitía que los devotos pudieran circular alrededor de la imagen; pero no era un lugar de reunión.
Por otro lado, en la arquitectura romana y antes en la griega, existía un edificio público que era llamado basílica, que tenía muchos usos pero, principalmente, el de sede de tribunales. Estaba pensada como para que la gente pudiera reunirse en ella. Tenía una planta rectangular, con una nave o espacio central separada por columnas de dos naves laterales. Al fondo sobresalía el ábside, lugar donde se ubicaban los jueces. Al frente había a veces un atrio, espacio para quienes esperaban el momento de ingresar.
Cuando en el año 313 el emperador Constantino decretó la libertad de culto en el Imperio Romano, los cristianos, que desde los primeros tiempos se reunían y tenían sus celebraciones escondidos en catacumbas, comenzaron a construir sus templos con plantas similares a las de las basílicas, precisamente porque el culto cristiano se caracteriza por hacerse en asamblea, en la reunión de los fieles. En el ábside, donde se ubicaban antes los jueces, se colocaba el altar. Los fieles encontraban amplio espacio en las naves. El largo del edificio llevaba la mirada al altar.
La dedicación de la Basílica de Letrán, el hecho que conmemora la fiesta de hoy, fue celebrada por el papa Silvestre en el año 324. ¿A quién fue dedicada? Al Santísimo Salvador. Sin embargo, a veces se la llama “san Juan de Letrán” ¿por qué? Porque después del siglo VI se le añadieron los nombres de los dos grandes Juanes: el Bautista y el Evangelista.
La fiesta de la dedicación de esta Iglesia se celebraba solo en Roma; pero a partir de 1565 se extendió a todas las iglesias del rito romano, ya que se la considera "madre y cabeza de todas las Iglesias de la urbe y del orbe", signo de la Iglesia de Roma que “preside en la caridad” a toda la comunión católica (cf. Romanos 1,1).
El Evangelio que escuchamos es el pasaje en el que Jesús expulsa a los mercaderes del templo. Cuando se le pregunta qué signo da para obrar así, es decir, porqué tendría él autoridad para hacer eso, Jesús responde:
«Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar» (Juan 2,19)
Los judíos le responden que la construcción del templo había demorado cuarenta y seis años ¿cómo podría Jesús levantarlo en tres días? El evangelista nos aclara el sentido de las palabras de Jesús:
Él se refería al templo de su cuerpo. (Juan 2,21)
Por su muerte y resurrección al tercer día, Cristo se convirtió en el nuevo y perfecto templo de Dios. Él es a la vez cabeza del cuerpo que forman los creyentes. Unido a Cristo, el pueblo de Dios se hace templo de piedras vivas.
Por eso, la iglesia de piedra o de ladrillo es símbolo de la comunidad cristiana. En la segunda lectura de hoy, San Pablo escribe a los Corintios:
Hermanos… el templo de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo. (1 Corintios 3,17)
La comunidad es el templo; más aún, cada creyente es templo del Espíritu Santo que le ha dado Cristo:
¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? (1 Corintios 3,16)
La dedicación de una iglesia es una ceremonia muy hermosa y llena de signos que ayudan a resaltar el gran signo que es esa construcción destinada a reunir al Pueblo de Dios para orar y celebrar los sacramentos de la fe. La Iglesia se construye para ese fin y por eso se la dedica al Señor, como se ha hecho desde tiempos antiquísimos.
Sabemos que la presencia de Dios desborda el universo. San Pablo llega a decir que Dios no habita en casas construidas por los hombres (Hechos 17,24). Es posible rezar en cualquier sitio y aún en condiciones poco auspiciosas… pero el templo crea un entorno que busca ayudarnos para encontrar a Dios, tanto en la oración personal como comunitaria.
La filósofa de origen judío Edith Stein, quien se hizo monja con el nombre de Benedicta de la Cruz y fue asesinada e incinerada en Auschwitz, recuerda que su camino de conversión comenzó cuando vio a una mujer de pueblo que venía de hacer sus compras en la feria, detenerse y entrar a una iglesia para hacer una breve oración. La futura santa carmelita explicaba así su sentimiento:
«Para mí fue algo completamente nuevo. En las sinagogas y en las iglesias protestantes que yo frecuentaba, los creyentes iban para la celebración de un oficio. Sin embargo, en esta circunstancia, una persona entraba en una iglesia desierta para tener un coloquio íntimo. Nunca pude olvidar eso» (Edith Stein – Santa Benedicta de la Cruz)
Que el Señor nos ayude a encontrarlo cada día, personalmente y en comunidad. Que halle en nosotros la docilidad para que Él haga nos haga su templo espiritual, la comunidad que lo adore “en espíritu y en verdad”.
En esta semana
- El Lunes 10, san León, papa. El primer papa que tomó ese nombre, que lleva hoy León XIV.
- Martes 11, san Martín de Tours, el soldado cristiano que partió su capa para ayudar al mendigo aterido de frío.
- Miércoles 12, san Josafat, mártir de la unidad de la Iglesia.
- Sábado 15, san Alberto Magno, gran teólogo, doctor de la Iglesia.
Gracias amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.
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