Mary MacKillop - Brisbane
Dentro de poco será canonizada la beata Mary of the Cross MacKillop, que en la vida secular se llamó Mary Helen, virgen, fundadora de la Congregación de las Hermanas de San José del Sagrado Corazón.Mary of the Cross, María de la Cruz, llega así a ser la primera mujer, más aún, la primera persona australiana reconocida como santa por la Iglesia Católica.
La primera vez que oí hablar de ella fue en 2008, cuando acompañé a la delegación uruguaya que participó en la Jornada Mundial de la Juventud en Sydney.
Entre los diez patronos de la JMJ que aparecían en la folletería y cartelería de la jornada, aparecía el rostro de esta mujer con el hábito que la identificaba como religiosa.
Apenas registré en mi memoria ese detalle, pero poco más tarde me tocó presenciar una sencilla escena que me conmovió profundamente y despertó mi interés por conocer más a la Beata Mary.
En los días previos a la JMJ visité la catedral de Brisbane. Un cartel fuera del templo anuncia que es también santuario de Mary MacKillop. Al entrar encontré la imagen de la beata. Si el retrato hace justicia a la verdad, puedo decir que no vi un rostro particularmente bonito; sin embargo, su expresión irradiaba paz. La imagen es de cuerpo entero, y está algo elevado sobre el nivel del piso. Las manos de la santa están extendidas hacia delante.
Cuando llegué, había una jovencita en oración. Tenía su mano derecha colocada sobre la misma mano de la imagen, y su frente apoyada sobre el dorso de su propia mano. Yo hubiera querido tomar una foto de la imagen, pero la joven seguía en su oración y yo no quería invadir ese momento. Al costado y hacia atrás de la imagen había una entrada al santuario. Me dirigí hacia allí. Sobre la pared había pintadas, de forma muy estilizada, algunas escenas de la vida de Mary (las ilustraciones me parecieron más bien anodinas, muy poco sugestivas). Pero cuando salí, vi de nuevo a la joven, que seguía rezando. Pero ahora veía su rostro. Un rostro muy bonito, lleno de inocencia, con sus ojos cerrados y con una expresión de profunda consolación.
Resistí la tentación de robar su imagen con mi máquina de fotos y preferí atesorarla en mi corazón. ¿Qué estaría pasando por la mente y el corazón de esa joven? ¿Qué súplica habría confiado al Señor a través de Mary? ¿Qué estaría agradeciendo?
Mi segundo encuentro me acercó a la historia de Mary. En la radio escuché una entrevista a un sacerdote, que describía a Mary MacKillop como una santa realmente australiana.
Recuerdo algunas de sus expresiones:
- en una época en que Australia se estaba formando como nación, fue alguien que creyó en el futuro de Australia como país.
- al fundar su congregación religiosa, no siguió los modelos europeos vigentes en el momento, sino que procuró crear un instituto realmente adecuado a las necesidades y a la religiosidad de los australianos.
- fue un testigo del amor de Dios por los más pobres, dirigiendo hacia ellos todas sus fuerzas.
Su vida me pareció realmente fascinante.
Como Obispo, no dejaron de impresionarme sus intensas luchas con los Obispos que, necesitados y deseosos de agentes pastorales, intentaron "sacarle" a Mary sus hermanas para sus respectivas diócesis.
Su viaje a Roma, para gestionar la aprobación de la congregación (lo que facilitaría también un mejor reconocimiento de parte de los Obispos) no sólo fue una verdadera odisea, de largos meses de navegación, sino que al llegar a Génova, donde desembarca se encuentra con que le piden papeles y ella no cuenta con un pasaporte. Mary llega a Italia como una "indocumentada", una historia que, al igual que muchos otros inmigrantes de otros continentes, los latinoamericanos conocemos bien. Es hasta un poco irónico que quien ayuda a Mary a resolver el problema sea nada menos que el cónsul de los Estados Unidos, que expide un pasaporte a su nombre !!!
Me despertó gran admiración la lucha que mantuvo con su frágil salud, lucha en la que le sostuvo una gran fortaleza interior, verdadero don de la Gracia. "Todo lo puedo en Aquel que me conforta", son palabras de San Pablo (Fil 4,13) que Mary bien pudo hacer suyas.
Atravesó episodios confusos, con acusaciones de alcoholismo, con una excomunión por parte de un Obispo, no del todo clara canónicamente.
Consagró los esfuerzos de su comunidad a la educación de los niños y adultos de las familias más pobres. Una fuerte apuesta a la educación como camino de promoción humana y como medio de crecimiento en la fe, al acceder a la Palabra de Dios y a la catequesis.
Ella y sus hermanas vivieron en austeridad y sencillez, manteniéndose así cercanas a los pobres.
Hoy, las Hermanas de San José del Sagrado Corazón están presentes no solamente en Australia y en otros países de habla inglesa, sino que han llegado también a América Latina, donde tienen una comunidad en Perú.
Ya no están en el mundo de la educación católica formal. En fidelidad a su carisma siguen cercanas a los más pobres, en obras de promoción humana y dando testimonio del amor de Dios por los más pequeños.
Con los jóvenes delegados de Uruguay visitamos la tumba de Mary en su santuario.
Como si esto fuera poco, llegué en 2009 a hacer una segunda visita a Sydney. Por esas cosas de la Providencia, llegué a la celebración de los 150 años de la muerte de la Beata, y me uní a la Misa que presidió el Cardenal Georges Pell y visité nuevamente el santuario.
Pude también ser recibido por la superiora general de la congregación y compartir algo de esto que aquí les cuento.
Me alegro profundamente de esta canonización, y espero que los australianos, católicos o no, puedan vivirla con un mayor reconocimiento del regalo de Dios que ella ha significado para su pueblo.
+ Heriberto A. Bodeant
How did I meet Mary MacKillop
Blessed Mary of the Cross MacKillop, in secular life called Mary Helen, virgin, founder of the Congregation of the Sisters of Saint Joseph of the Sacred Heart (Josephites) will be canonized soon.Mary of the Cross will become the first Australian woman, even more, the first Australian person to be recognized as a saint by the Catholic Church.
The first time I heard of Mary was in 2008, when I accompanied the Uruguayan delegation to the World Youth Day in Sydney.
Among ten people chosen as patrons of the WYD, which appeared in folders and posters, I found the face of this woman, easily identified by her habit as a nun. I didn’t particularly register that figure in my memory, but some days later I was surprised by a scene which touched me deeply and awakened my interest to know more about blessed Mary.
In the days previous to the WYD I visited the Cathedral of Brisbane. A sign outside the church announced that it also was a diocesan shrine of Mary MacKillop.
As I entered to the temple, I founded the image of the Blessed one. If the sculpture does justice to truth, I can say that I didn’t see an especially pretty face. Nevertheless, she had a peaceful expression. The image is a full-length portrait, and is elevated above floor level. The hands of the Blessed are extended towards the one who stands in front of her.
When I arrived, there was a young blond lady praying. She had her hand on the hand of Blessed Mary, and her forehead rested on the back of her own hand. I wanted to take picture of the image, but the young lady stayed praying and I didn’t want to disturb her. On the walls aside of the image there were some stylized paintings about the life of Mary (by the way, I found them rather anodyne). When I returned, I could see the face of the girl, who was still praying, her eyes closed. I saw a beautiful and innocent face, with an expression of deep consolation.
I resisted my wish to capture the scene with my camera and I preferred to keep it in my heart, as a very special gift… What would be in the mind and the heart of the girl? Which petition would she have presented to the Lord by the intercession of Mary? What would be her thanksgiving?
My second encounter with Mary was with her story. Whilst listening to the radio, I heard an interview with a priest. He described Mary MacKillop as a truly Australian saint.
Recalling some of his statements:
- She believed in the future of Australia as a nation, when the country was just a group of colonies.
- When she founded her congregation of sisters, she didn’t follow the standing European models but she looked to give an answer to the needs and the spirit of the Australians.
- She was a witness of the love of God for the poor ones, and she directed toward them all her efforts.
I found her life was absolutely fascinating.
As a Bishop, I couldn’t be less than touched for her tenacious fight against some of the Australian Bishops who, in the need of qualified nuns for their dioceses, tempted to “steal” the sisters from Mary.
Her trip to Rome, to obtain the approval of the congregation (also in order to be better recognized and accepted by Bishops) was truly an odyssey, with several months of navigation. Arriving at the port of Genoa, she found herself without papers: she didn’t have a passport! This is a well-known story for Latin-Americans and other migrants. I can’t help to find somewhat ironic the fact: the diplomat who helped Mary to solve the problem, expending a passport for her, was the consul of the United States!
I couldn’t but admire her struggle with her fragile health. Having a weak body, she was assisted by an interior force, a truly gift of Grace. “I can do all things through Him who strengthens me” (Phil 4, 13). Mary could make hers these words of Paul.
She went through valleys of shadow, with accusations of alcoholism, even an excommunication…
She devoted all the efforts of her community to the education of children and adults of the poorest families. She committed herself to promoting education as a part of social development and a means to grow in Faith, to better know the Word of God and receive a sound catechism.
She and her sisters lived in austerity and simplicity of life, keeping themselves always next to the poor ones.
Today, the Josephites are present not only in Australia and New Zealand, as well in other English speaking countries, but also in Latin America, where they have a community in Peru.
They are no more engaged in formal education. In renewed fidelity to Mary’s charisma they work in the promotion of the poor being witnesses of the love of God for the little ones.
In the days of the WYD I visited the tomb of Mary MacKillop, with the Uruguayan delegation.
More than that, I did a second visit en 2009. By means of the Providence, I was in Sydney the day of the celebration of 150 years of the death of the Blessed, and a joined the Mass which was officieted by Cardinal Georges Pell. I was also received by the Council of the Josephites and I could tell them all this.
I am really glad for this canonization, and I hope all Australians, catholics or not, would receive this event as a great acknowledgment of the gift of God which Mary has been for her people.
+ Heriberto A. Bodeant
Bishop of Melo, Uruguay
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