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Tapa y contratapa del libro de homenaje a Mons. Cáceres |
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Mons. Heriberto, el homenajeado, P. Jairo |
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P. Jairo leyendo el saludo enviado en 1995 por el Papa
con motivo de las Bodas de Oro sacerdotales de Mons. Roberto |
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Leyendo los numerosos saludos y adhesiones |
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El saludo de Nelly al entregar el libro |
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Hojeando "Sembró ayer..." |
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Efusivos saludos |
Mons. Roberto Cáceres, primer obispo emérito de Melo, fue homenajeado hoy en el Colegio María Auxiliadora, por un grupo de exalumnos y exalumnas de la institución educativa. Una numerosa y cálida concurrencia acudió para participar del acto.
El homenaje, realizado en la capilla del colegio, se inició con un momento de oración y saludo del actual obispo de Melo, Mons. Heriberto Bodeant. A continuación, distintas personas fueron evocando momentos salientes de la vida de Mons. Roberto. Un poema de A. Silveira Aguiar leído por Florencia; el mensaje de Juan Pablo II en ocasión de las Bodas de Oro sacerdotales del obispo, leído por el P. Jairo; Enzo, leyendo los lejanos recuerdos de Mons. Roberto de los festejos de los campeonatos mundiales de fútbol del 30 y del 50... la cariñosa intervención del poeta Julio Guerra, entrañable amigo; la actuación del conjunto instrumental de María Auxiliadora y, finalmente, la entrega del libro, motivo central de la velada.
"Sembró ayer... hoy seguimos cosechando. Enfoques de la vida de Mons. Roberto Cáceres" es el título del libro editado por el grupo, en el que se recogen diversos retazos de esta vida generosamente entregada a este pueblo de Cerro Largo y Treinta y Tres a los que tanto ha amado. "¡Qué lindo -recuerda el obispo emérito- cuando en las peregrinaciones diocesanas uno no distinguía quién era de Cerro Largo y quién de Treinta y Tres! Era tal la unidad..." Construir comunión. Esa es una de las tareas fundamentales del Obispo: edificar en Cristo, en comunión, la porción del Pueblo de Dios que se la ha confiado. Con 89 años de edad y 48 de presencia en la diócesis (desde 1962 hasta 1996 como obispo diocesano, desde entonces hasta ahora como emérito), no ha dejado nunca de comunicar sus palabras llenas de esperanza, optimismo y alegría a todo el pueblo de esta diócesis de la que pudo irse, con un nuevo nombramiento, pero donde eligió quedarse. Es que aquí tiene el mejor lugar bien ganado: su lugar en el corazón de la gente.
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