Una misión en América Latina… ¡entre tantas otras!
América Latina es poco conocida en Europa. Es un vasto continente, algunos de cuyos países son más extensos que Francia y más poblados que Europa. Pensar, entonces, en este continente como una uniformidad, es ir demasiado rápido.
Hace cinco años que estoy en una pequeña diócesis rural del Uruguay, ahora un poco mejor conocido después del último campeonato mundial de fútbol: uno de los países menos poblados, con solamente tres millones de habitantes, en la frontera sur de Brasil. Aquí encaro una misión de sacerdote en parroquia, como párroco, como tantos otros sacerdotes. Nada extraordinario, entonces.
Recientemente tuve la alegría de recibir la visita de un equipo de Rovers (Compagnons, en francés) de los Scouts y Guías de Francia, que llevaron adelante un proyecto de animación para niños durante tres semanas, en varios barrios de mi parroquia. Yo pedí a algunos de ellos que expresaran lo que habían percibido de esta mi misión para escribir a los lectores del ECO. “Suerte” es la palabra que reaparece en uno de los testimonios. Así lo ha expresaba Mylène:
Una suerte para nosotros,Jóvenes scouts y guías de Francia, más o menos practicantes; me he dado cuenta, al visitarte, para que servía la misión del sacerdote hoy que, lo confieso, me parecía antes algo que estaba un paso atrás del resto de la sociedad actual.Yo añadiría, “una suerte para nuestras diócesis”. No quisiera dejarles la impresión de que yo estoy solo como sacerdote “misionero” en esta diócesis. En efecto, la misión se da también entre países del mismo continente. Así, yo comparto las tareas pastorales en una parroquia con un joven diácono que será ordenado sacerdote el 16 de octubre, originario de Colombia, y que viene a vivir la misión en esta diócesis. Más aún, la diócesis de Melo tiene también sus misioneros. Es el caso del Padre Nacho. Con 45 años de edad y 12 de sacerdote, ha vivido 9 años en Bolivia, al servicio de los “indígenas”, las poblaciones que viven en la montaña, alejadas de las rutas y de los grandes centros. El compartía esta reflexión, escribiendo para ustedes, lectores, a partir de una imagen de plantación:
Una suerte para Melo.
Como nos lo manifestaron muy bien algunas personas del barrio donde hicimos una animación, al momento de nuestra llegada: las visitas que tú recibes son un medio de hacerlos viajar por sus propios medios. Sin embargo, es tu presencia durante estos cinco años que les ha dado el gusto del descubrimiento del extranjero, el deseo de conocer a Otro y así abrirse al resto del mundo. Y yo encontré, repensando en tus intervenciones con los jóvenes pero también con los padres, que tu misión estaba también allí para animar a los feligreses (pero también a los otros) a descubrirse / redescubrirse entre ellos. Esa fue la ocasión durante la tarde de juegos en el pueblo cerca de Melo el día de la fiesta de los niños, o en el fútbol “interbarrios” organizado por una de las capillas rurales… (dos acontecimientos que tuvieron lugar durante nuestra estadía).
Una suerte para ti.
Tú debes tener, ciertamente, la misma impresión que nosotros en el momento de regresar: haber vivido una relación de igual a igual con la gente (recibir tanto como dar).
Esto permite descubrir otro ritmo de vida, de pensar, de acercarse a la gente.
Saber que hoy tú haces parte de ellos te permite, tal vez, pensar que tú has logrado una parte de tu misión. Y después, lo mismo, eso no habrá servido para nada porque tú lo has dicho riendo: ‘¡soy bilingüe y estoy contento!’. Esta experiencia te ha enriquecido con un medio de comunicación que te permite ahora dar testimonio de tu experiencia aún más lejos a través del mundo.
Yo quisiera agradecer por la tierra recibida (los misioneros que han venido con una actitud de inculturación), que nos han hecho planta “Latina” y que han despertado en nosotras la disponibilidad de andar “tierra adentro”, “selva adentro” y aún en la montaña, buscando acompañar la supervivencia o la resurrección de otras culturas, de otras espiritualidades, y aportando el ser levadura cristiana del Reino de Dios en una ‘Tierra sin Males’.Dentro de algunos meses, reencontraré la diócesis de Dijon, enriquecido por esta experiencia y convencido de que nuestra Iglesia diocesana debe seguir propagando esta tradición que es la nuestra, de ser una Iglesia misionera.
La experiencia que tuve de vivir entre los indígenas exige deshacerme de mi planta y disminuir para que otros puedan crecer. Volviendo a mi tierra, me siento más despojado y más enriquecido por la diversidad, la libertad y la fe en un espíritu misericordioso y providente que trabaja en la historia.
Creo que la misión es constitutiva de nuestro llamado, que nos despliega como servidores según el Espíritu, nos desinstala de las seguridades humanas de nuestra tierra natal.
Ya no soy más uruguayo, sino de la Patria Grande. Unido a tantos hermanos y hermanas del este y del oeste, del sur y del norte, en busca del bien vivir para todos. Dispuesto a dejar mi tierra natal cuando la brisa ligera lo pida.
Como conclusión, creo que una Iglesia de Jesucristo debe estar abierta a recibir y a enviar misioneros, porque el intercambio nos enriquece, es lo propio de la Buena Noticia vivida por Jesucristo, sea del norte al sur, del sur al norte, del sur al sur. Creo que un discípulo de Jesucristo está llamado a estar disponible para dejar su tierra. Lo repito: a mí me hace mucho bien, desde todo punto de vista, y creo que he sido un bien para aquellos que me han enviado y aquellos que me han recibido” (P. Nacho).
P. Lucas Lalire, desde Melo
(traducción +HAB)
Une mission en Amérique Latine… parmi tant d’autres !
L’Amérique Latine est peu connue en Europe, est un vaste continent dont certains pays sont plus vastes que la France, plus peuplé que l’Europe. Alors penser à ce continent comme une uniformité, c’est aller un peu vite en besogne.
Voici cinq années que je suis dans un petit diocèse rural de l’Uruguay un peu mieux connu depuis la dernière coupe du monde de foot (l’un des pays les moins peuplé avec seulement trois millions d’habitants) près de la frontière sud du Brésil. J’y vis une mission de prêtre en paroisse, comme curé, comme tant d’autres prêtres. Rien de bien extraordinaire donc.
Récemment, j’ai eu la joie de recevoir la visite d’une équipe « Compagnons » des Scouts et Guides de France, qui ont réalisé un projet d’animation d’enfants durant trois semaines dans plusieurs quartiers de ma paroisse. J’ai donc demandé à quelques-uns d’exprimer ce qu’ils avaient perçu de la mission qui est la mienne pour écrire aux lecteurs d’ECO. « La chance » est le mot qui revient dans l’un des témoignages. Ainsi me l’a exprimé Mylène :
Une chance pour nous,J’ajouterais, « une chance pour nos diocèses ». Je ne voudrais pas vous laisser l’impression que je vis seul comme prêtre « missionnaire » dans ce diocèse. En effet, la mission se passe aussi entre pays du même continent. Ainsi, je partage la tâche pastorale dans ma paroisse avec un jeune diacre qui sera ordonné prêtre le 16 Octobre, originaire de Colombie, et qui vient vivre la mission dans ce diocèse. Et puis le diocèse de Melo a aussi ses missionnaires. C’est le cas du Père Nacho, 45 ans et 12 ans d’ordination a vécu 9 ans en Bolivie, au service des « indigènes », les populations qui vivent éloignées des routes et des grands centres dans les montagnes. Il me partageait cette réflexion en l’écrivant pour vous, lecteurs à partir d’une image de plantation :
Jeunes scouts et guides de France plus ou moins pratiquants, je me suis rendu compte, en te rendant visite, à quoi servait la mission de prêtre qui, auparavant je l'avoue, me semblait quelque peu décalée du reste de la société actuelle.
Une chance pour Melo.
Comme nous l'ont si bien exprimé certaines personnes du quartier où nous avons réalisé une animation, lors de notre arrivée : les visites que tu reçois sont un moyen de les faire voyager avec leur propre moyen. Cependant, c'est ta présence durant ces 5 années qui leur ont donné le goût de la découverte de l'étranger, l'envie de connaître l'Autre et ainsi de s'ouvrir au reste du monde. Et j'ai trouvé, en repensant à tes interventions auprès des jeunes mais aussi des parents, que ta mission était aussi là pour inciter les paroissiens (mais aussi les autres) à mieux se découvrir/se redécouvrir entre eux. Ce fut l’occasion lors de l'après midi de jeux dans le village proche de Melo le jour de la fête des enfants ou le foot « inter-quartiers » organisé par l’une des chapelles rurales... (2 événements qui ont eu lieu durant le séjour).
Une chance pour toi.
Tu dois certainement avoir la même impression que nous au moment de repartir : avoir vécu une relation d’égal à égal avec les gens (recevoir autant que donner).
Cela permet de découvrir un autre rythme de vie, de penser, d'approcher les gens.
Savoir qu'aujourd'hui tu fais partie des leurs te permet peut-être de penser que tu as réussi une partie de ta mission. Et puis, tout de même, cela n'aura pas servi à rien car tu l'a dit toi-même en riant : "je suis bilingue et je suis content!" Cette expérience t'a enrichi d'un moyen de communication qui te permet maintenant de témoigner de ton expérience encore plus loin à travers le monde.
Je voudrais remercier pour la terre reçue, (les missionnaires qui sont venus avec une attitude d’inculturation), qui nous ont fait plante « Latina » et qui ont éveillés en nous la disponibilité d’aller au large, « en terre intérieure », en « forêt intérieure », et même dans les montagnes, en cherchant à accompagner la survivance ou la résurrection d’autres cultures, d’autres spiritualités, et en apportant d’être levure chrétienne du royaume de Dieu dans une terre sans mal.Dans quelques mois, je retrouverai le diocèse de Dijon, enrichi par cette expérience, et convaincu que notre Eglise diocésaine se doit de propager cette tradition qui est la nôtre, d’être une Eglise missionnaire.
L’expérience que j’ai eu de vivre parmi les indigènes exige de me défaire de ma plante et diminuer pour que d’autres puissent grandir. En revenant dans ma terre, je me sens plus dénudé et plus enrichi par la diversité, la liberté et la foi en un esprit miséricordieux et provident qui travaille dans l’histoire.
Je crois que la mission est constitutive de notre appel, qui nous déploie comme serviteurs selon l’Esprit, nous désinstallant de nos sécurités humaines de notre terre natale.
Déjà, je ne suis plus Uruguayen, mais je suis de la grande Patrie. Uni à tant de frères et de sœurs de l’est et de l’ouest, du sud et du nord, en recherche du bien vivre pour tous. Disposé à laisser ma terre natale quand la brise légère le demandera.
Comme conclusion, je crois qu’une Eglise de Jésus Christ doit être ouverte à recevoir et à envoyer des missionnaires, parce que l’échange nous enrichi, c’est le propre de la bonne nouvelle vécue par Jésus Christ, que ce soit du nord au sud, du sud au nord, du sud au sud. Je crois qu’un disciple de Jésus Christ est appelé à être disponible pour laisser sa terre. Je le redis, à moi cela m’a fait beaucoup de bien en tout point de vue, et je crois que j’ai été un bien pour ceux qui m’ont envoyé et ceux qui m’ont reçu. » (P. Nacho).
P. Luc Lalire, depuis Melo
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