domingo, 1 de enero de 2017

Enfoques dominicales. Cincuenta destellos de Paz


El 8 de diciembre de 1967, el papa Pablo VI dirigió un mensaje “a todos los hombres de buena voluntad” invitando a celebrar el “Día de la Paz” [1968], el 1 de enero de cada año.

A partir de entonces, a lo largo de los 50 años que han transcurrido, los sucesivos papas han presentado cada 8 de diciembre un mensaje de paz para el 1° de enero siguiente.

¿Qué han dicho sobre la paz Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco?
Ya sólo la lectura de los cincuenta títulos lleva un tiempo considerable. Sin embargo, leyendo esos títulos podemos ver algunos grandes temas que nos ayudan a ver como “La paz es posible” [1973]. Hay un antecedente de estos mensajes en la encíclica de san Juan XXIII, “Paz en la tierra”: “Pacem in Terris: una tarea permanente” [2003].

En esta Navidad hemos celebrado a Jesús como “príncipe de la paz”, así anunciado por el profeta Isaías. El mismo Jesús envía a sus discípulos a llevar la paz y, más aún, proclama “bienaventurados los que trabajan por la paz [2013], porque ellos serán llamados hijos de Dios”.

En estos cincuenta destellos de paz que son los mensajes de los pontífices, podemos encontrar varias pistas para llevar la paz a los demás y trabajar por la paz en el mundo.

Creo que la primera pista o primer destello que podemos tomar está en el título del mensaje de 1974: “la paz depende también de ti”. Es lo primero, porque nos está recordando que cada ser humano puede hacer algo para construir la paz. Juan Pablo II decía: “La paz nace de un corazón nuevo” [1984] y “De la justicia de cada uno nace la paz para todos” [1998]. Benedicto XVI retomaba ese camino señalando “La persona humana, corazón de la paz” [2007].

Si la paz depende de cada persona, cada uno tiene una tarea necesaria, imprescindible… muchos mensajes apuntan al compromiso personal del esfuerzo por la paz: “Si quieres la paz, trabaja por la justicia” [1972], “…defiende la vida” [1977], “…respeta la conciencia de cada hombre” [1991], “Para servir a la paz, respeta la libertad” [1981], “No te dejes vencer por el mal, antes bien, vence el mal con el bien” [2005], “Vence la indiferencia y conquista la paz” [2016].

Otro destello que nos abre una perspectiva está en el mensaje de 1971: “Todo hombre es mi hermano”. La fraternidad es la relación fundamental que nos une a todos los seres humanos. Es la línea que retoma el primer mensaje de Francisco: “La fraternidad, fundamento y camino para la paz” [2014] y el siguiente, que denuncia una terrible realidad todavía presente, como es la esclavitud, pero vuelve a afirmar la fraternidad: “No esclavos sino hermanos” [2015]. Esa fraternidad reclama “La reconciliación, camino hacia la paz” [1975], y nos dice “Ofrece el perdón, recibe la paz” [1997]. Más todavía, se nos recuerda que “No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón” [2002].

Las relaciones humanas empiezan en el ámbito de la familia. Por eso no sorprende que se afirme que “De la familia nace la paz de la familia humana” [1994] o proponer la “Familia humana, comunidad de paz” [2008]. En el marco de la familia, la preocupación por los más pequeños: “¡Demos a los niños un futuro de paz!” [1996], y la visión de las posibilidades que abren las nuevas generaciones: “La paz y los jóvenes caminan juntos” [1985].

La preocupación por educar para la paz está también presente en los mensajes: “Educarse para la paz a través de la reconciliación” [1970]; “Para lograr la paz, educar a la paz” [1979], reafirmado después: “Un compromiso siempre actual: educar para la paz” [2004] sin olvidar “Educar a los jóvenes en la justicia y en la paz” [2012] y el papel especial de “La mujer, educadora para la paz” [1995].

Desde luego, la paz no sólo se construye en las relaciones personales, por más que allí se esté poniendo el fundamento. Los derechos humanos y las relaciones internacionales son siempre recordados: “La promoción de los Derechos del Hombre, camino hacia la paz” [1969] porque “El secreto de la paz verdadera reside en el respeto de los Derechos Humanos” [1999]. Particularmente, “Para construir la paz, respeta las minorías” [1989].
Las conversaciones de paz, tan difíciles, son justamente valoradas: “El diálogo por la paz, una urgencia para nuestro tiempo” [1983] y el “Diálogo entre las culturas para una civilización del amor y la paz” [2001].
Las tensiones internacionales y las desigualdades entre países: “La paz es un valor sin fronteras. Norte-Sur, Este-Oeste: una sola paz” [1986]; “Desarrollo y solidaridad: dos claves para la paz” [1987]. Ya Juan Pablo II había dicho “Si quieres la paz, sal al encuentro del pobre” [1993] porque “Combatir la pobreza es construir la paz” [2009].

En los últimos años hemos venido descubriendo que la paz no sólo involucra las relaciones humanas, sino la relación del ser humano con su entorno, con la “casa común” como llama Francisco al planeta en su encíclica Laudato Sii. Ya en 1990 Juan Pablo II proponía “Paz con Dios, paz con toda la creación” y luego Benedicto XVI “Si quieres promover la paz, protege la creación” [2010].

No todo método sirve para alcanzar la paz. Ya Pablo VI dedicó un mensaje a “Las verdaderas armas de la paz” [1976] y expresó su “No a la violencia, sí a la paz” [1978]. Juan Pablo II proclamó “La verdad, fuerza de la paz” [1980] y Benedicto XVI le hizo eco con su primer mensaje: “En la verdad, la paz” [2006]. En su mensaje para esta quincuagésima jornada, Francisco propone “La no violencia, un estilo de política para la paz” [2017] y presenta cuatro figuras que lucharon con métodos no violentos. Sorprende la diversidad: Mahatma Gandhí, de la India, de religión hinduista; su amigo, menos conocido, el pakistaní Khan Abdul Ghaffar Khan, musulmán; el afro-estadounidense Martín Luther King, pastor bautista; y una mujer africana, la liberiana Leymah Gbowee, luterana.

En su mensaje de este año, última de estas cincuenta luces, Francisco reafirma rotundamente que “«Ninguna religión es terrorista». La violencia es una profanación del nombre de Dios. No nos cansemos nunca de repetirlo: «Nunca se puede usar el nombre de Dios para justificar la violencia. Sólo la paz es santa. Sólo la paz es santa, no la guerra». Muchos mensajes parten de “La paz, don de Dios confiado a los hombres” [1982], recordando el canto de los ángeles en Belén: «Paz en la tierra a los hombres que Dios ama» [2000]; la necesidad de “Creyentes unidos en la construcción de la paz” [1992] y de “La libertad religiosa, condición para la convivencia pacífica” [1988] y “…camino para la paz” [2011].

Después de cincuenta años: ¿de qué sirven estos mensajes? Trabajar por la paz es una tarea irrenunciable. Estos cincuenta destellos son balizas que iluminan el camino de todos los que creemos que la paz es posible... y que depende también de cada uno de nosotros.

Que esta jornada -dedicada a la Madre de Dios- encuentre nuestros corazones abiertos para recibir del Hijo de Dios el don de la Paz y nuestro compromiso de comunicarlo a todos.

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