En inglés hay una palabra, accountability, que, como tantas otras, ha ido ganando terreno en otros idiomas, incluido el nuestro. Eso suele suceder porque esa palabra suena bien, tiene algo que llama la atención; pero, también, como sucede en este caso, porque una sola palabra evoca varias cosas a la vez, relacionadas entre sí.
Accountability puede traducirse como “rendición de cuentas”, es decir la presentación de un balance, con sus entradas y salidas y los comprobantes correspondientes; pero tiene un significado más amplio. Implica la responsabilidad personal, la capacidad de hacerse cargo de las propias decisiones y acciones, así como de sus consecuencias, tanto previstas como imprevistas. También toca a la responsabilidad institucional, a través de la responsabilidad de los dirigentes de una organización.
Todo esto viene bien como marco para la parábola que nos presenta Jesús hoy, donde un administrador es llamado por su patrón a rendir cuentas:
"¿Qué es lo que me han contado de ti?
Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto". (Lucas 16,10-13)
Así, sorpresivamente, se dirigió a su administrador un hombre rico, según nos cuenta el evangelio de este domingo. Poder rendir cuentas es siempre importante para un administrador. Debe mantener al día los libros y, sobre todo, entradas y salidas deben estar adecuadamente documentadas. Pero esto no era un pedido de cuentas más; era el pedido final, acompañado de un despido, porque el administrador había sido acusado de malgastar los bienes de su patrón. No hubo ninguna defensa ante la acusación. Solo un silencio culpable… y una reflexión que el acusado hizo en su interior:
"¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!" (Lucas 16,10-13)
Y lo que hizo aquel administrador deshonesto fue redoblar su apuesta. Falsificó documentos de algunos deudores importantes para que aparecieran con una deuda mucho menor. De esta forma, logró ganarse amigos con los que contar cuando quedara en la calle.
Obró tan astutamente, que su mismo Señor, a pesar de su disgusto, reaccionó de una manera sorprendente:
Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente.
(Lucas 16,10-13)
Obviamente, Jesús no propone con esta parábola esa conducta claramente deshonesta, corrupta, como un buen ejemplo a seguir. ¿A dónde quiere llegar Jesús?
Comentando este texto, el Papa Francisco hace ver que lo que en el fondo ha hecho este hombre, lo que sí es imitable, pero por vías honestas, es cambiar su centro de atención: dejar de mirar la plata para mirar a las personas. Dice Francisco:
“la riqueza puede empujar a la gente a construir muros, crear divisiones y discriminación. Jesús, por el contrario, invita a sus discípulos a dar vuelta la corriente, haciendo amigos con las riquezas”.
Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que éste les falte, ellos los reciban en las moradas eternas. (Lucas 16,10-13)
Con estas palabras, Jesús nos invita a dos cosas:
Primero, como ya decíamos, a transformar bienes y riquezas materiales en relaciones personales.
La mayor riqueza está en los vínculos, en las amistades auténticas que vamos creando con los demás, basadas en los dones que hemos recibido de Dios y que compartimos con los otros.
El administrador quedó bien con algunos esperando que luego lo recibieran en sus casas. Jesús habla de amigos que nos reciban “en las moradas eternas”.
Y ahí está la segunda invitación que nos hace: actuar en la vida sin perder de vista el fin último al que está llamada toda la humanidad; entrar a compartir la eternidad de Dios. Sobre esto concluye Francisco:
“Si somos capaces de transformar las riquezas en instrumentos de fraternidad y solidaridad, nos acogerá en el Paraíso no solamente Dios, sino también aquellos con los que hemos compartido, administrando bien lo que el Señor ha puesto en nuestras manos”.
Entonces, tal como se preguntó el administrador “¿qué voy a hacer ahora?”… mientras estamos en esta vida, siempre es posible hacer el bien, siempre es posible amar, siempre es posible, de alguna manera, reparar el mal que hemos hecho. Se trata de obrar hábilmente de manera de ganar no los premios pasajeros de este mundo, sino la vida que permanece para siempre.
Eso es, precisamente, lo que pide una de las oraciones de la liturgia. Recemos juntos:
Dios nuestro, protector de los que esperan en ti,
fuera de quien nada tiene valor ni santidad;
acrecienta sobre nosotros tu misericordia,
para que, bajo tu guía providente,
usemos los bienes pasajeros de tal modo
que ya desde ahora podamos adherirnos a los eternos.
Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
En esta semana
Lunes 22: en Uruguay se celebra hoy el día del Maestro, es
decir de las maestras y maestros de educación primaria. Las maestras ocupan un
lugar importante en nuestros recuerdos de infancia. Feliz día tanto a quienes
siguen dándose con generosidad en una labor poco reconocida como a quienes ya
disfrutan de su retiro, pero que siguen sintiendo que enseñar transmitiendo
valores y, para los que son creyentes, también la fe, ha sido y sigue siendo su
misión.
Martes 23: también en Uruguay recordamos a nuestro héroe
nacional, José Artigas, en el aniversario de su fallecimiento ocurrido en 1850,
durante su largo exilio en Paraguay. Su pensamiento, en el que recogió mucho de
las enseñanzas de los franciscanos que le fueron cercanos, sigue siendo fuente
de inspiración para todo nuestro pueblo.
Igualmente en este día 23 celebramos la memoria de san Pío
de Pietrelcina, un santo muy querido en el mundo, también en nuestro Uruguay
aparentemente poco religioso. Un santo que vivió unido a Cristo en el dolor,
pero que buscó siempre ayudar a los demás a encontrar alivio y sanación.
Miércoles 24: en Uruguay, Nuestra Señora de las Mercedes,
patrona en Uruguay de la diócesis del mismo nombre. Es también día de la
pastoral carcelaria, en recuerdo de que esta advocación fue inspiradora de los
mercedarios, como san Ramón Nonato, que se consagraron a liberar cautivos.
Sábado 27: San Vicente de Paúl, sacerdote francés que
encontró a Cristo en cada uno de los pobres de su tiempo.
También en este día, san Adolfo mártir, patrono de la
parroquia de El Dorado, en el municipio 18 de Mayo.
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