lunes, 1 de septiembre de 2025

“Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido.” (Lc 15, 6). Palabra de Vida. Septiembre 2025. Movimiento de los Focolares.

En el Antiguo Testamento, los pastores contaban las ovejas al volver de los campos, dispuestos a buscar a la que se hubiese perdido. Incluso se internaban en el desierto de noche con tal de encontrar a las ovejas descarriadas.

Esta parábola es una historia de pérdida y hallazgo que pone en el primer plano el amor del pastor. Este se da cuenta de que falta una oveja, la busca, la encuentra y se la carga a hombros porque está debilitada y asustada, quizá herida, y no es capaz de seguir al pastor por sí sola. Es él quien la lleva a resguardo y, por último, lleno de alegría, invita a sus vecinos a celebrarlo con él.

“Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido.”

Los temas recurrentes de este relato podemos resumirlos en tres verbos: perderse, encontrar y celebrar.

Perderse. La buena noticia es que el Señor va a buscar a quien se extravía. Muchas veces nos perdemos en los desiertos cercanos, o en los que nos vemos obligados a vivir, o en los que nos refugiamos; son los desiertos del abandono, de la marginación, de la pobreza, de las incomprensiones, de la falta de unidad. El Pastor nos busca también allí, y aunque lo perdamos de vista, él nos encontrará siempre.

Encontrar. Intentemos imaginarnos la escena de la afanosa búsqueda por parte del pastor en el desierto. Es una imagen que impacta por su fuerza expresiva. Podemos entender la alegría tanto del pastor como de la oveja. El encuentro entre ambos devuelve a la oveja la sensación de seguridad por haberse librado del peligro. Por tanto, el «encontrar» es un acto de misericordia divina.

Celebrar. Él reúne a sus amigos para celebrarlo, porque quiere compartir su alegría, tal como ocurre en las otras dos parábolas que siguen a esta, la de la moneda perdida y la del padre misericordioso (cf. Lc 15, 8 y 15, 11). Jesús quiere que entendamos la importancia de participar de la alegría con todos y nos inmuniza contra la tentación de juzgar al otro. Todos somos personas «encontradas».

“Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido.”

Esta Palabra de vida es una invitación a ser agradecidos por la misericordia que Dios tiene con todos nosotros personalmente. El hecho de alegrarnos, de gozar juntos, nos presenta una imagen de la unidad donde no hay contraposición entre justos y pecadores, sino que los unos participamos en la alegría de los otros.

Escribe Chiara Lubich: 

«Es una invitación a comprender el corazón de Dios, a creer en su amor. Inclinados como estamos a calcular y a medir, a veces creemos que el amor de Dios por nosotros también podría llegar a cansarse […] La lógica de Dios no es como la nuestra. Dios nos espera siempre; es más, le damos una inmensa alegría cada vez que volvemos a Él, aunque se tratase de un número infinito de veces» [1].

“Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido.”

A veces podemos ser nosotros los pastores, los que cuidamos unos de otros y vamos con amor a buscar a quienes se han alejado de nosotros, de nuestra amistad, de nuestra comunidad; a buscar a los marginados, a quienes están perdidos, a los pequeños, aquellos que las pruebas de la vida han apartado a los márgenes de nuestra sociedad.

Nos cuenta una educadora: 

«Había varios alumnos que venían a clase esporádicamente. Durante mis horas libres solía ir por el mercado que está al lado de la escuela, esperando encontrarlos en ese lugar, porque me había enterado de que trabajaban allí para sacarse un dinero. Un día por fin los vi, y ellos se quedaron asombrados de que hubiese ido personalmente a buscarlos, y les impactó ver lo importantes que eran para toda la comunidad educativa. Desde entonces empezaron a venir regularmente a clase y fue en verdad una fiesta para todos».

Patrizia Mazzola y el equipo de la Palabra de Vida

[1] C. Lubich, Palabra de vida de septiembre de 1986: Palabras de Vida/1 (1943-1990) (ed. F. Ciardi), Ciudad Nueva, Madrid 2020, pp. 387-388.

viernes, 29 de agosto de 2025

“Glorificado por los humildes” (Eclesiástico 3,17-29 – Lucas 14,1.7-14). Domingo XXII durante el año.

 

San Ramón Nonato. Fiesta jubilar en la parroquia de San Ramón, Canelones.

En esta fecha se celebra normalmente la memoria de San Ramón Nonato, lo que no corresponde hoy, por ser domingo; sin embargo, sí la celebramos en la parroquia de la ciudad de San Ramón, en nuestra Diócesis, ya que es su fiesta patronal. Más aún, las parroquias del Decanato Centro (Tala, Sauce, San Jacinto, San Ramón, San Bautista, Santa Rosa, San Antonio, Migues y Montes) harán su peregrinación jubilar con motivo de la fiesta.

Programa de la peregrinación
jubilar a San Ramón.

San Ramón vivió en la primera mitad del siglo XIII. Es apodado “nonato” ya que fue extraído del vientre de su madre, fallecida antes de poder darlo a luz. Es por eso el patrono de las parturientas. Ingresó a la Orden de la Merced, fundada por San Pedro Nolasco para redimir a cristianos cautivos de los musulmanes. Para eso los Mercedarios reunían dinero pero, también, iban dispuestos a entregarse a sí mismos para liberar a otros. Así lo hizo San Ramón, que quedó prisionero en el norte de África. Allí predicó el evangelio entre sus captores y sus compañeros de cautiverio. Para impedírselo, colocaron un candado en su boca. Una vez liberado, el Papa lo nombró cardenal, pero nuestro santo no cambió por eso su vida pobre y austera. Convocado a Roma, falleció en el camino, a causa de una enfermedad que lo consumió rápidamente.

Hacer memoria de San Ramón nos invita a rezar por las futuras mamás, para que puedan llevar a feliz término su embarazo. También, a pensar en las nuevas esclavitudes del mundo de hoy: desde el tráfico de personas hasta las adicciones que encadenan a quienes entran en ese oscuro viaje.
Que la intercesión de este santo patrono ayude a nuestros pueblos a amar más aún y a proteger la vida de los niños, especialmente aquellos que están por nacer y a buscar también los caminos de auténtica liberación para tantos cautivos de hoy.

“Glorificado por los humildes”

Vayamos ahora a las lecturas de este domingo. Leemos en la primera de ellas.
Cuanto más grande seas, más humilde debes ser, y así obtendrás el favor del Señor, porque el poder del Señor es grande y Él es glorificado por los humildes. (Eclesiástico 3,18.20)
¿Qué significa que Dios es glorificado? ¿De que forma es glorificado por los humildes? Dar gloria a Dios es alabarlo, reconociendo su grandeza, reconociéndolo como Dios. Desde el himno del Gloria, que rezamos o cantamos en la Misa, pasando por numerosos cantos y oraciones, con nuestra boca podemos dar gloria a Dios.
Sin embargo, puede ocurrir lo que señalaba el profeta Isaías, cuyas palabras recoge Jesús:
«Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí». (Mateo 15,8 – Isaías 29,13)
La sinceridad de la alabanza se mide en las acciones. Haciendo la voluntad del Padre, obrando el bien, damos gloria a Dios. Si Dios es glorificado por los humildes, observemos cómo actúan, para aprender cómo alabar a Dios.

De esto se trata el evangelio de este domingo. Invitado a un banquete en casa de un jefe de los fariseos, Jesús observa el comportamiento de los invitados, que se apresuran a ocupar los primeros puestos, lo más cerca posible del dueño de casa. Quien actúa así manifiesta que se considera más grande, más digno que los otros. Rompe la fraternidad. San Pablo nos dejó una regla para las comunidades cristianas que supone todo lo contrario:
“… que la humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos”. (Filipenses 2,3b)
Frente a esta escena, Jesús narra dos parábolas breves. La primera se dirige a quien haya sido invitado a un banquete, con quien se pueden identificar todos los invitados:
«… no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: "Déjale el sitio", y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar.
    Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: "Amigo, acércate más", y así quedarás bien delante de todos los invitados». (Lucas 14,8-10)
Lo que Jesús propone podría entenderse como falsa humildad, una estrategia para “quedar bien”. No se trata de eso. Se trata de dejarle al dueño de casa la libertad de asignar los lugares. Los puestos no dependen de los méritos que creamos tener, sino de la gratuidad del dueño de casa... Esto es una parábola y el dueño de casa no es otro que el mismo Dios, ante quien no valen nuestras pretensiones. Sólo Él sabe cuál es nuestro lugar.

En la segunda parábola, Jesús se dirige al que invita -y todos nosotros podemos ser esa persona-. Le dice primero lo que no tiene que hacer:
«… no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa». (Lucas 14,12)
Si la invitación va a esos grupos de personas, la recompensa vendrá de parte de los hombres, en forma de reconocimiento, influencia, retribuciones… Al contrario, Jesús propone:
«… invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos». (Lucas 14,13)
Jesús no quiere decir que no podamos comer con familiares y amigos. En cambio, nos llama a romper relaciones excluyentes y a dar lugar a los desfavorecidos, los abandonados, los que sufren y hacerlos parte de nuestra vida.
Quien obre de esa manera estará entre los bienaventurados. En este mismo evangelio de Lucas, Jesús había proclamado:
«Felices los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios» (6,20)
Ahora, Jesús proclama igualmente felices, bienaventurados, a quienes abren su corazón a esos mismos pobres:
«¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!» (Lucas 14,14)
La recompensa final no es la de prosperidad en esta vida, que al fin y al cabo se termina, sino nada más y nada menos que la participación en la vida eterna.
Jesús nos enseña dos vertientes para dar gloria a Dios actuando con humildad: no ponernos por encima de los otros y, en cambio, salir a buscar a los que nadie tiene en cuenta. Así Dios será glorificado y así se abrirá el camino hacia la mayor alegría: la de ser parte del amor mismo de Dios que nos espera a todos en el banquete celestial.

EN ESTA SEMANA

El Lunes 1 de septiembre, es la jornada mundial de oración por el cuidado de la creación. Se inicia el Mes de la Palabra de Dios.
Miércoles 3, San Gregorio Magno
Jueves 4, día de la Secretaria
Viernes 5, Santa Teresa de Calcuta. Recordamos que en nuestra Diócesis están las Misioneras de la Caridad, fundadas por ella. Las Hermanas llevan adelante el Hogar San José para ancianos y ancianas.

Domingo 7, Jornada Nacional de la Juventud.

El primer domingo de septiembre se celebra en Uruguay la Jornada Nacional de la Juventud.
Este año, la celebración tiene carácter diocesano y tendrá lugar en la ciudad de Tala.


Gracias, amigas y amigos, por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

miércoles, 27 de agosto de 2025

"No es posible que perezca el hijo de tantas lágrimas". Santa Mónica y San Agustín

San Agustín y su madre, Santa Mónica
por Ary Scheffer (pintura de 1846)

De las Confesiones de San Agustín.

XI,19. Pero enviaste tu mano de lo alto y sacaste mi alma de este abismo de tinieblas. Entre tanto, mi madre, fiel sierva tuya, lloraba por mí ante ti mucho más que las demás madres suelen llorar la muerte corporal de sus hijos, porque ella veía mi muerte con la fe y espíritu que había recibido de ti. Y tú la escuchaste, Señor; tú la escuchaste y no despreciaste sus lágrimas, que, corriendo abundantes, regaban el suelo debajo de sus ojos allí donde hacía oración; sí, tú la escuchaste, Señor. Porque ¿de dónde si no aquel sueño con que la consolaste, viniendo por ello a admitirme en su compañía y mesa, que había comenzado a negarme por su aversión y detestación a las blasfemias de mi error?

En efecto, se vio de pie sobre una regla de madera y a un joven resplandeciente, alegre y risueño que venía hacia ella, toda triste y afligida.

Éste, como le preguntase la causa de su tristeza y de sus lágrimas diarias, no por aprender, como ocurre ordinariamente, sino para instruirla, y ella a su vez le respondiese que era mi perdición lo que lloraba, le mandó y amonestó para su tranquilidad que atendiese y viera cómo donde ella estaba allí estaba yo también. Lo cual, como ella observase, me vio junto a ella de pie sobre la misma regla. ¿De dónde vino esto sino porque tú tenías tus oídos aplicados a su corazón, oh tú, omnipotente y bueno, que así cuidas de cada uno de nosotros, como si no tuvieras más que cuidar, y así de todos como de cada uno?

20. ¿Y de dónde también le vino que, contándome mi madre esta visión y queriéndola yo persuadir de que significaba lo contrario y que no debía desesperar de que algún día sería ella también lo que yo era al presente, al punto, sin vacilación alguna, me respondió: «No me dijo: donde él está, allí estás tú, sino donde tú estás, allí está él?».

Confieso, Señor, y muchas veces lo he dicho, que, por lo que yo me acuerdo, me movió más esta respuesta de mi atenta madre, por no haberse turbado con una explicación errónea tan verosímil y haber visto lo que se debía ver –y que yo ciertamente no había visto antes que ella me lo dijese–, que el mismo sueño con el cual anunciaste a esta piadosa mujer, con mucho tiempo de antelación, a fin de consolarla en su inquietud presente, un gozo que no había de realizarse sino mucho tiempo después.

Porque todavía hubieron de seguirse casi nueve años, durante los cuales continué revolcándome en aquel abismo de barro y tinieblas de error, hundiéndome tanto más cuanto más esfuerzos hacía por salir de él.

Entre tanto, aquella piadosa viuda, casta y sobria como la que tú amas, ya un poco más alegre con la esperanza que tenía, pero no menos solícita en sus lágrimas y gemidos, no cesaba de llorar por mí, en tu presencia, en todas las horas de sus oraciones, las cuales no obstante ser aceptadas por ti, me dejabas, sin embargo, que me revolcara y fuera envuelto por aquella oscuridad.

XII,21. También por este mismo tiempo le diste otra respuesta, a lo que yo recuerdo –pues paso en silencio muchas cosas por la prisa que tengo de llegar a aquellas otras que me urgen más que te confiese y otras muchas porque no las recuerdo–; diste, digo, otra respuesta a mi madre por medio de un sacerdote tuyo, cierto Obispo, educado en tu Iglesia y ejercitado en tus Escrituras, a quien como ella rogase que se dignara hablar conmigo, para refutar mis errores, desengañarme de mis malas doctrinas y enseñarme las buenas –hacía esto con cuantos hallaba idóneos–, él se negó con mucha prudencia, por lo que he podido ver después, contestándole que [yo] estaba incapacitado para recibir ninguna enseñanza por estar muy inflado con la novedad de la herejía maniquea y por haber puesto en apuros a muchos ignorantes con algunas cuestioncillas, como ella misma le había indicado: «Dejadle estar –dijo– y rogad únicamente por él al Señor; él mismo leyendo los libros de ellos descubrirá el error y conocerá su gran impiedad». Y al mismo tiempo le contó cómo siendo él niño había sido entregado por su engañada madre a los maniqueos, llegando no sólo a leer, sino a copiar casi todos sus escritos; y cómo él mismo, sin necesidad de nadie que le argumentase ni convenciese, llegó a conocer cuán digna de desprecio era aquella secta y cómo al fin la había abandonado.

Mas como una vez dicho esto no se aquietara, sino que insistiese con mayores ruegos y más abundantes lágrimas para que se viera conmigo y discutiese sobre dicho asunto, él, cansado ya de su importunidad, le dijo: 

«Vete en paz, mujer; ¡así Dios te dé vida!, que no es posible que perezca el hijo de tantas lágrimas». 

Respuesta que ella recibió, según me recordaba muchas veces en sus coloquios conmigo, como venida del cielo.

sábado, 23 de agosto de 2025

1825-2025: Bicentenario de la Virgen de los Treinta y Tres, patrona del Uruguay. Ella vio nacer el sol de la Patria.


“Estrella del alba, del paterno día, 
que el sol de la patria miraste nacer: 
nuestra voz te aclama “capitana y guía”
como fuiste un día de los Treinta y Tres”

La Virgen de los Treinta y Tres es la patrona del Uruguay. Su fiesta es el 8 de noviembre. El segundo domingo de ese mes se celebra, anualmente, una peregrinación nacional a su santuario, en la ciudad de Florida. Como sabemos, éste es un Año Jubilar; pero, además, es el bicentenario de los hechos históricos a partir de los cuales la gente de Florida comenzó a referirse a esta imagen como “Virgencita de los Treinta y Tres”. Todo esto da especial relevancia a la peregrinación de este año 2025.

Para comprender mejor lo que estamos conmemorando, tenemos que remontarnos a un tiempo en que nuestra tierra era la Provincia Oriental dentro del Virreinato del Río de la Plata, bajo el rey de España. En 1810 se inició en Buenos Aires, capital del virreinato, un largo proceso revolucionario tras el cual se delinearía un mapa de países independientes.

En 1817, un ejército portugués, llegado desde Brasil, ocupó Montevideo. Los orientales, capitaneados por José Artigas, resistieron al invasor pero fueron derrotados. En 1821 la provincia fue formalmente incorporada al Reino de Portugal, Brasil y Algarbes con el nombre de Provincia Cisplatina.

En 1822 Brasil se independizó de Portugal. La Provincia Cisplatina pasó así al Imperio del Brasil.

Un creciente descontento fue incubando el movimiento libertador que encontró su conductor en Juan Antonio Lavalleja. Fue así que treinta y tres hombres cruzaron el río Uruguay en la noche del 18 al 19 de abril de 1825 para iniciar el movimiento emancipador. A los “treinta y tres orientales” se unieron muchos otros, dispuestos a combatir contra el Imperio. La lucha se inició con algunos rápidos éxitos y la incorporación de importantes figuras como la de Fructuoso Rivera.

Cuatro meses después, en la Villa de San Fernando de la Florida se reunieron “los ciudadanos representantes de los Pueblos Libres de la Provincia Oriental del Río de la Plata”, tal como dicen las actas. El 22 de agosto la sala nombró a Lavalleja Gobernador y Capitán General de la Provincia y el día 25 dictó tres importantes leyes.

La primera, conocida como “ley de independencia”, declara nulos los actos de incorporación a Portugal y a Brasil y manifiesta que esta provincia es…

Libre e independiente del Rey de Portugal, del Emperador del Brasil, y de cualquiera otro del universo; y con amplio y pleno poder para darse las formas, que en uso y ejercicio de su Soberanía, estime convenientes.

La segunda ley, consecuente con la primera, es conocida como “ley de unión”. En uso de su libertad, la Provincia manifestó su voluntad, que no era la de ser un país independiente, sino la de formar parte de la unión de las provincias del Río de la Plata.

Queda la Provincia Oriental del Río de la Plata unida a las demás de este nombre en Territorio de Sud América, por ser la libre y espontánea Voluntad de los Pueblos que la componen.

La tercera ley estableció el pabellón que identificaría la provincia, compuesto de tres fajas horizontales: celeste, blanca y punzó.

Como sabemos, el proceso histórico llevó a aquellas Provincias Unidas a constituirse como República Argentina y a la antigua provincia Oriental a convertirse en República Oriental del Uruguay. Sin embargo, esas leyes manifestaron la soberanía de nuestro pueblo para darse la forma de organización política que estimara conveniente.

¿Cómo entró la Virgen en este escenario? Antes de fundarse la Villa de San Fernando de la Florida, había otra población en un lugar cercano. Allí se veneraba ya esta imagen, conocida como “la Virgen del Pintado”, porque así se llamaba el pueblo. La gente del Pintado dejó finalmente ese sitio, un poco inhóspito y así se fundó Florida.

La imagen representa a la Inmaculada y es una pequeña y hermosa talla en madera de cedro paraguayo, proveniente de los talleres de las misiones jesuíticas entre los guaraníes. 

La capilla de Florida, al igual que la “sala” donde se reunieron los representantes era un humilde rancho. 

Según tradición oral, los integrantes de aquella asamblea, presidida por el párroco de Villa Guadalupe de Canelones, presbítero Juan Francisco de Larrobla, rezaron ante la pequeña imagen, pidiendo la intercesión de la Virgen frente a los graves acontecimientos en los que se jugaba el destino de la Provincia. Es desde entonces que la imagen comenzó a ser espontáneamente llamada “Virgencita de los Treinta y Tres”. En 1857, Manuel Oribe, segundo jefe de los Treinta y Tres regaló la corona de oro que luce la imagen, en agradecimiento por haberse salvado de un naufragio.

Catorce fueron los pueblos o villas representados en aquel agosto de 1825. Cuatro de ellos están en nuestra diócesis. 

Guadalupe, hoy ciudad de Canelones que, como ya hemos dicho, envió como delegado a su párroco. El Padre Larrobla llegó en 1823 y permaneció al frente de la parroquia hasta su muerte, el 5 de julio de 1842. 

San Juan Bautista (hoy Santa Lucía), estuvo representada por Simón del Pino, oriundo de Canelones y uno de los Treinta y Orientales. Del Pino y Larrobla están sepultados en la hoy catedral de Canelones.

San Isidro de Las Piedras fue representada por Santiago Sierra, artiguista desde la primera hora.

Concepción de Pando tuvo como delegado a Gabriel Antonio Pereira, antiguo oficial del ejército artiguista.

Por otra parte, un ciudadano oriundo de Canelones fue también representante: Joaquín Suárez, varias veces miembro del Cabildo de Villa Guadalupe, oficial del ejército artiguista, actuó como diputado por la Villa de la Florida.

En este aniversario, los orientales creyentes, los uruguayos que reconocemos como patrona a la Madre de Jesús, pedimos su intercesión por nuestro pueblo:

Santísima Virgen María, 
ante cuya imagen inclinaron su bandera 
y doblaron reverentes su rodilla 
los fundadores de nuestra Patria. 
Protege siempre a este pueblo 
nacido a tu sombra bienhechora. 
Concede, ¡oh Madre!, 
que en nuestros hogares 
florezcan la religión 
y todas las virtudes cristianas. 
Haz que veamos el reinado de Cristo, 
que es el de la verdad y la justicia. 
Alcánzanos estas gracias 
y la de la eterna salvación, 
de tu Hijo Jesucristo 
que con el Padre y el Espíritu Santo 
vive y reina por los siglos de los siglos. 
Amén.

EN ESTA SEMANA:

  • Domingo 24: día Nacional de la catequesis, convocado en este año jubilar bajo el lema “Anclados en la Esperanza”. Felicitaciones y gratitud a todos los catequistas.
  • Lunes 25, Nuestra Señora de la Fundación, patrona de la parroquia de Solymar.
  • Miércoles 27, santa Mónica, madre de San Agustín. Prestemos atención a la catequesis de los miércoles del Papa León, en ese día tan especial para su familia espiritual, los agustinos.
  • Jueves 28, San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia.
  • Viernes 29, martirio de san Juan Bautista.
  • Sábado 30, Santa Rosa de Lima, patrona de Empalme Olmos, Pinar, Santa Rosa y Fortín de Santa Rosa, en nuestra diócesis.
  • Domingo 31, San Ramón Nonato, patrono de San Ramón. Fiesta jubilar del Decanato Centro en la Iglesia de San Ramón, uno de los sitios jubilares de nuestra Diócesis.

Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

viernes, 22 de agosto de 2025

22 de agosto: María, Reina. Palabra de Vida: “Que se cumpla en mí lo que has dicho”. Lucas 1,26-38.


Palabra de Vida: “Que se cumpla en mí lo que has dicho”. Lucas 1,26-38.
Viernes 22 de agosto de 2025, María Reina.
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

miércoles, 20 de agosto de 2025

Palabra de Vida: Aceptar el llamado del Evangelio. Mateo 20,1-16a.


20 de agosto de 2025, miércoles de la XX semana durante el año.
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

martes, 19 de agosto de 2025

Palabra de Vida: Tener el valor de seguir a Jesús. Mateo 19,23-30


19 de agosto de 2025, martes de la XX semana durante el año.
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

viernes, 15 de agosto de 2025

Una nube de testigos. Hebreos 12,1-4. XX Domingo durante el año.


Decía san Pablo VI:
"El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio" (Evangelii Nuntiandi, 41)
“¡Urgente! Se necesitan ejemplos de vida que convenzan”, 
reclamaban los jóvenes católicos uruguayos en la décimo cuarta jornada nacional de la juventud, allá por el año 1992.

En la segunda lectura de este domingo encontramos el pasaje de la carta a los Hebreos que hemos tomado como título de esta reflexión: 
“… estamos rodeados de una verdadera nube de testigos”. (Hebreos 12,1)
¿A qué se refiere esto? En el capítulo anterior de la carta se repasa la lista de los grandes creyentes que fueron apareciendo a lo largo de la historia de la salvación, comenzando por Abraham, nuestro padre en la fe y su esposa Sara.

De Abraham se dice:
“obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba” (Hebreos 11,8) 
y con respecto a su esposa:
“Sara recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía” (Hebreos 11,11). 
Más adelante aparece esta referencia a Moisés:
“por la fe (…) se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible” (Hebreos 11,27).
La carta a los Hebreos es un escrito del Nuevo Testamento. Recurre a los grandes hombres y mujeres creyentes del Pueblo de Dios, en los que los cristianos, que comenzaban a dar testimonio de la muerte y resurrección de Jesús, encontraban ejemplos inspiradores.

Poco a poco, la Iglesia comenzó a venerar la memoria de sus propios testigos: los primeros en ver a Jesús resucitado, entre quienes fueron adelante las mujeres, como María Magdalena, “apóstol de los apóstoles”. Encabezados por Pedro, los Doce se completan de nuevo con la elección de Matías. Se agrega la enorme figura de Pablo, unida a la de Pedro por el martirio que ambos sufrieron en Roma.

Los mártires son los testigos por excelencia. “Mártir” significa “testigo”; pero la palabra pasó a aplicarse a quienes escribieron su testimonio derramando su sangre y entregando su vida por Jesús. San Esteban fue el primero de ellos. 
Al extenderse el cristianismo dentro del imperio romano y comenzar las persecuciones, hubo mujeres entre los mártires, tanto madres como vírgenes. En el canon romano se nombra a siete de ellas: Felicidad y Perpetua, Águeda (VM), Lucía (VM), Inés (VM), Cecilia (VM), Anastasia.

A lo largo de su historia, la Iglesia ha visto acrecentarse la “nube de testigos”, ya que por obra del Espíritu Santo, que fue derramando sus diversos dones, muchos hombres y mujeres encontraron distintas formas de santidad en el seguimiento de Cristo.

Después de los que vivieron el bautismo de sangre y a medida que cesaron las persecuciones, la comunidad eclesial puso su atención en quienes tomaron la radical decisión de dejar sus bienes y retirarse a lugares desiertos, para dedicarse a la oración y a la penitencia. El pueblo encontraba en ellos consejo, oraciones y ayuda y su forma de vida fue percibida como una nueva forma de martirio. 

Algunos de esos ermitaños iniciaron una vida en comunidad. San Antonio Abad (+356) es el más famoso de ellos y es considerado el padre de la tradición monacal cristiana que sería después enriquecida por las reglas de san Agustín (+430) y de san Benito (+547). 

Otro grupo importante de los primeros santos, a veces también mártires, es el de los Padres de la Iglesia, desde el siglo I hasta mediados del siglo VIII, en el período conocido como “la era patrística”. Ellos dejaron numerosos escritos en los que vemos cómo se desarrolla la comprensión de la fe y cómo se organiza la iglesia desde sus orígenes. Mencionemos algunos, de distintos momentos: Ignacio de Antioquía (+c.109), Justino (+c.162-168), Ireneo de Lyon (+202), Juan Crisóstomo (+407); Jerónimo (+420), traductor de la Sagrada Escritura; Agustín (+430), a quien ya hemos mencionado; Gregorio Magno (+604). Entre los últimos encontramos a los hispanos Isidoro de Sevilla (+636) e Ildefonso (+667).

A finales de la edad Media, en la que se dieron muchos santos entre monjes y monjas, resaltan las figuras de fundadores como Domingo (+1221), Francisco (+1226) y Clara de Asís (+1253)… 

En el siglo XVI la dolorosa fractura de la reforma protestante trajo como contrapartida una gran reforma católica. De ese torbellino surgieron figuras como las de Ignacio de Loyola (+1556), Teresa de Jesús (+1582), Juan de la Cruz (+1591), Carlos Borromeo (+1584), Francisco de Sales (+1622), Juana de Chantal (+1641), Vicente de Paúl (+1660). En ese contexto fue canonizado san Isidro Labrador (+1172), que vivió en el siglo XII.

Y ya no hay más tiempo… vienen los santos misioneros, los del siglo XIX, los del siglo XX, los santos de América Latina… con todos ellos, la nube de testigos se hace inmensa.  Cuántas formas distintas de santidad, cuántos nombres queridos se fueron sumando: Teresita de Lissieux, la Madre Teresa, el Padre Pío, Juan Pablo II, Óscar Romero… nuestra Francisca Rubatto, nuestro beato Jacinto y pronto san Carlos Acutis…

Pero el pasaje de la carta a los Hebreos que leemos hoy nos señala lo que nunca debemos olvidar y siempre tiene que estar en el centro, ya que la vida de los santos y santas no tiene sentido sino en Él: Jesucristo.
Fijemos la mirada en el iniciador y consumador de nuestra fe, en Jesús, el cual, en lugar del gozo que se le ofrecía, soportó la cruz sin tener en cuenta la infamia, y ahora «está sentado a la derecha» del trono de Dios. (Hebreos 12,2)
Los testigos no llaman la atención sobre sí mismos, sino sobre Aquel que ellos han visto, tocado, conocido y amado profundamente. Los santos son testigos de Jesucristo. Si los seguimos, ellos nos llevarán a Jesús. Es también lo que hace la reina de los santos, la Santísima Virgen María: llevarnos a Jesús. A Jesús por María. 

Si no llegamos a Jesús con los santos y santas, es porque nos hemos quedado en ellos y no hemos comprendido o ha sido distorsionado su mensaje. 

Al Padre Pío, San Pío de Pietrelcina, se le han atribuido extraños poderes y relaciones que nada tienen que ver con aquel que estuvo en el centro de su vida: Jesucristo. 

Si nos perdemos en la nube, el autor de la carta a los Hebreos nos reorienta. Los santos nos animan en la lucha de nuestro caminar por la fe; guiándonos para que tengamos los ojos del corazón fijos en Jesús. Así concluye la segunda lectura de hoy:
Piensen en Aquél que sufrió semejante hostilidad por parte de los pecadores, y así no se dejarán abatir por el desaliento. Después de todo, en la lucha contra el pecado, ustedes no han resistido todavía hasta derramar su sangre. (Hebreos 12,3-4)
Con ese pensamiento y con nuestro corazón en Jesucristo, iniciador y consumador de nuestra fe, cerramos esta reflexión que nos invita a nunca consentir ni el desaliento ni la desesperanza, porque para nosotros la esperanza no es ni una idea ni un sentimiento; es una persona y tiene un nombre: es Jesús.

Gracias, amigas y amigos. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

En esta semana

  • Domingo 17, San Jacinto de Cracovia, patrono de la parroquia de San Jacinto.
  • Lunes 18, Santa Elena, patrona de una de las capillas de Catedral y de un colegio de Ciudad de la Costa.
  • Miércoles 20, San Bernardo, abad y doctor de la Iglesia
  • Jueves 21, San Pío X, “el papa de la catequesis”, patrono de otra de las capillas de Catedral
  • Viernes 22, en la octava de la solemnidad de la Asunción, María Reina
  • Domingo 24, Día Nacional de la Catequesis, que se celebra habitualmente en el domingo más próximo a la memoria de San Pío X.

jueves, 14 de agosto de 2025

15 de agosto: Asunción de María. Palabra de Vida: “Él miró con bondad la pequeñez de su servidora”. Lucas 1,39-56.

Reflexión tomada de Chiara Lubich, Palabras de Vida 1 - 1943–1990, pág. 161.

Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

miércoles, 13 de agosto de 2025

Conferencia Episcopal del Uruguay: tristeza ante la media sanción del proyecto de ley de eutanasia.


La Conferencia Episcopal del Uruguay ha recibido con tristeza la media sanción al proyecto de ley sobre la eutanasia. 

Reiteramos lo que hemos dicho en nuestro documento “Afrontar con amor el final de la vida”, del 4 de abril de este año: 

“Tampoco es éticamente aceptable causar la muerte de un enfermo. Tal como lo establece la Asociación Médica Mundial y el Código de Ética Médica (Ley Uruguaya 19.286 de 2014), en su artículo 46 (que actualmente se quiere derogar, cf. proyecto de ley art 9), la eutanasia activa, entendida como “la acción u omisión que acelera o causa la muerte de un paciente, es contraria a la ética de la profesión”. El médico nunca debería ser partícipe de una conducta que cause activamente la muerte a otro ser humano. Matar al enfermo no es ético ni siquiera para evitarle el dolor y el sufrimiento, aunque él lo pida expresamente, en cambio, sí lo es la “sedación paliativa” como se mencionó previamente. Ni el paciente, ni el personal sanitario, ni los familiares tienen el derecho de decidir o provocar la muerte de una persona. En última instancia, esa acción constituye un homicidio llevado a cabo en contexto clínico.” (nro. 6)

Reiteramos nuestro apoyo a los cuidados paliativos que cuidan y acompañan con dignidad al paciente. 

Agradecemos a todos los que en nuestra patria abogan por la cultura del cuidado, del respeto al don de la vida y del acompañamiento al que, por su enfermedad, está en una situación vulnerable.

Consejo Permanente de la CEU
+ Milton Tróccoli, obispo de Maldonado-Punta del Este-Minas, presidente
+ Cardenal Daniel Sturla, SDB, arzobispo de Montevideo, vice presidente
+ Heriberto Bodeant, obispo de Canelones, secretario general.