domingo, 10 de abril de 2016

Enfoques Dominicales: "Fraternidad sí, violencia no" o como cuidarnos mejor unos a otros

"Fraternidade sim, violência não": en la Cuaresma del año 1983, los Obispos brasileños lanzaron la "Campaña de la Fraternidad" de ese año, con ese lema, preocupados por la creciente violencia en la sociedad brasileña.

En la pasada Semana Santa, los Obispos uruguayos, sin habernos comunicado previamente, coincidimos en nuestros mensajes en hacer referencia a esas situaciones.

En esos días nos estremecíamos con las noticias más difundidas, como los atentados en el aeropuerto y en el metro de Bruselas, pero también con hechos de violencia en Montevideo, que terminaron con la muerte de dos taxistas.

En su mensaje del domingo de Pascua, el Papa Francisco expresó su cercanía “a las víctimas del terrorismo, esa forma ciega y brutal de violencia que no cesa de derramar sangre inocente” y mencionó, además de Bélgica, Turquía, Nigeria, Chad, Camerún, Costa de Marfil e Irak”.

Después de Pascua, hace pocos días, se sumaron nuevos atentados en Pakistán, un país que sufrió el año pasado 625 atentados, dos por día.

Yo soy de los que se resiste a pensar que el mundo está cada vez peor. La violencia está presente desde el comienzo de la humanidad. El libro del Génesis no demora mucho en introducirnos la historia de Caín dando muerte a su hermano Abel. Historia terrible, que presenta el surgimiento de la violencia de un hermano contra otro. Una historia que nos quiere hacer pensar que la violencia es siempre fratricida, es decir, que cuando un ser humano mata a otro ser humano siempre está matando a un hermano, aunque no quiera reconocerlo como tal.

El Uruguay conoció también terribles episodios de violencia en nuestras guerras civiles, y también en los años de plomo de fines de los 60 y comienzos de los 70.

Sin embargo, cuando miramos a la realidad que han vivido y aún viven otros países hermanos latinoamericanos, lo nuestro es poco...

Se ha debatido y se sigue debatiendo sobre qué se puede hacer frente a la violencia criminal que sufrimos hoy. Se ha pensado en diferentes formas de sacar dinero de la calle, haciendo que el asalto a los conductores del transporte público sea poco atrayente. Se reclama mayor represión y aumento de las penas. Hay quienes proponen medidas de largo plazo, que puedan modificar las causas de la delincuencia…

P. Pablo Bonavía
El año pasado, un sacerdote amigo de Montevideo, el Padre Pablo Bonavía, sufrió sucesivamente dos asaltos en su casa parroquial, en la Cruz de Carrasco. (De paso recordemos que esa parroquia, ubicada en Camino Carrasco y Bolivia, tuvo como primer párroco a Mons. Roberto Cáceres, y fue desde allí que vino a Melo en 1962, para ser Obispo de esta Diócesis durante tantos años.)

Después de la violencia sufrida, el P. Bonavía publicó algunas reflexiones que quiero compartir con ustedes. El las tituló “Cuidarnos mejor unos a otros”.
La violencia ha ido ganando terreno en nuestra sociedad. (…) Aunque es cierto que ella ha acompañado siempre la convivencia humana hoy sentimos que está ocupando espacios que hasta ahora se consideraban libres de su amenaza. Se traspasan nuevos límites y se abre el camino a una violencia de todos contra todos. Y eso, naturalmente, nos atemoriza, nos pone a la defensiva, nos incita a pensar en rejas, alarmas y otras medidas preventivas que den más seguridad a las personas, familias o instituciones del barrio. Algo legítimo, por supuesto, que busca dar una mínima protección a quienes se sienten en riesgo permanente de ser agredidos en sus derechos y dignidad fundamentales.

¿Es esto suficiente? Todo indica que no. Al contrario: quedarse exclusivamente en medidas puramente defensivas a nivel personal o grupal lleva a perder cada vez más terreno. Se transforma en una conquista para quienes se aprovechan del creciente abandono de los espacios comunes y marcan como propios territorios antes compartidos por todos. Puede incluso hacernos olvidar algo aún más importante: que la vida humana es toda ella una trama, una construcción en red, y que, por eso, nos necesitamos unos a otros. El aislamiento, la indiferencia, el abandono de unos por parte de otros se transforma en una especie de lento pero seguro suicidio colectivo. Una renuncia de antemano a lo que hace realmente humana la vida.

En este sentido los acontecimientos vividos en la parroquia últimamente son reveladores. A partir de hechos violentos que todos rechazamos se puso de manifiesto la solidaridad de una cantidad de vecinos e instituciones que en una asamblea barrial quisieron proponer un enfoque que vaya más allá de las medidas de auto-protección: se trata de cuidarnos mejor los unos a los otros. ¿Una utopía? ¿Un planteo poco realista? No, algo que en pequeña escala ya se hace silenciosamente en muchos espacios educativos y sociales de los que todos nos servimos en nuestra zona y que intentan trabajar en red”
A partir de allí, Bonavía nombra una serie de instituciones y espacios, que también podemos encontrar en Cerro Largo y Treinta y Tres. Éstos, dice el Padre Bonavía, son
Lugares donde se busca ir a la raíz de la violencia y se educa no sólo para evitar el daño que recibimos nosotros de los demás sino incluso el daño que, en otro plano y en el largo plazo, el agresor se inflige a sí mismo, en muchos casos más profundo y duradero que el que provoca en los otros. Se trata de brindar a niños, jóvenes y adultos, posibilidades reales de afecto, educación, autoestima, salud, capacitación, trabajo, deporte, juego. Algo que ayude a abrir caminos, descubrir capacidades y estimular responsabilidades sobre todo en quienes arrancan su trayectoria por la vida con más obstáculos.

Esto supone abandonar la costumbre de definir a los otros por lo que les falta y no por sus posibilidades de ser, crecer y aportar. Creemos que en realidad hay que partir de lo que nos falta a todos cuando alguien no llega a ser lo que está llamado a ser. Partimos de las posibilidades que hay inscritas y no desarrolladas en todos/as teniendo como horizonte lo que podemos llegar a ser juntos cuando actuamos solidariamente y desde los derechos de los más golpeados.

Hay mucha cosa buena (…) que está como invisibilizada (…) Se trata de ser honestos con la realidad. No necesitamos disimular lo negativo, que no es poco, pero sí luchar contra cierta ‘cultura de la queja’ que muchas veces tiene como consecuencia justificar nuestra pasividad. Y comprometernos a apoyar lo que tantos vecinos hacen espontáneamente para cuidarse a sí mismos y a los demás y lo que hacen distintas instituciones de barrio trabajando en red para cuidarnos a todos. Si lo logramos, la violencia habrá comenzado a perder.
Es que no basta con poner ingentes esfuerzos en erradicar la violencia, si no construimos al mismo tiempo la Fraternidad, si no crecemos en sentirnos hermanos, responsables unos de los otros, cuidándonos mejor unos a otros.

+ Heriberto

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Enfoques Dominicales
es un programa que se emite por 1340 AM La Voz de Melo, los domingos a las 11:50. La versión escrita que presenta el Blog no es la versión literal de lo emitido, pero sí su contenido esencial.
 

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