sábado, 6 de octubre de 2018

Escuchar a cada joven y escuchar a todos los jóvenes.


Intervención de Mons. Heriberto en la XV Asamblea ordinaria del sínodo de los obispos sobre "Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional"

Santo Padre, hermanos y hermanas:
Quiero destacar dos circunstancias de la escucha, y su relación con el discernimiento.

1) Escuchar a cada joven


Ser escuchados es la gran necesidad de muchos jóvenes, a la que no siempre encuentran respuesta en sus padres, docentes u otros adultos de su entorno más cercano.
Es la necesidad de abrir su corazón, con sus interrogantes, sus anhelos, sus búsquedas y, a menudo, con sus dificultades, tristezas, angustias y aún heridas que van quedando en su intimidad.
Los jóvenes buscan la escucha de un adulto, percibido como una persona que los recibe con empatía y respeto, que no los juzga y que los acompaña en el discernimiento acerca de esas situaciones.
Hablar de escucha de un adulto remite a la necesidad de adultez de quien recibe a los jóvenes, tanto en el sentido de madurez humana como de madurez en la fe.
Esta necesidad de adultez se hace mayor por la tendencia al “juvenilismo”: el deseo de muchos de continuar viviendo “como jóvenes”, pretendiendo instalarse en la juventud como si fuera la etapa definitiva de la vida y no una etapa de transición. Esa actitud desorienta a los jóvenes que se ven privados de referentes adultos que muestren una vida realizada, consolidada, con compromisos definidos y asumiendo también fragilidades y fracasos.
Esta escucha que se da en
 la relación interpersonal puede ser inicio de un proceso de acompañamiento y discernimiento vocacional, desde el enfoque amplio del llamado a la vida y la búsqueda del proyecto de Dios para cada persona y a las decisiones personales que eso conlleva.
En la vida pastoral es posible constatar que la presencia de los jóvenes en parroquias y movimientos tiene relación, entre otras cosas, con el hecho de contar con adultos que tengan esa capacidad de escucha y estén dispuestos a dedicar tiempo a acompañar a los jóvenes.

2) Escuchar a los jóvenes


El desafío de escuchar a todos los jóvenes: ¿qué piden los jóvenes a la Iglesia? Pero… ¿qué espacios abrimos para ese encuentro y ese diálogo?
El desafío de escuchar a los jóvenes que participan en las comunidades o movimientos: se trata aquí de favorecer el protagonismo juvenil. Recordar la enseñanza del Concilio Vaticano II: “Los jóvenes deben convertirse en los primeros e inmediatos apóstoles de los jóvenes, ejerciendo el apostolado personal entre sus propios compañeros, habida cuenta del medio social en que viven” (AA 12).
Para que este protagonismo sea auténtico, es necesario que los jóvenes participen no sólo en la ejecución de proyectos y programas, sino en la búsqueda de las modalidades más eficaces de hoy para anunciar la Buena Noticia a los jóvenes, sin atarse a un “siempre se hizo así”.
Entramos aquí en el discernimiento en la vida ordinaria de la Iglesia, convertido en un estilo comunitario. (139)

Muchas gracias.

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