jueves, 24 de junio de 2021

«No temas, basta que creas» (Marcos 5,21-43). Domingo XIII durante el año.

«Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva»
Con esas palabras se dirigió a Jesús un hombre llamado Jairo, uno de los jefes de la sinagoga. Cuando es una madre quien pide ayuda para su hija, es imposible no conmoverse; pero cuando es un padre quien ruega de esa forma, hay algo que estremece aún más. Es un padre que ama tan profundamente a su hija que no tiene miedo de manifestar públicamente sus sentimientos ni siente como una humillación el ir personalmente a pedir una gracia tan grande.
Atendiendo a su súplica, Jesús se pone en camino, pero un incidente importante lo retrasa.
Antes de que lleguen a la casa de Jairo, algunos se adelantan para decirle al jefe de la sinagoga:
«Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?»
Prestemos ahora atención a las palabras de Jesús. En primer lugar, le dice a Jairo:
«No temas, basta que creas»
Jesús entra en la casa y, al encontrar a la gente llorando y gritando, como era costumbre en los momentos de duelo, les dice:
«¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme»
La gente se burlaba de él, pero Jesús hizo salir a todos y llevando consigo a los padres de la niña y a sus discípulos Pedro, Santiago y Juan, entró donde estaba el cuerpo de la jovencita.
La tomó de la mano y le dijo: «Talitá kum», que significa: «¡Niña, yo te lo ordeno, levántate!» En seguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar.
Otros pasajes de los evangelios nos cuentan que Jesús volvió a la vida a personas que habían muerto. El más notable es el que conocemos como “la resurrección de Lázaro”. Sin embargo, este volver a la vida no es todavía la resurrección. La hija de Jairo, el hijo de la viuda de Naím y el mismo Lázaro volverán a morir. En su novela “El Evangelio según Jesucristo” el escritor José Saramago expresa cruelmente esa realidad, porque ve este "volver a la vida" como un castigo: 

“Nadie en la vida tuvo tantos pecados que merezca morir dos veces”.
Los llantos y gritos de la gente y la pena de los padres de la jovencita cubren la muerte de negrura. Es el final: ¿para qué molestar al Maestro? Sin embargo, para Jesús, no es así la muerte. La muerte es una puerta a la vida. “No está muerta, sino que duerme” les dijo. La muerte es eso: un sueño, un paso.
La niña despierta, sí; pero volverá a morir un día. La verdadera muerte la llevará a la verdadera resurrección. Así tomarán todo su sentido las palabras de Jesús: “no está muerta, sino que duerme”. La muerte será la entrada a una vida distinta. A esa vida se entra por la fe, por la confianza en Dios que nos ha creado para vivir eternamente. Desde la fe, aún en el dolor de la separación de nuestros seres queridos, asumimos la muerte no como una tragedia, sino como la puerta de la resurrección y la vida verdaderas.
Recemos juntos:
Dios nuestro, escucha con bondad nuestros ruegos,
para que, al crecer nuestra fe
en tu Hijo resucitado de entre los muertos,
se afiance también nuestra esperanza
en la resurrección de tus hijos difuntos.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
El 27 de junio es también el día de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, en nuestra diócesis patrona de la parroquia de Barros Blancos.
Este ícono de la Virgen María y el Niño se encuentra desde 1866 en Roma, en la Iglesia de San Alfonso María de Ligorio, fundador de la Congregación del Santísimo Redentor. Los Padres Redentoristas han difundido esta imagen por todo el mundo, que así llegó a ser muy conocida y querida, también en nuestra diócesis.
Se cree que el ícono llegó a Italia hacia el siglo XV, desde la isla de Creta. No se conoce su antigüedad.
Representa a la Virgen María con el niño Jesús en brazos. A los costados de Madre e Hijo, están los arcángeles Miguel y Gabriel, con los instrumentos de la pasión en sus manos. Miguel presenta la lanza y el hisopo (la esponja impregnada en vinagre) mientras que Gabriel presenta la cruz y los clavos.
La Virgen nos mira. Cara a Cara con ella, nos sentimos invitados a la oración.
El niño mira hacia la cruz. Si bien su rostro no aparece totalmente alterado por el miedo, se nota en su mirada la inquietud. La reacción de temor del Niño ante los objetos que anticipan el sufrimiento de la Pasión se refleja en la contorsión de las piernas, los repliegues del manto, la sandalia desprendida del pie izquierdo y sus manos pequeñas que se aferran a la mano derecha de su madre, buscando en ella protección.
Los íconos tienen como objeto mostrar la santidad de Dios reflejada en los santos. Juan Pablo II decía: 

Así como la lectura de los libros materiales permite la comprensión de la palabra viva del Señor, del mismo modo el icono permite acceder, a través de la vista, a los misterios de la salvación". (Juan Pablo II, Duodecimum saeculum)
El ícono de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, también llamado Madre de Dios de la Pasión, nos invita a contemplar el misterio de la encarnación: el Hijo de Dios hecho hombre se ha sumergido en nuestra humanidad y por eso manifiesta cierta debilidad y miedo ante la muerte que le tocará sufrir. Ante esto, la Madre socorre al Hijo, confortándolo en sus brazos. Su mirada refleja la misericordia del Padre y nos asegura que también nosotros encontraremos socorro en ella a la hora de la prueba.

El próximo martes 29 es la solemnidad de san Pedro y san Pablo. Con motivo de esa fiesta, en la Iglesia, en todo el mundo se realiza la colecta llamada Óbolo de San Pedro. En nuestra diócesis es el sábado 26 y domingo 27. Gracias a los donativos del Óbolo y otras colectas, el Santo Padre puede ofrecer una ayuda a las diócesis pobres, a los institutos religiosos y a los fieles en grave dificultad. Personas necesitadas, niños, enfermos, marginados, víctimas de las guerras y las catástrofes naturales, refugiados y migrantes son ayudados a través de diversos entes que se ocupan de la caridad del Papa.

El viernes 2 de julio tenemos otra fiesta mariana: Nuestra Señora del Huerto. En nuestra diócesis hay una capilla dedicada a ella, en Paso de Pache. En el frente se lee: “Gloria a la Virgen del Huerto, 1832”. En la ciudad de Pando están presentes las Hijas de María Santísima del Huerto, con el colegio “Nuestra Señora del Huerto”, fundado en 1888.
“Santísima Madre del Huerto, recíbenos en tu presencia, protégenos con tu manto maternal, no nos rechaces. Venimos con un corazón arrepentido, buscando tu ayuda. Tú eres nuestra madre y nuestra intercesora. Necesitamos tu ayuda, misericordiosa Madre, para ofrecerte, en adelante, mucho amor y mucha gloria. Así sea.”
Amigas y amigos: gracias por su atención. Que el Señor los bendiga y hasta la próxima semana, si Dios quiere.

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