sábado, 5 de noviembre de 2011

Reunión de delegados de CEBs



Con la presencia de delegados de las Diócesis de Tacuarembó, Melo, San José de Mayo y Mercedes, y de la Arquidiócesis de Montevideo, se realizó hoy una reunión de delegados de las Comunidades Eclesiales de Base.
El encuentro fue convocado por la Coordinación Pastoral de la Conferencia Episcopal del Uruguay, cuyo responsable es Mons. Heriberto Bodeant, Obispo de Melo.
La jornada comenzó con un momento de oración a partir del evangelio correspondiente al domingo 6. A continuación, el P. Pablo Bonavía, invitado en esta ocasión hizo una exposición a partir de la cual hubo un rico intercambio entre los participantes.
En la tarde, las diócesis compartieron las actividades de las Comunidades en cada lugar, recibieron información sobre actividades a nivel latinoamericano, y trazaron algunas líneas de trabajo para el año próximo, especialmente en torno a la formación de animadores.
La jornada culminó con la celebración de la Eucaristía, que presidió el Obispo.

Algunos aspectos a seguir profundizando

Para Mons. Bodeant, la exposición de Pablo Bonavía señaló algunos puntos importantes para seguir profundizando. Uno de ellos es el estilo de comunidad que creó Jesús, una comunidad de relaciones fraternas, que busca descubrir y potenciar los dones que el Espíritu Santo ha puesto en sus miembros. Estamos en un mundo a menudo dominado por grupos de tipo corportativo, entendidos como grupos en los que prima únicamente el interés del colectivo, cerrados sobre sí mismos, con fuerte subordinación de sus miembros a los intereses del grupo a cambio de apoyo y protección para cada uno. En ese marco, la Iglesia está llamada a formar comunidades que, a partir del llamado de Jesús, del descubrimiento del rostro misericordioso del Padre, todos, pero especialmente los más vulnerables, encuentren un espacio donde las personas se sienten tan escuchadas que empiezan a sacar de adentro cosas que ni ellos sabían que tenían. Es la multiplicación de los panes: se termina compartiendo lo que no se sabía que había. Un espacio para ahondar la propia experiencia de Dios, con una comunidad que me ayuda a discernir esa experiencia, para que no me construya un Dios a mi medida.
Aparecida ha señalado que estamos en un punto tal en que no alcanza el mantenimiento. Tenemos que volver a las comunidades primitivas, a lo que ellas encontraron cuando se reunían con Jesús.
La humanidad se encuentra en la fraternidad, dentro de la experiencia inaudita de ser queridos porque Dios es como es. El gran aporte de la Iglesia es vivir a fondo el ser comunidad. Instaurar un tipo de relación humana desde la cual pueden surgir soluciones nuevas.
El Concilio Vaticano II expresaba que la misión de la Iglesia equivale a su propio ser, y la Iglesia es "sacramento universal de salvación”, es decir, un signo de la realidad que Dios está realizando en la humanidad, desde ahora, dentro de esta historia, pero para la Eternidad.

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