Mons. Collazzi, presidente de la Conferencia Episcopal, Mons. Cotugno, arzobispo de Montevideo y Mons. Bodeant, secretario de la Conferencia, presentaron hoy en a la prensa, en la sede de la CEU, la Carta Pastoral de los Obispos uruguayos en ocasión del Bicentenario: "Nuestra Patria: gratitud y esperanza".
Resumen entregado a la Prensa
Se trata de una carta dirigida “a todos los fieles católicos y a todo el Pueblo Oriental”, que los Obispos han preparado a lo largo de este año y presentaron el pasado domingo 13 en Florida, en la Peregrinación Nacional a la Virgen de los Treinta y Tres.
La carta se inicia con una mirada al pasado en la que prima el recuerdo agradecido de las personas y bienes que han contribuido al desarrollo y grandeza de la Patria, con especial énfasis en quienes lo hicieron animados por su fe católica.
En segundo lugar, se exponen los dos focos con los que los Obispos invitan a mirar nuestra realidad. El primero es Jesucristo y su mensaje, “cuyo anuncio es el aporte específico que la Iglesia brinda a la sociedad”.
También se señala el centro de convergencia para la construcción de la comunidad nacional: la dignidad de la persona humana y sus derechos inalienables, con especial énfasis en el carácter natural de esos derechos, tal como están reconocidos en los tratados internacionales. El derecho a la libertad de conciencia y a la libertad religiosa tienen también un importante desarrollo.
A continuación, en solidaridad con quienes ansían y procuran una sociedad cada vez más justa y fraterna, los Obispos presentan algunos aspectos de la realidad social que les preocupan: el envejecimiento de nuestra población, el alto índice de suicidios, la violencia, la pobreza –especialmente en los niños–, el aumento del consumo de alcohol y drogas, la situación de las personas encarceladas y la violencia doméstica.
El futuro del Uruguay, hacia el cual la carta mira con esperanza, se juega en gran medida en la familia y en la educación. Cada uno de esos dos grandes temas ocupa, respectivamente, un capítulo de la carta.
Se destaca, así, la centralidad de la familia, “valor primordial al que aspiran la inmensa mayoría de nuestros hombres y mujeres” y se exponen algunos de sus problemas: matrimonio y divorcio, cultura de la vida, espiritualidad de la vida familiar y la vigencia de los valores evangélicos. Se propone dar validez civil del casamiento religioso, tal como se da en otras legislaciones.
El capítulo sobre educación comienza con las significativas palabras “hacia adelante”, subrayando el valor transformador de la enseñanza y la educación. Los Obispos recuerdan el aporte histórico de la Iglesia en el campo educativo. Reafirman el derecho de los padres, aún los de escasos recursos, a elegir la orientación de la educación de sus hijos, replanteando el tema de la laicidad y la confesionalidad. Proponen que se abra el sistema de enseñanza a una mayor pluralidad de formas y centros, entendiendo la educación como servicio público de gestión tanto estatal como privada.
Antes del saludo final, dirigido a todos, la carta tiene palabras para la comunidad católica, alentando a los fieles en su misión de contribuir al cambio de la sociedad, con libertad y responsabilidad personales, “trabajando con rectitud en favor del bien común de los uruguayos”.
La carta concluye con un llamado a la unidad de nuestro pueblo: “en el mutuo respeto, en la sana confrontación, juntos reconocemos que el fin no es vencer al otro, sino que hay realidades superiores que, trascendiendo las diferencias, impulsan a la unidad”.
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