La capilla Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, perteneciente a la Parroquia San José Obrero, de la ciudad de Melo, celebró ayer su fiesta patronal.
Mons. Heriberto presidió la Eucaristía, acompañado por el P. Miguel y el Diácono Mario. La comunidad dio la bienvenida al P. Miguel que regresó de sus vacaciones, en las que visitó a su familia en Inglaterra.
Aunque la celebración estuvo también marcada por el primer domingo de Adviento, el Obispo dedicó una parte de su homilía a explicar el significado de la Medalla, especialmente en sus connotaciones bíblicas.
Algunos apuntes de las palabras de Mons. Heriberto
La medalla
Anverso: - Presenta la imagen de María, de cuerpo entero, de pie sobre el mundo, aplastando la serpiente (Génesis 3,15). Sus manos están abiertas, y de sus dedos que salen rayos de luz que caen esparciéndose por toda la tierra.
- La imagen está rodeada por las palabras: «Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti»
Reverso:- Presenta la cruz de Jesús y la letra “M”, inicial de María, que aparecen entrelazadas.
- Debajo, el Sagrado Corazón de Jesús, coronado de espinas; al lado, el Inmaculado Corazón de María, atravesado por una espada.
- Todo enmarcado por doce estrellas.
El Mensaje de las imágenes
- La imagen de María, con el pie sobre la serpiente es una referencia a lo que se llama el “protoevangelio”, en el primer libro de la Biblia, Génesis 3,15, que la en la solemnidad de la Inmaculada Concepción escucharemos como primera lectura. Dios dice a la Serpiente: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya: Él te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón”. Jesús es la descendencia de María. Es Él quien aplastará la cabeza de la Serpiente, con su triunfo sobre la muerte.
Los pies de María están apoyados sobre el mundo, sobre el que se arrastra la serpiente. María entra en esta lucha espiritual contra el mal cuyo campo de batalla es nuestro mundo. Ella nos invita a ponernos del lado de Dios, por medio de nuestra conversión.
- Al otro lado, las doce estrellas nos llevan al último libro de la Biblia: Apocalipsis 12:1 “Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”. Esa imagen tan bonita, la mujer vestida de sol, con la luna y las estrellas, nos lleva de inmediato a un momento tremendamente dramático: la mujer va a dar a luz y un terrible dragón espera para devorar a su hijo. Aquí están de nuevo la mujer y la serpiente, que ya no es una viborita sino un gran dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos. El dragón monstruoso va a ser derrotado. Esas doce estrellas que coronan a la mujer hacen presente a las 12 tribus de Israel y los 12 apóstoles de Jesús: el Pueblo de Dios, es decir, todos nosotros, todos aquellos que recibimos por medio de María a Jesús como Salvador y al que nos unimos por nuestra conversión.
- También al otro lado de la medalla, tenemos la cruz y la M entrelazadas. Ese signo nos lleva al calvario, con María al pie de la cruz, capítulo 19 de Juan, donde volvemos a escuchar las palabras de Jesús: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”; “Ahí tienes a tu madre”.
- Complementando ese entrelazamiento de María y la cruz de su Hijo, los dos corazones. El de Jesús con la corona de espinas que recibe al iniciar la pasión, el de María atravesado por la espada, en cumplimiento de la profecía del anciano Simeón, en el comienzo del Evangelio de Lucas (2,35): “A ti misma una espada te atravesará el alma”. Mucho más que compadecerse de su hijo, María compadece, padece con él. Esa compasión de María por su hijo, es ahora compasión por nosotros. Por eso es nuestra intercesora, y le pedimos “ruega por nosotros”.
El mensaje de las palabras
"Sin pecado concebida": la Inmaculada
Las palabras “sin pecado concebida” están expresando la fe de la Iglesia en la inmaculada concepción de María, es decir, que María fue preservada del pecado original por una Gracia especial que recoge anticipadamente los frutos de la Pascua de Jesús.
- No olvidemos que la aparición de la Virgen a Santa Catalina Labouré, indicándole acuñar la medalla, es en el año 1830. Todavía no se ha proclamado el dogma de la Inmaculada Concepción de María. Eso lo hará el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854. Todavía la Virgen no se ha aparecido en Lourdes, que será recién en 1858.
- Es que la fe del Pueblo de Dios en la Inmaculada viene desde mucho tiempo atrás. Primero se expresa sobre la pureza de María, referida a su virginidad. Luego va expresándose sobre toda la persona y la vida de María: toda limpia, sin mancha, inmaculada, para llegar a la raíz: si María es purísima, es porque fue concebida sin pecado original. En el siglo VII, en Oriente, en algunos lugares se celebraba la fiesta de la Inmaculada Concepción. En el siglo IX tenemos himnos que cantan a María como “inmune de toda mancha y caída”, “libre de la caída del primer hombre”, o sea, libre del pecado original. En esa época comienza a celebrarse la fiesta en algunos países del oeste de Europa.
- Pero en los siglos siguientes los teólogos discutirán que significa exactamente que María es inmaculada y, sobre todo, en qué momento comienza a ser inmaculada. Muchos están de acuerdo en que nace inmaculada, pero eso quiere decir que es purificada, limpiada del pecado original antes de nacer.
- A comienzos del siglo XIV, un franciscano escocés, el beato Juan Duns Scoto, defendió con muy buenos argumentos la inmaculada concepción de María. Siguió la discusión entre los teólogos, y finalmente el Papa Juan XXII se manifestó a favor de la Inmaculada y, en el año 1325 mandó celebrar la fiesta en su capilla.
- La discusión no se termina. Los franciscanos siguen defendiendo a la Inmaculada y llegamos al Concilio de Trento. El Concilio de Trento pone el acento sobre la universalidad del pecado original, pero declara también que no intenta incluir ahí a la Inmaculada Virgen María.
- En ese tiempo, mediados del siglo XVI, el Emperador Carlos V elige a la Inmaculada como patrona de todo el imperio español. Es la época en que se pintan y tallan las inmaculadas que serán modelo para nuestra Virgen de los Treinta y Tres.
- 8 de diciembre de 1854: el Papa Pío IX proclama solemnemente «La doctrina que enseña que la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su Concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano, es revelada por Dios, y por lo mismo debe creerse firme y constantemente por todos los fieles».
Intercesora : “Ruega por nosotros que recurrimos a ti”.
Recurrir es acudir a un juez o una autoridad con una demanda o petición. Recurrimos a María como abogada, como dice la “Salve”: Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos…”
- La medalla milagrosa se comenzó a acuñar y a llevar en tiempos de epidemia de cólera en Francia, y fueron numerosas las curaciones, protecciones y conversiones.
- Le pedimos que ruegue por nosotros, como lo hacemos en el Ave María. Pedimos que por su intercesión nos sean concedidas las gracias que necesitamos para nuestra conversión, para nuestra vida cristiana, y para nuestra vida de cada día.
- Las gracias están representadas por los rayos de luz que salen de las manos de María.
Quien quiera profundizar en el tema del dogma de la Inmaculada puede leer Historia del dogma de la Inmaculada Concepción, por Fray Pascual Rambla, o.f.m.
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