Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba |
Nacional
"La Virgen ha movilizado a toda Cuba"
Mons. Luis del Castillo
Obispo emérito de Melo, Luis del Castillo reside desde 2010 en Santiago de Cuba, formando parte de una comunidad Jesuita que tiene a su cargo la Parroquia Sagrada Familia de esa ciudad. Ante la llegada del Papa Benedicto XVI, el próximo lunes, El País dialogó con él acerca de las relaciones de la Iglesia con el gobierno, del proceso de apertura religiosa que ha vivido la isla desde la visita de Juan Pablo II en 1998 y de las expectativas de la población. El viaje del Papa se produce en el marco de las celebraciones por los 400 años del hallazgo, en las aguas de la Bahía de Nipe, de la imagen de la Virgen de la Caridad, patrona de Cuba.JOSÉ L. AGUIAR
-¿Cómo fue que llegó a Cuba?
-Después de la visita del Papa Juan Pablo II yo me había ofrecido para venir aquí. Ya entonces veía la necesidad de ejercer una misión en Cuba. Para expresarlo en cifras, Cuba tiene 300 sacerdotes, de los cuales 150 son extranjeros, para 11 millones largos de personas. En Uruguay tenemos 500 sacerdotes, la inmensa mayoría uruguayos.
-¿Se forman seminaristas en la isla?
-Hay un seminario con 58 seminaristas mayores en La Habana y otro aquí en Santiago hasta la mitad de la formación. O sea que seminario hay, vocaciones hay, y en proporción no está demasiado mal. En uruguay tenemos 35 seminaristas, acá hay 58 sólo en La Habana.
-Un momento saliente en la historia de la Iglesia en Cuba fue la visita de Juan Pablo II en 1998. El lunes llega Benedicto XVI. ¿Qué diferencias aprecia entre estas dos visitas?
-Hay una diferencia en la situación del país y del mundo, y otra en cuanto a la vida de la Iglesia en Cuba. En el 98 se estaba al final de lo que aquí se llamó el "período especial", producido por la caída de la Unión Soviética. A fines del año pasado el Congreso del Partido Comunista estableció una serie de pautas de ajuste en la economía que están generando expectativas en la gente. En el contexto interno de la Iglesia, esta es la visita de un peregrino en el Jubileo de los 400 años del hallazgo, en las aguas de la Bahía de Nipe, de la Virgen de la Caridad que es la Patrona de Cuba. A lo largo del año pasado, desde el 8 de septiembre de 2010 hasta el 30 de diciembre de 2011, la imagen de la Virgen recorrió la isla pueblo por pueblo, rincón por rincón, produciendo una respuesta inimaginable en otros contextos, no sólo en los católicos sino en toda la población, incluyendo gente que se manifiesta atea o que concurre a otras iglesias o a cultos de origen afrocubano. Todos se volcaron a la calle al paso de la Virgen. La presencia del papa tiene que ver con esa movilización de la población entera de la isla en relación con la Virgen de la Caridad, que toca el corazón de todos los cubanos, independientemente de sus creencias.
-¿Advierte en Cuba una devoción popular más acentuada que en Uruguay?
-Sí, muchísimo más fuerte, sin lugar a dudas. Todos los miércoles voy al santuario de la Virgen de la Caridad, que queda a unos 20 kilómetros de la parroquia de Santiago, en el poblado de El Cobre. A ese santuario llegan a diario, en días de semana, más de mil personas. Los fines de semana se desborda completamente. Uno ve a simple vista la variedad de creencias de la gente que se acerca a ponerle una vela a la imagen o un ramo de flores. Yo encuentro en la población cubana una relación con la Virgen de la Caridad que no conocemos en Uruguay en relación con la Virgen de los 33, o con la Virgen del Verdún, veneradas por miles de fieles pero todos identificados con la Iglesia.
-¿Qué expectativas hay en la población respecto a esta visita del papa?
-En estos tiempos de incertidumbre, por el contexto global de la economía y los conflictos que se ven en África y Medio Oriente, sin duda que hay una expectativa de la trascendencia de esta visita de Benedicto XVI. Uno de los desafíos del país en este momento es la reconciliación de puertas adentro, pero también con respecto a los cubanos que viven en el exterior, que son muy numerosos. En el último año han estado viniendo al santuario cubanos de otros países, sobre todo de Estados Unidos, de Canadá y también de Europa. Hoy se están acercando a la Iglesia personas que habían mantenido en reserva o escondida su fe. Por eso, es necesario que haya reconciliación entre cristianos de hoy y de ayer, entre cubanos de una tendencia y de otra dentro del país, y entre cubanos emigrados y los que viven en la isla. Se espera que esta presencia del papa ayude a dar una respuesta a ese desafío de reconciliación.
-La llegada de Juan Pablo II marcó un punto de inflexión en la relación del gobierno cubano con la Iglesia, y de la Iglesia con la población. ¿Qué progresos puede destacar de esas relaciones y de la influencia de la Iglesia en Cuba?
-En este momento estamos en un contexto bien distinto. Usted leyó el discurso de Raúl Castro (ver aparte). Esa es una posición oficial y pública de las máximas autoridades del gobierno con respecto a la práctica religiosa, que no ha sido tal en el transcurso de la revolución. Pero al leer ese discurso, uno se da cuenta que esa posición de las autoridades no es la misma en otras jerarquías de la administración.
-¿Mantienen los obispos contacto con Fidel Castro? ¿Ha requerido los servicios o el consejo de la Iglesia?
-Con Fidel Castro no sé que haya un contacto. Puede ser que exista, pero no es público. Lo que sí es público es el diálogo entre Raúl Castro y la Conferencia Episcopal. Esto no sólo se manifestó el otro año, con motivo de la negociación por la liberación de los presos políticos, sino que se mantiene habitualmente. No sólo con la Iglesia Católica. Raúl Castro ha participado de reuniones en una sinagoga en La Habana y se ha acercado a distintos grupos religiosos…
-Además de los católicos, ¿hay otras comunidades religiosas que desarrollen cultos o actividades misioneras?
-Aquí hay muchos grupos. Hay evangélicos, pentecostales, anglicanos, ortodoxos, judíos, y también santeros. Pero la única organización religiosa que cubre toda la isla es la Iglesia Católica, que tiene presencia hasta en las zonas rurales. Los otros grupos están más dispersos.
-¿Cómo describiría la religiosidad en Cuba, un país institucionalmente no creyente?
Como usted sabe, en 1998, el Estado cubano cambió en la Constitución la definición de "Estado ateo" a "Estado laico". Eso fue significativo. También se autorizó la celebración de la Navidad, que hasta ese momento estaba prohibida. Para llegar a este último discurso de Raúl Castro, en agosto del año pasado, hubo todo un proceso de sensibilización, de apertura, de comprensión de que la práctica religiosa no es antagónica con la revolución. Eso, ciertamente, ha facilitado que mucha gente comenzara a manifestar su creencia.
-¿La Iglesia participa en conversaciones con el gobierno cubano para intentar mejorar la condición de la población, de los disidentes, los presos políticos y los fieles cristianos?
-Eso, de un tiempo a esta parte, es asiduo. No hay agenda fija pero hay encuentros bastante largos, de varias horas, con Raúl Castro y con la responsable de la relación con instituciones religiosas del Partido Comunista.
-¿Y en esos encuentros se tocan temas de carácter religioso, político, social?
-La agenda es abierta, pero no es pública.
-¿Visitan los sacerdotes las cárceles con periodicidad, tanto a presos comunes como a presos políticos?
-Los sacerdotes cubanos pueden visitar las cárceles; los extranjeros, no.
-¿Mantiene contacto la Iglesia con la disidencia?
-Formalmente no, pero los disidentes se mueven con relativa libertad y tienen contactos con miembros de la Iglesia. El tema en este momento me recuerda algo que sucedía en Uruguay hace como 20 años (yo era Obispo Auxiliar de Montevideo), cuando varios sindicatos ocuparon sucesivamente la Catedral. Con motivo de la visita del papa, con la prensa mundial prestando atención, también los disidentes han intentado ocupar iglesias. Evidentemente, no es el camino para dialogar con la Iglesia ni para que el papa cambie su discurso.
-Después de la visita del Papa Juan Pablo II yo me había ofrecido para venir aquí. Ya entonces veía la necesidad de ejercer una misión en Cuba. Para expresarlo en cifras, Cuba tiene 300 sacerdotes, de los cuales 150 son extranjeros, para 11 millones largos de personas. En Uruguay tenemos 500 sacerdotes, la inmensa mayoría uruguayos.
-¿Se forman seminaristas en la isla?
-Hay un seminario con 58 seminaristas mayores en La Habana y otro aquí en Santiago hasta la mitad de la formación. O sea que seminario hay, vocaciones hay, y en proporción no está demasiado mal. En uruguay tenemos 35 seminaristas, acá hay 58 sólo en La Habana.
-Un momento saliente en la historia de la Iglesia en Cuba fue la visita de Juan Pablo II en 1998. El lunes llega Benedicto XVI. ¿Qué diferencias aprecia entre estas dos visitas?
-Hay una diferencia en la situación del país y del mundo, y otra en cuanto a la vida de la Iglesia en Cuba. En el 98 se estaba al final de lo que aquí se llamó el "período especial", producido por la caída de la Unión Soviética. A fines del año pasado el Congreso del Partido Comunista estableció una serie de pautas de ajuste en la economía que están generando expectativas en la gente. En el contexto interno de la Iglesia, esta es la visita de un peregrino en el Jubileo de los 400 años del hallazgo, en las aguas de la Bahía de Nipe, de la Virgen de la Caridad que es la Patrona de Cuba. A lo largo del año pasado, desde el 8 de septiembre de 2010 hasta el 30 de diciembre de 2011, la imagen de la Virgen recorrió la isla pueblo por pueblo, rincón por rincón, produciendo una respuesta inimaginable en otros contextos, no sólo en los católicos sino en toda la población, incluyendo gente que se manifiesta atea o que concurre a otras iglesias o a cultos de origen afrocubano. Todos se volcaron a la calle al paso de la Virgen. La presencia del papa tiene que ver con esa movilización de la población entera de la isla en relación con la Virgen de la Caridad, que toca el corazón de todos los cubanos, independientemente de sus creencias.
-¿Advierte en Cuba una devoción popular más acentuada que en Uruguay?
-Sí, muchísimo más fuerte, sin lugar a dudas. Todos los miércoles voy al santuario de la Virgen de la Caridad, que queda a unos 20 kilómetros de la parroquia de Santiago, en el poblado de El Cobre. A ese santuario llegan a diario, en días de semana, más de mil personas. Los fines de semana se desborda completamente. Uno ve a simple vista la variedad de creencias de la gente que se acerca a ponerle una vela a la imagen o un ramo de flores. Yo encuentro en la población cubana una relación con la Virgen de la Caridad que no conocemos en Uruguay en relación con la Virgen de los 33, o con la Virgen del Verdún, veneradas por miles de fieles pero todos identificados con la Iglesia.
-¿Qué expectativas hay en la población respecto a esta visita del papa?
-En estos tiempos de incertidumbre, por el contexto global de la economía y los conflictos que se ven en África y Medio Oriente, sin duda que hay una expectativa de la trascendencia de esta visita de Benedicto XVI. Uno de los desafíos del país en este momento es la reconciliación de puertas adentro, pero también con respecto a los cubanos que viven en el exterior, que son muy numerosos. En el último año han estado viniendo al santuario cubanos de otros países, sobre todo de Estados Unidos, de Canadá y también de Europa. Hoy se están acercando a la Iglesia personas que habían mantenido en reserva o escondida su fe. Por eso, es necesario que haya reconciliación entre cristianos de hoy y de ayer, entre cubanos de una tendencia y de otra dentro del país, y entre cubanos emigrados y los que viven en la isla. Se espera que esta presencia del papa ayude a dar una respuesta a ese desafío de reconciliación.
-La llegada de Juan Pablo II marcó un punto de inflexión en la relación del gobierno cubano con la Iglesia, y de la Iglesia con la población. ¿Qué progresos puede destacar de esas relaciones y de la influencia de la Iglesia en Cuba?
-En este momento estamos en un contexto bien distinto. Usted leyó el discurso de Raúl Castro (ver aparte). Esa es una posición oficial y pública de las máximas autoridades del gobierno con respecto a la práctica religiosa, que no ha sido tal en el transcurso de la revolución. Pero al leer ese discurso, uno se da cuenta que esa posición de las autoridades no es la misma en otras jerarquías de la administración.
-¿Mantienen los obispos contacto con Fidel Castro? ¿Ha requerido los servicios o el consejo de la Iglesia?
-Con Fidel Castro no sé que haya un contacto. Puede ser que exista, pero no es público. Lo que sí es público es el diálogo entre Raúl Castro y la Conferencia Episcopal. Esto no sólo se manifestó el otro año, con motivo de la negociación por la liberación de los presos políticos, sino que se mantiene habitualmente. No sólo con la Iglesia Católica. Raúl Castro ha participado de reuniones en una sinagoga en La Habana y se ha acercado a distintos grupos religiosos…
-Además de los católicos, ¿hay otras comunidades religiosas que desarrollen cultos o actividades misioneras?
-Aquí hay muchos grupos. Hay evangélicos, pentecostales, anglicanos, ortodoxos, judíos, y también santeros. Pero la única organización religiosa que cubre toda la isla es la Iglesia Católica, que tiene presencia hasta en las zonas rurales. Los otros grupos están más dispersos.
-¿Cómo describiría la religiosidad en Cuba, un país institucionalmente no creyente?
Como usted sabe, en 1998, el Estado cubano cambió en la Constitución la definición de "Estado ateo" a "Estado laico". Eso fue significativo. También se autorizó la celebración de la Navidad, que hasta ese momento estaba prohibida. Para llegar a este último discurso de Raúl Castro, en agosto del año pasado, hubo todo un proceso de sensibilización, de apertura, de comprensión de que la práctica religiosa no es antagónica con la revolución. Eso, ciertamente, ha facilitado que mucha gente comenzara a manifestar su creencia.
-¿La Iglesia participa en conversaciones con el gobierno cubano para intentar mejorar la condición de la población, de los disidentes, los presos políticos y los fieles cristianos?
-Eso, de un tiempo a esta parte, es asiduo. No hay agenda fija pero hay encuentros bastante largos, de varias horas, con Raúl Castro y con la responsable de la relación con instituciones religiosas del Partido Comunista.
-¿Y en esos encuentros se tocan temas de carácter religioso, político, social?
-La agenda es abierta, pero no es pública.
-¿Visitan los sacerdotes las cárceles con periodicidad, tanto a presos comunes como a presos políticos?
-Los sacerdotes cubanos pueden visitar las cárceles; los extranjeros, no.
-¿Mantiene contacto la Iglesia con la disidencia?
-Formalmente no, pero los disidentes se mueven con relativa libertad y tienen contactos con miembros de la Iglesia. El tema en este momento me recuerda algo que sucedía en Uruguay hace como 20 años (yo era Obispo Auxiliar de Montevideo), cuando varios sindicatos ocuparon sucesivamente la Catedral. Con motivo de la visita del papa, con la prensa mundial prestando atención, también los disidentes han intentado ocupar iglesias. Evidentemente, no es el camino para dialogar con la Iglesia ni para que el papa cambie su discurso.
MISIONERO EN CUBA
PERFIL
Nombre: Luis del Castillo.
Nació: Montevideo.
Edad: 80 años.
Otros datos: Fue ordenado sacerdote el 30 de julio de 1966. Obispo Auxiliar de Montevideo (1988) y Obispo de Melo (1999-2009), Luis del Castillo reside desde hace un año y medio en Santiago de Cuba, como misionero en la Parroquia Sagrada Familia, y afirma que se quedará allí `hasta que la salud aguante`. Al cumplir 75 años presentó renuncia al ministerio en la Diócesis de Melo y se reintegró a su congregación jesuita.
Nació: Montevideo.
Edad: 80 años.
Otros datos: Fue ordenado sacerdote el 30 de julio de 1966. Obispo Auxiliar de Montevideo (1988) y Obispo de Melo (1999-2009), Luis del Castillo reside desde hace un año y medio en Santiago de Cuba, como misionero en la Parroquia Sagrada Familia, y afirma que se quedará allí `hasta que la salud aguante`. Al cumplir 75 años presentó renuncia al ministerio en la Diócesis de Melo y se reintegró a su congregación jesuita.
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