Escribe el Vicario Pastoral de Salto
La vida nos reclama una respuesta clara, valiente y sin titubeos
EI próximo 23 de Junio seremos convocados a pronunciarnos en un referéndum con el que se pretende consultar a la ciudadanía uruguaya acerca de si se plebiscita o no, en una próxima instancia, la ley de despenalización del aborto aprobada y promulgada el pasado año en nuestro país.Como ciudadanos y como cristianos no podemos •ser indiferentes a este llamado. Estamos convocados a defender la vida de todas y cada una de las personas, especialmente de las más indefensas, como aquellas que están aún en el seno de su madre.
Sabemos que la ley promulgada despenaliza el aborto, con previa asesoramiento a la madre, a partir de las doce semanas de gestación. No se puede negar en quienes la aprobaron la preocupación por resolver una problemática no menor de nuestra sociedad, pero, a la vez, no podemos dejar de afirmar con total y absoluta claridad que la vida antes y después de las doce semanas es la misma, que no hay diferencia y que nada hay más importante que ella misma, por lo que entendemos que las soluciones deben buscarse, decididamente, por otros caminos.
Más allá de algunas discusiones filosóficas, la ciencia lo dice con absoluta claridad y no da lugar a duda alguna: la vida de un nuevo ser humano se constituye en el mismo momento de la fecundación del óvulo por el espermatozoide y es, por lo mismo, una persona en su totalidad, distinta de su madre. Para quienes creemos en Dios, ante él y ante los hombres, a partir de ese momento existe un ser humano, un hermano, pleno de derecho, que viene a compartir la mesa de la vida y, por lo tanto, nadie tiene poder de decidir acerca de si se le permite o no vivir. Sin duda las causas de ese embarazo y de las posibilidades de una vida digna para esa nueva persona no son ajenas a la realidad de esa vida, pera eso no autoriza a nadie a disponer de ella. Solo Dios que es Vida y vida en plenitud es dueño de toda vida humana.
Por eso no hay justificación que valga para privar a alguien de la vida. No hay motivo para quitársela a quien no eligió vivir pera tampoco eligió morir. La solución a los embarazos no deseados, sea por la causa que sea, debe tener una respuesta absolutamente diferente, ya sea en la prevención, ya sea en cómo se encaren las soluciones a las situaciones de hecho.
Nuestra postura tiene un principio y es el del valor absoluto de la vida en cualquier momento de la existencia, sea cual sea su situación y condiciones. Solo desde este principio las soluciones que se propongan traerán paz a quienes estén involucrados. Necesitamos reafirmar el valor de la vida en nuestra sociedad uruguaya, tan necesitada del amor a ella, aun cuando esa vida puede no ser fruto del amor pero que sí puede y debe ser amada porque ella tendrá también la oportunidad de ofrecer amor a los demás.
Muchas son las causas de muerte en nuestro país: sabemos de los altos índices de suicidios (muchas veces no informados así como de intentos), conocemos las muertes por accidentes de tránsito o laborales, provocados o por falta de seguridad, también sabemos de las muertes por falta de recursos o de atención, etc. El compromiso de todos y cada uno debe ser preocuparnos por todas y cada una de las causas de muerte de un uruguayo y deben encontrar en nosotros una respuesta decida a luchar contra ellas. Un país que ama la vida debe jugar sus proyectos en favor de ella y contra todas las causas de muerte. Y si bien la vida nunca puede plebiscitarse, en esta oportunidad esta instancia nos exige una respuesta.
Muchos pueden ser los argumentos para justificar el hecho de no permitir el crecimiento de una vida en el seno de su madre pero sin duda ninguno absolutamente fuerte para poder negarla o rechazarla. En el niño no nacido la vida está en desarrollo pero toda ella es realidad.
Es por eso que como ciudadanos y como cristianos preocupados por la defensa de la vida, junto a la comprensión y al compromiso de un acompañamiento a quienes viven situaciones de este tipo, ante este nueva ley debemos decir con nuestro voto que no podemos aceptarla por el bien de los indefensos, de sus madres, padres y de la sociedad toda.
Es hora de que encaremos los problemas desde sus causas más profundas y asumiendo responsable y solidariamente como ciudadanos y como Estado, desde el valor sagrado de la vida, los problemas que nos desafían a dar una respuesta libre, responsable, solidaria y valerosa. No es eliminando a nadie de en medio de nosotros como debemos resolverlos.
Respetamos las diferentes posiciones, pero también digamos la nuestra con claridad, convicción y verdad. El bien de todos y cada uno se consigue con la verdad y solo con ella.
Que el amor a la vida, don absoluto de Dios y la misericordia para con los indefensos y los heridos del camino, nos iluminen e impulsen en estas horas y siempre a ser instrumento de la paz, la tolerancia y la verdad.
José, Pbro.
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