viernes, 18 de octubre de 2013

Encuentro de Cono Sur sobre Realidad Social, organizado por Departamento de Justicia y Solidaridad del CELAM


Mons. Pablo Galimberti (Obispo de Salto), Mons. Rodolfo Wirz (Obispo de Maldonado), Mons. Martín PérezScremini (Obispo de Florida) y Mons. Heriberto Bodeant (Obispo de Melo) participaron, del 15 al 17 de octubre, en Santiago de Chile, en el Encuentro Regional sobre Realidad Social y Política de los Países del Cono Sur, convocado por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM.

Mons. Galimberti participó del Encuentro en su carácter de Miembro de la Comisión Episcopal del Departamento de Justicia y Solidaridad del CELAM, representando a esta región Cono Sur;Mons. Rodolfo Wirz, en su condición de Presidente de la CEU; Mons. Martín Pérez, como Presidente del Departamento de Pastoral Social de la CEU y Mons. Heriberto Bodeant, Secretario General de la CEU.

Participaron por Uruguay, asimismo, Agustina Landwagen, Directora de Cáritas Uruguay, y José Arocena, sociólogo, como experto.

El objetivo del evento residió en acompañar a las Conferencias Episcopales en el estudio de la realidad socio-política de la región, en la iluminación evangélica y en la búsqueda de caminos pastorales para hacer frente a los desafíos del mundo hoy. (Plan Global, Programa 3).

Los Objetivos específicos del Encuentro fueron los siguientes:
a) Estudiar el momento socio-político por el que atraviesa la región, con la asesoría de expertos, para contribuir a una adecuada presencia de la Iglesia en las actuales circunstancias;
b) iluminar desde la fe a la luz del Evangelio, la situación socio-política de cada región;
c) buscar caminos pastorales que den respuesta a los desafíos presentados.


Conclusiones del grupo integrado por los Obispos


Obispos de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay hemos estado viviendo en estos días un encuentro junto con sacerdotes, laicos (y una laica) que han sido invitados como expertos en cuestiones sociales o porque tienen en nuestros países responsabilidades en Pastoral Social o en Cáritas.

En estos días nos hemos sentido profundamente unidos a toda la Iglesia en América Latina, comunidad de discípulos misioneros, más que nunca llamada por el Señor a ser sal y luz de la tierra (1)  y levadura en la masa (2). Esta Iglesia, comprometida en la Misión Continental como estado de misión permanente, es urgida por el amor del Señor a que el anuncio de Jesucristo, vivo, también se manifieste en el servicio a los pobres, los desheredados, los últimos.

Mirando la realidad de los países del Cono Sur no podemos menos que alegrarnos con el crecimiento económico de nuestros países y la mejora de la situación de muchos de nuestros pobres. Sin embargo, no dejamos de ver que no pocas veces se mantiene o aún se acrecienta la distancia entre quienes han consolidado grandes fortunas y los que comienzan cada día sin la seguridad de contar en su mesa con el pan cotidiano.

La Conferencia de Aparecida nos ha hecho ver nuevos rostros de pobres en los que no podemos dejar de ver el rostro de Cristo que nos llama a reconocerlo, servirlo y amarlo en ellos: las comunidades indígenas y afroamericanas; muchas mujeres, excluidas en razón de su sexo, raza o situación socioeconómica; jóvenes, que reciben una educación de baja calidad y no tienen oportunidades de progresar en sus estudios ni de entrar en el mercado del trabajo para desarrollarse y constituir una familia; muchos pobres, desempleados, migrantes, desplazados, campesinos sin tierra, quienes buscan sobrevivir en la economía informal; niños y niñas sometidos a la prostitución infantil; los dependientes de las drogas; las personas con capacidades diferentes; los portadores  y víctima de enfermedades graves como la malaria, la tuberculosis y VIH – SIDA; las víctimas de la violencia y de la inseguridad ciudadana; los ancianos; los presos, que también necesitan de nuestra presencia solidaria y de nuestra ayuda fraterna. (3)

Con el Papa Pablo VI hemos recordado los estrechos vínculos antropológicos, teológicos y eminentemente evangélicos entre evangelización y promoción humana (desarrollo, liberación) que hacen que ya no sea posible aceptar “que la obra de evangelización pueda o deba olvidar las cuestiones extremadamente graves, tan agitadas hoy día, que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz en el mundo. Si esto ocurriera, sería ignorar la doctrina del Evangelio acerca del amor hacia el prójimo que sufre o padece necesidad” .(4)

Es que se trata de la Vida de nuestros pueblos. La Vida como un todo, que abarca la vida de cada persona, la vida de cada familia, la vida de la sociedad y la vida del planeta. Para eso el Señor nos ha hecho sus discípulos misioneros: para que nuestros pueblos en Él tengan Vida.

La mayor parte de los miembros de la comunidad de discípulos misioneros son los fieles laicos. No es ni será posible la transformación del mundo sin su presencia fermental en medio de la masa, actuando en los campos de la política, la economía, la educación, la salud. Por eso debemos continuar los esfuerzos en brindar a los laicos una formación de calidad a todos los niveles, como lo exige la situación actual. Un cometido que los Obispos no podemos delegar. (5)

En el campo del laicado, como lo ha señalado recientemente el Papa Francisco, la mujer aporta su sensibilidad particular por las cosas de Dios, “sobre todo cuando se trata de ayudarnos a entender la misericordia, la ternura y el amor que Dios tiene por nosotros” (6). También hay un amplio espacio de participación para los jóvenes que no se resignan ante el mal, la injusticia y las dificultades, y quieren predicar el Evangelio con su testimonio.

Cercana ya la culminación del Año de la Fe, hacemos nuestras las palabras del Papa Francisco: “En unidad con la fe y la caridad, la esperanza nos proyecta hacia un futuro cierto, que se sitúa en una perspectiva diversa de las propuestas ilusorias de los ídolos del mundo, pero que da un impulso y una fuerza nueva para vivir cada día. No nos dejemos robar la esperanza, no permitamos que la banalicen con soluciones y propuestas inmediatas que obstruyen el camino, que «fragmentan» el tiempo, transformándolo en espacio. El tiempo es siempre superior al espacio. El espacio cristaliza los procesos; el tiempo, en cambio, proyecta hacia el futuro e impulsa a caminar con esperanza.” (7).

Animamos a nuestros hermanos Obispos en nuestras respectivas Conferencias Episcopales a unirnos cada día más en ese “caminar con esperanza”, viviendo y ayudando a descubrir la belleza y la alegría de la fe en esta Iglesia que hoy, más que nunca, quiere salir al encuentro del hermano pobre y excluido para invitarlo a participar en la mesa de la Vida.

Confiamos a María, nuestra madre, venerada en nuestros pueblos bajo las advocaciones del Luján, de Aparecida, del Carmen, de Caacupé y de los Treinta y Tres, el caminar de nuestras Iglesias en el Cono Sur.

Mons. Enrique Eguía, Obispo auxiliar de Buenos Aires, Secretario General de la CEA
Dom Guilherme Werlang, Obispo de Ipameri, Presidente Pastoral Social CNBB
Dom Leonardo Ulrich Steiner, OFM, Obispo auxiliar de Brasilia, Secretario General CNBB
Mons. Ignacio Ducasse, Obispo de Valdivia, Secretario General de la CECH
Monseñor     Edmundo Valenzuela, SDB, Arzobispo coadjutor de Asunción, Miembro Dpto. Cultura y Educación CELAM
Mons. Pablo Galimberti, Obispo de Salto, Miembro Dpto. Departamento de Justicia y Solidaridad CELAM
Mons. Rodolfo Wirz, Obispo de Maldonado-Punta del Este, Presidente de la CEU
Mons. Martín Pérez Scremini, Obispo de Florida, Presidente del Departamento de Pastoral Social – Cáritas de la CEU
Mons. Heriberto Bodeant, Obispo de Melo, Secretario General de la CEU.

Santiago de Chile, 16 de octubre de 2013

1  Mt 5,13-16
2  Mt 13,33
3  Cfr. DA 65 y 393
4  EN 31
5  Cfr. Papa Francisco, discurso en el encuentro con el Episcopado brasileño, Río de Janeiro, 27 de julio de 2013.
6  Papa Francisco, a los participantes en el seminario de estudios “Dios confía el ser humano a la mujer”, promovido por el Pontificio Consejo para los Laicos, 12 de octubre de 2013.
7  Lumen Fidei 57

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