domingo, 5 de junio de 2016

Enfoques Dominicales - Sagrado Corazón de Jesús, fiesta patronal en la Parroquia de Cerro Chato


En este domingo, nuestro programa radial no se emite por La Voz de Melo debido a la realización de un raid. Nos limitamos a esta versión escrita.
El viernes pasado, la Iglesia celebró la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.
En la Diócesis de Melo, la parroquia de Cerro Chato está dedicada al Sagrado Corazón. En este domingo la comunidad celebra su fiesta patronal.
Así pues, van estas líneas desde esta ciudad que está ubicada en el punto de unión de los departamentos de Treinta y Tres, Durazno y Florida. La iglesia parroquial se encuentra en Treinta y Tres y el territorio parroquial toma toda la ciudad (además de una buena parte de campaña). Es así que aquí la Diócesis de Melo se extiende un poquito más allá de los departamentos de Cerro Largo y Treinta y Tres.
Hoy, a las 15 horas, tendremos la Santa Misa y luego chocolate y tortas fritas (espero) que suele ser la tradición de esta fiesta.

La Iglesia parroquial de Cerro Chato
Pero ahora, vayamos al Evangelio que nos propone este año la Iglesia en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas (15, 3-7).
Jesús dijo a los fariseos y a los escribas esta parábola: Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: «Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido». Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. .
Los antiguos filósofos griegos, entre ellos Aristóteles, que murió 300 años antes de Cristo, llegaron por la razón a convencerse de la existencia de Dios. Con la razón imaginaron también cómo sería ese Dios, dándole características o atributos.
Entre esos atributos o características de Dios hay uno que puede llamarnos hoy la atención: un Dios impasible, apático.
Esto no es tan feo como suena, porque esa impasibilidad y esa apatía no son las características humanas que nos resultan tan desagradables. Son lenguaje humano aplicado para tratar de entender a Dios… pero, de todos modos, marcan una separación profunda entre el hombre y Dios.
Cuando abrimos las páginas de la Biblia, la imagen de Dios que encontramos es completamente diferente… Vemos un Dios apasionado, un Dios que sufre… pero también un Dios que se alegra.
El Evangelio de hoy nos habla de esa alegría: “Habrá más alegría en el Cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse”.
En esta fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, sintámonos invitados a ser motivo de alegría para Dios.
Ante este pasaje del Evangelio, uno se puede sentir un poco incómodo.
Se puede hacer la pregunta: “¿seré yo la oveja perdida? ¿Seré yo el pecador que está llamado a convertirse?”
Y miro mi vida y, sí… veo una cosita por acá, alguna otra por allá, y no encuentro grandes cosas de las que tenga que convertirme. A lo mejor tengo que emprolijar un poco mi vida, pero no mucho más… O a lo mejor, estoy siendo ciego y no veo “la viga en mi ojo”…
Pero entonces, escucho la otra parte de lo que dice Jesús, y me hago ahora la pregunta: “pero, ¿es que soy uno de los noventa y nueve justos que no necesitan convertirse?
Convertirse significa algo así como “darse vuelta”. Pero no darse vuelta para cualquier lado, sino darse vuelta hacia Dios, orientar toda mi vida hacia Dios.
Entonces, ¿está orientada toda mi vida hacia Dios? ¿O está orientada hacia Dios una parte de mi vida?
Y esa parte de mi vida, ¿está realmente orientada hacia Dios o, más bien, estoy tratando con eso de orientar a Dios hacia mi vida? Es decir, buscar que Dios me escuche, que haga lo que yo le pido, que atienda mis deseos… Orientar la vida hacia Dios es escucharlo a Él, es ver lo que Él me pide… o mejor, lo que Él me da, porque Dios no me pide nada. Dios no pide. Dios da. Pero entonces, ¿qué hago con lo que he recibido? ¿Cómo está orientada mi vida hacia Dios, cómo estoy respondiendo a su amor?
Hoy cada uno de nosotros puede ser “alegría en el Cielo”, porque podemos hacer las cosas mejor. Eso es ya un gran cambio, si nos lo tomamos en serio.
Convertirse es dejar el error y empezar a hacer el bien, a hacer mejor las cosas.
Podemos dejar de lado esas actitudes, esas reacciones, esas palabras, esos pensamientos que provocan tristeza en los demás y en nosotros mismos.
¿Qué tal si trato mejor a los demás? ¿Qué tal si mañana hago mejor mi trabajo? ¿Qué tal si hablo de mejor manera, más amable, más simpática, en mi encuentro con las personas con las que convivo cada día?
A través de esas pequeñas cosas, de esos actos de conversión y de amor, podré ser alegría en el Cielo… pero encontraré también alegría en mi corazón.
Pidamos a Jesús: “Señor Jesús, manso y humilde de corazón, haz nuestros corazones semejantes al tuyo”. Amén.

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Enfoques Dominicales es un programa que se emite por 1340 AM La Voz de Melo, los domingos a las 11:50. La versión escrita que presenta el Blog no necesariamente es la versión literal de lo emitido, pero sí su contenido esencial.

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