sábado, 6 de enero de 2018

Jesús fue bautizado (Marcos 1,9-11)





En la catedral de Salto hay una pintura de José Luis Zorrilla de San Martín que representa el bautismo de Jesús. Está ubicada a la entrada, junto a la pila bautismal, a la izquierda del que ingresa al templo.

En esa pintura se ve, en el centro, a Jesús de pie; a su izquierda, Juan el Bautista, vertiendo agua sobre la cabeza de Jesús y a la derecha de Jesús un ángel. Sobre la cabeza de Jesús aletea una paloma, símbolo del Espíritu Santo.

Esta manera de representar el bautismo de Jesús es común y la encontramos en muchas pinturas del Renacimiento, como esta de Verrochio, del año 1475.


Jesús en el centro, el bautista a su izquierda, a su derecha en este caso dos ángeles y sobre la cabeza de Jesús la paloma.
En los dos cuadros se ve poca agua… el río Jordán aparece tranquilo y el agua llega apenas a los tobillos.
En realidad, el Jordán tiene una corriente bastante fuerte, por lo que no se podía bautizar en cualquier lugar. Pero hay vados o pasos, donde el río se ensancha, la corriente disminuye y no hay tanta profundidad.

Por otra parte, la manera en que Jesús recibe el bautismo de acuerdo a estas pinturas refleja la forma actual, que ya tiene muchos siglos, de bautizar en la Iglesia católica y en otras confesiones cristianas, es decir, vertiendo agua sobre la cabeza del bautizado, aunque también se hace alguna vez por inmersión.
En su origen, la palabra bautizar significaba sumergir y, muy posiblemente, era así como Juan bautizaba, ya fuera que todos se sumergieran al mismo tiempo, a una indicación del Bautista, o que él fuera ayudando uno por uno a sumergirse.

Los evangelios no nos describen la escena, pero nos dan claramente la idea de que Juan movilizaba mucha gente que se hacía bautizar:
Juan proclamaba "un bautismo de conversión para el perdón de los pecados", nos dice Lucas. (Lc 3, 3). Una multitud de pecadores, publicanos, soldados (cf. Lc 3, 10-14), fariseos, saduceos (cf. Mt 3, 7) y prostitutas (cf. Mt 21, 32) iban a hacerse bautizar por él.
Es en ese marco que aparece Jesús y pide ser bautizado.
El Bautista duda. Jesús insiste y recibe el bautismo.

Así lo cuenta San Marcos:

Jesús llegó desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y al salir del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu Santo descendía sobre él como una paloma; y una voz desde el cielo dijo: «Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección.» (Marcos 1,9-11)

El bautismo de Jesús no deja de ser un hecho extraño… si no es un pecador ¿por qué quiere bautizarse Jesús?
La clave para entender todo lo que hace Jesús es la voluntad del Padre.
La voluntad del Padre es de salvación para toda la humanidad. Todo lo que hace Jesús debe ser interpretado en esa perspectiva: por nosotros y por nuestra salvación.

Lo podemos entender con las referencias que el mismo Jesús hace a su bautismo en otros momentos.

Los discípulos Santiago y Juan le piden sentarse uno a su derecha y otro a su izquierda cuando Jesús esté en su gloria. Jesús les dice:

«Ustedes no saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?» (Mc 10:38)

Tanto con la imagen del cáliz como con la del bautismo, Jesús está hablando de su muerte, y de su muerte en cruz.

Y en Lucas también Jesús se refiere a su muerte con la imagen del bautismo.
«Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla!» (Lc 12:50)

Y así lo explica el Papa Benedicto en su libro Jesús de Nazaret:

El significado pleno del bautismo de Jesús, … se manifiesta sólo en la cruz: el bautismo es la aceptación de la muerte por los pecados de la humanidad, y la voz del cielo “Éste es mi Hijo amado” (Mc 3,17) es una referencia anticipada a la resurrección.

El bautismo de Jesús está anticipando, anunciando, su muerte y resurrección. En el cuadro de Zorrilla el ángel está vestido de rojo, color de la pasión y lleva en sus manos la corona de espinas, expresando esa relación bautismo-pasión-muerte.

Al recibir el bautismo de Juan, Jesús se identifica con nosotros, se une a la humanidad pecadora.
Cuando nosotros recibimos el bautismo, nos unimos a Jesús y por esa unión somos identificados con Él. Bautizándose en el Jordán Jesús anticipó su muerte.Al bautizarnos nosotros en Jesús, se anticipa nuestra resurrección.

San Pablo lo expresa así:

«Por el Bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos, por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva» (Rom 6,4)
Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él. (Rom 6,3-4.8)

Tal vez haya entre quienes me escuchen quien no esté bautizado y desee serlo. Lo invito a que se acerque a su parroquia y pregunte cómo puede ser bautizado. Tendrá que pasar por una preparación adecuada, cumplir algunas condiciones, pero normalmente es posible.

También habrá quienes hayan sido bautizados antes de poder entender de qué se trata. Los invito a buscar el significado de este rito tan simple pero tan profundo en el que morimos con Cristo y nacemos a una vida nueva. Que esta fiesta de Jesús nos ayude a renovar nuestro compromiso bautismal y a vivir esa vida nueva en Cristo.

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