jueves, 6 de junio de 2019

¡Ven Espíritu Santo! Solemnidad de Pentecostés.







En agosto de 1940, a casi un año de empezada la segunda guerra mundial, un joven estudiante de teología suizo, hijo de un pastor protestante, pensó en hacer algo por quienes estaban sufriendo las consecuencias del conflicto. Así fue como dejó la tranquilidad de la Suiza neutral para adentrarse en la Francia herida por la guerra. Roger Schutz, que así se llamaba aquel joven, fue sintiendo el llamado a trabajar por la paz y la reconciliación. Se dio cuenta de que no bastaba predicar. Era necesario dar testimonio con la vida. Así surgió la idea de «construir una vida de comunidad en la que la reconciliación según el Evangelio sería una realidad vivida concretamente».

En un pueblito llamado Taizé, Roger encontró una casa adecuada para su proyecto. Con ayuda de su familia la compró y comenzó a vivir en ella, acompañado por su hermana. En 1942 la Gestapo descubrió que estaba dando refugio a judíos y a otras personas perseguidas y debió volver a Suiza.

En su patria, Roger encontró quienes lo acompañaran en su proyecto. Antes del fin de la guerra ya estaba de nuevo en Taizé, con dos hermanos. Así nació la comunidad de Taizé, que sigue siendo un signo y lugar de encuentro entre cristianos de diferentes confesiones y aún de personas de diferentes religiones. Distintas generaciones de jóvenes han pasado por allí, incluidos algunos uruguayos que han ido como voluntarios para diferentes servicios.

Taizé es un fruto del Espíritu Santo. La comunidad invita a los visitantes a orar y a meditar juntos la Palabra de Dios. Hay una serie de cantos, sencillos y hermosos, que se van repitiendo con facilidad, para animar y acompañar la oración.

Para este domingo en que celebramos la solemnidad de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo, podemos invocar la presencia del Espíritu cantando con la comunidad de Taizé: Veni Sancte Spiritus ¡Ven, Espíritu Santo! (Invito a escuchar el audio o a ver el video que se encuentra en esta misma página)


¿Qué trae al mundo el Espíritu Santo? ¿Para qué invocarlo? La semana pasada lo presentábamos como Aquel que guía a la Iglesia, el que conduce la comunidad de los discípulos de Jesús… pero ¿es esto solo un tema eclesiástico? ¿Qué pasa con el mundo? ¿Qué le ofrece el Espíritu Santo? ¿Para qué pedir su presencia en el mundo (y en la Iglesia, que está también en este mundo)?

Con esta oración compuesta por el P. José Antonio Pagola, les invito a pedir la presencia del Espíritu Santo para todos los que queremos seguir a Jesús y para toda la familia humana que también lo necesita.


Ven Espíritu Santo.
Sin Ti, nuestra lucha por la vida termina sembrando muerte, nuestros esfuerzos por encontrar felicidad acaban en egoísmo amargo e insatisfecho.

Ven Espíritu Santo.
Sin Ti, nuestro «progreso» no nos conduce hacia una vida más digna, noble y gozosa. Sin Ti, no habrá nunca un «pueblo unido» sino un pueblo constantemente vencido por divisiones, rupturas y enfrentamientos.

Ven Espíritu Santo.
Sin Ti, seguiremos dividiendo y separándolo todo: Norte y Sur, Oriente y Occidente, primer mundo y tercer mundo, izquierdas y derechas, creyentes y ateos, clérigos y pueblo, hombres y mujeres. Recuérdanos que todos venimos de las entrañas de un mismo Padre y todos estamos llamados a la comunión gozosa y feliz en Él.

Ven Espíritu Santo.
Renueva nuestro amor al mundo y a las cosas. Enséñanos a cuidar esta tierra que nos has regalado como casa común entrañable donde pueda crecer la familia humana. Sin Ti, nos la seguiremos disputando agresivamente, buscaremos cada uno nuestra «propiedad privada» y la iremos haciendo cada vez más inhóspita e inhabitable.

Ven Espíritu Santo.
Enséñanos a entendernos, aunque hablemos lenguajes diferentes. Si tu ley interior de Amor no nos habita, seguiremos la escalada de la violencia absurda y sin salida.

Ven Espíritu Santo.
Enséñanos a orar. Sin tu calor y tu fuerza, nuestra liturgia se convierte en rutina, nuestro culto en rito legalista, nuestra plegaria en palabrería.

Ven Espíritu Santo.
Enséñanos a creer. Sin tu aliento, nuestra fe se convierte en ideología de derecha o de izquierda, nuestra religión en triste «seguro de vida eterna». Recuérdanos todo lo que nos ha dicho Jesús. Condúcenos al evangelio.

Ven Espíritu Santo.
Ven a mantener dentro de la Iglesia el esfuerzo de conversión. Sin tu impulso, toda renovación termina en anarquía, involución, cansancio o desilusión.

Ven Espíritu Santo.
Ven a alegrar nuestro mundo tan sombrío. Ayúdanos a imaginarlo mejor y más humano. Ábrenos a un futuro más fraterno, limpio y solidario. Enséñanos a pensar lo que todavía no se ha pensado y a construir lo que todavía no se ha construido.

Ven Espíritu Santo.
Entra hasta el fondo de nuestras almas. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro. Mira el poder del pecado cuando Tú no envías tu aliento.

Ven Espíritu Santo.
Ven Señor y dador de vida. Pon en los hombres gozo, fuerza y consuelo, en sus grandes y pequeñas decisiones, en sus miedos, luchas, esperanzas y temores.

Ven Espíritu Santo.
Enséñanos a creer en Ti como ternura y cercanía personal de Dios, como fuerza y poder de Gracia que puede conquistar nuestro interior y dar vida a nuestra vida.

Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Amén.

Amigas y amigos: con esta solemnidad de Pentecostés llegamos al final del Tiempo Pascual. El Espíritu Santo está y seguirá presente. No dejemos de invocarlo para que nos ayude a comprender y a practicar la Palabra de Jesús, siempre en comunión.

Los espero próximamente para asomarnos juntos al misterio de la Santísima Trinidad. Que el Señor los bendiga y hasta la semana que viene, si Dios quiere.

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