martes, 12 de noviembre de 2019

Ardor por la misión: Padre Mimmo (1950-2019)



Ardor por la misión

Presbítero Doménico Baldo – Padre Mimmo
(Vibo Valentia, 22 de diciembre de 1950 – Melo, 11 de noviembre de 2019)


La misión estaba profundamente arraigada en el corazón del P. Mimmo. Su vocación sacerdotal lo llevó inicialmente a la congregación salesiana, en la que no permaneció, pero de la que conservó siempre el aprecio por Don Bosco y su cariño por los jóvenes y el deseo de vivir la misión en el encuentro con otros pueblos y otras culturas.

Fue ordenado sacerdote el 1 de setiembre de 1979. Celebró en Melo esos cuarenta años de entrega, en los que nunca se apagó el ardor misionero. Como sacerdote de la Diócesis de Lamezia-Terme, además de su servicio como párroco en distintas comunidades, fue responsable de Misiones. Fue también misionero por un tiempo en Perú.

La Providencia lo trajo a Uruguay, donde llegó, según reconoció más de una vez “pensando que estaba en América Central”. No lo desanimó el descubrir dónde estaba realmente, porque ésta se hizo pronto su tierra de misión.

Fundó una organización juvenil dirigida particularmente a nuestro país: la A.U.G. (Andiamo in Uruguay Giovani – Vayamos al Uruguay, Jóvenes) que comenzó su misión en Melo en 1998. De la A.U.G. fue naciendo la asociación de fieles “Voluntarios de la Esperanza”, cuyos estatutos fueron aprobados por Mons. Luis del Castillo el 15 de setiembre de 2007 y que cuenta con miembros consagrados y colaboradores voluntarios. Los Voluntarios de la Esperanza, entre otros servicios, trabajaron en la animación misionera de nuestra diócesis, proponiendo encuentros y jornadas en distintos lugares de la diócesis. Durante algunos años funcionó en Melo un pensionado y una escuela de quesería dirigida especialmente a jóvenes de poblaciones rurales.

Además de la presencia en Melo, los Voluntarios establecieron un centro misionero en Ivo, en el Chaco boliviano y han recibido aquí a jóvenes de Italia y El Salvador que han hecho experiencias de misión.

En 2017, los obispos de Lamezia y Melo firmamos un convenio que ubicaba la presencia del P. Mimmo como sacerdote Fidei Donum (el don de la fe), modalidad por la que los presbíteros diocesanos cumplen tiempos de misión en otras diócesis. Es de esa forma que la diócesis de Melo ha recibido y tiene aún algunos sacerdotes diocesanos venidos de otros países. A diferencia de otras diócesis italianas que han enviado muchos misioneros Fidei Donum al mundo, era la primera vez que Lamezia-Terme lo hacía. El P. Mimmo abrigaba la esperanza de que así se abriera un camino que también otros se animaran a recorrer.

A lo largo de este año, la salud del P. Mimmo fue dando signos de rápido deterioro. Eso le hizo suspender su viaje a Italia para la celebración de los cuarenta años de su ordenación y celebrarlos en Melo. A pesar de todo, a cada empuje de su enfermedad volvía a levantarse y a seguir con entusiasmo sus proyectos pastorales.

Como párroco de la Catedral de Melo buscó fortalecer la comunidad, fomentando el sentido de pertenencia, la participación de los fieles en el Consejo Pastoral Parroquial, en el Equipo Económico y en las asambleas parroquiales. Ofreció retiros a toda la comunidad y también en forma especial a algunos grupos de servicio, especialmente las catequistas. Fomentó también la devoción por el copatrono, San Rafael, junto a Nuestra Señora del Pilar.

En la Casa Ain-Karim, sobre la ruta a Centurión, queda la capilla que con mucha ilusión proyectó y construyó con aportes de su familia y el “Camino al Dulce Nombre” dedicado a diferentes advocaciones marianas.

La semana pasada, antes de irme a la asamblea de la Conferencia Episcopal fui a verlo. Había tenido un nuevo decaimiento en su salud. Lo encontré sentado, encorvado, como apagado, hablando en voz baja… hasta que nos pusimos a hablar de la vida pastoral de su parroquia. Allí se fue rápidamente encendiendo y entusiasmando, compartiendo sueños y proyectos. Ninguno de los dos pensamos que ésa sería nuestra última conversación. Volví a verlo ayer, en el CTI, ya en coma, apenas para rezar todavía por él y darle una última bendición.

Él sabía que sus días entre nosotros se terminarían más temprano que tarde, pero no miraba con nostalgia lo que había quedado atrás, sino que seguía soñando e invitándonos a mirar hacia delante, hacia la misión, siempre.

Podría haberse retirado, volver a su tierra, tal vez recibir mejores cuidados en sus últimos días, pero no; claramente expresó su voluntad de trabajar hasta el final entre nosotros, de entregar aquí su vida, y encontrar en nuestra tierra sepultura para sus restos.

Damos gracias a Dios por la vida y el ministerio del P. Mimmo. Nuestra diócesis expresa sus condolencias a su hermano, a su Obispo a los Voluntarios de la Esperanza y a todos aquellos amigos y amigas que vinieron en distintos momentos a compartir la misión. Rezamos por su eterno Descanso y confiamos en que también él interceda por esta diócesis por la que entregó su vida.

Que, por la misericordia de Dios, su alma y la de todos los fieles difuntos descanse en paz. Amén.

+ Heriberto, Obispo de Melo

2 comentarios:

Marta Cuadro dijo...

Gracias Monseñor por compartir este mensaje que pinta al P. Mimmo, tal cual era. Su vocación, su fe y esperanza. Jamás decayó, y confió en cada consejo y tratamiento médico, siempre avalado, por la voluntad de Dios, me decía. Gracias P. Mimmo, lo vamos a extrañar!!!

Thomas Toal dijo...

Con gran tristeza recibio esta noticia.Mis pesames a us.y la diocesis,especia!Mente a low voluntarios.Rezare una Miss por su eternos descanso
Thomas