Este domingo, además de su significación propia, junta dos acontecimientos: en la Plaza de San Pedro se celebrará la canonización, entre otros, de la primera santa uruguaya y es el día de San Isidro Labrador.
Por eso, en primer lugar, quiero felicitar a los fieles de la parroquia de Las Piedras y a todos los pedrenses: San Isidro Labrador es el patrono de la ciudad, de la comunidad parroquial y del colegio salesiano. También es patrono de Villa San Isidro, hoy barrio del municipio 18 de mayo, donde está la parroquia Medalla Milagrosa.
Felicito también a los fieles de varias capillas de nuestra diócesis que tienen a San Isidro como patrono. Conté seis, y espero no olvidar ninguna:
- en ruta 11, perteneciente a la Catedral;
- en ruta 5, de la parroquia de Juanicó;
- en ruta 63, en Rincón de Conde, parroquia de San Ramón;
- en la localidad de Pantanoso, parroquia de Sauce;
- en Estación Migues;
- y en Villa Jardines, ruta 75, parroquia de Pando.
Pero, además, la imagen de san Isidro Labrador y sus bueyes, muchas veces junto a la de su esposa, santa María de la Cabeza, está también presente en casi todas las parroquias de la diócesis y en muchas de ellas, como en Tala, hay una gran devoción y el 15 de mayo es una gran fiesta.
Este año, como recordamos oportunamente, el 12 de marzo se cumplió el cuarto centenario de la canonización de San Isidro.
Vamos, entonces, a detenernos brevemente sobre su vida.
De san Isidro podemos decir que se hizo santo viviendo su fe y su unión con Dios trabajando la tierra y formando una familia. Y eso no es poco. Muchos hombres y mujeres que veneramos como santos y santas son reconocidos por el carisma que recibieron y que supieron desarrollar y extender por el mundo por medio de sus obras y de sus fundaciones. Este hombre, en cambio, fue reconocido como santo por sus vecinos, porque vivió santamente esas dos realidades que son como los dos grandes pilares sobre los que se apoya la vida: la familia y el trabajo.
Isidro nació en Madrid hacia el año 1080, finales del siglo XI. Venía de una familia humilde, en la que la necesidad hacía que los hijos empezaran a trabajar temprano. Siendo muy joven se empleó con un tal Vera, lejos de Madrid, patrón que lo apreció mucho por su laboriosidad y su honestidad. Isidro sentía un gran aprecio por la Eucaristía y se levantaba temprano para ir a Misa antes de trabajar. En su trabajo, solía hacer algunas pausas para rezar. Algunos compañeros veían eso con malos ojos, porque consideraban que le quitaba tiempo al trabajo. Sin embargo, él compensaba esas breves ausencias con un esfuerzo generoso y Dios bendijo el resultado de su labor con frutos abundantes.
Cuando pudo regresar más cerca de su tierra natal, siguió en la labranza de los campos. Otra vez volvieron las dificultades con los compañeros, que le recriminaban el tiempo en que se detenía para orar. Esto hizo que su patrón decidiera vigilarlo a escondidas. Después de hacerlo, aseguró que había visto unos ángeles que se hacían cargo de arar con los bueyes de Isidro mientras él rezaba.
Junto a su esposa, Isidro supo estar atento a los más necesitados, para quienes tenía siempre alguna forma de ayudarlos.
Murió hacia el año 1130. Los madrileños cultivaron su devoción que se fue extendiendo por la península ibérica y llegó luego hasta América. A mediados del siglo XVIII se inició el proceso fundacional de la villa de San Isidro de Las Piedras, hoy ciudad de Las Piedras, cuya iglesia parroquial alberga las imágenes del santo labrador y de su esposa.
Roguemos para que todos nosotros, a ejemplo de san Isidro, sepamos reconocer la obra de Dios en todo el proceso que va de la siembra hasta la cosecha y apliquemos en nuestra vida la siembra de Dios, que es su Palabra.
Un mandamiento nuevo
Aunque nos hemos centrado hoy sobre la figura de san Isidro, no podemos dejar de decir una palabra sobre el Evangelio de este domingo, en el que Jesús presenta a sus discípulos un mandamiento nuevo.
Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros.A primera vista, no parece tan nuevo: “Ámense unos a otros” no suena muy distinto de “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
La novedad está en la segunda parte: “Como yo los he amado”. ¿De qué manera nos ha amado Jesús? El mismo ha dicho:
“No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Juan 15,13).Ciertamente, Jesús pone una medida muy alta, pero hay muchos que han llegado a esa medida del amor. Pero sin llegar a “dar la vida” en el sentido de morir, muchos “dan la vida” de verdad, cada día, en una generosa entrega.
Sin embargo, el “como yo los he amado” tiene una dimensión aún más profunda. En su gran oración al Padre, Jesús le pide, en determinado momento:
“que el amor con que tú me amaste esté en ellos” (Juan 17,26)“Como yo los he amado” significa “con el amor con que el Padre me ha amado”. Al comunicarnos su amor, Jesús nos comunica el amor con que el Padre lo amó a él. Amar como Jesús nos amó es recibir y comunicar el amor de Jesús, que viene del Padre. Algo muy grande, por cierto, muchos más allá de nuestras fuerzas, pero que el Espíritu Santo hace posible.
Canonizaciones
Como decíamos al comienzo, este domingo se celebra en la Plaza de San Pedro la canonización de varios santos. Entre ellos,
- La primera santa uruguaya, la Madre Francisca Rubatto, fundadora de las Hermanas capuchinas de Loano; italiana de nacimiento, eligió vivir sus últimos años en Uruguay y dispuso que aquí descansaran sus restos.
- Aunque sea poco conocida, toca de modo especial a nuestra diócesis, la madre María Domenica Mantovani, fundadora de las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia, presentes en nuestra diócesis en el ámbito de la parroquia de Progreso.
- Finalmente, el hermanito Carlos de Foucauld, cuya vida y espiritualidad han inspirado a muchos sacerdotes, personas consagradas y fieles laicos en todo el mundo y también en el Uruguay.
Varios Obispos uruguayos nos encontramos en Roma para participar de la Misa que presidirá el Papa Francisco con la que la Iglesia reconoce la santidad de estos hombres y mujeres y nos los propone como diferentes ejemplos, diversas maneras de seguir el Camino de Jesús.
Amigas y amigos, muy especialmente todos aquellos que celebran hoy a San Isidro, invoco la intercesión de estos santos y santas y pido para Uds. la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.
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