Esta fecha, 12 de octubre, tiene muchas connotaciones… la primera, la del acontecimiento que marcó profundamente el devenir de la humanidad, al arribar Cristóbal Colón a las islas del Caribe y comenzar a producirse el encuentro de dos mundos, de una enorme diversidad de culturas… en Uruguay, hay otra fecha histórica de la que se cumplen 200 años: la batalla de Sarandí, en el marco de la guerra iniciada por los Treinta y Tres Orientales contra el imperio del Brasil, la que finalmente desembocaría en la creación del Uruguay como un Estado independiente.
En el calendario católico, es el día de Nuestra Señora del Pilar y, en Brasil, de Nuestra Señora Aparecida.
Fiesta diocesana de Canelones
Y aquí, en nuestra diócesis de Canelones, estamos celebrando nuestra fiesta diocesana, dentro del año jubilar “peregrinos de esperanza”.
Recuerdo el programa de la fiesta: en la mañana, a partir de las 9:30, nos encontramos en Villa Guadalupe, donde habrá tiempo para el Sacramento de la Reconciliación y algunas actividades. Allí tendremos el almuerzo y a las 15 horas nos concentraremos en el Gimnasio Guadalupe de la ciudad de Canelones, para salir en procesión hacia la Catedral, donde celebraremos la Misa a las 16 horas. Les recuerdo también que, siendo la Catedral un lugar jubilar, la participación en la Misa, habiéndose confesado, comulgando y rezando por las intenciones del Santo Padre, permite recibir la indulgencia plenaria para sí mismo o por una persona fallecida.
Jesús y los diez leprosos
Vayamos ahora al evangelio de este domingo.
Jesús sanó a diez leprosos que se acercaron a él pidiendo que se compadeciera de ellos:
Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» (Lucas 17,11-13)
Recordemos, una vez más, que Jesús está en su viaje definitivo hacia Jerusalén, donde le esperan la pasión, la cruz y la resurrección.
Al entrar en un poblado, diez leprosos le salieron al encuentro.
La lepra es una enfermedad particularmente cruel.
En el mundo de Jesús, además, como toda enfermedad, tenía una interpretación religiosa.
Era entendida como consecuencia del pecado de la persona que la sufría.
Pero el leproso no solo era considerado un pecador, sino que entraba también en otra categoría: la de impuro. El estado de pureza era una condición para poder participar en los actos de la vida religiosa y también en la vida social. La persona que, por un motivo pasajero, se encontraba “impura”, debía purificarse, cumpliendo ritos y plazos para estar en condiciones de volver a participar en aquello que temporalmente no le estaba permitido.
Sin embargo, la impureza del leproso era permanente.
Se consideraba que el contacto con una persona impura volvía también impura a la persona que la tocaba. Por eso el leproso estaba obligado a mostrar visiblemente su impureza (…) y, además, a advertir a quien se acercara a él su situación, gritando “impuro, impuro” para que el otro se alejara.
El leproso debía permanecer alejado de los sitios poblados… pero estos leprosos salieron al encuentro de Jesús cuando éste entró en un poblado… hay que pensar, entonces, que era un pueblo de leprosos…
No fueron todos los leprosos quienes que salieron al encuentro de Jesús: solo diez de ellos.
La respuesta de Jesús es un poco extraña para nosotros, pero los leprosos la entendieron y se dispusieron a cumplirla:
Jesús les dijo: «Vayan a presentarse a los sacerdotes» (Lucas 17,14a)
Cuando una persona quedaba purificada, correspondía que el sacerdote verificara esa purificación, como indica el libro del Levítico (capítulo 13). Ése es el sentido de la indicación de Jesús.
Y en el camino quedaron purificados. (Lucas 17,14b)
La curación se ha producido y nueve de los leprosos continúan su marcha al encuentro de los sacerdotes. Pero uno de ellos tiene una actitud diferente:
al comprobar que estaba sanado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano. (Lucas 17,15-16)
¿Cuál es la reacción de Jesús?
«¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?» (Lucas 17,17-18)
Tenemos que entender bien la queja de Jesús. No se trata de agradecerle a Él: se trata de alabar y agradecer a Dios, reconociendo su intervención por la mediación de Jesús.
Los diez quedaron purificados; pero solo el que volvió alabando a Dios escuchará esta palabra final de Jesús:
«Levántate y vete, tu fe te ha salvado». (Lucas 17,19)
Aquí no se trata solo de curación y purificación. Se trata de salvación. La curación devuelve la salud. La purificación devuelve la posibilidad de participar en actos religiosos y en la vida social. La salvación incluye todo eso, pero va mucho más allá. La salvación es una vida nueva, plena y definitiva.
Jesús dice “tu fe te ha salvado”. La fe salva a la persona en cuanto restablece su relación profunda con Dios, consigo mismo, con los demás y con toda la creación. La fe se manifiesta en el reconocimiento de la acción de Dios, en el agradecimiento. El agradecimiento del samaritano curado muestra que reconoce que lo que ha recibido no es algo ganado o merecido, sino un don de Dios, una gracia.
La lepra es imagen del pecado, del orgullo y egoísmo del corazón humano, de donde nacen la indiferencia, el odio y la violencia. Esa lepra del espíritu desfigura nuestra humanidad. La persona que se convierte, que abre su corazón a Dios, es curada interiormente de su mal; porque ese mal solo puede curarlo Dios, que es Amor. El samaritano curado de su lepra “volvió atrás”, no en el sentido de regresar al pasado del que acababa de salir, sino que cambió el rumbo de su vida, volviendo hacia Jesús. Esa es la conversión: volver a Dios, volver a Jesús. A Él tenemos que ir una y otra vez.
Ordenación diaconal de Elisio, misionero claretiano
El sábado pasado, como estaba previsto, fue ordenado diácono el misionero claretiano Elisio, oriundo de Timor Oriental, en el este de Asia, que ya desde hace tiempo ha puesto su carpa en el cono sur, primero en Argentina y ahora en Uruguay. Lo felicitamos y encomendamos su ministerio al Inmaculado Corazón de María.
En esta semana
Lunes 13: aniversario de la colocación de la piedra fundamental de la hoy catedral de Canelones.
Miércoles 15: Santa Teresa de Jesús, la gran maestra espiritual y reformadora de la Orden carmelitana.
Jueves 16: Santa Margarita María Alacoque. Fiesta en el Monasterio de las Hermanas Salesas.
Viernes 17: San Ignacio de Antioquía, obispo y mártir.
Sábado 18: San Lucas Evangelista, cuyo evangelio estamos leyendo en los domingos de este año.
El 19 es el Domingo Mundial de las Misiones, conocido como el DOMUND. Ese fin de semana se hace una colecta para sostener los esfuerzos misioneros en todo el mundo.
Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.
Palabra de Vida: “Que se cumpla en mí lo que has dicho”. Lucas 1,26-38.
Martes 7 de octubre de 2025.
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.
Amigas y amigos: este fin de semana se celebra en Uruguay el día del patrimonio. En nuestra diócesis de Canelones se encuentra una iglesia, Cristo Obrero y Nuestra Señora de Lourdes, en Estación Atlántida, obra del Ingeniero Eladio Dieste, declarada por UNESCO patrimonio cultural de la Humanidad. Tanto el sábado 4 como el domingo habrá visitas guiadas.
En la ciudad de Canelones, la Catedral Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe figura en la lista del patrimonio histórico nacional. El sábado 4, a las 11:30, el Prof. Daniel Torena hará allí una actividad cultural (Comienza a esa hora en el Museo Spikerman)
En los distintos pueblos y ciudades de la diócesis hay otras iglesias que merecen atención desde el punto de vista arquitectónico o histórico, como San Isidro de Las Piedras, Inmaculada Concepción de Pando, Santísimo Salvador de Tala y muchas otras que, con su presencia, engalanan el espacio público. A veces, mirando algunas de las plazas, no veo alrededor de ellas nada más relevante que el templo parroquial.
Si un día esa iglesia no estuviera ¿qué quedaría de esa plaza? Esos edificios, destinados al culto, frecuentados por una comunidad católica, no dejan de ser parte de la identidad de un lugar y, por tanto, más allá de lo religioso, son patrimonio cultural e histórico de todos los que viven en esa localidad. Una razón para que todos colaboremos en conservarlos y cuidarlos.
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Vayamos ahora al Evangelio de hoy. Recordemos su gran contexto: Jesús está en su viaje definitivo hacia Jerusalén, donde tendrá lugar su pasión, muerte y resurrección.
Aquí encontramos tres enseñanzas dirigidas especialmente a sus discípulos, acerca de la corrección y el perdón entre hermanos, la calidad de la fe y el significado del servicio.
Dijo el Señor a sus discípulos: «Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti diciendo: "Me arrepiento", perdónalo». (Lucas 17,3b-4)
El evangelio de Lucas puede bien ser llamado “el evangelio de la Misericordia”, ya que pone de relieve la misericordia de Dios, especialmente en las parábolas de la oveja extraviada, la dracma perdida y, sobre todo, la del Padre y los dos hijos, con el regreso del hijo pródigo. Aquí hay un cambio de perspectiva, que se orienta hacia el perdón mutuo entre los miembros de la comunidad cristiana.
La reprensión de un cristiano a su hermano en la fe no debe nunca ser una descarga de enojo o fastidio del que amonesta al otro, ni mucho menos una represalia: debe ser un gesto de amor que busca el bien del hermano. Su objetivo es ayudarlo a convertirse, a retomar el camino de Jesús del que se había apartado por sus actos. Por eso, frente al arrepentimiento y al cambio, el perdón es imperativo: perdónalo.
Por otra parte Jesús conoce bien la fragilidad humana: la conversión es un proceso, con muchos tropiezos. Por eso agrega: si peca siete veces al día y otras tantas vuelve arrepentido, perdónalo. Aquí se aplica a la vida en la comunidad lo que Jesús ya había dicho en un contexto más amplio:
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. (Lucas 6,36-37)
A estas palabras sobre la corrección fraterna y el perdón, sigue un pedido de los discípulos:
Los apóstoles le dijeron al Señor: «Auméntanos la fe». Él respondió: «Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: "Arráncate de raíz y plántate en el mar", ella les obedecería. (Lucas 17,5-6)
“Auméntanos la fe” es una humilde y hermosa petición.
Humilde, porque es el reconocimiento de nuestra pequeñez, de nuestra pequeña fe.
Hermosa, porque se abre a la esperanza, la esperanza de crecer.
La respuesta de Jesús, aunque hace referencia a la cantidad, al tamaño de la fe, parece apuntar más sobre la calidad.
El grano de mostaza, como dice la famosa parábola “es la más pequeña de las semillas” (Mateo 13,32); por lo tanto, no se necesita una gran cantidad de fe, sino que esa fe sea auténtica, profunda, que toque el corazón de la persona y no se quede solo en manifestaciones exteriores. Esa es la fe que pide Jesús, la que permite que Él obre milagros, para sanar y convertir los corazones, algo que parece a veces tan imposible como que un árbol se arranque de raíz y se plante en el mar; y sin embargo, el amor de Dios lo hace posible.
Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: "Ven pronto y siéntate a la mesa"? ¿No le dirá más bien: "Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después"? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: "Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber"». (Lucas 17,7-10)
El discípulo es un servidor, cuya obligación es cumplir lo que el Señor mande. Simples servidores, meros servidores: eso es lo que podemos decir cuando hemos cumplido la misión que se nos ha encomendado (y me pregunto aquí cuándo podemos decir que realmente hemos cumplido la Misión que Jesús nos ha dado).
Para entender esta parábola, tenemos que recordar la polémica que Jesús mantiene con quienes, como los fariseos, pensaban que todas sus obras formaban una carpeta de méritos que podían presentar a Dios para reclamar su recompensa.
Aceptar el ser “simples servidores” es renunciar radicalmente a una especie de auto salvación y reconocer que la recompensa es dada por pura gracia de Dios. Esto lo encontramos más atrás, en el mismo evangelio de Lucas, cuando Jesús, hablando de velar, vigilar, como actitud fundamental del discípulo, proclama esta bienaventuranza:
¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos. (Lucas 12,37)
Podemos pensar que hacemos muchas cosas, que nos desvivimos trabajando en la viña del Señor… Podemos pensar que nos estamos ganando una buena recompensa… podemos, incluso, qué triste, sentirnos superiores a otros “que no hacen nada”… y, sin embargo, “somos simples servidores” y lo que Señor nos promete va mucho, mucho más allá de lo que nosotros jamás podríamos alcanzar por nosotros mismos.
En esta semana
Hoy, 5, Santa Faustina Kowalska, que muchos conocen por su visión de Jesús Misericordioso.
También hoy recordamos al Padre Juan Collel Cuatrecasas, fundador de la Mínima Congregación de Siervas del Sagrado Corazón de Jesús, las hermanas que están en Pando.
Martes 7: Nuestra Señora del Rosario, patrona del colegio de Estación Atlántida.
Viernes 10: Mons. Sanguinetti cumple 80 años y lo celebra en la parroquia Stella Maris de Montevideo.
Sábado 11, San Juan XXIII, el papa que creó la diócesis de Canelones y nombró a su primer obispo, Mons. Orestes Nuti.
En ese mismo día, Santa Soledad Torres Acosta, fundadora de las Siervas de María, ministras de los enfermos.
Domingo 12, Nuestra Señora del Pilar y en Canelones, nuestra fiesta diocesana, en torno a la Virgen de Guadalupe.
Gracias, amigas y amigos, por su atención. A todos los fieles de Canelones y a los vecinos que quieran acompañarnos, los esperamos el domingo de mañana en Villa Guadalupe y de tarde en la Catedral. Y que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.
Viernes de la XXVI semana durante el año, 3 de octubre de 2025.
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.
Miércoles de la XXVI semana durante el año, 1 de octubre de 2025.
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.