Llovía en Montevideo la tarde del miércoles 19, cuando el avión de LAN me dejó en el aeropuerto de Carrasco. Llovía, y hacía bastante frío... pero yo traía mucho sol y calor guardado. No sólo de los hermosos días de sol y cielo azul que tuvimos en Sydney, sino por la luz y la calidez de las miradas y de los corazones de tantos hermanos de América Latina, España, Portugal, Filipinas y Timor Este, australianos de origen hispano: todos aquellos que se reúnen para celebrar su fe en lengua castellana y portuguesa.
A todos nosotros, María nos fue llevando de su mano al encuentro de Jesús y de los hermanos.
Regreso lleno de gratitud por todo lo compartido.
¡Gracias al Señor y a su Madre!
¡Gracias, queridos hermanos y hermanas!
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