lunes, 3 de agosto de 2009

4 de agosto 1859 - 2009. Sesquicentenario de la muerte del Cura de Ars


San Juan Bautista María Vianney, patrono del clero secular nació en Dardilly, cerca de Lyon, Francia, el 8 de Mayo de 1786; murió en Ars el 4 de Agosto de 1859. Se cumple este año el sesquicentenario de su muerte.

El Cura de Ars, modelo del clero secular


8. (...) De la heroica vida del Cura de Ars se desprenden algunas características que configuran el modo de vivir el ministerio sacerdotal, que son propias del clero secular, en especial de los párrocos. Porque el Cura de Ars, si bien se vio tironeado por sus inclinaciones a la soledad de la Trapa, de hecho se santificó en el ministerio parroquial y por su dedicación sin retaceos al bien terrenal, pero sobre todo eterno de sus feligreses y cuantos se agolpaban ante sus sencillas catequesis, consejos de confesión y piadosa celebración del sacrificio de la Misa.

9. Se ha podido decir que la espiritualidad del clero secular o diocesano es simple, porque pone el acento sobre lo esencial del sacerdocio, sin necesidad de identificarse con ninguna de las escuelas, movimientos o carismas, que reparten las insondables riquezas de Cristo. El sacerdote secular, tanto para su propia vida interior como para servir a la de sus hermanos, puede espigar a gusto en la rica tradición espiritual, en la variada profusión de métodos apostólicos, pero siempre guardando su libertad y soltura. Se da en la organización, las tradiciones y el espíritu mismo del clero diocesano guiado directamente por el obispo, una agilidad de movimientos y, por lo mismo, una disponibilidad a las necesidades de la diócesis, teniendo en cuenta toda la riqueza de los diversos carismas.

10. Existen, por supuesto, los imperativos y límites provenientes de la necesaria colaboración con el Obispo, pero ésta fluye precisamente de la naturaleza misma de toda vocación sacerdotal. Sólo que el clero secular la visualiza con total inmediatez y claridad, sin intervención de otros elementos interpuestos (superiores, votos, reglas, todos ellos evangélicos y bendecidos por la Iglesia con el fin de perseguir otras imperiosas necesidades), pero no patentizan en su suprema sencillez la médula del ministerio sacerdotal como colaboración directa con los sucesores de los apóstoles. El Cura de Ars se presenta en lo que a esto se refiere, como heredero de la gran escuela francesa de espiritualidad sacerdotal.

11. Es sabido cómo las grandes figuras de San Francisco de Sales, San Vicente de Paúl, el Cardenal Bérulle y Oriol, dieron una impronta de gran calidad espiritual al clero con una teología tendiente a la identificación con Cristo sacerdote. Tuvieron siempre la preocupación de no agregar ninguna autoridad sobre la de los Obispos, ninguna ley más que los sagrados cánones, ninguna forma de piedad fuera de la piedad tradicional de la Iglesia.

12. Los lazos de los religiosos con la diócesis y el obispo son mucho más elásticos. El religioso depende de sus superiores en su vida personal y comunitaria; su estadía en una diócesis es precaria y sus actividades en ella están necesariamente coloreadas por el espíritu y Constituciones de su Orden Religiosa o Congregación. Es sabido que el sacerdote religioso no puede estar tan disponible al obispo como el sacerdote secular.

13. Los ejemplos del Cura de Ars y de tantos otros santos pastores han de despertar un aprecio cálido en todo el pueblo de Dios por el humilde, y no menos necesario servicio del clero parroquial a las órdenes exclusivas del obispo. Porque suele darse, a veces, una menor estima por quienes no son otra cosa que sacerdotes; como si serlo fuera poca cosa y se necesitara de otros títulos para justipreciar a aquellos que son llamados “amigos de Cristo” en el día de su Ordenación.
Cuántas veces no han oído los sacerdotes seculares la pregunta: “Padre ¿de qué congregación es Ud.?”. San Pío X se complacía en tomar como un timbre de honor el apelativo un tanto despreciativo del que se habían servido algunos, cuando se anunció su elevación al pontificado romano: “Es un cura de campaña”.

(De la Carta Pastoral de la Conferencia Episcopal Uruguaya con motivo del II Centenario del nacimiento del Cura de Ars, Montevideo, 1986)

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