La imagen traída desde Argentina. Abajo, a la derecha, la imagen que llegó desde el aire. Ambas sobre una bandera donde se lee "María nos quiere unidos", expresión de la fraternidad de los dos pueblos, donde visitantes y visitados dejaron escritos sus testimonios de fe.
La capilla Nuestra Señora de Lourdes, de la Parroquia de Santa Clara de Olimar, celebró su fiesta patronal con la presencia del Obispo diocesano.
La fiesta fue realzada por la presencia de una nutrida delegación del Santuario de San Ramón Nonato, de la Arquidiócesis de Buenos Aires.
Los hermanos argentinos llegaron a la localidad olimareña trayendo una imagen de la Virgen del Rosario de San Nicolás, que fue colocada en un templete construido al costado de la capilla. La imagen y el templete fueron bendecidos por el Obispo. También entregaron una imagen de su patrono, San Ramón "mensajero de la vida".
¿Cómo se llegó a este encuentro? El 15 de diciembre de 2007, una imagen de la Virgen de San Nicolás fue entronizada en la Plaza Don Bosco, en Buenos Aires. Al término de la bendición se soltaron dos ramilletes de globos: uno de ellos llevaba la imagen de la Virgen pintada sobre espuma plast (o tergopol, como se le llama en Argentina). También iba inscripto el nombre del Santuario de San Ramón, con el teléfono para que se comunicara el hallazgo. Sorpresivamente para los porteños, la llamada llegó desde Santa Clara de Olimar. Impulsada por los vientos, la imagen había cruzado el Río de la Plata y había llegado intacta, para ser encontrada por Don Nanico, que recorría a caballo los campos que le tocaba cuidar.
Providencialmente, esto llega a conocimiento de Mirta Medina, una señora que desde hace 34 años vive en Argentina, pero es oriunda de Santa Clara de Olimar. Ella se transforma así en un puente entre la comunidad uruguaya y la comunidad argentina, y así se van dando los pasos que permitieron que Santa Clara recibiera esta apreciada visita y el obsequio de estas dos imágenes para la capilla Nuestra Señora de Lourdes.
En su homilía, Mons. Bodeant invitó a los presentes a vivir este acontecimiento con los mismos sentimientos de María: "Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humildad de su servidora". Alegrarnos en el Señor, dejarnos estremecer por los signos de su amor, con la humildad de quienes, como María, queremos ser sus servidores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario