Montevideo, 21 de enero de 2015
Queridos hermanos y amigos:
Tan sorprendido como ustedes, el pasado 4
de enero me llegó la noticia de que el Papa Francisco me había nombrado
Cardenal. En unos días, parto hacia Roma junto con Mons. Milton, para
recibir las insignias propias de este nuevo servicio, el sábado 14 de
febrero.
Recibo esta elección del Santo Padre con
sencillez y gratitud. Mi nombramiento no es, ciertamente, un
reconocimiento a mis diez meses de gestión como Arzobispo de Montevideo,
sino un gesto de benevolencia del Papa hacia la Iglesia que peregrina
en Uruguay.
Me gusta decir que somos una iglesia
pobre y libre, rica de fe y misionera. No tenemos muchos recursos, pero
tampoco ataduras. Hemos combatido “el buen combate de la fe” y aportamos
a nuestra sociedad en diversos campos de la actividad nacional. Pero
nuestro mayor aporte es aquello que está en el centro de nuestra
identidad: somos la Iglesia Católica. Existimos para evangelizar: es
decir, para anunciar el amor infinito de Dios revelado en su Hijo
Jesucristo.
No somos dueños de la verdad: queremos
servirla. No somos custodios de un depósito cerrado: ofrecemos a todos
el anuncio salvador. Creemos con pasión en la belleza de la vida, que es
don de Dios, incluso en las vicisitudes tantas veces dramáticas en que
se desarrolla nuestra irrepetible existencia en este mundo. Levantamos
nuestros ojos hacia Dios y la esperanza firme en el Cielo que anhelamos
hace aún más fuerte nuestro compromiso con la historia.
Que el Papa se haya acordado de nosotros,
designando al segundo cardenal en nuestra historia uruguaya, nos
compromete como Iglesia “a mejor amar y servir”. Y esto lo queremos
hacer en diálogo con hermanos cristianos y de otras religiones, con
creyentes y no creyentes.
Le pido al Espíritu Santo que me dé un
corazón de buen pastor como el del Siervo de Dios Mons. Jacinto Vera,
para servir con alegría a este pueblo que él cuidó con tanto amor. El
domingo 15 de marzo estamos invitados a reunirnos para dar gracias a
Dios por este regalo que el Sucesor de Pedro ha hecho a nuestra Iglesia.
Con mi cariño y mi bendición
+ Daniel Sturla, sdb, Arzobispo de Montevideo
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