El próximo sábado 15 de agosto, solemnidad de la Asunción de la Virgen María, se realizará una jornada de la Vida Consagrada en la Catedral de Melo.
A partir de las 15 horas, en el Salón San Rafael, religiosas, laicas y laicos consagrados reflexionarán sobre el significado de la vida consagrada hoy. El tema será presentado por la Hermana Laura Guisado, Provincial de las Hijas de María Auxiliadora, quien estuvo mucho tiempo en nuestra diócesis, en la comunidad que las HMA tienen en Treinta y Tres.
A las 19:30, Mons. Heriberto presidirá la celebración de la Eucaristía, en acción de gracias por la presencia rica y viva de las comunidades de vida consagrada presentes en la Diócesis.
Actualmente, esas comunidades son:
- Hermanas de Santa Dorotea de Cemmo, con presencia en Melo y Treinta y Tres. El domingo 16 las hermanas celebrarán los 30 años de su presencia en la diócesis, con una Misa en la parroquia Jesús Buen Pastor a las 10 de la mañana.
- Hermanas de la Caridad de Vedruna, en Noblía y Melo
- Misioneras Franciscanas del Verbo Encarnado, en Fraile Muerto
- Misioneras de Jesús Verbo y Víctima, en Santa Clara y Tupambaé
- Misioneras de la Doctrina Cristiana, en Río Branco
- Hijas de María Auxiliadora, en Treinta y Tres
- Pía Unión de la Medalla Milagrosa, en Melo.
- Benjaminas del Niño Jesús, en Melo
Hay también dos asociaciones de fieles:
- Voluntarios de la Esperanza, en Aim-Karim, Chacras de Melo.
- Familia de la Esperanza (Fazenda de la Esperanza Quo Vadis, Cerro Chato y Fazenda de la Esperanza Femenina Betania, Melo)
También una sociedad de vida apostólica:
- Cruzada del Espíritu Santo (Parroquia Cruz Alta, Treinta y Tres).
¿Qué significa la vida consagrada para el conjunto de la Iglesia? Nos lo dice el Papa Francisco en su carta apostólica con motivo de este año especial que él ha convocado:
El Año de la Vida Consagrada no sólo afecta a las personas consagradas, sino a toda la Iglesia. Me dirijo, pues, a todo el pueblo cristiano, para que tome conciencia cada vez más del don de tantos consagrados y consagradas, herederos de grandes santos que han fraguado la historia del cristianismo. ¿Qué sería la Iglesia sin san Benito y san Basilio, san Agustín y san Bernardo, san Francisco y santo Domingo, sin san Ignacio de Loyola y santa Teresa de Ávila, santa Ángela Merici y san Vicente de Paúl? La lista sería casi infinita, hasta san Juan Bosco, la beata Teresa de Calcuta. El beato Pablo VI decía: «Sin este signo concreto, la caridad que anima la Iglesia entera correría el riesgo de enfriarse, la paradoja salvífica del Evangelio de perder garra, la “sal” de la fe de disolverse en un mundo de secularización» (Evangelica testificatio, 3).
Invito por tanto a todas las comunidades cristianas a vivir este Año, ante todo dando gracias al Señor y haciendo memoria reconocida de los dones recibidos, y que todavía recibimos, a través de la santidad de los fundadores y fundadoras, y de la fidelidad de tantos consagrados al propio carisma. Invito a todos a unirse en torno a las personas consagradas, a alegrarse con ellas, a compartir sus dificultades, a colaborar con ellas en la medida de lo posible, para la realización de su ministerio y sus obras, que son también las de toda la Iglesia. Hacedles sentir el afecto y el calor de todo el pueblo cristiano.
Recojamos, pues, la invitación del Papa Francisco y acompañemos a la Vida Consagrada presente en la Diócesis en la Misa del próximo 15 de agosto.
Para profundizar:
Carta Apostólica del Papa Francisco a todos los consagrados con motivo del Año de la Vida Consagrada
No hay comentarios:
Publicar un comentario