domingo, 3 de julio de 2016

Enfoques Dominicales - Santo Tomás o ver para creer


Hoy 3 de julio, es el día de la fiesta de Santo Tomás Apóstol, aquel hombre que quería “ver para creer”. Este 3 de julio de 2016, la Iglesia no celebra esa fiesta, porque cae en domingo y corresponde celebrar la Misa propia del Día del Señor.
Sin embargo, vamos a hablar un poco de Santo Tomás, porque nos da también ocasión para hablar de la fe.
El pasaje bíblico que vamos a comentar está en el Evangelio según San Juan, capítulo 20, versículos 24 al 29.
Nos tenemos que ubicar después de la resurrección de Jesús, cuando Jesús comienza a aparecerse a sus discípulos.
El Evangelio nos cuenta que Tomás había estado ausente en la primera aparición de Jesús resucitado a sus discípulos, que ocurrió el primer día de la semana, es decir, el domingo. No olvidemos que el sábado es el séptimo día.
Tomás se encuentra con los demás discípulos y ellos le cuentan: "Hemos visto al Señor".
Entonces, Tomás responde: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”.
En síntesis, si no veo, no creeré. Ver para creer.
Al domingo siguiente, Jesús vuelve a hacerse presente en medio de sus discípulos.
Los saluda deseándoles la paz, y después llama a Tomás y le dice:
“Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”.
Pero Tomás no hace ninguno de esos gestos que antes había reclamado.
En cambio, Tomás proclama “¡Señor mío y Dios mío!”
De esa forma, hace una maravillosa profesión de fe. Llama a Jesús “Señor” y “Dios” y, más todavía, lo reconoce como “su” Señor y “su” Dios.
No obstante, Jesús le dice y nos dice también a nosotros:
“Ahora crees, porque me has visto. ¡Bienaventurados los que creen sin haber visto!”.

Todo parece muy simple. Tomás creyó, y ya está.
Sin embargo es tan simple (tampoco es tan complicado).
Veamos. A partir del momento en que Tomás ve a Jesús ¿qué sucede?
¿Tomás cree o Tomás sabe? ¡No es lo mismo!

Fíjense ustedes. Cuando nos han contado un hecho, la cuestión está en creer o no creer lo que nos relatan. Pero cuando vemos el hecho, cuando nos pellizcamos para convencernos de que no estamos soñando, cuando buscamos que otro nos confirme que es verdad lo que vemos, sabemos. Ya no hace falta creer.

Pero Jesús no le dice "ahora sabes", sino "ahora crees". Tomás ha dado un paso en la fe. Sí: ha visto a Jesús resucitado; pero también ha creído, para poder decirle "Señor mío y Dios mío".
Y si no, vayamos al final del evangelio según San Mateo (18,16-20). Allí se dice que "Al verlo, se postraron delante de él; sin embargo, algunos todavía dudaron".
Así es. Todos vieron a Jesús resucitado. Los que creyeron, de inmediato se postraron ante Él. Otros todavía dudaron. ¿Qué es lo que se ve y lo que no se ve en estos encuentros con Jesús?
San Gregorio Magno lo explicaba así:
“Lo que [Tomás] creyó superaba a lo que vio.
En efecto, un hombre mortal no puede ver la divinidad. Por esto lo que él vio fue la humanidad de Jesús, pero confesó su divinidad al decir: ¡Señor mío y Dios mío!
Él, pues, creyó (...) ya que, teniendo ante sus ojos a un hombre verdadero, lo proclamó Dios, cosa que escapaba a su mirada.”
Siglos más tarde, Santo Tomás de Aquino (otro Tomás) lo expresaba en forma aún más sintética:
“Tomás vio al hombre y las cicatrices, y a partir de esto, creyó en la divinidad del resucitado.”
Nosotros, los que creemos sin haber visto, estamos entre los bienaventurados que Jesús señala: "felices los que creen sin haber visto". Hemos creído sin ver. Pero eso es la fe.
No es ciega, no es irracional. Es un salto que va más allá de los límites de nuestros sentidos, para abrirnos a una nueva dimensión de la existencia: la vida divina.
El acto de fe de Tomás lo repetimos en la Eucaristía, al contemplar el Cuerpo de Cristo en la Hostia consagrada y, con Tomás, reconocerlo diciendo "Señor mío y Dios mío".
La oración final de la Misa que se reza en la fiesta de Santo Tomás nos hace presente nuestro propio acto de fe frente a la presencia real de Cristo en el Pan de Vida y nos invita a que la Eucaristía vivida, el encuentro con Jesús, se proyecte en nuestra vida cotidiana. Dice así la oración:
Dios nuestro, en este sacramento hemos recibido verdaderamente el Cuerpo de tu Hijo unigénito; concédenos que lo reconozcamos por la fe como Dios y Señor nuestro, y también lo confesemos con las obras y con la vida, a ejemplo del apóstol Tomás.
¡Qué así sea!

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Enfoques Dominicales es un programa que se emite por 1340 AM La Voz de Melo, los domingos a las 11:50. La versión escrita que presenta el Blog no necesariamente es la versión literal de lo emitido, pero sí su contenido esencial.


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