viernes, 17 de septiembre de 2021

Domingo XXV durante el año (Marcos 9,30-37). Beatas Dolores y Consuelo Aguiar-Mella Díaz.

 

El domingo pasado escuchamos a Jesús en el evangelio anunciar a sus discípulos lo que sucedería con él. Les dijo que el Hijo del hombre

debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días.
Ese mismo domingo, en la clausura del Congreso Eucarístico Internacional de Budapest, el Papa Francisco nos decía en su homilía:
La Eucaristía está ante nosotros para recordarnos quién es Dios. No lo hace con palabras, sino de forma concreta, mostrándonos a Dios como Pan partido, como Amor crucificado y entregado.
el Señor permanece allí, en la sencillez de un Pan que se deja partir, distribuir y comer.
En este domingo, el evangelio nos cuenta que Jesús continúa enseñando a sus discípulos que él debía morir y resucitar. Sin embargo:
los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas.
No es sorprendente que los discípulos no comprendieran. Como decía también Francisco, los discípulos piensan “como piensan los hombres”;
es la lógica del mundo, de la mundanidad, apegada al honor y a los privilegios, encaminada al prestigio y al éxito. Lo que cuenta es la consideración y la fuerza, lo que atrae la atención de la mayoría y sabe hacerse valer ante los demás.
Conociendo el corazón de sus discípulos, Jesús les pregunta de qué hablaban en el camino:
Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande.
Inútil silencio. Jesús conoce aquello que está agitando sus corazones. Sin reproches, les enseña:
«El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos».
Ese es el camino de Jesús. No está pidiendo a sus discípulos algo que no realizara él mismo.
Decía también, Francisco, el domingo pasado:
Cuando se perfila la cruz, la perspectiva del dolor, el hombre se rebela.
La cruz no está nunca de moda, ni hoy ni en el pasado.
La lógica de Dios … es la del amor humilde. El camino de Dios rehúye cualquier imposición, ostentación y todo triunfalismo; está siempre dirigido al bien del otro, hasta el sacrificio de sí mismo.

Dolores y Consuelo, beatas uruguayas

El seguimiento de Jesús crucificado fue el camino que tomaron dos hermanas uruguayas a las que en este domingo 19 recordamos: son las beatas y mártires Dolores y Consuelo Aguiar-Mella Díaz, que sufrieron su martirio en Madrid en 1936, al comienzo de la guerra civil española.
Habían nacido en Montevideo, en 1897 y 1898, respectivamente. En 1899 la familia se trasladó a España.
Aunque Dolores se sintió llamada a la vida religiosa, las dos hermanas permanecieron como laicas, vinculadas a la Hermanas de las Escuelas Pías o Escolapias. La vida de ambas fue expresión de su amor a Dios y a los hermanos, como discípulas de Jesús, servidor de todos.
El 19 de septiembre a las 8 de la mañana, fue detenida Dolores, en el momento que cruzaba la calle para llevar a otro grupo de hermanas, la leche que necesitaban. Al mediodía, llegó un miliciano con un papel escrito por Dolores, en el que pedía que María de la Yglesia, superiora de las Escolapias, concurriera a declarar, acompañada de otra persona.
Esa otra persona fue Consuelo.
Los cadáveres de las tres fueron encontrados por la cuñada de las dos uruguayas en el depósito municipal de difuntos.
La noticia tuvo gran impacto en Uruguay. El hecho fue calificado de verdadero martirio.

Hna. María Isabel Araújo (+QEPD)

El 13 de septiembre falleció en Canelones la Hna. María Isabel Araújo, salesa del Convento de la Visitación de María, en Progreso. Nos unimos a las hermanas en su dolor y en su oración.

Nuevo Obispo de Melo

Mons. Pablo Jourdan, hasta ahora obispo auxiliar de Montevideo, ha sido nombrado por el Papa Francisco nuevo Obispo de Melo. Me uno a la alegría de mi anterior comunidad diocesana y expreso mis mejores augurios al nuevo pastor de Cerro Largo y Treinta y Tres. Recemos todos por él y por su diócesis.

En esta semana

Lunes 20 - Memoria de los santos Andrés Kim Tae-gön, presbítero, Pablo Chöng Ha-sang y compañeros, mártires en Corea. Se veneran este día en común celebración los ciento tres mártires que en aquel país dieron la vida en testimonio de su fe. La fe cristiana fue introducida en Corea por un grupo de laicos que habían conocido en China el libro de los evangelios. Esa fe fue después alimentada y reafirmada por la predicación y celebración de los sacramentos por medio de los misioneros. Los ciento tres mártires, niños, jóvenes, laicos casados y solteros, ocho sacerdotes y tres obispos, unidos en el suplicio, consagraron con su sangre preciosa los inicios de la Iglesia en Corea (1839-1867).

Martes 21 - Fiesta de san Mateo, apóstol y evangelista, llamado antes Leví, que al ser invitado por Jesús para seguirlo, dejó su oficio de publicano o recaudador de impuestos. En la comunidad por él formada y siguiendo la inspiración divina, se escribió un evangelio en el que se proclama que Jesucristo es hijo de David e hijo de Abrahán, dando plenitud al Antiguo Testamento.

El miércoles 22 es el Día del maestro. Una jornada para recordar con gratitud a quienes nos guiaron en nuestros primeros pasos en la adquisición de los conocimientos básicos para desempeñarse en la vida.

El Padre Pío, San Pío de Pietrelcina, fraile y sacerdote Capuchino murió el 23 de septiembre de 1968. En el convento de San Giovanni Rotondo, en Italia, se dedicó a la dirección espiritual de los fieles y a la reconciliación de los penitentes, mostrando una atención particular hacia los pobres, necesitados y enfermos. Fundó en San Giovanni la Casa del alivio del Sufrimiento, un gran hospital que prolonga hoy su obra.

Recordamos también el 23 de septiembre el fallecimiento de José Artigas (1850), en su exilio en Paraguay y el del primer arzobispo de Montevideo, Mons. Mariano Soler (1908).

Finalmente, el viernes 24, celebramos a Nuestra Señora, la Virgen de las Mercedes, patrona de la diócesis que abarca Soriano y Colonia. Es también el día de la Pastoral Carcelaria y el recuerdo de un acontecimiento de la guerra de independencia: la Batalla del Rincón, en 1825.

Gracias, amigas y amigos, por su atención. Hasta aquí llegamos por hoy. Sigamos cuidándonos. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

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