San Juan XXIII, el Papa que creó la Diócesis de Canelones |
Misa en la Catedral Nuestra Señora de Guadalupe
Lecturas
Homilía
Queridas hermanas, queridos hermanos:
Estamos reunidos esta tarde, en torno al altar de la Iglesia Catedral, ante todo, para dar gracias al Señor por estos sesenta años de vida diocesana.
El 25 de noviembre de 1962 el papa San Juan XXIII creó la Diócesis de Canelones, dándole como extensión el departamento del mismo nombre. Hasta entonces, el territorio formaba parte de la Arquidiócesis de Montevideo y de la Diócesis de San José de Mayo.
Iglesia significa “convocatoria”. Estamos aquí, no por iniciativa nuestra, sino porque hemos sido llamados. El Señor tuvo la iniciativa. Él nos ha llamado. Solo si reconocemos esa primacía del Señor podemos aceptarnos en nuestras diferencias y caminar juntos con Él y hacia Él, en comunión, en unidad.
San Pablo, en la primera lectura, nos muestra con dos imágenes: campo y edificio, esa iniciativa de Dios que, no solo comienza la obra, sino que sigue labrando y construyendo la Iglesia. Ustedes son campo de Dios y edificio de Dios, dice Pablo.
Aunque el apóstol recuerda que él también ha trabajado; más aún, que ha puesto los cimientos de esa comunidad de Corinto, e invita a “que cada cual se fije bien de qué manera construye”, el trabajo fundamental es la obra de la Gracia, que hace de la comunidad y de cada uno de sus miembros “templo de Dios”.
¿Qué han sido estos 60 años de vida diocesana? No es mucho en la vida de la Iglesia y no es mucho lo que puede decir quien recién llega a Canelones. Tal vez hay que empezar por recordar que la Iglesia en lo que hoy es el departamento de Canelones no comienza con la fundación de la Diócesis. Comenzó a estar presente con los fieles que fueron poblando su territorio y que se preocuparon de construir las primeras capillas: hacia 1759 la capilla de Canelón Chico, “en honra y veneración de Nuestra Señora de Guadalupe” y años más tarde la capilla de San Isidro de Las Piedras. A medida que fue creciendo la población y se fueron conformando los centros poblados de Villa Guadalupe y San Isidro de Las Piedras, los fieles pidieron la presencia estable de sacerdotes. El Obispo de Buenos Aires, diócesis a la que pertenecía en esa época la Provincia Oriental, fue erigiendo las primeras parroquias de lo que hoy es la Diócesis de Canelones.
En la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, dejó su huella el venerable Jacinto Vera, que llegó en 1842 y desde aquí atendió la vida espiritual de los fieles, preocupándose por la educación de los niños y jóvenes y emprendiendo misiones en Santa Lucía, Tala, Santa Rosa y otras capillas del territorio parroquial. La misión siguió estando presente en la vida de Mons. Vera, que siguió realizándolas como Vicario Apostólico y luego como primer Obispo del Uruguay, hasta morir en plena misión, el 6 de mayo de 1881.
Con el recuerdo del “misionero santo”, como se le ha llamado, vayamos al evangelio que ha sido proclamado hoy. Es el final de San Mateo, en el que Jesús envía a los Once: “hagan que todos los pueblos sean mis discípulos”. La Iglesia existe para evangelizar. Ser discípulo de Jesús lleva consigo ser misionero. El Señor vuelve a enviarnos, aquí en Canelones, a compartir, en este tiempo que ha tenido y tiene mucha desolación, la alegría del Evangelio, la alegría de haber encontrado a Jesucristo, que nos ha prometido “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”.
Encomendamos a Nuestra Señora de Guadalupe a todo el Pueblo de Dios que peregrina en Canelones, para que sigamos renovando siempre nuestro encuentro con el Señor en su Palabra y en los sacramentos y vivamos nuestra misión aquí, donde Él nos ha sembrado, Él, que es quien nos cultiva y nos construye, como campo suyo y edificio suyo que somos. A Él la gloria y alabanza por los siglos. Amén.
La Diócesis de Canelones en el Uruguay |
No hay comentarios:
Publicar un comentario