viernes, 28 de enero de 2022

“El amor no pasará jamás” (1 Corintios 12,31 – 13,13). IV Domingo durante el año.

Cuando yo era párroco -lo fui por once años en Sagrado Corazón, Paysandú- muchas veces me tocó preparar junto con los novios la celebración de un matrimonio. Al proponerles distintas posibles lecturas, pude ver que la gran mayoría elegía el pasaje de la primera carta de San Pablo a los Corintios, conocido como el himno del amor, o himno de la caridad. Ese es el pasaje que aparece hoy en la segunda lectura. Sobre ese texto vamos a hacer hoy nuestra reflexión.

Hermanos:
Aspiren a los dones más perfectos. Y ahora voy a mostrarles un camino más perfecto todavía.
Así comienza esta lectura. Un comienzo al que prestarle atención, porque relaciona este pasaje con el anterior, que termina con una enumeración de dones o carismas:
el don de hacer milagros, el don de curar, el don de socorrer a los necesitados, el don de gobernar y el don de lenguas.
Pablo continúa diciendo “aspiren a los dones más perfectos”. El “camino más perfecto” que él quiere mostrar es el camino del amor.
Nueve veces aparece la palabra “amor” en este pasaje de Pablo. ¿De qué amor se trata? En su carta encíclica “Dios es amor”, el actual papa emérito Benedicto XVI nos dice que, en griego, la lengua en la que escribió san Pablo, había tres palabras distintas que se pueden traducir como “amor”. Ellas son eros, philia y agapé.
Eros se refería al amor entre hombre y mujer; philia, al amor de amistad, que en el evangelio de Juan expresa la relación entre Jesús y sus discípulos. El tercer término es agapé, un poco dejado de lado en el mundo griego, que el cristianismo recuperó para expresar la concepción bíblica del amor. Dice Benedicto XVI:
este vocablo expresa la experiencia del amor que ha llegado a ser verdaderamente descubrimiento del otro... el amor es ocuparse del otro y preocuparse por el otro… no se busca a sí mismo … sino que ansía más bien el bien del amado: se convierte en renuncia, está dispuesto al sacrificio, más aún, lo busca. (Deus Caritas est, 6)
Del griego agapé deriva nuestra palabra ágape, que todavía se usa como sinónimo de banquete; pero el ágape era la comida fraterna de los primeros cristianos. Ágape es la Eucaristía, donde el mismo Dios se ofrece como alimento y ágape era también el compartir fraterno de la comunidad, después de la Misa. Un compartir que, a veces, no se hacía en la forma debida, como reprocha Pablo a los Corintios, llamándolos a la conversión (1 Corintios 11,21)

apenas se sientan a la mesa, cada uno se apresura a comer su propia comida, y mientras uno pasa hambre, el otro se pone ebrio.

Pero vayamos a nuestro texto.

Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
“Si no tengo amor”… El amor es lo que da sentido a las buenas obras. Pablo retoma algunos de los carismas a los que había aludido: el don de lenguas, la profecía, la ayuda a los pobres… incluso la fe, no tienen sentido, no sirven de nada si falta el amor. En 2016 celebramos un año de la Misericordia, en el que muchas veces tratamos de poner en práctica las 14 obras de misericordia, corporales y espirituales. Cada una de ellas es un bien; pero solo el amor que se pone en ellas las hace obras de misericordia.
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.
El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Recordemos lo que dijimos sobre el agapé. El amor que busca el bien del otro. Para nuestra mentalidad moderna, algunas de estas expresiones pueden ser rechinantes. Pero no confundamos amor con sumisión. Este amor no es debilidad; es fortaleza; por eso, todo lo soporta. No disculpa ni soporta desde el miedo, sino desde el valor para creer y esperar todo, aunque parezca que no se puede creer ni esperar nada. No es pasividad ante el mal. Toda esta carta es un grito de amor de Pablo hacia esa comunidad que, en muchos aspectos se ha apartado del camino de Jesús y a la que Pablo, con amor, quiere ayudar a convertirse, a volverse al Señor. Para una reflexión más detenida sobre este pasaje, aplicado al amor conyugal y familiar, les recomiendo el capítulo cuarto de Amoris Laetitia, “La alegría del amor”, del Papa Francisco.
El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas. Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto.
El amor no pasará jamás. El verdadero amor, el agapé vivido en la verdad, la entrega y la generosidad no se extingue. Puede que un acto de amor no sea recibido o valorado por algunas de las personas a las que está dirigido, pero no se pierde, porque queda en la memoria de Dios, que no olvida ni siquiera a quien dio un vaso de agua a uno de los discípulos de Jesús (Marcos 9,41). En definitiva, el amor no puede pasar, porque “Dios es amor” (1 Juan 4,16).

Calendario litúrgico

31 de enero, San Juan Bosco. Fundador de los Salesianos y, junto con santa María Mazzarello, fundador de las Hijas de María Auxiliadora, las Salesianas. En nuestra diócesis está dedicada a él la capilla de Canelón Chico.

2 de febrero, Presentación del Señor. Cuarenta días después de Navidad, Jesús fue conducido al Templo por María y José, cumpliendo lo indicado por la Ley. Fue un encuentro con el pueblo creyente y gozoso, representado por los ancianos Simeón y Ana.
En este día recordamos también a la beata María Domenica Mantovani, fundadora de las Hermanitas de la Sagrada Familia, que están en Progreso. María Domenica será canonizada este año, el 15 de mayo.

3 de febrero, San Blas, obispo y mártir, invocado para la protección de las gargantas y 5 de febrero, Santa Águeda, virgen y mártir.

Amigas y amigos: esto es todo por hoy. Buena semana. Cuídense mucho y que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo, Amén.

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