jueves, 20 de enero de 2022

“Jesús se levantó para hacer la lectura” (Lucas 1,1-4;4,14-21). III Domingo durante el año.

 

Preparando estas reflexiones sobre la Palabra de Dios que escuchamos cada domingo, trato siempre de elegir un versículo que de algún modo resuma el mensaje de Jesús. La reflexión de hoy se podría haber titulado, por ejemplo, “El Espíritu del Señor está sobre mí” o bien “lo que acaban de oír se cumple hoy”. Sin embargo, elegí esa frase aparentemente tan simple, casi banal: “Jesús se levantó para hacer la lectura”.
La elegí porque es como un eco de la primera lectura, donde se nos cuenta que el sacerdote y escriba Esdras...

Leyó el libro … en presencia de los hombres, de las mujeres y de todos los que podían entender. Y todo el pueblo seguía con atención la lectura del libro de la Ley. (Nehemías 8, 2-4a. 5-6. 8-10)
Lo que nos relata este pasaje no es una reunión habitual, una reunión común, del Pueblo de Dios, en la que se leía y se comentaba la Palabra, sino una ocasión muy especial. Es la asamblea que se reúne en Jerusalén después de volver del cautiverio en Babilonia. Es el encuentro del pueblo con su tierra, sus raíces y su fe. La lectura no solo es seguida con atención, sino con profunda emoción:
todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la Ley.
Era un recomienzo conmovedor, después de un doloroso y largo período de exilio.

Yendo al evangelio nos encontramos, en cambio, en la reunión habitual del Pueblo de Dios, el sábado, en la sinagoga.
Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí…».
Jesús se levantó, es decir, respetuosamente se puso de pie para hacer la lectura. La comunidad estaba reunida para escuchar la Palabra. Jesús, como lo hiciera siglos antes el sacerdote Esdras, la leyó para todos los que estaban allí.
En la sinagoga se encontraban los libros (en este caso, los rollos) que forman lo que hoy llamamos Antiguo Testamento o el libro de la Primera Alianza.
Cuando se menciona la Ley, no se está hablando solo de leyes o mandamientos. Era una forma de nombrar toda la Palabra de Dios, con la expresión “TANAJ”. En rigor, la Ley, en hebreo Torah, abarca los cinco primeros libros de la Biblia, atribuidos a Moisés. Otro grupo de libros está formado por los Nevi'im (los Profetas) y el tercer grupo por los Ketuvim, que significa “los escritos”.

Jesús leyó un pasaje del profeta Isaías. Cerró el libro, lo devolvió y se sentó para comentar la Palabra. Y lo primero que dijo fue:
«Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír».
El pasaje de Isaías leído por Jesús resume la misión del profeta.
Después de manifestar que el Señor lo ha ungido con su Espíritu, Isaías agrega:

Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres,
a anunciar la liberación a los cautivos
y la vista a los ciegos,
a dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor.
Todo eso, expresa Jesús, se cumple en él, alcanza su plenitud. Al afirmar esto, Jesús se está manifestando a sí mismo como Buena Noticia, como Evangelio. Mateo, Marcos, Lucas y Juan no nos presentan “biografías” o “historias” de Jesús: en cambio, nos proponen el evangelio. Cada uno de ellos lo hace con su propia perspectiva, sus acentos, sus matices; pero se trata del evangelio: la buena noticia de Jesús, Hijo de Dios hecho hombre, salvador.

Al declarar que en él se cumple lo expresado por el profeta, Jesús presentó su programa. Vino a liberar al ser humano de toda clase de esclavitudes, sufrimientos, opresiones y abusos. Él mismo será la luz que aleje de los corazones el sinsentido y la desesperanza. Él mismo será gracia y perdón para los pecadores arrepentidos. Liberándonos de todo lo que nos esclaviza, nos disminuye y nos deshumaniza, irá abriendo en nosotros la vida de Dios, haciendo presente su Reino y conduciéndonos hacia la vida definitiva, la vida eterna.

Jesús se levantó para leer a sus hermanos la Palabra de Dios, pero Él mismo es esa Palabra; la Palabra eterna del Padre que comunica y realiza la salvación para quienes la reciben. Y si las recibimos, también para nosotros esas palabras se cumplen hoy.

Santos de la semana

Este domingo 23 de enero, se cumplen 450 años del nacimiento de Santa Juana Chantal, cofundadora, junto con San Francisco de Sales, de la Orden de la Visitación de María, las hermanas salesas, que tienen un monasterio en nuestra diócesis, en la localidad de Progreso.

El lunes 24 celebramos la memoria de San Francisco de Sales, quien, además de fundar las salesas, inspiró a san Juan Bosco para crear los salesianos.
Habiendo entregado su alma a Dios el 28 de diciembre de 1621, Francisco recibió sepultura en su catedral de Annecy, en Francia, el 24 de enero de 1622. Se cumplen, pues, 400 años de ese acontecimiento. Ese aniversario ha motivado un año jubilar para las Salesas, que se inicia mañana y culminará el 28 de diciembre. Durante este año, participando de las distintas celebraciones jubilares en la capilla del monasterio o rezando ante una imagen de san Francisco de Sales y cumpliendo las debidas condiciones, los fieles podrán obtener la indulgencia plenaria para sí mismos o para las almas del Purgatorio.

La conversión de san Pablo es la fiesta litúrgica del martes 25. Recordamos como el apóstol, viajando hacia Damasco y maquinando amenazas de muerte contra los discípulos de Jesús, como el mismo lo refiere fue “alcanzado por Cristo Jesús” (Filipenses 3,12). A partir de allí iniciaría el camino que lo convirtió en el maestro insigne que interpretó la fe y la extendió a todas las gentes (cf. Prefacio de la solemnidad de San Pedro y San Pablo).

Al día siguiente de la conversión de san Pablo, el miércoles 26, celebramos la memoria de dos de sus discípulos, los santos Timoteo y Tito, que lo ayudaron en su ministerio y presidieron las Iglesias de Éfeso y de Creta, respectivamente. A ellos dirigió cartas que contienen sabias advertencias para los pastores, en vista de la formación de los fieles.

Finalmente, el viernes 28 recordamos a Santo Tomás de Aquino, sacerdote dominico, doctor de la Iglesia. Es el patrono de la parroquia de la localidad de Francisco Soca, que en otro tiempo tuvo el nombre de Mosquitos, por el arroyo que pasa junto a ella, pero que también fue conocida por el nombre del santo patrono. La parroquia suele celebrar su fiesta patronal en el mes de marzo.

Amigas y amigos, esto es todo por hoy. Sigamos cuidándonos. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amen.

No hay comentarios: