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martes, 31 de diciembre de 2024

Palabra de Vida. Somos hijos de Dios. Juan 1,1-18.


Martes 31 de diciembre de 2024.
Octava de Navidad.

Lectura de la primera carta de san Juan     2, 18-21

Hijos míos, ha llegado la última hora.
Ustedes oyeron decir que vendría el Anticristo;
en realidad, ya han aparecido muchos anticristos,
y por eso sabemos que ha llegado la última hora.
Ellos salieron de entre nosotros,
sin embargo, no eran de los nuestros.
Si lo hubieran sido,
habrían permanecido con nosotros.
Pero debía ponerse de manifiesto
que no todos son de los nuestros.
Ustedes recibieron la unción del que es Santo,
y todos tienen el verdadero conocimiento.
Les he escrito,
no porque ustedes ignoren la verdad,
sino porque la conocen,
y porque ninguna mentira procede de la verdad.

Palabra de Dios.

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sábado, 28 de diciembre de 2024

Los Santos Inocentes. Ser esperanza en medio del dolor. 1 Juan 1,5-2,2


 

Palabra de Vida.
Sábado 28 de diciembre de 2024.
Octava de Navidad.
(Tomado del libro de Frei Hans y Christian Heim; "Frei, uma conversa com Hans Stapel")

Queridos hermanos:
    La noticia que hemos oído de él y que nosotros les anunciamos, es esta: Dios es luz, y en él no hay tinieblas. Si decimos que estamos en comunión con él y caminamos en las tinieblas, mentimos y no procedemos conforme a la verdad. Pero si caminamos en la luz, como él mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado.
    Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos y purificarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso, y su palabra no está en nosotros.
    Hijos míos, les he escrito estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos un defensor ante el Padre: Jesucristo, el Justo. El es la Víctima propiciatoria por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Palabra de Dios.

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viernes, 27 de diciembre de 2024

San Juan, apóstol y evangelista. Ver y creer. Juan 20,2-8



Palabra de Vida.
Viernes 27 de diciembre de 2024.
Octava de Navidad.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     20, 2-8

El primer día de la semana, María Magdalena corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.

Palabra del Señor.

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jueves, 26 de diciembre de 2024

San Esteban, protomártir. Testimoniar la fe. Hechos 6,8-10;7,54-59.



Palabra de Vida.
Jueves 26 de diciembre de 2024.
Octava de Navidad.
Imagen: Martirio de San Esteban (detalle). Anónimo. Museo del Prado.

Lectura de los Hechos de los Apóstoles     6, 8-10; 7, 54-60

    Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y signos en el pueblo. Algunos miembros de la sinagoga llamada «de los Libertos», como también otros, originarios de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia, se presentaron para discutir con él. Pero no encontraban argumentos, frente a la sabiduría y al espíritu que se manifestaba en su palabra.
    Al oír esto, se enfurecieron y rechinaban los dientes contra él. Esteban, lleno del Espíritu Santo y con los ojos fijos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios. Entonces exclamó: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.»
    Ellos comenzaron a vociferar y, tapándose los oídos, se precipitaron sobre él como un solo hombre; y arrastrándolo fuera de la ciudad, lo apedrearon. Los testigos se quitaron los mantos, confiándolos a un joven llamado Saulo.
    Mientras lo apedreaban, Esteban oraba, diciendo: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Después, poniéndose de rodillas, exclamó en alta voz: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado». Y al decir esto, expiró.

Palabra de Dios.

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miércoles, 25 de diciembre de 2024

Palabra de Vida: El Amor habitó entre nosotros. Juan 1,1-18.



Natividad del Señor.
25 de diciembre de 2024.
Ilustración: "La adoración de los pastores" de Bartolomé Murillo (detalle)
¡FELIZ NAVIDAD!

+ Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan     1, 1-18

Al principio existía la Palabra,
y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra
y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas,
y las tinieblas no la percibieron.

Apareció un hombre enviado por Dios,
que se llamaba Juan.
Vino como testigo,
para dar testimonio de la luz,
para que todos creyeran por medio de él.
Él no era la luz,
sino el testigo de la luz.

La Palabra era la luz verdadera
que, al venir a este mundo,
ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo,
y el mundo fue hecho por medio de ella,
y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos,
y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron,
a los que creen en su Nombre,
les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre,
ni por obra de la carne,
ni de la voluntad del hombre,
sino que fueron engendrados por Dios.

Y la Palabra se hizo carne
y habitó entre nosotros.
Y nosotros hemos visto su gloria,
la gloria que recibe del Padre como Hijo único,
lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de Él, al declarar:
«Este es Aquel del que yo dije:
El que viene después de mí
me ha precedido,
porque existía antes que yo.»

De su plenitud, todos nosotros hemos participado
y hemos recibido gracia sobre gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés,
pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios;
el que lo ha revelado es el Dios Hijo único,
que está en el seno del Padre.

Palabra del Señor.

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martes, 24 de diciembre de 2024

Palabra de Vida: Preparar la fiesta para Jesús. Lucas 1,67-79


 

Último día de Adviento. Martes 24 de diciembre de 2024.
Mirando hacia la Nochebuena...

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     1, 67-79

      Zacarías, el padre de Juan, quedó lleno del Espíritu Santo y dijo proféticamente:
«Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su Pueblo, y nos ha dado un poderoso Salvador en la casa de David, su servidor, como lo había anunciado mucho tiempo antes por boca de sus santos profetas, para salvarnos de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odian. Así tuvo misericordia de nuestros padres y se acordó de su santa Alianza, del juramento que hizo a nuestro padre Abraham de concedernos que, libres de temor, arrancados de las manos de nuestros enemigos, lo sirvamos en santidad, y justicia bajo su mirada, durante toda nuestra vida.
      Y tú, niño, serás llamado Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor preparando sus caminos, para hacer conocer a su Pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados; gracias a la misericordiosa ternura de nuestro Dios, que nos traerá del cielo la visita del Sol naciente, para iluminar a los que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte, y guiar nuestros pasos por el camino de la paz».

Palabra del Señor.

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sábado, 21 de diciembre de 2024

Palabra de Vida: Feliz el que cree con Esperanza. Lucas 1,39-45



Tiempo de Adviento. Sábado 21 de diciembre de 2024.
Reflexión tomada del Papa Francisco, Audiencia General, 7 de diciembre de 2016

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     1, 39-45

    María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.
    Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su vientre, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:
    «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.»

Palabra del Señor.

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“Se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”. (Lucas 1,39-45). IV Domingo de Adviento.

Cuando creemos en la promesa que alguien nos hace, esa creencia despierta nuestras esperanzas y nos moviliza. No cualquier promesa: la promesa de algo que responde a nuestros anhelos. No cualquier persona: sino alguien que juzguemos digno de confianza.

Hay una bonita canción que dice “Yo creo en las promesas de Dios”. No hay promesa mejor ni nadie más digno de confianza.

Hoy nos encontramos con dos madres, María e Isabel, que han creído en la promesa de Dios. Las dos están “en dulce espera”, como suele decirse. Isabel ya pensaba que no tendría un hijo, pero Dios la sorprendió y concibió, con su esposo Zacarías, al futuro Juan el Bautista.

María, comprometida con José, no había tenido relación con ningún hombre; pero también la sorprende Dios engendrando en ella a Jesús, el salvador.

El evangelio nos presenta el feliz encuentro de estas dos mujeres. Es un pasaje muy breve, pero vale la pena detenerse en cada detalle.

En el pasaje anterior, María había recibido el anuncio del ángel Gabriel: ella había sido elegida como madre del Salvador. Se produjo entonces un breve diálogo. María preguntó cómo sucedería eso. El ángel se lo explicó y le informó también que Isabel, pariente de María, considerada estéril, estaba en su sexto mes de embarazo, “porque no hay nada imposible para Dios” (Lucas 1,37).

María dio su consentimiento, diciendo: “Yo soy la servidora del Señor. Que se haga en mí según tu palabra”. El ángel se marchó y entonces…

María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. (Lucas 1,39)

A partir de este versículo, el papa Francisco suele referirse a María como “nuestra Señora de la prontitud”. En el mismo sentido, san Ambrosio hace este comentario:

Desde que lo supo, María, no por falta de fe en la profecía, no por incertidumbre respecto al anuncio, no por duda acerca del ejemplo indicado por el ángel, sino con el regocijo de su deseo, como quien cumple un piadoso deber, presurosa por el gozo, se dirigió a las montañas.

“Presurosa por el gozo” y presurosa por la voluntad de servir, de ayudar a su pariente anciana con su avanzado embarazo, María va al lugar donde viven Isabel y su esposo.

Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: (Lucas 1,40-42a)

El futuro Juan el Bautista profetiza: salta dentro del seno de su madre, porque ha reconocido la presencia del salvador.

Isabel devuelve el saludo. Notemos que habla “llena del Espíritu Santo”, de modo que sus palabras son también proféticas:

«¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.» (Lucas 1,42-45)

“Feliz de ti por haber creído”. La palabra griega que aquí se traduce como “feliz” es “makaria”, que también podemos traducir como “bienaventurada”, porque ésa es la palabra que utiliza Jesús en sus bienaventuranzas. San Juan Pablo II, comentando este pasaje, decía que “La primera bienaventuranza que se menciona en los evangelios está reservada a la Virgen María”, por su total entrega a Dios y la plena adhesión a su voluntad, por medio de su “sí” pronunciado en el momento de la Anunciación.

¿Qué es lo que ha creído María? María ha creído que se cumplirá lo que le fue anunciado de parte del Señor. Y ahí volvemos a nuestro punto de partida. La fe y la confianza de María en el cumplimiento de la promesa no es solo de ella. El niño que comienza a formarse en ella es el Mesías anunciado, el Salvador prometido por Dios. La fe de María es como el vértice de la fe de su Pueblo a lo largo de la historia. Sí, ella puede haber sido sorprendida por ser elegida, pero no por lo que iba a acontecer a través de ella. Ella hace parte del Pueblo de la promesa, del Pueblo que ha esperado, transmitiendo esa esperanza de generación en generación.

Nosotros entraremos pronto al Año Jubilar 2025, que el papa Francisco ha convocado con el lema “Peregrinos de esperanza”. En su bula “Spes non confundit”, con la que convoca al jubileo, el santo Padre nos recuerda que:

... el Espíritu Santo, con su presencia perenne en el camino de la Iglesia, es quien irradia en los creyentes la luz de la esperanza. Él la mantiene encendida como una llama que nunca se apaga, para dar apoyo y vigor a nuestra vida. La esperanza cristiana, de hecho, no engaña ni defrauda, porque está fundada en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos nunca del amor divino: “¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo?”

La escena de la visitación está llena del Espíritu. Es el Espíritu Santo quien ha engendrado a Jesús, el Hijo de Dios, en el seno de María. Es el Espíritu quien hace saltar de alegría al futuro Juan el Bautista. Isabel habla llena del Espíritu Santo. Jesús, en el vientre de María, es la esperanza del mundo. Ella lo lleva como Madre de la Esperanza.

Solo ella ha tenido el privilegio de ser un sagrario viviente, en el sentido de llevar corporalmente al Hijo de Dios. Sin embargo, toda alma creyente concibe y engendra la Palabra de Dios. Por la fe, Cristo es fruto de todos, de todos aquellos que, como María, de verdad han creído en la promesa de Dios. Si es así, también nosotros podemos recibir, en unión con María, las palabras de Isabel:

Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor. (Lucas 1,45)

En esta semana

El próximo miércoles es Navidad. En la Misa de Nochebuena, en Roma, el Papa Francisco abrirá la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, dando inicio al Año Santo, el Año Jubilar 2025. En las diócesis, en todo el mundo, el Jubileo se inaugurará el domingo 29, fiesta de la Sagrada Familia. En nuestra diócesis de Canelones, esa celebración tendrá lugar en la ciudad de Sauce, cuya parroquia estará ese día en fiesta patronal, desde las 10 de la mañana, con procesión y Misa. Todos aquellos que deseen acompañarnos y recibir la bendición apostólica para obtener indulgencia plenaria, son bienvenidos.

Gracias, amigas y amigos, por su atención. Que tengan una muy Feliz y Santa Navidad, con la bendición de Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

jueves, 19 de diciembre de 2024

Palabra de Vida: “El Señor... decidió librarme de lo que me avergonzaba ante los hombres” (Lucas 1,5-25)



Tiempo de Adviento. Jueves 19 de diciembre de 2024.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas    1, 5-25

En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase sacerdotal de Abías. Su mujer, llamada Isabel, era descendiente de Aarón. Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad avanzada.
Un día en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía la función sacerdotal delante de Dios, le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la asamblea del pueblo permanecía afuera, en oración, mientras se ofrecía el incienso.
Entonces se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo. Pero el Ángel le dijo: «No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan. Él será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque será grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre, y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su Dios. Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto».
Pero Zacarías dijo al Ángel: «¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy anciano y mi esposa es de edad avanzada.»
El Ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena noticia. Te quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo».
Mientras tanto, el pueblo estaba esperando a Zacarías, extrañado de que permaneciera tanto tiempo en el Santuario. Cuando salió, no podía hablarles, y todos comprendieron que había tenido alguna visión en el Santuario. Él se expresaba por señas, porque se había quedado mudo.
Al cumplirse el tiempo de su servicio en el Templo, regresó a su casa. Poco después, su esposa Isabel concibió un hijo y permaneció oculta durante cinco meses. Ella pensaba: «Esto es lo que el Señor ha hecho por mí, cuando decidió librarme de lo que me avergonzaba ante los hombres».

Palabra del Señor.

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Palabra de Vida: “No hay nada imposible para Dios” (Lucas 1,26-38)



Tiempo de Adviento. Viernes 20 de diciembre de 2024.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     1, 26-38

El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fi».
María dijo al Ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relación con ningún hombre?»
El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios».
María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu palabra».
Y el Ángel se alejó.

Palabra del Señor.

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miércoles, 18 de diciembre de 2024

Palabra de Vida: “Dios con nosotros” (Mateo 1,18-24)



Tiempo de Adviento. Miércoles 18 de diciembre de 2024.
Imagen: Francisco de Goya: "El sueño de San José" (detalle). Museo de Zaragoza. 

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     1, 18-24

    Este fue el origen de Jesucristo:
    María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
    Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su Pueblo de todos sus pecados».
    Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: "La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel", que traducido significa: «Dios con nosotros».
    Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa.

Palabra del Señor.

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sábado, 14 de diciembre de 2024

“Viene uno que es más poderoso que yo”. (Lucas 3,2b-3.10-18). 3er Domingo de Adviento.

 

15 de Diciembre de 2024, Tercer domingo de adviento

“Viene uno que es más poderoso que yo”. (Lucas 3,2b-3.10-18)

¿Qué hacer? Es una pregunta que una persona puede hacerse de muchas maneras.

Se puede hacer desde la total disponibilidad. Vengo a dar una mano, en un momento en que hay mucho trabajo y estoy a lo que me pidan, dispuesto a ponerle ganas… “¿Qué puedo hacer?”

En el otro extremo, la pregunta puede estar cargada con un sentimiento de impotencia, cuando todo se ha intentado y nada ha dado resultado. Pero sin querer bajar los brazos, preguntamos: “¿Qué más se puede hacer?”

El evangelio nos cuenta que a Juan el Bautista la gente le preguntaba “¿Qué debemos hacer?”

La pregunta del qué hacer toma otro sentido. Al agregar ese “qué debemos” está pidiendo una orientación para la vida.

¿Cuál es el marco en que le hacen esa pregunta al Bautista? La gente llegaba donde él estaba predicando. De esa predicación se nos presenta un resumen:

[Juan el Bautista] comenzó a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. (Lucas 3,2b)

En pasajes anteriores vemos que el discurso de Juan era fuerte, advirtiendo de la llegada inminente, muy pronto, del juicio de Dios: 

«El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; el árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego». (Lucas 3,9)

En ese contexto viene la pregunta: “¿Qué debemos hacer?”

La pregunta llega desde tres grupos diferentes de personas y variadas son también las respuestas, aunque esas respuestas son útiles para todos, especialmente la primera.

A la gente, a la multitud, que le pregunta “¿Qué debemos hacer?” Juan responde:
«El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto». (Lucas 3,11)

Es un llamado a estar atento a la necesidad del prójimo, las necesidades más básicas, como el alimento y el vestido. Un llamado a compartir los bienes. Más adelante, en el mismo evangelio de Lucas, encontramos la parábola del rico y el pobre Lázaro, que nos pone frente a las consecuencias de prestar o no atención al pobre y de compartir o no los bienes más elementales.

Un segundo grupo que pregunta es el de los publicanos, recaudadores de impuestos. Eran considerados pecadores públicos, porque cobraban intereses. Los jefes de los publicanos adelantaban al Estado lo que debía recaudarse y luego cargaban fuertes intereses sobre la gente. A ellos Juan el Bautista les dice:

«No exijan más de lo estipulado» (Lucas 3,13)

Es decir, no abusen, no exploten a la gente… Zaqueo y Mateo, publicanos, se convirtieron y siguieron a Jesús.

El tercer grupo que pregunta qué debe hacer es el de los soldados. La respuesta de Juan es:

«No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo». (Lucas 3,14)

Los tiempos no han cambiado. Las necesidades humanas más básicas siguen insatisfechas para muchas personas. Los funcionarios están tentados por diferentes formas de abuso de poder en beneficio propio. La corrupción existe desde tiempos antiguos.

Las acciones concretas que Juan propone ante la pregunta “¿qué debemos hacer?” tienen un objetivo: reencaminar la vida hacia Dios.

Juan une esto a un gesto religioso: el bautismo, que no es todavía el bautismo cristiano, pero tampoco una purificación meramente ritual, exterior. Es, como dice el Evangelio “un bautismo de conversión”, de cambio de vida, “para el perdón de los pecados”… perdón que solo puede otorgar Dios y que llegará a través de aquel “más poderoso” que Juan, es decir, Jesús.

De las exhortaciones a un cambio de vida, Juan pasa a un anuncio. La gente estaba en expectativa respecto a la figura de Juan. Veían su espíritu profético, la autoridad con que llamaba a la conversión y se preguntaban si no sería el Mesías.

Juan sale al paso de esos interrogantes y anuncia:

«Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Tiene en su mano la horquilla para limpiar su era y recoger el trigo en su granero. Pero consumirá la paja en el fuego inextinguible». (Lucas 3,16-17)

“Uno que es más poderoso que yo”. Ése es el Mesías. Juan, con profunda humildad, se confiesa servidor indigno y anuncia dos aspectos fundamentales de la obra del Mesías. 

En primer lugar, el bautismo en el Espíritu Santo y en el fuego. El bautismo que trae Jesús lleva el Espíritu Santo al corazón y a la vida del creyente. 

Hay muchas interpretaciones sobre el significado del fuego. En la otra obra de Lucas, los Hechos de los Apóstoles, el fuego está identificado con el Espíritu Santo, tal como aparece en Pentecostés:

Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo… (Hechos 2,3-4)

El otro aspecto de la obra del Mesías que destaca Juan es el juicio, expresado a través de dos imágenes: el granero, donde se guardará el fruto, es decir, aquellos que reciben a Jesús y dan frutos de conversión y el fuego, donde se quemará la paja: aquellos que rechazan a Jesús y persisten en la maldad.

Este domingo nos invita a la apertura de corazón a Jesús que viene a nosotros, con un deseo sincero de conversión, expresado en acciones concretas. También nos llama a considerar las graves consecuencias del rechazo. Cada uno se juega su futuro en la decisión que tome ante el anuncio del Bautista. Decir que “no” es decidir por sí mismo la eterna separación de Dios y, por tanto, la autonegación de un futuro de vida en Dios.

El año jubilar que comenzará pronto nos recuerda que somos “peregrinos de esperanza”. Nuestras decisiones pueden ir cambiando a lo largo de nuestra vida. Por eso, el llamado a la conversión se repite una y otra vez, para que volvamos de corazón al Señor. Que así suceda en este adviento.

Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

Palabra de Vida: Vivir la profecía y la esperanza. Eclesiástico 48,1-4.9-11.


  
Sábado de la segunda semana de Adviento.
14 de diciembre de 2024. San Juan de la Cruz.
Comentario tomado del Catecismo de la Iglesia Católica, Nro. 64.

Lectura del libro del Eclesiástico     48, 1-4. 9-11

Surgió como un fuego el profeta Elías,
su palabra quemaba como una antorcha.
Él atrajo el hambre sobre ellos
y con su celo los diezmó.
Por la palabra del Señor, cerró el cielo,
y también hizo caer tres veces fuego de lo alto.
¡Qué glorioso te hiciste, Elías, con tus prodigios!
¿Quién puede jactarse de ser igual a ti?
Tú fuiste arrebatado en un torbellino de fuego
en un carro con caballos de fuego.
De ti está escrito que en los castigos futuros
aplacarás la ira antes que estalle,
para hacer volver el corazón de los padres hacia los hijos
y restablecer las tribus de Jacob.
¡Felices los que te verán
y los que se durmieron en el amor,
porque también nosotros poseeremos la vida!

Palabra de Dios.

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viernes, 13 de diciembre de 2024

Palabra de Vida: Librarse de la insatisfacción, amando. Mateo 11,16-19



Viernes de la segunda semana de Adviento.
13 de diciembre de 2024. Santa Lucía.
Hoy ofrecemos extractos de una meditación de Chiara Lubich, tomada de "La Doctrina Espiritual", págs. 231-232.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     11, 16-19

Jesús dijo a la multitud:
    «¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos que, sentados en la plaza, gritan a los otros: "¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!"
    Porque llegó Juan el Bautista, que no come ni bebe, y ustedes dicen: "¡Está endemoniado!" Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores.". Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras».

Palabra del Señor.

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jueves, 12 de diciembre de 2024

Nuestra Señora de Guadalupe. “Mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador” (Lucas 1,39-48)



+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     1, 39-48

    María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:
    «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».
    María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque Él miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz».

Palabra del Señor

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miércoles, 11 de diciembre de 2024

Palabra de Vida: "Los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas" (Isaías 40,25-31)

 


Miércoles de la segunda semana de Adviento.
11 de diciembre de 2024.

Lectura del libro de Isaías     40, 25-31

Dice el Santo:
«¿A quién me van a asemejar,
para que yo me iguale a él?»
Levanten los ojos a lo alto
y miren: ¿quién creó todos estos astros?
El que hace salir a su ejército uno por uno
y los llama a todos por su nombre:
¡su vigor es tan grande, tan firme su fuerza,
que no falta ni uno solo!
¿Por qué dices, Jacob,
y lo repites tú, Israel:
«Al Señor se le oculta mi camino
y mi derecho pasa desapercibido a mi Dios»?
¿No lo sabes acaso? ¿Nunca lo has escuchado?
El Señor es un Dios eterno,
Él crea los confines de la tierra;
no se fatiga ni se agota,
su inteligencia es inescrutable.
Él fortalece al que está fatigado
y acrecienta la fuerza del que no tiene vigor.
Los jóvenes se fatigan y se agotan,
los muchachos tropiezan y caen.
Pero los que esperan en el Señor
renuevan sus fuerzas,
despliegan alas como las águilas;
corren y no se agotan,
avanzan y no se fatigan.

Palabra de Dios.

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martes, 10 de diciembre de 2024

Palabra de Vida: “Preparen... el camino del Señor” (Isaías 40,1-11).



Martes de la segunda semana de Adviento.
10 de diciembre de 2024.

Lectura del libro de Isaías     40, 1-11

    ¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios! Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está paga, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados.
    Una voz proclama: ¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios! ¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras y los terrenos escarpados, en planicies!
    Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntamente, porque ha hablado la boca del Señor.
    Una voz dice: «¡Proclama!» Y yo respondo: «¿Qué proclamaré?» «Toda carne es hierba y toda su consistencia, como la flor de los campos: la hierba se seca, la flor se marchita cuando sopla sobre ella el aliento del Señor.
    Sí, el pueblo es la hierba. La hierba se seca, la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre.»
    Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a Sión; levanta con fuerza tu voz, tú que llevas la buena noticia a Jerusalén. Levántala sin temor, di a las ciudades de Judá: «¡Aquí está su Dios!» Ya llega el Señor con poder y su brazo le asegura el dominio: el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede.
    Como un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz.
 
Palabra de Dios.

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sábado, 7 de diciembre de 2024

Palabra de Vida: Preparar la Navidad, viviendo la Esperanza. Isaías 30,19-21.23-26.



Sábado de la primera semana de Adviento.
7 de diciembre de 2024.
Reflexión tomada de S. Juan Pablo II, Audiencia General, 17 de diciembre de 2003. 

Lectura del libro de Isaías     30, 19-21.23-36

    Así habla el Señor:
    "Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, ya no tendrás que llorar: Él se apiadará de ti al oír tu clamor; apenas te escuche, te responderá.
    Cuando el Señor les haya dado el pan de la angustia y el agua de la aflicción, aquel que te instruye no se ocultará más, sino que verás a tu maestro con tus propios ojos. Tus oídos escucharán detrás de ti una palabra: «Este es el camino, síganlo, aunque se hayan desviado a la derecha o a la izquierda.»"
    El Señor te dará lluvia para la semilla que siembres en el suelo, y el pan que produzca el terreno será rico y sustancioso.
    Aquel día, tu ganado pacerá en extensas praderas. Los bueyes y los asnos que trabajen el suelo comerán forraje bien sazonado, aventado con el bieldo y la horquilla.
    En todo monte elevado y en toda colina alta, habrá arroyos y corrientes de agua, el día de la gran masacre, cuando se derrumben las torres. Entonces, la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será siete veces más intensa -como la luz de siete días- el día en que el Señor vende la herida de su pueblo y sane las llagas de los golpes que le infligió.

Palabra de Dios.

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viernes, 6 de diciembre de 2024

Palabra de Vida: “Los humildes se alegrarán más y más en el Señor” (Isaías 29,17-24)



Viernes de la primera semana de Adviento.
6 de diciembre de 2024.

Lectura del libro de Isaías     29, 17-24

Así habla el Señor:
¿No falta poco, muy poco tiempo,
para que Líbano se vuelva un vergel
y el vergel parezca un bosque?
Aquel día, los sordos oirán las palabras del libro,
y los ojos de los ciegos verán,
libres de tinieblas y oscuridad.
Los humildes se alegrarán más y más en el Señor
y los más indigentes se regocijarán en el Santo de Israel.
Porque se acabarán los tiranos,
desaparecerá el insolente,
y serán extirpados los que acechan para hacer el mal,
los que con una palabra hacen condenar a un hombre,
los que tienden trampas al que actúa en un juicio,
y porque sí no más perjudican al justo.

Por eso, así habla el Señor,
el Dios de la casa de Jacob,
el que rescató a Abraham:
"En adelante, Jacob no se avergonzará
ni se pondrá pálido su rostro.
Porque, al ver lo que hago en medio de él,
proclamarán que mi Nombre es santo,
proclamarán santo al Santo de Jacob
y temerán al Dios de Israel.
Los espíritus extraviados llegarán a entender
y los recalcitrantes aceptarán la enseñanza".

Palabra de Dios.

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