jueves, 7 de abril de 2022

Fin de la emergencia sanitaria: Comunicado del Consejo Permanente de la CEU

 

Montevideo, 7 de abril de 2022.

A todos los fieles católicos en el Uruguay.

Queridos hermanos:

Damos gracias a Dios porque va remitiendo la pandemia que tanto ha afectado la vida familiar, social, económica, así como la vida de nuestras comunidades.

Al levantarse la emergencia sanitaria, nos alegramos de poder volver a la normalidad en nuestras celebraciones comunitarias, sobre todo, pensando en las cercanas celebraciones de Semana Santa.

Recomendamos mantener la prudencia con algunos cuidados:

-    Para los sacerdotes y demás ministros de la Comunión: continuar usando tapabocas y alcohol en gel durante la distribución de la Sagrada Comunión.
-    Para los fieles en general: mantener el uso del tapabocas cuando haya una gran cantidad de asistentes.
-    Por el momento continuar omitiendo el saludo de la paz.

Tengamos en cuenta en nuestras oraciones a los enfermos y a quienes han perdido la vida a consecuencia de la pandemia. Recemos por el fin de la guerra en Ucrania y en otras tantas naciones.

Con el deseo de que el Señor Resucitado nos colme de su paz, les saluda:

El Consejo Permanente de la CEU

“Gritarán las piedras” (Lucas 19,28-40). Domingo de Ramos.

 

Amigas y amigos: comenzamos hoy la Semana Santa, en la que celebramos la Pascua de Cristo, siguiendo los pasos que lo llevan a su pasión, su muerte y su resurrección. Ese es el centro de nuestra fe: Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, dio su vida por nosotros en la cruz y el Padre lo resucitó. La resurrección confirma a Jesús como Cristo, es decir Mesías, Salvador. En Él tenemos nuestra salvación, nuestra reconciliación con Dios.
Los acontecimientos que vamos a celebrar a lo largo de la semana comienzan con la entrada de Jesús en Jerusalén. Leemos en el evangelio de Lucas:

Jesús, acompañado de sus discípulos, iba camino a Jerusalén.
Cuando se acercó a Betfagé y Betania, al pie del monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles:
«Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo …».
… llevaron el asno adonde estaba Jesús y, poniendo sobre él sus mantos, lo hicieron montar. Mientras él avanzaba, la gente extendía sus mantos sobre el camino. (Lucas 19,28-40)
Hoy recordamos este acontecimiento con una procesión hasta la iglesia en la que se celebrará la Misa. Reunidos los fieles en el punto de partida, se bendicen los ramos de olivo o de palmera y se proclama el pasaje del evangelio cuyo comienzo acabamos de leer. A continuación, se inicia la procesión hasta el templo. Ya en la Misa, llegado el momento, se lee el relato de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, este año en la versión de san Lucas.
El recuerdo de la entrada de Jesús y la lectura de la Pasión marcan el Domingo de Ramos.

El ingreso de Jesús a Jerusalén está narrado en los cuatro evangelios. Los relatos coinciden en lo esencial, pero cada evangelista le da su propio color, según el aspecto que quiera resaltar.
Las cuatro narraciones coinciden en que Jesús entró montado en un asno. Eso tiene una importancia simbólica. Quienes entraban a caballo a las ciudades eran los guerreros; entrar montado en un burrito es un anuncio de paz. Tanto Mateo como Juan hacen referencia a una antigua profecía:
“¡Grita de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu Rey viene hacia ti; él es justo y victorioso, es humilde y está montado sobre un asno…” (Zacarías 9,9).
Una segunda coincidencia es que Jesús es aclamado por la gente:
Bendito el que viene en nombre del Señor
De distintas formas, en esas aclamaciones también se hace referencia a que Jesús viene como rey.
En Mateo, Marcos y Juan se repite la aclamación “¡Hosanna!” que viene del hebreo hôshia-nā הושיעה נא (hoshí aná) que se podría traducir como “sálvanos”, es decir, el ruego dirigido al salvador. En el canto de la multitud que recibe a Jesús Hosanna se hace expresión de alabanza y reconocimiento de Jesús como Mesías.

Ahora bien ¿quiénes son los que aclaman a Jesús? Según Mateo, Juan y Marcos se trata de la gente que ha salido al encuentro de Jesús y comienza a marchar con él.
En cambio, Lucas nos dice:
Todos los discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios en alta voz, por todos los milagros que habían visto. Y decían: «¡Bendito sea el Rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!». (Lucas 19,28-40)
Vamos a volver sobre esto. Pero antes, veamos lo de los ramos, que dan nombre a este domingo. Muchos tenemos la imagen de gente agitando ramas de olivos y palmeras.
Mateo, Marcos y Lucas nos dicen que la gente extendió sus mantos sobre el camino que iba a recorrer Jesús. Mateo y Marcos agregan que algunos cortaban ramas de los árboles para ponerlas también sobre el camino. Mateo, Marcos y Lucas mencionan que todo esto sucedía junto al monte de los Olivos, de lo que se deduce que las ramas son cortadas de esos árboles. Juan, en cambio, no habla ni del monte ni de los olivos, sino de hojas de palmera que lleva la gente que sale al encuentro de Jesús.
Estos gestos tienen el mismo sentido que las aclamaciones: reconocimiento de Jesús como Mesías.

Como decíamos antes, según Lucas son solo los discípulos quienes aclaman a Jesús. No tenemos que pensar únicamente en el grupo de los doce. Lucas dice “todos los discípulos”. Recordemos que en este evangelio muchas veces se menciona otros grupos de discípulos y también discípulas, como los setenta y dos (Lucas 10,1) y las mujeres que seguían a Jesús (Lucas 8,1-3). Ser discípulo es creer en Jesús como salvador, escuchar y vivir su palabra y participar de su misión. Los discípulos no pueden callar lo que han visto y oído:
Algunos fariseos que se encontraban entre la multitud le dijeron:
    «Maestro, reprende a tus discípulos».
    Pero él respondió:
    «Les aseguro que, si ellos callan, gritarán las piedras».
Los otros evangelios, de alguna manera, nos hacen ver el contraste entre la multitud que aclama tan alegremente a Jesús que posiblemente sea, al menos en parte, la misma que el viernes santo gritará ante Pilatos “¡crucifícalo, crucifícalo!”. Así actúa el frágil corazón humano cuando se ilusiona vanamente sin ver en profundidad el misterio del Hijo de Dios.
Lucas nos invita a tomar nuestra decisión frente a Jesús: seguirlo, de corazón como discípulos; participar en su misión; pasar con Él por la pasión y la cruz, para entrar con Él en la resurrección y la vida.

Vivamos esta Semana Santa que estamos iniciando, buscando crecer en nuestra unión con Jesucristo, Hijo de Dios, que nos amó y se entregó por cada uno de nosotros, cumpliendo su propia palabra: “nadie ama más que aquel que da la vida por sus amigos”.

Misa Crismal

El miércoles santo celebraremos la Misa Crismal en la catedral de Canelones. Es una Misa única en cada diócesis. En ella se bendicen los óleos o aceites que se utilizan con los catecúmenos y en la Unción de los enfermos y se consagra el santo Crisma, el óleo que se utiliza especialmente en la Confirmación y también en el bautismo y en la ordenación sacerdotal. Los sacerdotes y los diáconos renuevan las promesas hechas en el día de su ordenación.

Triduo Pascual

La Semana Santa tiene su punto más alto en el Triduo Pascual que se inicia el Jueves Santo con la celebración de la Cena del Señor en la que representamos el gesto de humildad y servicio de Jesús, que lavó los pies de sus discípulos.
Sigue el Viernes Santo de la Pasión del Señor, marcado por una celebración en hora próxima a la hora de la muerte de Jesús, en la que se lee la pasión según san Juan y se adora la Santa Cruz. Ese mismo día suele rezarse un Vía Crucis “callejero”.
El Sábado Santo es una jornada de silencio y meditación, unidos a la Soledad de María, preparando la celebración de la noche: la Vigilia Pascual. Es la celebración más importante del año. Las lecturas que recuerdan el desarrollo de la historia de la salvación, los signos de la luz y del agua son el marco para los sacramentos de la iniciación cristiana: bautismo, comunión, confirmación. Es una celebración extensa, a la que hay que ir con el corazón bien dispuesto, para salir animado y confortado.
El Domingo de Resurrección: después de la austeridad de la Cuaresma, el domingo de Pascua abre el tiempo pascual, tiempo festivo, que conduce hasta la solemnidad de Pentecostés.

Amigas y amigos: que el Señor les regale poder vivir una verdadera Semana Santa y los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

Vivir la alianza con Dios (Génesis 17,3-9), V semana de Cuaresma.

 

lunes, 4 de abril de 2022

Palabra de Vida, abril 2022: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación » (Mc 16, 15).

Palabra de Vida, propuesta mensualmente para la reflexión por el Movimiento de los Focolares. En la Fazenda de la Esperanza, se medita sobre esta Palabra todos los lunes del correspondiente mes.

«Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación».

El Evangelio de Marcos reserva las últimas palabras de Jesús Resucitado a una única aparición de Él a los apóstoles.
Estos están sentados a la mesa, como los habíamos visto a menudo con Jesús ya desde antes de su pasión y muerte, pero esta vez la pequeña comunidad está marcada por el fracaso: han quedado once en lugar de los doce que Jesús había escogido, y en el momento de la cruz alguno de los presentes lo había negado y muchos habían huido.
En este último y decisivo encuentro, el Resucitado los reprende por haber cerrado el corazón a las palabras de quienes habían dado testimonio de la resurrección (cf. Mc 16, 9-13), pero al mismo tiempo confirma su elección: a pesar de que son frágiles, les encomienda precisamente a ellos que anuncien el Evangelio, esa Buena Noticia que es Él mismo, con su vida y sus palabras.
Después de este solemne discurso, el Resucitado vuelve al Padre, pero al mismo tiempo «permanece» con sus discípulos y les confirma sus palabras con signos prodigiosos.

«Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación ».

Así pues, la comunidad que Jesús envía a continuar su misión no es un grupo de personas perfectas, sino más bien llamadas ante todo a «estar» con Él (cf. Mc 3, 14-15), a experimentar su presencia y su amor paciente y misericordioso. Luego, solo en virtud de esta experiencia, los envía a «anunciar a toda la creación» esta cercanía de Dios.
Y está claro que el éxito de la misión no depende de sus capacidades personales, sino de la presencia del Resucitado, que él mismo encomienda a sus discípulos y a la comunidad de los creyentes, en la cual crece el Evangelio en la medida en que es vivido y anunciado (1).
Por tanto, lo que podemos hacer nosotros como cristianos es gritar el amor de Dios con nuestra vida y con nuestras palabras, saliendo de nosotros mismos con valentía y generosidad, para ofrecer a todos con delicadeza y respeto los tesoros del Resucitado, que abren los corazones a la esperanza.

«Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación».

Se trata de dar siempre testimonio de Jesús y nunca de nosotros mismos; incluso de «negarnos» a nosotros mismos, de «menguar» para que Él crezca. Hay que hacer sitio en nosotros a la fuerza de su Espíritu, que empuja a la fraternidad: 

«[…] Debo seguir al Espíritu Santo, el cual, cada vez que me encuentro con un hermano o hermana, me pone en actitud de “hacerme uno” con él o con ella, de servirles con perfección; me da la fuerza de amarlos si son en cierto modo enemigos; me llena el corazón de misericordia para saber perdonar y poder entender sus necesidades; me lleva a comunicar con diligencia, cuando llega el momento, las cosas más bellas de mi alma. A través de mi amor se revela y se transmite el amor de Jesús. […] Con este y por este amor de Dios en el corazón podemos llegar lejos y hacer partícipes de nuestro descubrimiento a muchas otras personas […] hasta que el otro, dulcemente herido por el amor de Dios en nosotros, quiera “hacerse uno” con nosotros, en un intercambio recíproco de ayudas, ideales, proyectos y afectos. Solo entonces podremos dar la palabra, y será un don, en la reciprocidad del amor». (2)

«Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación».

«A toda la creación»: es una perspectiva que nos hace conscientes de nuestra pertenencia al gran mosaico de la creación y de la cual somos especialmente sensibles hoy. En este nuevo camino de la humanidad, los jóvenes son en muchos casos una punta de lanza; siguiendo el estilo del Evangelio, confirman con los hechos lo que anuncian con palabras. Robert, de Nueva Zelanda, comparte su experiencia en la web : 

«Una actividad en curso en nuestro territorio apoya la recuperación del puerto de Porirua, en la parte meridional de la región de Wellington, en Nueva Zelanda. Esta iniciativa ha implicado a las autoridades locales, la comunidad católica maorí y la tribu local. Nuestro objetivo es apoyar a esta tribu en su deseo de liderar la recuperación del puerto, asegurar que las aguas discurran limpias y permitir la recogida de moluscos y la pesca habitual sin miedo a la contaminación. Estas iniciativas han tenido éxito y han creado un nuevo espíritu comunitario. El desafío es evitar que se quede en algo pasajero y mantener un plan a largo plazo que preste ayuda y apoyo y marque la diferencia sobre el terreno».

LETIZIA MAGRI

(1) Cf. CONCILIO VATICANO II, constitución dogmática Dei Verbum sobre la Divina Revelación, 8 .

(2) C. Lubich, Palabra de vida, junio de 2003: Ciudad Nueva 399 (6/2003), pp. 24-25.