lunes, 12 de agosto de 2024

DESTINO MISIONERO: Hna. Cecilia Gayo, Hija de María Auxiliadora.

El sábado 3 de agosto de 2024, la Hna. Cecilia Gayo, HMA, hizo su profesión perpetua en la parroquia San Isidro de Las Piedras.

Aquí, con sencillez, nos cuenta de su vocación religiosa y misionera, que comenzó a sentir ya desde niña, de una forma bastante curiosa.

En este Año Vocacional, agradecemos el testimonio de esta joven mujer que da su sí definitivo a Jesús y se prepara para salir en misión allí donde sea enviada. 

domingo, 11 de agosto de 2024

11 de agosto: Santa Clara de Asís.


Homilía de Mons. Heriberto en la Misa solemne celebrada en el Monasterio Santa Clara de Asís, Ciudad de la Costa, Canelones.

Queridos hermanos y hermanas:

Este domingo 11 de agosto nos reúne en la Eucaristía, en la acción de gracias por excelencia.

Damos gracias por todos los bienes que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo derraman y siguen derramando cada día sobre nosotros, en la creación, la redención y la santificación.

Gracias, en especial en este día, por la obra de Dios en la vida de Santa Clara de Asís, en este monasterio a ella dedicado y con esta comunidad de sus hijas clarisas.

Evoquemos la vida de nuestra santa. Vayamos hasta la primera mitad del siglo XIII, tiempo en el que se desarrolló su vida y su vocación.

Tiempos de cambio social en Europa. Se estaba transformando el mundo feudal, de castillos y señores, de siervos trabajando la tierra y comenzaban a surgir las ciudades. Se comenzaba a pasar de una economía donde la riqueza estaba en la tierra y el comercio se realizaba por medio del trueque, a otra, con nuevas formas de producción, y donde la riqueza pasó a estar en el dinero.

Crecían las ciudades, como la misma Asís, con industriales y trabajadores, comerciantes y funcionarios y desarrollo del comercio. El padre de san Francisco, Pietro Bernardone, comerciante de telas, es uno de esos hombres enriquecidos en este nuevo sistema.

En ese mundo en cambio seguían tristemente presentes la violencia y el enfrentamiento entre los poderes. Y ahí tenemos a un joven y despreocupado Francisco marchando a la guerra, combatiendo, cayendo prisionero. Ya liberado, de regreso a su ciudad, sus amigos ven que algo le está sucediendo. Ya no está disponible para fiestas y correrías y, en cambio, pasa tiempo en soledad, en misteriosas meditaciones. Dios estaba haciendo en él su obra.

Así, en aquella sociedad se levantaban grandes ambiciones de riqueza y poder y formas nuevas de vida, que ponían interrogantes a la vida de fe. En ese marco nació el movimiento espiritual iniciado por San Francisco, movimiento por el que Clara se sintió atraída, porque encontraba en él la forma de vivir su fe, en una total consagración a Cristo.

En ese mundo donde muchos se afanaban por acrecentar sus bienes, Francisco dijo a sus amigos que había encontrado a la que sería su esposa: la Dama Pobreza. Escuchando predicar a Francisco, Clara, de familia noble y pudiente, se sintió llamada a dejarlo todo para unirse a Jesús, junto con otras mujeres que compartían el mismo profundo deseo. Así se iniciaron las Damas Pobres, que pasaron luego a ser llamadas Clarisas. Clara redactó una regla, la primera redactada por una mujer para la vida religiosa femenina. En ella introdujo, como un especial privilegio concedido por el Papa, algo que cambiaba profundamente lo que hasta entonces no aparecía en la vida consagrada femenina: vivir en “santísima pobreza”, renunciando a toda posibilidad de posesión.

Pobreza, castidad y obediencia son los tres votos por los que se ingresa a la vida consagrada. Los tres suponen un gran desprendimiento, un profundo desapego de realidades humanas que todos apreciamos: la posesión de bienes, el amor conyugal y la maternidad y el libre disponer de la propia vida. Pero el sentido de ese desprendimiento y ese desapego no es un fin en sí mismo. El fin es llegar a la más profunda comunión con Dios, a la entrega sin límites ni postergaciones y, como consecuencia de ello, crecer también en el amor a los hermanos.

La fidelidad de Clara a sus votos se planta ante nosotros como una bandera, como un estandarte, llamándonos a examinar nuestra propia vida; aún a aquellos que siguen la vocación de la vida laical y que, por tanto, tienen propiedades, se han casado y formado una familia y no tienen una autoridad inmediata sobre su cabeza.

En definitiva, nos llama seguir el criterio que Pablo indica en su primera carta a los corintios:

“los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que se alegran, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran nada; los que disfrutan del mundo, como si no disfrutaran. Porque la apariencia de este mundo es pasajera.” (1 Corintios 7,29-31)

Este mundo pasa, pero vivimos en él, y para eso, necesitamos de nuestros bienes y de nuestra vida social, con todas sus formas de relaciones, llevando todo en forma honesta y ordenada. Pero el desapego de Francisco y de Clara frente a la riqueza nos está recordando que ésta no es la realidad definitiva, y que los bienes que a veces obtenemos con tanto afán no dejan de ser perecederos. Con su radicalidad ellos nos llaman a buscar, también en este mundo, la forma de seguir a  Jesucristo pobre. A Jesucristo 

“que, siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza”. (2 Corintios 8,9)

La vida y el testimonio de San Francisco y santa Clara de Asís nos ayudan a comprender las palabras de Jesús:

“No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón.” (Mateo 6,19-21)

Nos confiamos a la intercesión de Santa Clara para que nos ayude a conocer, apreciar e incorporar a nuestra vida, cada día más, esos tesoros del Cielo. Así sea.

sábado, 10 de agosto de 2024

San Lorenzo, diácono y mártir: Dar Esperanza con Alegría (2 Corintios 9,6-10)


 

Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto     9, 6-10

Hermanos:

Sepan que el que siembra mezquinamente, tendrá una cosecha muy pobre; en cambio, el que siembra con generosidad, cosechará abundantemente.

Que cada uno dé conforme a lo que ha resuelto en su corazón, no de mala gana o por la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría.

Por otra parte, Dios tiene poder para colmarlos de todos sus dones, a fin de que siempre tengan lo que les hace falta, y aún les sobre para hacer toda clase de buenas obras. Como dice la Escritura: "El justo ha prodigado sus bienes: dio a los pobres y su justicia permanece eternamente".

El que da al agricultor la semilla y el pan que lo alimenta, también les dará a ustedes la semilla en abundancia, y hará crecer los frutos de su justicia.

Palabra de Dios.

viernes, 9 de agosto de 2024

Santa Clara de Asís. “Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre” (Juan 6,41-51). Domingo XIX durante el año.

Tal como en la semana pasada, este domingo coincide con la fiesta de un santo; en este caso, de una gran santa, Clara de Asís, cuya historia sigue impresionándonos y conmoviéndonos. Aunque corresponde celebrar el domingo, no puedo dejar pasar esta feliz coincidencia para evocar la figura de la fundadora de las Clarisas; recordando, que en nuestra diócesis hay un monasterio de clarisas franciscanas y otro de clarisas capuchinas. Hay también en el departamento de Treinta y Tres, en la diócesis de Melo, una pequeña ciudad llamada Santa Clara de Olimar y su parroquia tiene como patrona a nuestra santa.

No es posible hablar de Santa Clara sin referirnos a San Francisco de Asís. Francisco, unos años mayor que ella, había abandonado la casa de sus padres renunciando a sus comodidades y a una buena herencia. Se recuerda el momento en que se despojó totalmente de sus vestiduras para expresar su voluntad de dejarlo todo. El obispo, que estaba presente, lo cubrió con su capa. Francisco fundó una orden de frailes mendicantes, que vivían pobremente con la ayuda que la gente les daba. Pero no era una vida inactiva. En comunidad, buscaban crecer cada día en la oración y en la vida fraterna y salían por las ciudades a predicar el Evangelio, que era su regla de vida.

Clara, hija de una familia noble y acomodada, sintió que el camino por el que Francisco y sus hermanos seguían a Jesús, podía ser también el camino para ella y otras jóvenes dispuestas a renunciar a todo. Su familia, en cambio, aspiraba que aquella joven bellísima encontrara un buen marido.

Clara había nacido el 16 de julio de 1193 o 1194. Francisco le llevaba entre 11 y 13 años. Cuando Francisco, volviendo de la guerra, comenzó a preguntarse a qué le llamaba Dios, Clara tenía unos 11 años. Tiempo después, escuchándolo predicar, Clara se sintió atraída por la alegría y la fe que manifestaban Francisco y sus hermanos, y por el estilo de vida pobre y sencilla que llevaban.

Todo eso fue madurando, hasta que, en la noche del domingo de Ramos del año 1212, Clara escapó de su casa para buscar a su amado Jesús y consagrarle todo su ser. En la pequeña Iglesia de Santa María de los Ángeles, alumbrada con antorchas, la esperaban Francisco y sus frailes. Allí Clara renunció al mundo 

“por amor hacia el santísimo y amadísimo Niño envuelto en pañales y recostado sobre el pesebre” (Regla de Santa Clara, capítulo II).

El santo le cortó la larga cabellera, recibió sus votos de obediencia, pobreza y castidad y le entregó su nueva vestimenta, el hábito de lana rústica que habría de llevar, semejante al de los frailes y cubrió su cabeza con un velo. Cumplido el rito, los frailes acompañaron a Clara al monasterio de las Benedictinas, que alojaron gustosas a aquella joven decidida a darse enteramente a Jesús.

La familia, especialmente su tío Monaldo, hizo varios pero infructuosos esfuerzos para que Clara, entre comillas, “entrara en razón”, es decir, que abandonara esa vida que para ellos era una locura. Ella no cedió. Del monasterio benedictino pasó a la iglesia de San Ángel de Panzo, donde residían unas mujeres piadosas, que llevaban vida de penitentes. Allí se le unieron sus hermanas: primero Inés y después, su hermana Beatriz.

Finalmente, Clara y su comunidad pasaron a habitar el convento de San Damián, destinado a las monjas de la segunda orden franciscana, que, por Clara, tomaron luego el nombre de Clarisas. Allí se les uniría, después de cierto tiempo, Ortolana, madre de Clara, mujer que había sabido llevar una vida devota, con virtudes y piedad cristianas.

La adhesión de Clara al ideal franciscano fue total. Fue la primera mujer en redactar una regla para la vida religiosa femenina; regla aprobada por el Papa Inocencio III en 1215. A partir de esa aprobación, Clara pasó a ser la abadesa de San Damián. Para seguir al pie de la letra al maestro, pidió y obtuvo el Privilegium Paupertatis, el privilegio de una “altísima pobreza”, por el cual ni ella ni sus hermanas podían ser obligadas por nadie a recibir posesiones. Eso fue aprobado en dos bulas papales: en 1216, por Inocencio III y en 1228 por Gregorio IX. Así decía este último:

“Deseando consagrarse únicamente al Señor, ustedes renunciaron a todo deseo de cosas temporales (…) siguiendo en todo las huellas de Aquel que por nosotros se hizo pobre, camino, verdad y vida. (…) Quien alimenta las aves del cielo y viste los lirios del campo, no les faltará en cuanto al sustento y al vestido, hasta que, pasando Él, se les dé a sí mismo en la eternidad, cuando su derecha las abrace más felizmente en la plenitud de su visión.” (Gregorio IX, 18 de septiembre de 1228).

En 1225, un año antes de su muerte, Francisco de Asís, enfermo y casi ciego, tocó a la puerta del Convento de San Damián, donde era esperada su visita desde hacía mucho tiempo. Para respetar la clausura de las hermanas, durmió en el huerto, bajo una choza de paja. Fue allí que compuso el cántico del Hermano Sol, como si hubiera querido dejar así un premio a la fiel seguidora e intérprete de su ideal, 

“humilde planta del bienaventurado padre Francisco” (Regla de Santa Clara, capítulo I), 

como se aludía a sí misma Clara, en su Regla.

Francisco murió en 1226. Clara lo sobrevivió por 27 años, manteniendo siempre su vida sencilla y austera, entregada a la oración y al cuidado de sus hermanas, sin rehuir ninguna tarea de servicio en la comunidad mientras tuvo fuerzas para realizarla.

La santa expiró el 11 de agosto de 1253. Dos años después de su muerte, fue canonizada por el Papa Alejandro IV, el 26 de septiembre de 1255.

Comenzamos esta reflexión citando un versículo del evangelio del domingo:

“Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre” (Juan 6,41-51) 

Es desde esa clave que podemos releer la vida de Santa Clara de Asís. No era una adolescente rebelde que quería hacer su propia vida lejos de sus padres. Fue elegida, fue llamada, fue atraída por Jesús, de tal modo que ya no pudo más que dejarlo todo e ir hacia Él. Su elección de la pobreza más radical nos invita a considerar cuáles son los bienes qué buscamos, cuáles son realmente importantes en nuestra vida: materiales o espirituales. El testimonio de Clara y sus hermanas nos motiva al desapego de todo aquello, aún lo intangible, a lo que nos aferramos buscando una seguridad que solo encontraremos en Jesús, que es, absolutamente, el mayor bien que podemos desear.

En esta semana:

El 14 de agosto recordamos a San Maximiliano Kolbe, Franciscano conventual, mártir de la caridad, que llegó al desprendimiento de su propia vida para salvar a un hermano.

15 de agosto, Asunción de María. En ese día, los hermanos Maristas celebran 90 años de su presencia en Uruguay. Parte de esa historia es el Colegio San Luis de Pando. Felicitaciones a toda la familia marista.

Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

Obispos del Uruguay: solidaridad con Venezuela y ofrecimiento de ayuda para encontrar restos de desaparecidos en Uruguay


Los Obispos del Uruguay, conmovidos por la situación que vive Venezuela, se unen a las otras voces eclesiales que, desde distintos países de América Latina, manifiestan su solidaridad con el pueblo venezolano, orando para que éste encuentre caminos de paz, justicia y reconciliación, superando la confusión y la violencia que ha seguido a la realización de elecciones. Pensamos con afecto en los muchos venezolanos que viven en nuestro país, de los cuales no pocos frecuentan nuestras parroquias, quienes nos transmiten sus angustias y esperanzas. Recogemos y hacemos nuestras las palabras que los obispos de Venezuela han expresado como pastores: “¡Es Cristo mismo quien sostiene nuestro país! Que el desaliento y la desesperanza no encuentren lugar en la vida del cristiano.” Invitamos a nuestras comunidades a invocar a la Virgen María, Nuestra Señora de Coromoto, patrona del país hermano, para que su manto de Madre abrigue, consuele y ayude a sus hijos e hijas a encontrar caminos de reencuentro.

En el día de ayer, el Consejo Permanente de la CEU recibió al Dr. Wilder Tayler, de la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo y al Dr. Ricardo Perciballe, fiscal de crímenes de lesa humanidad, acompañados por Nelson Villarreal, presidente de OBSUR.
Los dos primeros expusieron sus trabajos en lo que concierne a la búsqueda de personas detenidas desaparecidas en el Uruguay, reconociendo el sentir de familiares y de muchos uruguayos que desean que esos restos puedan ser encontrados y sepultados dignamente.
Ambos piensan que muchas personas pueden haber sido testigos tangenciales de enterramientos y, por tanto, estarían en condiciones de facilitar información al respecto.
Al mismo tiempo, son conscientes de que muchas personas tienen temor de hablar.
En distintas oportunidades la Iglesia ha ofrecido la posibilidad de recibir información, a través de los párrocos y de los obispos, guardando el secreto acerca de su origen.
En la asamblea de hoy, recibido, el informe, los Obispos acordaron volver a ofrecer esta posibilidad, buscando contribuir así a la sanación de una herida que sigue abierta en el corazón de nuestro pueblo.

jueves, 8 de agosto de 2024

Palabra de Vida: “Tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres” (Mateo 16,13-23)


 

Jueves de la XVIII semana durante el año.
Santo Domingo de Guzmán.
8 de agosto de 2024.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     16, 13-23

Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?»
Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas.»
«Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?» Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo.» Y yo te digo: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.»
Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que Él era el Mesías.
Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: «Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá.»
Pero Él, dándose vuelta, dijo a Pedro: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres.»

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miércoles, 7 de agosto de 2024

Palabra de Vida: “Yo te amé con un amor eterno, por eso te atraje con fidelidad” (Jeremías 31,1-7)



Miércoles de la XVIII semana durante el año.
7 de agosto de 2024.

Lectura del libro del profeta Jeremías     31, 1-7

En aquel tiempo -oráculo del Señor- yo seré el Dios de todas las familias de Israel y ellos serán mi Pueblo.
Así habla el Señor : Halló gracia en el desierto el pueblo que escapó de la espada; Israel camina hacia su descanso. De lejos se le apareció el Señor : Yo te amé con un amor eterno, por eso te atraje con fidelidad. De nuevo te edificaré y serás reedificada, virgen de Israel; de nuevo te adornarás con tus tamboriles y saldrás danzando alegremente; de nuevo plantarás viñas sobre los montes de Samaría: los que las planten tendrán los primeros frutos. Porque llega el día en que a los vigías gritarán sobre la montaña de Efraím: «¡De pie, subamos a Sión, hacia el Señor, nuestro Dios!»
Porque así habla el Señor : ¡Griten jubilosos por Jacob, aclamen a la primera de las naciones! Háganse oír, alaben y digan: «¡El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel!»

Palabra de Dios.

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martes, 6 de agosto de 2024

6 de agosto de 2024: 120 años de la muerte ("dies natalis") de Santa Francisca Rubatto, primera santa del Uruguay.

En Montevideo, el 6 de agosto de 1904, María Francisca de Jesús Rubatto llegó al final de su caminar por esta tierra. Había nacido en Carmagnola, Italia, el 14 de febrero de 1844. Había cumplido, pues, 60 años cuando llegó su dies natalis, el día de su nacimiento a la Vida Eterna.

Fundó la congregación de las Hermanas Capuchinas de Loano, hoy Capuchinas de la Madre Rubatto.

Su muerte en Uruguay no fue un hecho circunstancial, sino una elección: la de quedarse en esta tierra hasta el final de sus días, y aquí ser sepultada, "cerca de sus pobres".

En su beatificación, en 1993, san Juan Pablo II la saludó como "la primera beata del Uruguay". Con su canonización, el 15 de mayo de 2022, ha pasado a ser la primera santa del Uruguay.

En la Diócesis de Canelones se la recuerda particularmente en la ciudad de Tala, donde está el colegio Divino Salvador, en el que trabajaron las Hermanas Capuchinas.

Su fiesta se celebra el 9 de agosto.

Palabra de Vida: Transformar la vida viviendo la Palabra (Marcos 9,2-10). La Transfiguración del Señor.

 



Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     9, 2-10

Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevo a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos. Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas. Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Pedro dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor.
Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: «Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo».
De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos.
Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría «resucitar de entre los muertos.»

Palabra del Señor.

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sábado, 3 de agosto de 2024

Palabra de Vida: Superar la injusticia viviendo la Esperanza (Mateo 14,1-12)



Sábado XVII durante el año, 3 de agosto de 2024.
(Papa Francisco, Mensaje para la III Jornada Mundial de los Pobres, 13 de junio de 2019)

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     14, 1-12

La fama de Jesús llegó a oídos del tetrarca Herodes, y él dijo a sus allegados: «Este es Juan el Bautista; ha resucitado de entre los muertos, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos.»
Herodes, en efecto, había hecho arrestar, encadenar y encarcelar a Juan, a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía: «No te es lícito tenerla.» Herodes quería matarlo, pero tenía miedo del pueblo, que consideraba a Juan un profeta.
El día en que Herodes festejaba su cumpleaños, su hija, también llamada Herodías, bailó en público, y le agradó tanto a Herodes que prometió bajo juramento darle lo que pidiera.
Instigada por su madre, ella dijo: «Tráeme aquí sobre una bandeja la cabeza de Juan el Bautista.»
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por los convidados, ordenó que se la dieran y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue llevada sobre una bandeja y entregada a la joven, y esta la presentó a su madre. Los discípulos de Juan recogieron el cadáver, lo sepultaron y después fueron a informar a Jesús.

Palabra del Señor.

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