sábado, 22 de septiembre de 2012

Bodas de Oro del P. José Sanchis, párroco de Fray Bentos


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Fue el último sacerdote uruguayo ordenado antes del comienzo del Concilio Vaticano II. En el día de hoy se cumplieron 50 años de su ordenación sacerdotal. La mayor parte de esas cinco décadas ha estado al frente de la Parroquia Nuestra Señora del Pilar, en la ciudad de Fray Bentos, en la Diócesis de Salto. Ha seguido no sólo el pulso de la comunidad creyente, sino también el de una ciudad que ha visto cerrar el otrora emblemático frigorífico Anglo, embarcarse en proyectos que muchas veces quedaron en vanos fuegos de artificio y hoy ha recibido una de las mayores -si no la más grande- inversión industrial realizada en el Uruguay, con la planta productora de celulosa. El territorio parroquial alcanza a las poblaciones de San Javier y Nuevo Berlín y también la Colonia Tomás Berreta. Junto a la comunidad parroquial, numerosos sacerdotes se hicieron presentes, así como el Obispo de Salto y el Obispo de Mercedes. Mons. Bodeant, que fue en los comienzos de su ministerio sacerdotal vicario parroquial del P. Sanchis, también llegó desde Melo para celebrar junto al P. José Luis Sanchis estos cincuenta años y los ciento cincuenta de presencia evangelizadora en esta zona del litoral del río Uruguay. Transcribimos a continuación un testimonio del P. Sanchis publicado en el boletín ALGO NUEVO de la Diócesis de Salto.

Me llamaron de “Algo Nuevo”, pidiendo escriba dos palabras sobre los 50 años que llevo de sacerdote.
No puedo decir que no, pero me cuesta decir que si!
Hablar de lo que hice o dejé de hacer es como ponerme de centro y, aún siendo egoísta, eso me cae mal. ¡Me produce cierto escozor! Es algo de lo cual no hablo con gusto.
Sin embargo estoy muy a gusto y feliz de que Dios me permita llegar a este momento.
Pero El me eligió para hablar de él, no para hablar de mi!
Sin embargo es peor decir “no”: es como ponerse de interesante y hacer una niñería.
Entonces, no tengo más remedio que hacerlo.
Pero, sin pensar mucho!, dejando que fluya lo primero que salga! Al fin y al cabo, lo primero que sale es lo más propio de nosotros mismos: lo que está más a flor de piel.
Si me pongo a pensar, no voy a decir lo que soy sino lo que he pensado que debo ser, o, algo que estudié! Y ese ya no soy yo, sino mi mente.
Pido disculpas si lo que diga sea muy pobre, pero no pienso elaborarlo mucho. Será muy pobre, pero será lo más cercano a la realidad!
Antes que nada: lo que interesa no es mi vida sino la vida de las comunidades con quienes compartí. La Catedral primero; Guichón después y, como me dijo Mons. Mendiharat cuando me trasmitió lo decidido por Mons. Viola, “por este año vas a Fray Bentos”. De esto ya hace 44 años y medio. Intenté aplicar los cuatro criterios diocesanos de “Evangelización, Corresponsabilidad, Pobreza y Servicio de la Iglesia, Comunidades Cristianas de Base”, lo que cambió completamente la organización y administración parroquial.
Promoción de la Liturgia diocesana, grupos de reflexión primero que luego se convirtieron en CEBs, Movimiento de Adolescentes, Scouts, formación de catequistas, preocupación por la problemática social y defensa de los más perseguidos, problemática de ser vigilados, calumniados, haciendo causa
común con los perseguidos como Mons. Mendiharat y tantos otros; promoción y formación de los Ministros laicos, fomento de la oración bíblica, etc. Todo esto compartido con compañeros sacerdotes como [Enrique] Pertusatti, Juan Masnou, Vìctor Couto, Beto [Heriberto Bodeant], Luigi [Verzè], etc.
La gente que ha estado en todas esas actividades son las merecedoras de nuestra admiración y gratitud.
Asumir todo eso como mérito personal es como robar lo hecho por otros.
Qué puedo decir de estos cincuenta años? Que el tiempo que me tocó vivir fue invalorablemente precioso.
Cuántos lo hubieran querido vivir y ciertamente lo hubieran vivido mucho mejor que yo! Ordenado inmediatamente antes del Concilio, me tocó vivir su desarrollo y su puesta en práctica.
No entendí en un comienzo todo lo que él nos pedía y aportaba. Viví en el filo de la cuchilla hasta que Dios me empujó hacia el lado de su aceptación total y de jugarme por él.
Soy consciente que aporté poco, pero también soy consciente de que sí intenté hacerlo.
Dar a conocer sus grandes líneas a la comunidad, a los compañeros sacerdotes con quienes intenté ser fiel a él, fue la preocupación …!
Intentamos darlo a conocer creando aquellas estructuras, que él inspiraba, y con las cuales luchamos para renovar.
Ciertamente ese fue el momento más maravilloso de toda mi vida de sacerdote. Toda la vida la viví dentro del ambiente del concilio. Y, luego, de Medellín y Puebla y Santo Domingo y ahora de Aparecida. Todo esto en el clima de la gran asamblea diocesana de 1968 y del primer plan pastoral formalmente elaborado y estructurado en 1985 y de todos los que se fueron haciendo después.
De mí no puedo hablar mucho. Y, de hacerlo, tendría que hacerlo defendiendo que lo que hice era lo que debía hacer, o pidiendo perdón por las macanas realizadas.
En ambos casos no estaría haciendo aquello para lo cual me llamó Dios al ministerio.
Sí puedo decir que hice lo que pude, intenté sobrellevar las adversidades sin dejarme vencer por los fracasos personales o diocesanos.
Metocó sufrir y disfrutar, progresar y retroceder.
Soy un convencido de que no valgo ni un poquito más por haber llegado a los 50 años y que eso ni me agrega ni me quita nada.
Lo vivido está vivido. Lo hice bien o mal, sólo Dios lo sabe.
Lo que sí sé, es que me hace sentir contento.
No quiero recordar las muchas cosas que pasaron en estos años. Son cosas que me tocaron vivir, fruto de mucha gente muy válida, con la que tuve la oportunidad de compartir, de ser servido y servir. Sé que a muchos los he ayudado, también sé que los podría haber ayudado mucho más.
Por eso prefiero no hacer evaluaciones porque no soy quién para juzgar lo bien o mal que viví. Esto lo hace Dios que es en definitiva quien me ha dado todo a través de todos.
Estoy agradecido a los que me quieren y quisieron. Sobre todo a esta Comunidad de Fray Bentos.
Bendito sea Dios!
José Luis Sanchis - Cura Párroco

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