El Padre Pepe junto con Mons. Bergoglio, entrando a una Misa en la Villa 21 |
Al cura antidroga de la Villa 21: "Ustedes tienen que seguir el trabajo".
Entrevista con el padre José María "Pepe" Di Paola, con temas inéditos
Por H. Sergio Mora
RIMINI, 22 de agosto de 2013 (Zenit.org) -
El padre José María 'Pepe' Di Paola, párroco de la Villa 21 en Buenos Aires, en el marco del Meeting de Rimini para la Amistad entre los Pueblos dialogó con ZENIT. Sobre el papa Francisco cuando era arzobispo de Buenos Aires y esa amistad que creció, del deseo de Bergoglio de que se trabaje en las periferias, participando en primera línea, y también cuando al párroco 'Pepe' le amenazaron los narcos. Además, sobre su estilo que no imponía sino que incentivaba los buenos proyectos. Habló de los barrios marginales en donde no existe la fiesta cívica, en donde la festividad del pueblo es la religiosa. Celebraron, dijo, la elección de Bergoglio con la alegría de un mundial de fútbol. Fueron diversos temas, algunos inéditos, y que presentamos aquí a nuestros lectores.
¿Cómo nació su amistad con el papa Francisco?
Padre Pepe: Yo soy diocesano, Bergoglio es jesuita. Llegó en los años noventa y algo. Me conoció porque yo trabajaba con los niños y los jóvenes, también buscando esta opción por los pobres. El me fue acercando a la villa, a la ciudad oculta, y después me nombró párroco en la Villa 21. Y pude llevar mi sacerdocio con mucha plenitud porque allí convergían el trabajo de los jóvenes con los pobres. No es que te decía "vayan que les apoyo", porque él se implicaba con el trabajo en la villa. Él venía, caía inesperadamente para tomar mate. Entre el 97 y el 2001, la única persona importante que visitaba las villas era Bergoglio. Hasta ese momento había gente que se dedicaba a la política y mandaba representantes, pero el único importante era él. Después del 2001 inició a vivirse otra situación con más interés del mundo social y político.
¿Cómo seguía Bergoglio el trabajo de ustedes?
--Padre Pepe: Escuchaba nuestras propuestas. 'Si lo ven, empiecen' decía, como cuando fundamos el centro de recuperación de adictos. Cuando veía que nos jugábamos por alguna cosa que valía la pena y que tenía que ver con nuestras convicciones, inmediatamente nos apoyaba. Y nos dejaba. Confió mucho en nosotros.
La droga en las villas: se diría que los narcos la venden a los ricos
--Padre Pepe: El narcotráfico en América Latina tiene diseñado planes para gente de clase alta, media y baja. Para los pobres ofrecen el estiramiento de la cocaína, que la llaman 'el paco'.
Ud. ha indicado hoy que que los resultados que obtuvieron deberían hacer reflexionar a quienes consideran que la religión es el opio de los pueblos
--Padre Pepe: Sí, por ejemplo la lucha por las escuelas, la superación de la propia vida de las personas, muchas que vinieron sin nada y que de pronto aprendieron un oficio, se pusieron a trabajar. Y todo es en base a la espiritualidad, no en base a un Estado que le dijo 'tenés que hacer esto'.
¿Por qué los habitantes se quedan en la villa?
--Padre Pepe: A veces se quedan allí porque es el barrio que les vio nacer, le tienen afecto aunque querrían que fuera de otra forma. La superación individual y grupal se da en la vida comunitaria de la villa cuando tiene como motor la fe, ni siquiera el factor económico es suficiente. Más aún, todo lo que son planes pueden funcionar un tiempo pero después... Lo que les hace perseverar es cuando hay una Iglesia que les da realmente un contenido, un ámbito de encuentro para esta gente que viene de otros países o provincias. Y porque encuentran una Iglesia que los reúne como familia y les da la posibilidad que ellos hagan su propia historia.
¿Cómo están las cosas ahora?
--Padre Pepe: Se salió de la emergencia. Hay programas que son buenos, pero en cuanto superación estamos muy lejos. No soy economista y no sé si se puede hacer. Entretanto, creo que las realidades argentinas no podemos medirlas sin entender lo que pasa en el Cono Sur, porque si muchos van a Argentina es porque tiene una salud pública, instrucción. etc.
¿Hay algún hecho particular que le haya quedado impreso junto al obispo Bergoglio?
--Padre Pepe: Cuando yo le comenté: 'monseñor me amenazaron de muerte', estábamos así conversando como nosotros ahora. Él estaba muy atento, se puso la mano en la cabeza y dijo: 'lo único que le voy a pedir a Dios es que si tiene que morir alguien, que ese sea yo y no ustedes. Porque ustedes tienen que seguir en las villas haciendo lo que hacen'. Y eso me lo dijo a mi, no delante de la gente para quedar bien. Realmente son cosas que uno no se puede olvidar nunca.
Y entonces ¿qué pasó?
--Padre Pepe: Me quedé un año y medio más. Me nombró vicario de las villas, y después vi que las amenazas ponían el peligro la vida de quienes me acompañaban, de mis colaboradores. Ahí le dije, monseñor, tengo que irme porque temo que pase algo, no conmigo visto que todos ya me conocen, pero, ¿quién defiende a un niño de las villas ante estos tipos que no tienen ningún tipo de escrúpulos?
¿El problema se arregló?
Es difícil decirlo pero al menos se descomprimió. Y ahora volví a trabajar en este carisma.
En el video durante su conferencia en el Meeting se veía que en las villas se realizaban fiestas religiosas con una fuerte devoción popular típica del mundo andino.
--Padre Pepe: Las villas de Capital Federal sobre todo tienen una gran componente de migración de los países limítrofes, sean paraguayos, bolivianos y peruanos. En cambio en la villa de San Martín, en donde estoy ahora, hay más componentes del norte argentino.
¿Cómo celebran sus fiestas la gente de las villas?
--Padre Pepe: En estas villas de Capital no existe la fiesta cívica, la fiesta del pueblo es la fiesta religiosa. El 8 de diciembre por ejemplo todo se para para celebrar. Es una caminata que dura todo el día en todo el barrio y la gente sale para festejar. Al menos en las villas de la Capital. Ahora estoy empezando a conocer las villas de San Martín pero allí me parece que la realidad es diversa.
¿Y Bergoglio como se movía en la villa?
--Padre Pepe: El arzobispo en la villa se movía con libertad absoluta, si uno le decía: 'lo vamos a buscar al colectivo' al máximo le dábamos el consejo porque si no se enojaba. Recuerdo que una vez lo esperaba en un sector del barrio que se llama Zavaleta, Estábamos armando un escenario improvisado y me llamó la atención que Bergoglio aún no hubiera llegado. Cuando terminamos lo veo salir de un pasillo donde vivía un grupo bastante complicado. Le pregunté y me dijo: 'llegué hace un rato, los vi trabajando y como ellos me pidieron que bendijera las casas, fui'. Y esa gente solamente se dio cuenta que era el obispo cuando Bergoglio se puso la mitra. Ellos pensaban que era un cura mayor que había venido a acompañar la misa. Todas estas cosas durante años, hicieron que cuando lo eligieron Papa la gente dijera, 'este es el Papa villero'.
Cuando fui a la plaza de Mayo en la vigilia de la misa de inicio del pontificado, mucha gente había llevado la foto del momento en el que Bergoglio les confirmaba, les bautizaba etc. Era una alegría, se festejó como si fuera el mundial de fútbol. La gente salía a festejar, ponía música, un festejo muy grande en la Villa 21, porque lo sentían como alguien del lugar.
Desde el punto de vista espiritual cómo les trataba?
--Padre Pepe: Tenía un gran respeto por nosotros, solamente nos preguntaba. Yo hablaba mucho con él porque era coordinador del grupo, me tocó estar muchas veces a su lado hablando, consultándolo, manifestando inquietudes, él sugería.
¿Les organizaba retiros, por ejemplo?
--Padre Pepe: No, él esperaba que nosotros lo hiciéramos. De hecho hicimos retiros, le invitamos a alguna reunión. Eramos un grupo de gente grande. No era un tipo que viniera a imponerte nada, esperaba que la iniciativa viniera de nosotros.
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