Este domingo los obispos del Uruguay estamos en Florida, participando en la peregrinación nacional a la Virgen de los Treinta y Tres, agradeciendo con María la beatificación de Jacinto Vera, nuestro primer obispo y gran misionero.
Elevamos nuestra súplica a la patrona del Uruguay por todo nuestro pueblo, para que siempre busque y encuentre los caminos de la paz y del desarrollo humano integral que, superando las carencias materiales y morales, encuentra su plenitud en “la fe, Don de Dios acogido por la buena voluntad de los hombres, y la unidad en la caridad de Cristo, que nos llama a todos a participar, como hijos, en la vida del Dios vivo, Padre de todos los hombres”, como enseña san Pablo VI (Populorum Progressio, 21).
Las lecturas de este domingo se abren con el libro de la sabiduría, invitándonos a leer el evangelio con ese telón de fondo. El evangelio nos trae la parábola de las diez vírgenes: cinco necias y cinco prudentes. La sabiduría y la falta de ella es lo que diferencia a los dos grupos.
La persona sabia no es la que sabe muchas cosas, sino la que conoce lo esencial, la que sabe qué es, realmente, lo más importante.
¿Es difícil alcanzar la sabiduría? Es asombroso lo fácil que es hoy acceder a todo tipo de información. Cualquier cosa que despierte nuestra curiosidad puede ser averiguada de inmediato si tenemos a mano un teléfono con acceso a internet.
Eso es fácil; pero la sabiduría es otra cosa. Supone tiempos de silencio interior, de reflexión, de revisión de vida, de dejar decantar nuestra propia experiencia para encontrar lo realmente valioso.
Todo eso puede parecer difícil… pero el libro de la Sabiduría tiene varias expresiones que nos animan a emprender la búsqueda.
La Sabiduría … se deja contemplar fácilmente por los que la aman
y encontrar por los que la buscan.
Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean.
El que madruga para buscarla no se fatigará,
porque la encontrará sentada a su puerta.
La Sabiduría busca por todas partes
a los que son dignos de ella,
se les aparece con benevolencia en los caminos
y les sale al encuentro en todos sus pensamientos. (Sabiduría 6,12-16)
En el mundo hay muchas escuelas de sabiduría, en el marco de diferentes religiones o filosofías. Incluso dentro de nuestra misma fe católica hay distintas corrientes de espiritualidad; pero la sabiduría está en Jesucristo, nuestro Guía, como veíamos el domingo pasado.
El comienzo de la parábola es un poco desconcertante:
El Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. (Mateo 25,1-13)
Uno podría empezar por preguntarse, en primer lugar, cuál es la semejanza del Reino con esas diez jóvenes; pero esto se entiende al final de la parábola.
¿Por qué diez? Los rabinos decían que ese era el número .mínimo para formar una congregación. También diez fue el número en que se detuvo Abraham en su súplica para que Dios no destruyera la ciudad de Sodoma: diez hombres justos. «En atención a esos diez, respondió Dios, no la destruiré» (Génesis 18,32).
Ahora bien ¿qué hacían esas jóvenes? ¿A quién esperaban? Jesús utiliza una imagen bien conocida de los casamientos de su pueblo. La novia, junto con sus amigas, esperaba al novio que debía llegar en algún momento a la casa. Las diez vírgenes son ese cortejo. La parábola continúa:
Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes.
Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos.
Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas. (Mateo 25,1-13)
¿Dónde está el límite entre sabiduría y necedad? Las prudentes, o sea las sabias, fueron previsoras. Se aseguraron de tener siempre aceite, no importa lo que tardara el novio en llegar. Su mirada fue más allá del momento presente. Las necias, en cambio, no tomaron esa precaución. Cuando les avisaron que llegaba el novio, ya no tenían aceite y sus lámparas se apagaban. Intentaron conseguirlo, pero cuando volvieron, ya era tarde:
Llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta.
Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: «Señor, señor, ábrenos».
Pero él respondió: «Les aseguro que no las conozco». (Mateo 25,1-13)
La llegada del esposo es el anuncio de la segunda venida de Cristo, quien, como decimos en el Credo “de nuevo vendrá con gloria, para juzgar a vivos y muertos”.
La actitud sabia con la que vivir la espera, es la que señala Jesús, dando conclusión a la parábola:
Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.
Hay momentos en los que Jesús nos pide velar, permanecer despiertos. No se trata simplemente de no dormirnos, sino de estar atentos a su paso por nuestra vida, lo que nos ayudará a estar preparados para el momento del encuentro definitivo con Él.
Con esa advertencia comenzaba un antiguo poema castellano:
“Recuerde el alma dormida / avive el seso y despierte / contemplando / cómo se pasa la vida / cómo se viene la muerte / tan callando” (Jorge Manrique)
Las diez muchachas se durmieron en la espera; pero el alma de las cinco jóvenes sabias no estaba dormida y la llegada del Señor las encontró preparadas, porque nunca olvidaron dónde estaban y para qué estaban. Explicando esta parábola, dice el papa Francisco:
La lámpara es el símbolo de la fe que ilumina nuestra vida, mientras que el aceite es el símbolo de la caridad que alimenta y hace fecunda y creíble la luz de la fe. La condición para estar listos para el encuentro con el Señor no es solo la fe, sino una vida cristiana rica en amor y caridad hacia el prójimo. (Ángelus, 12 de noviembre de 2017).
Que así nos encuentre Jesús a cada uno de nosotros.
En esta semana
Miércoles 15: San Alberto Magno, obispo y doctor de la Iglesia
Viernes 17: en Uruguay celebramos a los santos Roque González, Alfonso Rodríguez y Juan del Castillo, presbíteros de la Compañía de Jesús y mártires de las Misiones Jesuíticas, que abarcaron zonas de lo que hoy es Paraguay, Argentina, Brasil y nuestro Uruguay. Nuestra patrona, la Virgen de los Treinta y Tres, a la que estamos celebrando hoy, es una imagen proveniente de los talleres misioneros.
VII Jornada Mundial de los pobres
El próximo domingo se celebra la VII Jornada Mundial de los Pobres, con el lema «No apartes tu rostro del pobre», palabras tomadas del libro de Tobías. Tobías es el hijo de Tobit y es su padre quien le hace esa recomendación, que no se limita a un simple acto de memoria o una oración dirigida a Dios, sino que apunta a gestos concretos en favor de los más necesitados. En nuestra diócesis, el Oficio Catequístico Diocesano ha invitado a todos los catequizandos, niños y adultos a recoger alimentos que serán entregados al Cottolengo de Don Orione en La Floresta. Varias parroquias se han unido a esta iniciativa y alguna de ellas ha planeado también una visita a los internos de esta obra.
Y esto es todo por hoy. Gracias, amigas y amigos, por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo, Amén.
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