sábado, 2 de marzo de 2024

3 de marzo de 1879. Hace 145 años, el beato Jacinto Vera confió la parroquia de San Isidro de Las Piedras a los Padres Salesianos.

Invitación a Misa
 
Decreto del beato Jacinto Vera

Del Piamonte a "América"

¿Por dónde empezar a contar esta historia? Me gustaría empezar por la historia de un joven salesiano, en el norte de Italia, allá por el año 1876. Este padrecito tenía 26 años y había sido ordenado sacerdote tres años antes. 
Una tarde de septiembre de ese año, un sacerdote mayor lo encontró desconsolado, llorando, en el patio.
Al preguntarle que le pasaba, el joven respondió:
- Acabo de salir de la oficina de Don Bosco. Me propone marcharme a América, como director del nuevo colegio de Villa Colón. Le expresé mis dificultades y me dijo que a la fuerza nunca me mandaría; pero me dio un plazo de veinticuatro horas para reflexionar.
Ante su amigo mayor, el joven compartió sus sentimientos. La ilusión que le daba la obra en la que estaba trabajando, los hermanos mayores de los que estaba aprendiendo tanto, su temor de irse tan lejos de don Bosco, del santuario de María Auxiliadora y de su patria…
El sacerdote mayor, después de escucharlo, le aconsejó:
- Vuelve a hablar con Don Bosco, plantéale tus dificultades, tus sentimientos y luego déjalo a él disponer lo que crea más conveniente para la gloria de Dios y el bien de tu alma.
Al otro día, volvieron a encontrarse. El joven parecía más tranquilo y resignado.
- ¿Qué pasó? 
- Hice lo que Ud. me aconsejó. Después de escucharme, Don Bosco me dijo: muy bien. Entonces, prepárate para partir. Y yo -concluyó el joven sacerdote- partiré.
Así fue como el P. Luis Lasagna, que era aquel joven sacerdote, llegó a "América", es decir, al Uruguay, para dirigir el colegio de Villa Colón.
Y ahí tenemos a dos de los personajes de esta historia: Don Bosco que lo envió y Luis Lasagna que obedeció y vino. Y pronto fue posible ver que Don Bosco sabía muy bien a quién había enviado y que no se había equivocado para nada.

Una capilla de la parroquia de Las Piedras

Quienquiera que haya leído un poco sobre nuestro beato Jacinto Vera sabrá que fue párroco durante muchos años de Villa Guadalupe, es decir, de la hoy ciudad de Canelones y que, siendo niño ya estuvo vinculado a nuestro departamento, porque sus padres, que vivieron al principio en Maldonado, compraron un campo en la zona de Toledo.
En Toledo los Vera frecuentaban la capilla de Nuestra Señora del Carmen, más conocida como “la capilla de Doña Ana”. Allí Jacinto hizo su primera comunión.
Esa capilla estaba en el territorio de la parroquia de San Isidro y ahí tenemos un primer vínculo de Jacinto con Las Piedras.
Cuando Jacinto se estaba preparando para entrar al seminario, fue fundamental la ayuda del P. Lázaro Gadea, que le dio clases de latín y de otras materias necesarias para los estudios que iba a emprender. El P. Gadea era párroco de Peñarol y hasta allí iba Jacinto desde Toledo, a caballo, dos leguas de ida y dos leguas de vuelta.
Cuando se pidieron informes sobre Jacinto con miras a su posible ordenación sacerdotal, uno de esos informes, muy positivo, lo presenta el párroco de Las Piedras, que era, en ese momento, el P. Lázaro Gadea.
Ya como vicario apostólico, Jacinto fue muchas veces a Las Piedras, sobre todo en mayo, para la fiesta patronal del 15, pero, significativamente, celebró confirmaciones el 18 de mayo, en dos años distintos. 
(El 18 de mayo se celebra en Las Piedras el aniversario de una batalla librada en sus cercanías en el año 1811, en el proceso de independencia del Río de la Plata).
Estuvo también en misión, como lo hizo por tantos lugares del país.

Un obispo urgido por la falta de clero

En un momento dado, la parroquia de San Isidro quedó vacante. El obispo no tenía sacerdotes para enviar a Las Piedras y pidió ayuda a los salesianos. Le escribió a Don Bosco, con quien tuvo una amistosa correspondencia, que muestra el mutuo afecto con que se trataban.

Puede verse allí la falta de sacerdotes de Jacinto y la falta de sacerdotes de Don Bosco, por razones muy distintas: el primero, en tiempos en que la Iglesia en Uruguay se estaba reorganizando; el segundo, en el momento en que la congregación salesiana estaba afianzándose y recibía llamados de todas partes.

Sin recibir respuestas positivas ni encontrar solución en ninguna parte, Monseñor Jacinto tomó una decisión. Por medio de una carta comunicó al Padre Lasagna que lo nombraba administrador parroquial de San Isidro, dejando abierta la posibilidad de que él delegara a los sacerdotes que pudieran atenderla. Y terminaba diciendo: “En la confianza de que no se negará a prestar este servicio a la Iglesia de este país, le ruego pase, el día que pueda, a esa Iglesia parroquial y tome posesión de cuanto pertenece al cargo de Cura.”

Y así empezó esta historia de 145 años de presencia salesiana.

La carta de Mons. Vera al P. Lasagna

Montevideo 3 de marzo de 1879.

Hallándose vacante la parroquia de San Isidro de Las Piedras he resuelto encargar a V. R. la administración de aquella parroquia para que por sí, o por los Padres que designe, se sirva desempeñar ese puesto Ecco. y para el efecto se le conceden todas las facultades y prerrogativas de que por derecho gozan los Curas Párrocos.

En la confianza de que no se negará a prestar este servicio a la Iglesia de este país, le ruego pase, el día que pueda, a esta Iglesia parroquial y tome posesión de cuanto pertenece al cargo de Cura.

Quiera V. R. aceptar las seguridades de mi respeto y consideración.

(firmado) Jacinto Obispo

(sello: Hyacinthus Vera Episcopus Montisvidei)

[Dirigido a] 

Pbro. Dr. D. Luis Lasagna Director del Colegio Pío de Villa Colón.



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