Delegación uruguaya: Diócesis de Salto, Tacuarembó y Melo con sus Obispos |
XXVIII Encuentro de Diócesis de Frontera
Dionísio Cerqueira (Santa Catarina, Brasil)
20–22 de mayo de 2013
Mensaje Final
“Los vecinos se encuentran para compartir y reflexionar sobre situaciones que amenazan la vida y el futuro de la juventud: desafíos y perspectivas pastorales”.
En la frontera donde se unen dos países de América del Sur y dos Estados de Brasil, el nucleamiento urbano que forman Dionisio Cerqueira (Santa Catarina, Brasil); Barracão (Paraná, Brasil) y Bernardo de Irigoyen (Misiones, Argentina), nos hemos reunido 63 delegados de cuatro diócesis de Argentina, seis de Brasil, una de Paraguay y tres de Uruguay, junto a siete de nuestros Obispos, en el XXVIII Encuentro de Diócesis de Frontera.
En el marco del Año de la Fe 2012-2013 y ante la próxima celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, hemos elegido como tema la vida y el futuro de la juventud. Eso ha hecho que participaran de este encuentro más jóvenes que los que lo hacen habitualmente, y que tuvieran un importante espacio para que todos escucháramos sus voces.
“Mi hija está a punto de morir” (Marcos 5,23)
Iluminados por una lectura detenida de un pasaje del Evangelio según San Marcos (capítulo 5, versículos 21-24 y 35-43), escuchamos a los jóvenes presentarnos algunas situaciones que amenazan la vida y el futuro de la juventud. Entre ellas destacamos:
- Las situaciones de violencia que sufren los jóvenes, pero también la percepción social del joven como amenaza, para la que la respuesta es el encierro y el castigo.
- La discriminación racial y social que sufren muchos jóvenes.
- La desocupación, el subempleo y la inserción laboral prematura, con abandono de los estudios.
- La falta de motivación para continuar estudiando y/o buscar trabajo.
- El tráfico de personas con fines de explotación sexual o laboral.
- Políticas educativas estatales que promueven una antropología disgregada: visión de la sexualidad reducida a la genitalidad y separada del amor y legislaciones que pretenden convalidar formas de matrimonio y familia que no corresponden a la visión cristiana.
- La iniciación sexual prematura, la maternidad (y también paternidad) precoz.
- Los miedos que se apoderan del corazón de los jóvenes: convertirse en excedente social, morir y quedar desconectados de las nuevas tecnologías de comunicación, con las que viven gran parte de su vida social.
- La desconfianza del otro, incluso de sus pares.
- La legitimación de cambios culturales negativos.
- El rechazo a la forma en que son propuestos algunos valores cristianos.
“La niña no ha muerto; está dormida” (Marcos 5,39)
A pesar de que algunos parezcan no atreverse a soñar (“no tengo sueños”, respondió un joven a una encuesta) los jóvenes sueñan:
- Una vida mejor: crecer dentro de su familia de origen, estudiar, trabajar, formar un día su propia familia.
- Un mundo con valores distintos a los que perciben en la sociedad.
- Esperan que la Iglesia cambie en su forma de mirar al mundo, pero también piden su apoyo y acompañamiento.
Más todavía, la vida de muchos jóvenes se hace signo de esperanza cuando:
- Expresan su confianza en la Iglesia.
- Desean la afirmación de la propia identidad cultural.
- Se comprometen en el servicio a los más pobres, en la defensa de la vida, en salir al encuentro de otros jóvenes para presentar la persona de Jesucristo
“Talitá kum”: “Muchacha, a ti te digo, levántate” (Marcos 5,41)
Frente a los desafíos que nos plantean estas realidades y estos sueños, coincidimos en las siguientes propuestas:
En el campo público,
- promover la educación pública integral, a través del aporte de los cristianos en la elaboración de las políticas públicas.
- actuar en redes con otras organizaciones que trabajan con jóvenes.
En el mundo juvenil
- transformar los sueños que se agotan en el individualismo y los logros materiales en ideales movilizadores y trascendentes.
En la misión de la Iglesia
- promover el encuentro con Jesús y enraizar a Dios dentro de la gente
- cambiar las estructuras caducas
- mejorar la coordinación entre las parroquias.
- hacer que la Iglesia sea un hogar para los jóvenes
- reconocer a la juventud como un lugar teológico, que desafía nuestro modo de pensar la pastoral y la Iglesia
En la Pastoral Juvenil
- Dejarnos fascinar por Cristo y por la vida de los jóvenes, renovar la opción preferencial por los jóvenes y apasionarnos por la Pastoral Juvenil
- Proponer a los jóvenes el encuentro con Jesucristo vivo y su seguimiento enla Iglesia, a la luz del Plan de Dios, que les garantiza la realización plena de su dignidad de ser humano.
- Privilegiar enla Pastoralde Juventud procesos de educación y maduración en la fe, como respuesta de sentido y orientación de la vida.
- Formar adultos capaces de acompañar a los jóvenes, insertos en la realidad y dispuestos a brindar con generosidad tiempo para estar con ellos
- Brindar atención especial a los afrodescendientes jóvenes.
Hay cosas hechas, pero necesitamos seguir creciendo. Necesitamos atraer al joven que perdió las esperanzas y lograr generar el espacio para que Dios tenga la oportunidad de cambiar su vida. Necesitamos llegar a aquel que no cree, a aquel que aún no sabe en verdad lo hermoso que es formar parte de la Iglesia. Necesitamos saber acompañar al joven que ya está en parroquia para que pueda tener ese encuentro personal con Cristo resucitado, ya que esa es la clave del ser cristiano: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una persona que da un nuevo horizonte a la vida, y con ello una orientación decisiva” (Benedicto XVI, Deus Caritas Est).
Encomendamos a Nuestra Señora, patrona de nuestros pueblos, quien nos ofreció al Autor de la Vida, la vida y el futuro de los jóvenes.
Dionísio Cerqueira, 22 de mayo de 2013
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