El huracán "Francisco I". Testimonio de lo vivido en Rio
Por Jorge César
De chico siempre existe ese deseo de poder volar. Y miras al cielo, ves las aves moviendo sus alas que nos dan ese reflejo de libertad.
Pasan los años y uno va eligiendo su camino y al igual que las aves vamos abriendo nuestras alas para comenzar a ser más libres e independientes.
En esas vueltas de la vida, uno siente, elige un camino. Quizás en principio puede ser obligado por nuestros padres o por costumbres de la familia, se va metiendo en la vida Cristiana. Cuando me tocó comenzar este camino, miraba a todos como bichos raros, no entendía nada.
Ya voy doce años que vivo en comunidad. Agradecido a las oportunidades que este camino me ha dado. No es menor que este año haya podido concretar dos sueños, volar y compartir uno de los gestos jóvenes-cristianos más multitudinarios que pueda vivir. Contado de experiencias vividas por amigos que ya habían tenido la posibilidad de ir a estar ahí. Incertidumbre, emociones y un viaje con amigos.
Antes que todo, gente, conocer parte del Brasil. Sin dudas algo maravilloso. Un país vecino pero tan grande como el imaginar su tamaño. Costumbres, idioma diferente, calor, miedo por la situación previa en que estaba el pueblo brasileño. Nada de eso se hizo notar una vez recibidos en nuestra querida Parroquia del Santo Rosario de Fátima. Y una vez que conocimos a nuestras familias ya comenzaba el camino.
Como todos los jóvenes allí presentes en Rio, la experiencia fue única e irrepetible, era un comentario casi generalizado. Más allá de las complicaciones propias que tiene el tener en una ciudad de casi ocho millones de personas, y durante una semana cuatro millones más. Para el que va de afuera es cuestión de simplemente acostumbrarse.
Alguna vez escuché a un buen amigo decir: "Hay que comprender los mensajes de los nuevos tiempos" o algo bastante parecido. Por supuesto que en medio de la jornada, para nosotros como peregrinos darnos cuenta de muchos mensajes, en esos momentos, no es tan fácil. Era al final de cada jornada donde cada uno hacia una recopilación de lo que venía viviendo. Más claro aun cuando ya uno vuelve a casa.
Francisco nos ha pedido a los jóvenes tres cosas. 1º- Ir y hacer discípulos en todas las naciones, 2º-Que aceptemos nuestra cruz y sigamos a Cristo; 3º- Y hacer lio. Menuda tarea que nos ha dado. Hacer discípulos, va de la mano de dos cosas. La oración que nos da lo necesario para alabar a Dios y poder pedirle fuerzas para cada día para llegar con su palabra a cada lugar, pero para acompañar esa oración es necesaria la acción, el hacer. No encerrarnos en nuestra parroquias, salir al mundo y predicar con la acción y la oración. Jesús, no se encerraba, salía en busca de la gente. Aceptar nuestra cruz, porque sin aceptarnos a nosotros mismos como Cristianos, si no somos capaces de cada tanto tener nuestros momentos de encuentro como Cristianos, no podemos convencer a nadie, el ejemplo es necesario.
Y por ultimo hacer lio. Que no quiere decir que rompamos templos, sino que como jóvenes busquemos nuestros espacios en nuestras comunidades parroquiales. Romper un poco los esquemas. Acercarnos al pueblo, somos quienes después de haber vivido tanto, de cientos de anécdotas, de miles de imágenes, muchas historias de vida, que quedaran grabadas en nuestras mentes; debemos ser el lazo, el nexo entre la nueva y la vieja Iglesia. Somos los nuevos soldados del Papa, "Esta es la juventud del Papa".
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