Natividad: mural de la iglesia de San Juan Bautista en el río Jordán |
“Esta noche es Nochebuena y mañana
Navidad” dice un viejo villancico. Esta noche, a las 21 horas, en la
Catedral de Melo, celebraré la Misa de Nochebuena y mañana a las 20 la
Misa de Navidad en la Parroquia San José Obrero de Treinta y Tres, para
hacerme así presente en las dos principales ciudades de esta Diócesis
que abarca los departamentos de Cerro Largo y Treinta y Tres.
¿Qué celebramos? Aquello que está en el
origen y en el centro de la fiesta de Navidad: “La Virgen concebirá y
dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que significa
Dios-con-nosotros”. El nacimiento de Jesús es el cumplimiento de esa
antigua profecía. Jesús es Dios con nosotros. El Hijo de Dios se ha
hecho hombre, se ha hecho uno de nosotros. De esta forma se ha unido a
cada ser humano, a cada hombre o mujer que viene a este mundo.
A veces nos desalienta contemplar lo que
somos los seres humanos… vemos tanto egoísmo, tanta violencia, tanta
corrupción… lo vemos en los demás, pero, cuando nos damos cuenta, no
somos tan diferentes del resto. Compartimos las mismas miserias: “en el
mismo lodo todos manoseaos”, como diría Discépolo.
En esos momentos en que nuestra estima
por la condición humana -no solo nuestra autoestima- llega al punto más
bajo, es bueno recordar esto: Dios ha querido hacerse uno de nosotros.
Tal vez el primer paso para creer en Dios es darnos cuenta de que Él, a
pesar de todo, cree en nosotros. “Porque tanto amó Dios al mundo que dio
a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que
tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para
juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él” (Juan 3,16-17).
Percibir que Dios cree en nosotros puede
ayudarnos a ver signos de esperanza que estaban escondidos a nuestro
pesimismo. El mundo no sólo tiene necesidad de amor, sino que sabe dar
amor. Este mes llegaron a Melo nueve jóvenes de Medellín, que dejaron su
ciudad para compartir la Navidad con nosotros. Hicieron un gran
esfuerzo para venir, por su cuenta; renunciaron a estar con su gente en
un tiempo en que las familias se reúnen y comparten intensamente.
Brindaron su mensaje a niños, jóvenes y adultos con mucho cariño: pero
también lo encontraron y lo recibieron de todos aquellos que fueron
encontrando desde el 1 de diciembre. Nos recordaron nuestra propia
capacidad de amar. Esta noche se despiden en la Misa de la catedral.
Estarán también allí los muchachos y muchachas de las Fazendas de la
Esperanza. Jóvenes que estuvieron a punto de arruinar o perder
definitivamente sus vidas y que hoy hacen su caminata entre nosotros,
sanando sus propias heridas y ayudando a sanar las que ellos mismos
infligieron a sus seres queridos y a la sociedad, reencontrando su
capacidad de amar y descubriendo que ellos también pueden ser amados.
Los dos grupos han compartido también en estos días encuentro con los
jóvenes de la capilla Santa Inés, de Toledo, Fraile Muerto, otro grupo
que alienta nuestra esperanza.
Dios sigue llegando hoy a nuestra vida, a
través de personas y acontecimientos que nos lo hacen presente. No
cerremos los ojos ni el corazón a esas señales, y no las dejemos caer en
el olvido. Al contrario, atesoremos esos signos preciosos que
fortalecen el corazón y alimentan la fe. Así, reconociendo al
Dios-con-nosotros, tengamos una Feliz Navidad.
+ Heriberto, Obispo de Melo (Cerro Largo y Treinta y Tres)
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