viernes, 1 de febrero de 2019

Con Don Bosco en Panamá después de la JMJ

 


El lunes 28, con toda la alegría de lo vivido en los días de la Jornada Mundial de la Juventud con el Papa Francisco, fuimos con los jóvenes de la delegación oficial de Uruguay (Comisión Nacional de Pastoral Juvenil) siguiendo la sugerencia de Leonel Altesor, el secretario ejecutivo de la Comisión, al santuario de Don Bosco en la ciudad de Panamá. Se trata de una hermosa basílica, donde hay una reliquia del santo, permanentemente disponible para la veneración de los fieles.

Después de rezar frente a la reliquia, visitar la iglesia y un museo que reproduce la casa natal de Don Bosco, pudimos celebrar la Misa en una capilla que pusieron a nuestra disposición, con excelente y bienvenido aire acondicionado. Celebramos con mucha calma, buscando que decantaran los momentos más importantes vividos a lo largo del encuentro.

Teníamos con nosotros a Federico, delegado del Movimiento Juvenil Salesiano, pero invité a todos los que estábamos a sentirnos mirados con cariño por San Juan Bosco. Cité las palabras del santo: “me basta que sean jóvenes para que yo los ame” e invité a contemplar su vida y enseñanzas como se debe hacer con las de todo santo: como alguien que ha recibido un carisma, un don para toda la Iglesia. (Les conté también, de paso, que mi abuela paterna fue bautizada por el P. Spiritu Scavini sdb, uno de los misioneros enviados por Don Bosco a Paysandú).

Pedí a los jóvenes que meditaran un ratito y compartieran luego no una de las innumerables lindas anécdotas, sino alguno de los momentos que más los tocaron como experiencia de fe. Muchos de ellos se refirieron a la vigilia, frente al Santísimo, donde sintieron la presencia de Jesús allí, ante nosotros, hablándonos desde su silencio.

Nos saludamos con un salesiano y su grupo que habían venido de Hong Kong y, a pedido de Federico, cerramos nuestra visita ante María Auxiliadora con un Ave María y la bendición correspondiente.

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