sábado, 17 de julio de 2021

El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar (Salmo 22/23) XVI Domingo durante el año.

El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar.

Así comienza el salmo 22, tal vez el más conocido de todos, que encontramos entre la primera y la segunda lectura de este domingo.
Ciento cincuenta son los salmos agrupados en el libro que lleva ese título. Hay dos formas de numerarlos, por lo que a veces este salmo lo encontramos con el número 23.
Los salmos son poesía, canto y oración, principalmente con motivos de alabanza, súplica y acción de gracias.
En la Misa se leen en forma responsorial: es decir, las estrofas que se recitan o cantan son alternadas con una respuesta de la asamblea. Los Salmos son parte de la Palabra de Dios, son inspirados. No deberíamos sustituirlos por un canto de meditación; más bien deberíamos buscar que puedan ser cantados, o al menos que cantemos la respuesta.

Cuando el autor del salmo nos dice “El Señor es mi pastor, nada me puede faltar”, nos transmite la fe, la seguridad, la confianza que siente en Dios, porque en Él se apoya su vida.
En la Biblia, Dios se presenta muchas veces como el Pastor de su Pueblo.
Aquí, un miembro del Pueblo de Dios reconoce a Yahveh como su Pastor.

En la primera lectura, Dios habla por boca del profeta para desautorizar a los malos pastores que no fueron fieles a la misión que Dios les confió y anuncia:

Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas, de todos los países adonde las había expulsado, y las haré volver a sus praderas, donde serán fecundas y se multiplicarán. (Jeremías 23,1-6)
Con Jesús, esa profecía se cumple plenamente, como aparece en el evangelio de Juan, donde el Hijo de Dios se presenta como el Buen Pastor. En el evangelio de hoy lo vemos actuando como tal, compadeciéndose de la multitud y enseñándoles largamente:
Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato. (Marcos 6,30-34)
El salmo continúa contándonos lo que hace el Pastor por sus ovejas:
Él me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas.
Praderas verdes donde las ovejas se alimentan y descansan; aguas tranquilas, donde se puede beber con calma; recuperación de las fuerzas… todo eso es lo que, normalmente buscaría el pastor para su rebaño; pero no tenemos que olvidar el sentido del salmo: El Señor es mi pastor; yo soy una de sus ovejas.
Praderas verdes y aguas tranquilas son imágenes de dones de Dios para nuestra alma. Comentando este salmo, dice un gran biblista, (Luis Alonso Schökel) cuyo comentario estoy siguiendo:
“hay un mundo espiritual de zonas áridas y verdes, de fatiga y reposo: basta que me deje guiar a un oasis por mi pastor, el Señor «Para que por la paciencia y el consuelo de la Escritura tengamos esperanza» (Romanos 15,4)”.
El oasis, el lugar de descanso, de agua y alimento, lo encontramos en la misma Palabra de Dios.
También en la vida espiritual hay momentos de sequedad, de sed, de fatiga. El agua no solo apaga la sed; la rehidratación devuelve flexibilidad y energía a los músculos. El encuentro con el Señor, en la Palabra, en los Sacramentos, nos fortalece. Así, después del descanso, con nuevas fuerzas, el Pastor hace marchar al rebaño.
Me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre.
El pastor guía al rebaño por senderos y caminos que él conoce bien y sabe que son aptos para las ovejas en marcha.
Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal,
porque Tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Va bajando el sol, y al transitar por lugares bajos, la sombra de los montes crea una penumbra en la que no se ve bien… el pastor sigue guiando a las ovejas, apelando al oído y al tacto. Su bastón, va marcando su presencia al ritmo de sus pasos; su vara puede dar un suave toque a la oveja que se desvía, suficiente para que no se desoriente y vuelva al buen rumbo.

El salmista cambia su manera de hablar. Hasta ahora nos estaba contando acerca del pastor y de lo que hace por él; ahora le habla al pastor: “Tú estás conmigo”. Aquí hay algo muy grande.

“Yo estaré contigo” (Éxodo 3,12)

es la promesa que Dios le hizo a Moisés al llamarlo y enviarlo para liberar a su pueblo cautivo en Egipto. 
“Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28,20) 
es la promesa de Jesús con la que concluye el evangelio según san Mateo.

La segunda parte del salmo ya no se refiere a Dios como pastor, sino a Dios como anfitrión, que da refugio en su tienda a un perseguido, quien lo reconoce de esta manera:

Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos;
La hospitalidad es sagrada, y los perseguidores observan desde fuera del recinto sin poder intervenir, porque sería una ofensa muy grave contra el anfitrión.
unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa.
La hospitalidad incluye la fiesta: el óleo que unge la cabeza es signo de alegría, al igual que la copa desbordante.
Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida;
Los enemigos se han marchado y lo mismo hará el huésped, pero no va solo, sino escoltado por la bondad y la gracia del Señor.
Y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo.
La Casa del Señor es la meta de la peregrinación. Hacia allí caminamos, pero no vamos solos: Él nos acompaña, con su bondad y su gracia.
En la casa de mi Padre hay muchas mansiones (Juan 14,2)
Así lo anunció Jesús. Nos invita a caminar con Él, nos guía y acompaña en el camino y nos espera en la meta.

FIESTA PATRIA

El 18 de julio de 1830 se juró la primera constitución de la república. Uruguay comenzó su vida como un Estado independiente y organizado, con una ley fundamental. Con aciertos y carencias, la Constitución de 1830 estableció una forma de gobierno y de vida ciudadana. Muchas veces fue reformada; pero el 18 de julio de cada año nos recuerda que existe ese “librito” -como lo llamó el primer presidente del Uruguay- que establece derechos y deberes de los ciudadanos, así como atribuciones y límites de los tres poderes que tienen a su cargo, respectivamente, la administración de justicia, la elaboración y aprobación de las leyes y la acción del Estado. Los momentos en que la ley fundamental fue suspendida nos hacen ver su valor, así como la necesidad de que sea respetada, obedecida y, también, cuando sea necesario y en la forma que ella misma establece, corregida y perfeccionada.

SANTA Y SANTO

El jueves 22 recordamos a Santa María Magdalena. En 2016 el papa Francisco estableció que su memoria sea celebrada por toda la Iglesia como fiesta, por ser la primera testigo y evangelista de la resurrección del Señor, “la apóstol de los apóstoles”.
Un santo muy importante para la numerosa comunidad libanesa presente en Uruguay se recuerda el sábado 24: san Charbel Makhluf, sacerdote de la orden de los Maronitas Libaneses, que vivió con gran austeridad en el desierto, día y noche al servicio de Dios.

Amigas y amigos, esto es todo por hoy. Muchas gracias por su atención. Cuídense mucho. El Señor los bendiga y hasta la próxima semana si Dios quiere.
 

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