jueves, 29 de julio de 2021

“Señor, danos siempre de ese pan”. (Juan 6,24-35). Domingo XVIII del tiempo durante el año.


El domingo pasado escuchamos el relato de la multiplicación de los panes y los peces. Haciendo eso, Jesús sació el hambre de una multitud. A continuación, se marchó de allí. La gente lo siguió y lo encontró. ¿Por qué lo buscaron? Al verlos llegar, Jesús les dijo:

“Ustedes me buscan porque han comido pan hasta saciarse.
Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna,
el que les dará el Hijo del hombre”.
Tal como en tiempos antiguos Dios había alimentado a su Pueblo en el desierto, Jesús alimentó a aquella muchedumbre. Todos comieron hasta saciarse, pero Jesús quería hacerles descubrir otro alimento y, al mismo tiempo, otra forma de vida.
Hay un alimento perecedero, para una vida también perecedera. Dice el libro del Génesis:
«Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque polvo eres y al polvo volverás» (Génesis 3,19).
Esta vida que conocemos, esta vida por la que luchamos cada día, ganándonos el pan, es una vida que terminará en su momento para cada uno de nosotros.
Pero Dios quiere darnos otra vida: una vida eterna. Para esa vida hay otro alimento, alimento que permanece. Alimento que no puede conseguirlo el ser humano con su esfuerzo: es “el que les dará el Hijo del hombre”, es decir, Jesús.
Esas palabras pueden hacernos pensar ya en la Eucaristía, en la hostia consagrada, en el Cuerpo de Cristo que recibimos en la comunión. Pero no nos apuremos. Ya llegaremos allí, en próximos domingos. La gente le pregunta a Jesús qué es lo que ellos tienen que hacer “para realizar las obras de Dios”, entendiendo que por allí llegan a la vida eterna. La respuesta de Jesús es:
«La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado»
Jesús enseña que la fe, que permite ver en él al enviado de Dios, es una obra que DIOS HACE en nosotros. Así lo enseña el Catecismo de la Iglesia Católica:
«La fe es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por Él» (N. 153).
La tarea que Jesús nos pide aquí es creer, es decir, recibir ese don de la fe y cultivarlo. Esto lo hacemos con la oración, la meditación de la Palabra, los sacramentos, la comunidad. La vida nueva, la vida eterna que Jesús ofrece comienza ya, como en germen, en nuestra amistad con Él y en nuestra vida cristiana, al poner en práctica las enseñanzas de Jesús, amando a Dios y a nuestro prójimo.
Todo eso nos lo hace posible Jesús mismo, si creemos en Él… por eso, con las palabras del Evangelio, le rogamos
“Señor, danos siempre de ese pan”.
Y, entonces, Él nos responde y nos anima diciéndonos:
«Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed».

Iglesia Cristo Obrero

El martes 27 en la mañana llegó desde China la noticia de que la UNESCO había decidido incluir dentro del patrimonio mundial de la Humanidad a la Iglesia Cristo Obrero, de Estación Atlántida, obra del ingeniero Eladio Dieste. En el momento de grabar este programa estaba ya previsto que este acontecimiento se festejara el sábado 31, en la misma iglesia, en dos momentos: a las 11 de la mañana, Misa en acción de gracias a Dios y en sufragio por Eladio Dieste y los esposos Giúdice-Urioste, donantes de la obra. A las 14 horas, acto protocolar, organizado por el Ministerio de Educación y Cultura con la colaboración de la Intendencia de Canelones.
Nuestra comunidad diocesana se alegra con esta noticia. Entre todos y con las ayudas que esta declaración puede hacer posible, asumiremos la responsabilidad de conservar este bien, así como facilitar que sea visitado y apreciado por quienes se acerquen a verlo. Hablando de su obra, dijo Eladio Dieste: “lo hice como creyente, construyendo un templo para otros fieles como yo”. Y eso es lo que debe seguir siendo: ante todo “casa de oración”, lugar de encuentro de los hombres con Dios.

Santos de la semana

El calendario de esta semana es muy variado… Veamos.
 

Este domingo primero: San Alfonso María de Ligorio. A él está dedicada una de las capillas de la parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro que este domingo por la mañana celebra su fiesta patronal. Allí están las Hermanitas de la Anunciación. San Alfonso fue el fundador de la Congregación del Santísimo Redentor, más conocidos como los Redentoristas, que, durante muchos años, formaron y animaron las comunidades de la ruta 8, en Barros Blancos, que conforman esta parroquia.
También el domingo 1, a la tarde, la parroquia Santa María de los Ángeles, en San José de Carrasco, celebra su fiesta patronal, adelantándola un día. Allí están los Misioneros y Misioneras Servidores de la Palabra, sacerdotes y religiosas mexicanos.

El lunes 2, entonces, es la memoria de Santa María de los Ángeles, una fiesta franciscana, ligada a la Porciúncula, una pequeña iglesia restaurada por san Francisco de Asís, tan pequeña que está hoy dentro de la gran basílica Santa María de los Ángeles, en Asís. En esa capillita nació la orden franciscana; Clara de Asís pronunció sus primeros votos y también allí san Francisco entregó a Dios su alma.
En ese mismo día la iglesia recuerda a san Eusebio de Vercelli y a san Pedro Julián Eymard.

El miércoles 4 de agosto recordamos a Juan Bautista María Vianney, el santo cura de Ars, patrono de todos los sacerdotes. Ese día habrá una celebración en Montevideo, en el Seminario Interdiocesano con la presencia de todos los Obispos, que tendremos después asamblea de nuestra Conferencia Episcopal.
También es bueno recordar que el 4 de agosto de 1976 vivió su martirio el beato Enrique Angelelli, Obispo de La Rioja.

Jueves 5 de agosto, dedicación de la Basílica de Santa María. Esta iglesia se encuentra en Roma y es llamada “la Mayor” porque es la más grande dedicada a la Virgen María en la ciudad eterna. Es también la primera iglesia dedicada a la Virgen en Occidente. Fue mandada construir por el Papa Sixto III después del Concilio de Éfeso, del año 431, en el que Nuestra Señora fue proclamada Theotokos (Θεοτόκος), es decir “Madre de Dios”.

El viernes 6 se celebra la fiesta de la transfiguración del Señor. En ese misterio recordamos como
Jesús, Hijo amado del Padre, manifestó su gloria ante sus discípulos Pedro, Santiago y Juan con el testimonio de Moisés y Elías, representando la Ley y los Profetas. Así lo proclama y explica la liturgia:

Él reveló su gloria ante los testigos que había elegido,
y revistió su cuerpo, semejante al de todos los hombres, de un extraordinario esplendor,
para apartar del corazón de sus discípulos el escándalo de la cruz,
y manifestar que se cumpliría en la totalidad del cuerpo de la Iglesia
lo que brilló admirablemente en él mismo, su cabeza.
El sábado 7 recordamos a san Cayetano, en cuyo santuario de Liniers, en Buenos Aires, se congregan miles y miles de fieles cada 7 de agosto implorando por pan y trabajo. También en este día recordamos a los Santos Sixto II papa y compañeros mártires.

Amigas y amigos, esto es todo por hoy. Cuídense mucho. Que el Señor los bendiga y hasta la próxima semana si Dios quiere.

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