En este 1º de Mayo, Día de los Trabajadores y fiesta de San José Obrero, hacemos llegar nuestro saludo y cercanía a todos quienes, con su trabajo cotidiano, generan el sustento diario y hacen posible la construcción y desarrollo de la casa común.
Vivimos momentos complejos. Hemos logrado superar esta etapa de emergencia sanitaria, pero las secuelas que la pandemia ha dejado contribuyen a mantener la desigualdad de oportunidades de acceso al trabajo para todos los habitantes del país.
Es vital abrir puertas a un trabajo digno e inclusivo para hombres y mujeres, jóvenes y adultos, los nacidos en nuestro suelo y los venidos desde otras tierras; las personas de diversas etnias y aquellas con diferentes capacidades, así como las que buscan rehabilitarse y reintegrarse a la sociedad.
El trabajo, desde nuestra visión cristiana, forma parte de la esencia del ser humano como colaborador en la creación, en relación con los demás y con la naturaleza.
Somos criaturas de un Dios cuyo Hijo se hizo hombre y habitó entre nosotros compartiendo las condiciones de vida, las tareas cotidianas y el trabajo con su pueblo.
Para que constituya un camino de desarrollo humano, social y ambiental, el trabajo humano no puede considerarse una mercancía o un mero instrumento en la cadena de producción de bienes y servicios. La persona debe ser el centro. Así lo expresa el Papa Francisco:
«Tenemos que volver a llevar la dignidad humana al centro y que sobre ese pilar se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos»” (Fratelli Tutti 168).
En el complejo mundo de hoy enfrentamos serios problemas de desempleo, explotación, trata de personas, inadecuadas condiciones de trabajo, agotamiento de los entornos naturales.
Francisco nos llama insistentemente a marcar el rumbo hacia un modelo de desarrollo sostenible, que ubique en el centro a la persona e integre los temas laborales y ambientales, respondiendo de una manera integral, pues “todo está interconectado”:
“porque la paz real y duradera sólo es posible «desde una ética global de solidaridad y cooperación al servicio de un futuro plasmado por la interdependencia y la corresponsabilidad entre toda la familia humana»” (Fratelli Tutti 127).
En sus palabras, el Santo Padre nos llama a velar por una sociedad en la que todos nuestros hermanos y hermanas accedan a “las tres T”: Techo, Trabajo y Tierra. (Cf. Discurso a los participantes del encuentro mundial de movimientos populares, 5 de noviembre de 2016)
Es el momento, como pueblo oriental, de unir esfuerzos y proyectar un futuro donde estos sueños puedan volverse realidad.
Tras los recientes acontecimientos en el escenario político nacional, valoramos nuestra democracia que habilita mecanismos de decisión ciudadana con transparencia y armonía, y oramos para que la búsqueda del bien común prime sobre las diferencias que deben convivir en un régimen democrático.
En este día recordamos con gratitud a todos los compatriotas que, en el contexto de la pandemia, prestaron sus servicios con gran generosidad y entrega.
Pedimos la intercesión de san José Obrero, por todos aquellos que sufren por la falta o por las condiciones inadecuadas de trabajo. Invocamos al Espíritu Santo para que ilumine y guíe a nuestro pueblo para seguir los pasos de Jesús, el Hijo de Dios, conocido como “el hijo del carpintero”, que se hizo servidor de todos.
Los Obispos del Uruguay
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