miércoles, 31 de julio de 2024

“Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre”. (Juan 6,24-35). Domingo XVIII durante el año / Santo Cura de Ars

El 4 de agosto es la fecha en que la Iglesia recuerda a un santo sacerdote que murió en ese día, en el año 1859. Se trata de San Juan María Vianney, conocido como “el santo cura de Ars”. Aunque hoy, como corresponde, se leen las lecturas del domingo, vamos a dedicar este programa a recordar la vida y testimonio de este santo de Francia y de toda la Iglesia, patrono de todos los sacerdotes, en especial de los párrocos.

Ordenado en el año 1815, después de un tiempo como vicario en otra parroquia, fue enviado al pueblecito de Ars, cerca de Lyon.

Llegó a pie, llevando sus pocas pertenencias. Se cuenta que, al llegar a un cruce de caminos, no supo por dónde seguir. Un jovencito del lugar, que pasaba por allí, le mostró la ruta correcta. Entonces, el joven cura le dijo unas palabras de las que pronto se enteraron y siempre recordaron los fieles de Ars: 

“Tú me has mostrado el camino de Ars; yo te mostraré el camino del Cielo”.

El camino del Cielo lo había ido aprendiendo en su accidentado caminar hacia el sacerdocio. Juan María Vianney nació en 1786, tres años antes del comienzo de la Revolución Francesa. Sus padres eran gente de campo. Su principal escuela fue la familia y el trabajo, escuela también de fe. La Revolución impuso a los sacerdotes la llamada “constitución civil del clero”, normas bastante inaceptables, que algunos juraron, pero otros no. Estos fueron llamados “refractarios” y tenían que moverse en la clandestinidad. La familia Vianney fue una de las que los recibió y escondió. Con uno de esos sacerdotes el pequeño Juan María se confesó y recibió su primera comunión.

Con el advenimiento de Napoleón Bonaparte, la situación de la Iglesia y de los sacerdotes se regularizó. Sintiéndose llamado al sacerdocio, el joven Vianney, a los 20 años, comenzó a prepararse, ayudado por el P. Balley, párroco de Ecully. Los estudios no fueron fáciles para él; no por falta de capacidad, como se ha creído, sino por su débil base escolar. Con su inteligencia y la ayuda de algunos condiscípulos pudo superar las pruebas. Entre sus compañeros había otro santo: Marcelino Champagnat, fundador de los Hermanos Maristas, con quienes el Cura de Ars mantuvo siempre cercanía y amistad.

En 1809 fue llamado a filas del ejército napoleónico que se preparaba a invadir España. Logró desertar, pero permaneció escondido hasta que pudo retomar sus estudios.

En 1814 cayó Napoleón y al año siguiente se restauró la monarquía en Francia. Ese año, Juan María podía ya recibir la ordenación sacerdotal… pero la situación política había provocado que no hubiera obispo en su diócesis, la diócesis de Lyon. Es así que le entregaron los documentos necesarios para ser ordenado en Grenoble, donde sí había obispo. Al menos cien kilómetros a pie recorrió Juan María para llegar desde Dardilly, donde vivía, hasta Grenoble, donde fue ordenado el 13 de agosto de 1815.

Cuando llegó a Ars, encontró que la gente solo se reunía para divertirse, con muchos excesos, bajo unas carpas donde se hacían grandes bailes... grandes bailongos. La fe estaba muerta. Con la ayuda del Buen Dios, le tocó hacerla revivir. Lo logró a través de su predicación, pero, sobre todo, por su vida de oración y su sencilla manera de vivir. Se dejó conducir por la Misericordia de Dios y adquirió una merecida fama como confesor, que comenzó a atraer fieles de hasta muy lejanos lugares.

Fundó un orfanato con el nombre de “La Providencia” y estuvo atento a los pobres.

Entre los milagros realizados en vida que se le atribuyen, está “la multiplicación del trigo”. En el orfanato, el pan de cada día era una necesidad grande y evidente. Se preparaba allí mismo, con el trigo aportado por algunos benefactores, que se guardaba en el granero. En un momento dado, el encargado hizo notar que quedaba muy poco trigo y que se iba a agotar rápidamente. Antes de que eso sucediera, sin explicación razonable, apareció más trigo en el granero. Eso sucedió en dos ocasiones.

El padre Vianney no quería que faltara el pan cotidiano, pero, sobre todo, no quería que faltara a los fieles Jesús, Pan de Vida. Rezaba su Misa y entregaba el Cuerpo de Cristo. El Sagrario era como un pequeño granero que nunca quedaba vacío y siempre atraía la presencia de los fieles, que oraban de rodillas ante Jesús Eucaristía, como aquel campesino que llamó la atención del santo Cura.

Viendo que el hombre nunca utilizaba libros de oraciones, ni rosario, y que no decía palabra, el padre Vianney se acercó y le preguntó qué oración rezaba.

El hombre respondió, señalando el sagrario: 

«¡Ah, Señor cura! son muchas las veces que no puedo rezar; entonces yo lo miro, y él me mira».

A su muerte, a los 73 años de edad, con más de cuarenta años de entrega a Dios y a sus hermanos, su fama de santidad se había extendido enormemente y la pequeña iglesia donde quedó su cuerpo yaciente se transformó en un lugar de peregrinación.

Su oración, conocida como “acto de amor del Cura de Ars” es conocida y rezada por muchos fieles católicos. Con ella cerramos esta evocación de San Juan María Vianney:

Te amo, Dios mío, y mi único deseo es amarte
hasta el último suspiro de mi vida.
Te amo, oh Dios infinitamente amable,
y prefiero morir amándote
que vivir un instante sin amarte.
Te amo, Dios mío, y si deseo el Cielo
no es sino para tener la felicidad
de amarte eternamente.
Te amo, Dios mío, y si temo al infierno
es porque ahí nunca tendría
la dulce consolación de tu amor.
Oh mi Dios, si mi lengua no puede decir
A cada instante que te amo, por lo menos quiero
que mi corazón lo repita cada vez que respiro.
Ah… dame la gracia de sufrir mientras te amo,
y de amarte mientras sufro,
y de expirar un día amándote
y sintiendo que te amo.
Y cuanto más cerca esté mi hora,
te suplico que acrecientes mi amor
y lo perfecciones. Amén.

En esta semana

  • Desde ayer, los obispos del Uruguay estamos en unos días de retiro hasta el miércoles. El jueves 8 tendremos la celebración del Santo Cura de Ars en el Seminario Interdiocesano y el viernes 9 estaremos reunidos en asamblea. No se olviden de rezar por nosotros.
  • Martes 6, fiesta de la transfiguración del Señor, aniversario de la muerte de San Pablo VI.
  • Jueves 8, Santo Domingo.
  • Viernes 9, Santa Teresa Benedicta de la Cruz.
  • Sábado 10, San Lorenzo, diácono. Un día para recordar a nuestros diáconos permanentes y rezar por ellos.
  • El sábado 10 y domingo 11, se hará en nuestra diócesis la colecta destinada al Hogar Sacerdotal. Agradezco su colaboración en el sostenimiento de esta obra tan importante.

Gracias, amigas y amigos. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.


Palabra de Vida: “Te combatirán, pero no podrán contra ti, porque Yo estoy contigo para salvarte”. (Jeremías 15,10.16-21)


 
Miércoles XVII durante el año.
31 de julio de 2024 

Lectura del libro de Jeremías     15, 10. 16-21

¡Qué desgracia, madre mía, que me hayas dado a luz, a mí, un hombre discutido y controvertido por todo el país! Yo no di ni recibí nada prestado, pero todos me maldicen.
Cuando se presentaban tus palabras, yo las devoraba, tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo soy llamado con tu Nombre, Señor, Dios de los ejércitos.
Yo no me senté a disfrutar en la reunión de los que se divierten; forzado por tu mano, me mantuve apartado, porque Tú me habías llenado de indignación. ¿Por qué es incesante mi dolor, por qué mi llaga es incurable, se resiste a sanar? ¿Serás para mí como un arroyo engañoso, de aguas inconstantes?
Por eso, así habla el Señor: "Si tú vuelves, yo te haré volver, tú estarás de pie delante de mí, si separas lo precioso de la escoria, tú serás mi portavoz. Ellos se volverán hacia ti, pero tú no te volverás hacia ellos. Yo te pondré frente a este pueblo como una muralla de bronce inexpugnable. Te combatirán, pero no podrán contra ti, porque Yo estoy contigo para salvarte y librarte -oráculo del Señor-. Yo te libraré de la mano de los malvados y te rescataré del poder de los violentos".

Palabra de Dios.

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Hna. Cecilia Gayo HMA: votos perpetuos

 


sábado, 27 de julio de 2024

Palabra de Vida: Sembrar una esperanza viva (Mateo 13,24-30)


Sábado XVI durante el año.
27 de julio de 2024 
Meditación:
Fray Hans Stapel; P. César dos Santos, ¡Ya sucedió… y se propagó! p. 236

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     13, 24-30

Jesús propuso a la gente esta parábola:
«El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: "Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?"
Él les respondió: "Esto lo ha hecho algún enemigo".
Los peones replicaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?"
"No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero"».

Palabra del Señor.

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viernes, 26 de julio de 2024

26 de julio: San Joaquín y Santa Ana.



Palabra de Vida: “Sus obras de justicia no han sido olvidadas” (Eclesiástico 44,1. 9-15)
Jueves 26 de julio de 2024.

Lectura del libro del Eclesiástico     44, 1.9-15

    Elogiemos a los hombres ilustres, a los antepasados de nuestra raza. Porque hay otros que cayeron en el olvido y desaparecieron como si no hubieran existido; pasaron como si no hubieran nacido, igual que sus hijos después de ellos. No sucede así con aquellos, los hombres de bien, cuyas obras de justicia no han sido olvidadas. Con su descendencia se perpetúa la rica herencia que procede de ellos.
    Su descendencia fue fiel a las alianzas y también sus nietos, gracias a ellos. Su descendencia permanecerá para siempre, y su gloria no se extinguirá.
    Sus cuerpos fueron sepultados en paz, y su nombre sobrevive a través de las generaciones. Los pueblos proclaman su sabiduría, y la asamblea anuncia su alabanza.

Palabra de Dios.

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“Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó”. (Juan 6,1-15). Domingo XVII durante el año.

Lo sabemos: no todo se puede resolver con dinero, pero a veces, nuestro primer reflejo es preguntarnos: “¿Cuánto costará esto?”. La cuestión no deja de tener realismo y aparece en el diálogo de Jesús con uno de sus discípulos, ante un gentío con hambre:

Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a Él y dijo a Felipe: 
«¿Dónde compraremos pan para darles de comer?»
Felipe le respondió: «Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan». (Juan 6,1-15)

Así está planteado el problema y se presenta una posible solución: comprar el pan. Pero eso no está al alcance de los discípulos. Tampoco hay dónde comprarlo. En cierta forma, Jesús quería provocar otra respuesta, ver si sus discípulos eran capaces de pensar alternativas. Nos explica el evangelista Juan:

[Jesús] decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. (Juan 6,1-15)

Frente al hambre de quienes se encuentran en situaciones difíciles, hay otras respuestas posibles. Un gobierno nacional, departamental o municipal, o, mejor aún, organizaciones de la sociedad civil, podrían implementar soluciones más estructuradas y permanentes, como el Instituto Nacional de Alimentación, que existe en Uruguay; bancos de alimentos, distribución de canastas…

Una comunidad cristiana que siente la compasión de Jesús puede no solo hacer caridad, sino hacerlo en forma organizada: entregar alimentos, ofrecer un plato caliente, como se hace en varias parroquias, preparado por grupos de fieles. Recordemos a San Vicente de Paúl, quien ante la tremenda pobreza de la Francia de su tiempo, organizó la distribución de víveres, ropa y otras ayudas a los pobres, llevando registros de las familias a las que se ayudaba, de modo de distribuir mejor los recursos disponibles.

Todo eso puede ser bueno, pero no deja de ser asistencia, solución a un problema inmediato, pero sin cambiar una situación de necesidad y manteniendo la dependencia de ayuda. Por eso es necesario que haya otras iniciativas que promuevan el pleno desarrollo humano a través del trabajo, del empleo, todo lo que permite a cada uno ganar honradamente su pan con el esfuerzo cotidiano.

Pero Jesús tiene ante sí la multitud hambrienta y no hay dinero para comprar pan. ¿Hay algún otro recurso? Una respuesta aparece:

Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: «Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?» (Juan 6,1-15)

Hay un niño que ofrece lo poco que tiene. Frente a la necesidad que se ha presentado, lo que él tiene… es… ¡nada! Pero lo pone en manos de Jesús. Pronunciada la acción de gracias, Jesús distribuyó los panes y peces entre todos. 

Aquí podríamos quedarnos en la acción de Jesús. El milagro. La multiplicación de los panes y los peces. Después de hacer sentar a la gente,

Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. (Juan 6,1-15)

Pero no nos quedemos solamente con el milagro; no podemos olvidarnos del niño. Como dice la canción: “Un niño se te acercó aquella tarde”

Jesús hizo su obra, pero esa obra fue posible porque hubo alguien que puso en sus manos todo lo que tenía. Un niño que se confió a Jesús. 

Recordemos la palabra clave del domingo pasado: compasión. Jesús se compadeció de la multitud. El niño de los cinco panes entendió la compasión de Jesús e hizo suyo ese sentimiento. Y eso le llevó a ofrecer lo que tenía.

“No podemos hacer nada”. “No hay con qué…”. En nada de eso pensó el niño. Y Jesús recibió su ofrenda y obró.

En estos días, la muerte de un sacerdote nos ha hecho sentir como aquella multitud de la que Jesús se compadeció. Como Obispo, no puedo decir “no habrá otro”; pero hoy, es verdad, no hay nadie a quien enviar a esa comunidad, no hay un sacerdote que pueda ir a quedarse allí. Esa parroquia se ha sumado a varias otras de Canelones que no cuentan con un sacerdote residente.

Entonces… tendremos que recurrir al niño. Al niño que todos tenemos dentro, al que hace confianza en Jesús y pone en sus manos lo que tiene: presencia, tiempo, ideas, recursos… todo aquello que hará posible que Jesús siga haciéndose presente y siga alimentándonos con el pan de su Palabra y con su pan de Vida. Jesús lo hará a través de nosotros, el “nosotros” de la comunidad; no solo de los ministros o de personas consagradas, sino el conjunto de fieles, aunque sea apenas un puñadito de gente, como eran esos pocos panes y peces que el niño ofreció aquella tarde. Jesús lo recibirá y lo multiplicará, porque Él vive y camina en medio de nosotros.

P. Washington Conde (QEPD)

El domingo pasado, en la parroquia San Antonio de Padua, en Las Piedras, despedimos al P. Washington Conde, que fue llamado a la Casa del Padre. En sus casi 30 años de ministerio sacerdotal pasó por las parroquias de Pando, San Adolfo y Medalla Milagrosa, Barros Blancos y Empalme Olmos, hasta recalar en San Antonio. Fue capellán del Movimiento Scout. En su vida fue constante el amor por la Palabra de Dios: conocerla, meditarla, explicarla y buscar ponerla en práctica cada día, animando a su comunidad a hacer lo mismo. Damos gracias por su vida, su sacerdocio y su fraternidad. Descanse en Paz.

Hna. Cecilia Gayo HMA, votos perpetuos

La Hna. Cecilia Gayo, Hija de María Auxiliadora, que forma parte de la comunidad de Las Piedras, hará sus votos definitivos en la parroquia San Isidro, el sábado 3 de agosto a las 18 horas. Dentro de su vocación, ha sentido el llamado misionero y ha expresado su disponibilidad para ir allí donde sea enviada.

En esta semana

29 de julio: Santos Marta, María y Lázaro. Tres hermanos, amigos de Jesús, que supieron brindarle a él y a sus discípulos su casa de Betania como lugar de reposo y convivencia fraterna.

31 de julio: San Ignacio de Loyola. Fundador de los Jesuitas y creador de los Ejercicios Espirituales, que tanto bien han hecho ayudando a muchos a discernir la voluntad de Dios para su vida.

1 de agosto, San Alfonso María de Ligorio. Fundador de los Redentoristas. Patrono de la capilla del km 28, en Barros Blancos.

2 de agosto, Santa María de los Ángeles, advocación profundamente ligada a la familia franciscana; patrona de la parroquia ubicada en San José de Carrasco, ciudad de la Costa

4 de agosto: san Juan María Vianney, santo Cura de Ars, proclamado por Benedicto XVI como patrono de todos los sacerdotes. En ese día los obispos del Uruguay comenzamos unas jornadas de retiro en Florida.

Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

jueves, 25 de julio de 2024

25 de julio: Santiago Apóstol



+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     20, 20-28

    La madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante Él para pedirle algo.
    «¿Qué quieres?», le preguntó Jesús.
    Ella le dijo: «Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.»
    «No saben lo que piden», respondió Jesús. «¿Pueden beber el cáliz que Yo beberé?»
    «Podemos», le respondieron.
    «Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre.»
    Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud.»

Palabra del Señor.

miércoles, 24 de julio de 2024

Palabra de Vida: “Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía... y te había consagrado” (Jeremías 1,1.4-10)


 
Miércoles de la XVI semana del tiempo durante el año.
24 de julio de 2024.

Lectura del libro de Jeremías     1, 1.4-10

Palabras de Jeremías, hijo de Jilquías, uno de los sacerdotes de Anatot, en territorio de Benjamín.
La palabra del Señor llegó a mí en estos términos:
«Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta para las naciones.»
Yo respondí: «¡Ah, Señor! Mira que no sé hablar, porque soy demasiado joven.»
El Señor me dijo: «No digas: "Soy demasiado joven", porque tú irás adonde Yo te envíe y dirás todo lo que Yo te ordene. No temas delante de ellos, porque yo estoy contigo para librarte -oráculo del Señor-.»
El Señor extendió su mano, tocó mi boca y me dijo: «Yo pongo mis palabras en tu boca. Yo te establezco en este día sobre las naciones y sobre los reinos, para arrancar y derribar, para perder y demoler, para edificar y plantar.»

Palabra de Dios.

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domingo, 21 de julio de 2024

Pbro. Washington Conde, 1963-2024. “... y lo reconocieron al partir el pan” (Lucas 24,35)


Rasgos biográficos

Washington Enrique Conde Suárez nació en la ciudad de Joaquín Suárez, departamento de Canelones, el 9 de febrero de 1963.

Fue ordenado sacerdote por Mons. Orestes Santiago Nuti, primer obispo de Canelones, el 25 de septiembre de 1994.

Comenzó su servicio sacerdotal como vicario parroquial en la parroquia Inmaculada Concepción de Pando.

En 1996 fue nombrado cura párroco de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa en Villa San Isidro y administrador parroquial de San Adolfo en El Dorado, ambas parroquias, hoy, en la ciudad de 18 de Mayo.

En el 2000 pasó a ser administrador parroquial de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Barros Blancos.

En 2004 fue nombrado responsable diocesano de la Pastoral Bíblica. 

En 2006, cura párroco de Santa Rosa de Lima, en Empalme Olmos.

Desde 2013 era asesor diocesano de Pastoral Social. 

Los Scouts siempre lo tuvieron cerca, incluso colaborando en la capellanía nacional de la Pastoral católica del Movimiento.

El 17 de diciembre de 2015 asumió como cura párroco de San Antonio de Padua, en Pueblo Nuevo, Las Piedras, donde vivió sus últimos años en el ministerio sacerdotal, hasta su fallecimiento en la noche del 20 de julio de 2024, a los 61 años de edad y con casi 30 años de ordenado.

El velatorio se realizó desde la mañana del domingo 21 en el templo parroquial de San Antonio, culminando con la Misa a las 13:30. A las 15 horas se realizó el sepelio en el Cementerio de Las Piedras. El ataúd fue colocado en el nicho 597, en bloque al costado del panteón del cantor pedrense Julio Sosa.


Homilía de Mons. Heriberto: "Dios llama siempre"

Queridos hermanos y hermanas:

El Padre Washington, nuestro hermano, nuestro amigo, ha sido llamado a la Casa del Padre.

Desde la noche del 29 de junio había venido luchando, acompañado por la oración de todos los que estamos aquí y de muchos más. Los intensivistas agotaron todos sus recursos, pero no fue posible evitar este desenlace y anoche terminó su combate.

Toda separación produce tristeza; pero encontramos consuelo en la fe y la esperanza, así como en el recuerdo agradecido por la vida y el sacerdocio de Washington, a quienes su mamá Elida y su prima Patricia, que están aquí con nosotros, llamaban “Enrique”, su segundo nombre.

En su servicio sacerdotal, Washington pasó por las parroquias de Pando, El Dorado, Villa San Isidro, Barros Blancos y Empalme Olmos hasta recalar, desde el 17 de diciembre de 2015, en Las Piedras, en Pueblo Nuevo, en esta parroquia San Antonio de Padua. También tuvo responsabilidades diocesanas como la Pastoral Bíblica y la Pastoral Social y fue capellán nacional de la Pastoral Católica del Movimientos Scout. Siempre estuvo muy cercano a los Scouts.

“El sacerdote es el verdadero formador de comunidades cristianas insertas en el mundo como fermento de cambio, llenas de amor fraterno”, decía Mons. Nuti el 25 de septiembre de 1994, en la ordenación del Padre Washington. El domingo 16 de junio, en la fiesta patronal, vivimos uno de esas expresiones fraternas. No lo sabíamos, pero sería la última fiesta con la presencia de Washington como párroco.

Pero ese amor fraterno ciertamente se ha manifestado en esta comunidad que, como decíamos, lo estuvo acompañando con su oración y llegando a él en la medida de lo posible, a través de algunos de sus integrantes, pero sin dejar de estar todos atentos y orantes.

En esa homilía de la ordenación, Mons. Nuti recordó que Washington, como los discípulos que dejaron las redes al llamado de Jesús, en diciembre de 1984, dejó su empleo en las oficinas de UTE para seguir al Maestro.

“Dios llama siempre”, decía Mons. Nuti y, recordando la parábola de los trabajadores de la viña, mencionaba los llamados a primera hora, a la hora mediana y al atardecer.

En el evangelio de este domingo escuchamos a Jesús diciendo a los apóstoles «Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco». Ahora Washington ha respondido al llamado de la última hora; no para la labor de la cosecha, sino para el descanso; descanso de la tarea que el obispo describía como “trabajo de toda la vida, como anunciador y testigo” de Cristo; en el “nunca anunciarse a sí mismo; siempre a Dios”.

En la vida de nuestro amigo fue constante el amor por la Palabra de Dios: conocerla, entenderla, meditarla, explicarla y buscar ponerla en práctica cada día e invitar a hacer todo eso en comunidad. 

Como decía Mons. Nuti: “orar a Dios, contemplar en Dios sus planes; las cosas contempladas en Dios, presentarlas a los hombres y presentarle a Dios los problemas de los hombres”.

Finalizaba Mons. Nuti su homilía con esta recomendación para el nuevo sacerdote: “recuérdate que has sido sacado de entre los hombres, puesto como puente entre los hombres y Dios para hablar a Dios de los hombres y a los hombres de Dios”.

Washington ya no nos hablará de Dios con sus palabras. Quienes las recibimos en momentos especiales las recordaremos. Pero nos seguirá hablando con el recuerdo de su entrega sacerdotal. Y si hasta ahora Washington habló a Dios de los hombres en su oración, pedimos al Señor que lo reciba para que pueda seguir hablándole de nosotros, llevándole las angustias y tristezas, así como las alegrías y esperanzas de nuestro pueblo y de nuestra Iglesia, de cada rostro humano que alguna vez se estampó en sus retinas y que él guardó en su corazón.

Padre Washington, Enrique, gracias por tu vida, por tu fraternidad, por tu sacerdocio. Descansa en Paz.

+ Heriberto, Obispo de Canelones

viernes, 19 de julio de 2024

“Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella” (Marcos 6,30 34). Domingo XVI durante el año.

“Si en este momento usted estuviera solo y Dios se le presentara ¿Qué le diría?”
Esa pregunta formaba parte de una encuesta que se hizo hace muchos años en las parroquias de Uruguay. La respuesta no era abierta: había múltiples opciones. Recuerdo una que decía: “me pondría de rodillas delante de Él y le pediría perdón por todos mis pecados”. Otra era “le preguntaría porqué hay tanto mal en el mundo”.

De esa forma, se buscaba sacar alguna conclusión sobre la imagen de Dios y la relación que los católicos practicantes, de Misa, teníamos con Dios. 

No recuerdo otras posibilidades de respuesta que se ofrecían; creo recordar una expresión de amor, de adoración y, seguramente, también la posibilidad de algún pedido, como la curación de una enfermedad o la solución de problemas….

Los seres humanos tenemos muchas necesidades.
Algunas son inmediatas, acuciantes y las tratamos de resolver a lo largo del día.
Otras son más de fondo y vamos buscando respuesta a lo largo de la vida.

Leyendo el Evangelio de hoy y otros pasajes, vemos cómo mucha gente iba al encuentro de Jesús.
Desde nuestra fe, podemos pensar, iban al encuentro de Dios, del Hijo de Dios… pero eso no era tan evidente en aquel tiempo. En la historia de Israel había habido muchos hombres claramente inspirados por Dios, cuyas historias -que nos han quedado en la Biblia- seguían siendo referencia para todos: Abraham, Moisés, los profetas… La gente percibía en ellos una clara relación con Dios, una gran conexión con Dios, podríamos decir.

Lo mismo veían ahora en Jesús. Un hombre que traía para ellos, de forma misteriosa, la presencia de Dios. Más allá del grupo de los Doce, que iba con Jesús a todas partes, permaneciendo con él, mucha más gente seguía a Jesús: averiguaban dónde estaba, iban a verlo, a escucharlo… esperaban ver o recibir un milagro.

¿Qué siente Jesús ante la gente? El evangelio de hoy nos presenta ese sentimiento:
Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor (Marcos 6,30 34)
La compasión de Jesús es el sentimiento que nos muestra el evangelio. Jesús se compadeció de la multitud. El verbo compadecer significa “padecer-con”. Padecer nos habla de algo malo que se siente, que se sufre, que se soporta: un dolor físico o moral, una enfermedad, una pena o castigo… Sentir compasión, compadecerse, es llegar a sentir como si fuera propio el sufrimiento del otro: padecer con el otro.

El motivo de la compasión de Jesús es que las personas de aquella multitud estaban “como ovejas sin pastor”. Eso significa que estaban perdidas y no encontraban el camino para atender sus necesidades más inmediatas. Pensemos en la primera estrofa del salmo de este domingo, este salmo tan conocido:
El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
Él me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas. (Salmo 22,1-6)
Ahí está lo que hace el pastor por sus ovejas. Pero, si no hay pastor ¿quién conducirá hacia las verdes praderas y las aguas tranquilas? Las ovejas sufrirán el hambre y la sed y se agotarán en un ir y venir sin rumbo.

Pero allí, ante la multitud, está Jesús. Él, reencontrándose con sus discípulos que habían vuelto de su primera experiencia de misión, se había retirado con la intención de descansar:
Al regresar de su misión, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
Él les dijo: «Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco». Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. (Marcos 6,30 34)
Sin embargo, no tuvieron éxito en ese intento de retiro:
Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. (Marcos 6,30 34)
En este reencuentro con la multitud que lo ha seguido, vuelve a manifestarse, una vez más, la compasión de Jesús. El evangelio no nos dice qué espera toda aquella gente en ese momento. No aparece ningún pedido de su parte. Nos dice, en cambio, lo que vio Jesús en ellos: “eran como ovejas sin pastor”. ¿Cuál fue la respuesta de Jesús?
“… estuvo enseñándoles largo rato”. (Marcos 6,30 34)
¿Era eso lo que esperaba la gente? ¿Era eso lo que hubiéramos esperado nosotros? La respuesta de Jesús va muchas veces más allá de lo que la gente cree que necesita, más allá de lo que le pide. Dios sobrepasa nuestros deseos y puede concedernos aún lo que no nos atrevemos a pedir. Pensemos en aquel paralítico que fue llevado ante Jesús y que, como podemos pensar, esperaría volver a caminar, ser curado. A él, lo primero que le dice Jesús es “tus pecados te son perdonados”. Tantos otros que fueron curados de sus enfermedades, escucharon de Jesús esta palabra: “tu fe te ha salvado”. No todos reconocieron el don que habían recibido. De diez leprosos que quedaron limpios por la palabra de Jesús, solo uno volvió para agradecer y pudo, así, escuchar esta frase:
«Levántate y vete, tu fe te ha salvado». (Lucas 17,19)
Volver a Jesús. Volver al encuentro con Él, en la Iglesia, en la comunidad. 
Como en nuestro punto de partida: ¿qué le pediríamos hoy? ¿Qué le podemos pedir?
Nada mejor que volver a escucharlo, estar con Él. Recibir su Palabra y ponerla en práctica.

Dejarnos enseñar. Todos necesitamos palabras de verdad que nos guíen y que iluminen nuestro camino. Sin la verdad, que es Cristo mismo, no es posible encontrar la correcta orientación ni el sentido de nuestra vida.

Cuando nos alejamos de Jesús y de su amor, nos perdemos. La existencia se transforma en desilusión e insatisfacción. Las dificultades nos abruman y las tinieblas parecen estar prontas a devorarnos. Pero, entonces…
Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal,
porque Tú estás conmigo. (Salmo 22,1-6)
Caminando detrás de Jesús, siguiendo sus huellas, aprendiendo de su compasión, es posible caminar sin temor y avanzar en el amor a Dios y al prójimo.

En esta semana

  • Lunes 22: Santa María Magdalena, apóstol de los apóstoles
  • Miércoles 24: recordamos a la beata Madre Berenice, fundadora de las Hermanitas de la Anunciación.
  • Jueves 25: Santiago, apóstol
  • Viernes 26: Santos Joaquín y Ana, padres de la Virgen María.
  • El domingo 28, el más próximo a la memoria de San Joaquín y Santa Ana, la iglesia celebra la jornada de los abuelos y mayores, convocada este año bajo el lema “En la vejez no me abandones” (cf. Sal 71,9).
Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

Palabra de Vida: “He oído tu súplica, he visto tus lágrimas” (Isaías 38,1-6.22.7-8.21)

 



Viernes de la XV semana del tiempo durante el año.
19 de julio de 2024.

Lectura del libro de Isaías     38, 1-6.22.7-8.21

El rey Ezequías cayó gravemente enfermo. El profeta Isaías, hijo de Amós, fue a verlo y le dijo: «Así habla el Señor: Ordena los asuntos de tu casa, porque vas a morir. Ya no vivirás más.»
Ezequías volvió su rostro hacia la pared y oró al Señor, diciendo: «¡Ah, Señor! Recuerda que yo he caminado delante de ti con fidelidad e integridad de corazón, y que hice lo que es bueno a tus ojos.» Y Ezequías se deshizo en llanto.
Entonces la palabra del Señor llegó a Isaías en estos términos: «Ve a decir a Ezequías: Así habla el Señor, el Dios de tu padre David: He oído tu súplica, he visto tus lágrimas. Yo añadiré otros quince años a tu vida; te libraré, a ti y a esta ciudad, de manos del rey de Asiria, y defenderé a esta ciudad.»
Ezequías respondió: «¿Cuál es la señal de que podré subir a la Casa del Señor?»
«Esta es la señal que te da el Señor para confirmar la palabra que ha pronunciado: En el reloj de sol de Ajaz, Yo haré retroceder diez grados la sombra que ya ha descendido.»
Y el sol retrocedió en el reloj los diez grados que había descendido. Luego dijo Isaías: «Traigan un emplasto de higos; aplíquenlo sobre la úlcera, y el rey sanará.»

Palabra de Dios.

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jueves, 18 de julio de 2024

Palabra de Vida: “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados” (Mateo 11,28-30).


 

Jueves de la XV semana del tiempo durante el año.
18 de julio de 2024.
Imagen: "El cargador de flores", de Diego Rivera (1935).

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     11, 28-30

Jesús tomó la palabra y dijo:
Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.

Palabra del Señor.

P. Armando Raffo SJ. (QEPD). Sacerdote que celebraba en Paso Carrasco, Canelones.


Falleció ayer en Montevideo el P. Armando Raffo, uruguayo, sacerdote de la Compañía de Jesús.

Tenía 68 años de edad, 48 años de profesión religiosa y 38 de sacerdote.

Quienes lo conocieron muy de cerca quieren evocarlo así: "Jesuita alegre, dinámico y generoso; amigo entrañable".

En nuestra Diócesis, generosamente, y no sin esfuerzo, celebraba mensualmente en la Parroquia San José Obrero de Paso Carrasco, una de las ya 14 parroquias de Canelones que no cuenta con sacerdote residente.

Que el Señor Jesús reciba a su servidor y lo conduzca a la Casa del Padre.

miércoles, 17 de julio de 2024

Palabra de Vida: Buscar la sabiduría que viene de la humildad. Mateo 11,25-27.


 

Miércoles de la XV semana del tiempo durante el año.
17 de julio de 2024.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     11, 25-27

Jesús dijo:
«Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.»

Palabra del Señor.

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martes, 16 de julio de 2024

175 años de la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María (Claretianos)


16 de Julio de 1849.  Un día como hoy, San Antonio María Claret y cinco compañeros invitados por él fundaron, en el primer día de los Ejercicios Espirituales realizados en el Seminario diocesano de Vic, esta congregación de misioneros, que lleva por título desde entonces: "Hijos del Inmaculado Corazón de la Bienaventurada Virgen María". “Hoy comenzamos una grande obra” dijo Antonio María Claret  aquella tarde, aproximadamente a las 15 hs.

Los Claretianos llegaron al Uruguay, al principio sin establecerse, invitados para realizar misiones rurales entre los años 1905-1916. Vinieron en 17 ocasiones, misionando en 206 localidades del interior del Uruguay.

La primera comunidad se abrió en 1908, en una capilla dedicada a San Alberto, que contaba también con una pequeña casa. Esto era en la zona suburbana de Montevideo, en Peñarol. En 1918 la capilla fue erigida en vice parroquia.

Luego de muchos trabajos y obras, se fue afirmando en Montevideo lo que finalmente sería la parroquia Inmaculado Corazón de María, en las calles Inca y Pagola, muy identificada con San Pancracio, allí venerado.

El arzobispo de Montevideo, Antonio María Barbieri, sintió la necesidad de fortalecer la presencia de la Iglesia en la localidad de Progreso, donde ya estaban los Hermanos de la Sagrada Familia, creando una nueva parroquia y ofreciéndola a los Claretianos. Después de algunas gestiones y visitas, los primeros misioneros, los Padres Tomás de la Fuente y Eusebio Tomás, se instalaron el 2 de mayo de 1944 en la casa contigua a la capilla San José (donde hoy están las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia).

El día 7 de ese mes, se le dio posesión como párroco al P. de la Fuente, que de inmediato se puso a buscar un local en el centro de Progreso. Se alquiló un salón, al que se le puso el nombre de "Oratorio Beato Antonio María Claret". Es así que la parroquia de Progreso fue la primera en el mundo que tuvo como patrono al fundador de los claretianos, entonces todavía beato. Antonio María Claret fue beatificado el 25 de febrero de 1934 por el papa Pío XI y canonizado el 7 de mayo de 1950 por Pío XII. Como detalle curioso, notemos que la fecha de la canonización, 7 de mayo, fue exactamente seis años después del comienzo de la parroquia de Progreso, al asumir el P. de la Fuente como párroco.

La diócesis de Canelones agradece y se alegra de contar con esta presencia misionera, a lo largo de tantos años. 

16 de julio: Nuestra Señora del Carmen.


Palabra de Vida: Hacer la voluntad del Padre. Mateo 12,46-50

16 de julio de 2024.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     12, 46-50

    Jesús estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con él. Alguien le dijo: «Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte.»

    Jesús le respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: «Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.»

Palabra del Señor.

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sábado, 13 de julio de 2024

Palabra de Vida: “¡Aquí estoy: envíame!” para llevar la Esperanza (Isaías 6,1-8)



Sábado de la XIV semana del tiempo durante el año.
13 de julio de 2024.
Fray Hans Stapel; P. César dos Santos, ¡Ya sucedió… y se propagó! pág. 240.

Lectura del libro de Isaías     6, 1-8

El año de la muerte del rey Ozías, yo vi al Señor sentado en un trono elevado y excelso, y las orlas de su manto llenaban el Templo. Unos serafines estaban de pie por encima de Él. Cada uno tenía seis alas: con dos se cubrían el rostro, y con dos se cubrían los pies, y con dos volaban. Y uno gritaba hacia el otro: «¡Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos!
Toda la tierra está llena de su gloria.»
Los fundamentos de los umbrales temblaron al clamor de su voz, y la Casa se llenó de humo.
Yo dije: «¡Ay de mí, estoy perdido! Porque soy un hombre de labios impuros, y habito en medio de un pueblo de labios impuros; ¡y mis ojos han visto al Rey, el Señor de los ejércitos!»
Uno de los serafines voló hacia mí, llevando en su mano una brasa que había tomado con unas tenazas de encima del altar. Él le hizo tocar mi boca, y dijo: «Mira: esto ha tocado tus labios; tu culpa ha sido borrada y tu pecado ha sido expiado.»
Yo oí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?» Yo respondí: «¡Aquí estoy: envíame!»

Palabra de Dios.

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viernes, 12 de julio de 2024

“Jesús llamó a los Doce y los envió de dos en dos”. (Marcos 6,7-13). Domingo XV durante el año.

La primera máquina de lavar se inventó en el año 1851. No sé si fue el primero de los aparatos domésticos, pero, seguramente estuvo entre ellos. Hoy en día, son muchísimos, algunos muy especializados. Cuando se compra alguno de ellos, en la caja viene un manual de instrucciones. Hay personas a veces demasiado seguras de sí mismas, que ponen en funcionamiento lo que han adquirido sin molestarse en leer el manual, a riesgo de causar un estropicio… otros, en cambio, lo leen cuidadosamente y lo siguen al pie de la letra, hasta que la práctica les permite desprenderse de él.

El evangelio de hoy nos da una especie de “manual de instrucciones” que Jesús entrega a sus discípulos la primera vez que salen en misión. Pero aquí no se trata del funcionamiento de una máquina, sino de actitudes humanas recomendables para quienes llevan un mensaje divino, un mensaje que viene de parte de Dios. 

Jesús llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. (Marcos 6,7-13)

Así comienza nuestra lectura. Jesús es el sujeto: él llama, él envía, él da cierto poder. En la Iglesia, nadie puede otorgarse a sí mismo una misión. La comunidad y sus responsables disciernen si el llamado viene de Dios y envían a la misión en nombre de Dios. El Espíritu Santo da a los enviados los medios que necesitan para realizar su tarea.

El envío “de a dos” tiene varias razones. Suele ser mencionada la fuerza de un doble testimonio. Dos testigos que sostienen lo mismo son más creíbles que uno solo. Así se lee en el libro del Deuteronomio, con respecto a los juicios:

No basta un solo testigo para declarar a un hombre culpable de crimen o delito; cualquiera sea la índole del delito, la sentencia deberá fundarse en la declaración de dos o más testigos. (Deuteronomio 19,15)

Otra razón es la ayuda y el socorro mutuos, tanto materiales como espirituales. Leemos en el Eclesiastés:

Valen más dos juntos que uno solo (…) Si caen, uno levanta a su compañero; pero ¡pobre del que está solo y se cae, sin tener a nadie que lo levante! (Eclesiastés o Cohélet 4,9-10)

Dos personas son un equipo mínimo, pero un equipo, al fin. Trabajar al servicio de Jesús y del Reino de Dios supone un espíritu de Iglesia, de comunidad, en la que se discierne y se verifica si se está obrando de acuerdo a las Palabras y a las Obras de Jesús, o si se le está traicionando. No es esa la práctica de los falsos profetas que, pretendiendo haber recibido individualmente revelaciones divinas, terminan formando bandos o sectas, aún reclamando que siguen perteneciendo a la Iglesia, cuando no declarándose como la “verdadera” Iglesia.

Así continúa este “manual del misionero”:

Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni provisiones, ni dinero; que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas. (Marcos 6,7-13)

Todo aquel que se prepara para un viaje evita cargarse demasiado. Como dice la canción: “No eches en la maleta / lo que no vayas a usar / son más largos los caminos / pa’l que va carga’o de más”.

Jesús indica a sus discípulos llevar un bastón, sandalias y una túnica. El bastón es apoyo para el caminante y defensa frente a animales salvajes. Las sandalias son calzado adecuado para caminos polvorientos. Una sola túnica es la que se lleva puesta, sin cargar una segunda. Pero también el calzado y el bastón recuerdan la indicación de Dios a los israelitas para comer el cordero pascual antes de salir de Egipto:

Deberán comerlo así: ceñidos con un cinturón, calzados con sandalias y con el bastón en la mano. (Éxodo 12,11)

Con estas instrucciones, Jesús parece estar iniciando un nuevo éxodo, una nueva salida del Pueblo de Dios. En la misma dirección va la orden de no llevar “ni pan, ni provisiones, ni dinero”, sino marchar confiados en que Dios dará cada día el pan cotidiano, como hizo con el maná en el desierto. Dijo Moisés:

“El señor les manda que cada uno recoja lo que necesita para comer (…) 
Que nadie reserve nada para el día siguiente” (Éxodo 16,16.19)

Los discípulos, que representan el nuevo Pueblo de Dios que Jesús está convocando, deben vivir en la misma actitud de confianza en la Providencia que aprendió a tener el Pueblo de Israel en el desierto.

En ese mismo llamado a confiar en la Providencia, continúa Jesús:

Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. (Marcos 6,7-13)

Puede ser que haya otras casas más cómodas; pero quedarse en esa casa es el reconocimiento a una colaboración que permite permanecer unos días misionando en el mismo pueblo. Dejar esa casa por otra más equipada sería una ingratitud hacia quienes supieron brindar desde el comienzo aquello que podían ofrecer.

Continúa diciendo Jesús:

Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos. (Marcos 6,7-13)

Cuando los israelitas entraban a su tierra al volver de un país pagano, sacudían el polvo de sus pies para no introducirlo en la Tierra Santa. Al hacer este gesto donde han recibido un rechazo, los discípulos manifiestan que esa casa ha sido para ellos como un país pagano, del cual no quieren conservar ni siquiera el polvo.

Nuestro pasaje de hoy concluye así:

Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo. (Marcos 6,7-13)

Los discípulos realizan todo lo que Jesús les ha encomendado y les ha dado el poder de realizar: predicar, expulsar demonios y sanar a los enfermos.

Aquí aparece la mención de la unción con aceite, antecedente del sacramento de la unción de los enfermos, práctica que reaparecerá en la carta de Santiago, que dice:

Si hay alguno enfermo, que llame a los presbíteros de la Iglesia, para que oren por él y lo unjan con óleo en el nombre del Señor. (Santiago 5,14)

¿Qué nos queda de este manual de instrucciones para los misioneros de hoy? Muy resumidamente, mencionaría: la misión siempre desde la comunidad, no individualmente; una gran confianza en la Providencia y, en el centro, el anuncio del Reino de Dios, personificado en Jesucristo, con el testimonio de la Palabra y de las obras.

En esta semana

El lunes 15 recordamos a San Buenaventura, obispo y doctor de la Iglesia, que fue superior general de la orden franciscana, siempre fiel al espíritu del fundador.

Martes 16: Nuestra Señora del Carmen, es decir, del Monte Carmelo, elevación donde actuó el profeta Elías y al que, ya en tiempos cristianos, se retiraron algunos hombres para hacer vida eremítica, dando origen más adelante a la Orden Carmelita.

Jueves 18. En el Uruguay recordamos la jura de nuestra primera Constitución, en 1830, un aniversario que nos invita a valorar la vida en democracia. Como dijo José Artigas, en 1813: “Es muy veleidosa la probidad de los hombres; sólo el freno de la Constitución puede afirmarla”.

Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

Palabra de Vida: “Vuelve Israel, al Señor tu Dios” (Oseas 14,2-10)



Viernes de la XIV semana del tiempo durante el año.
12 de julio de 2024.

Lectura de la profecía de Oseas     14, 2-10

Así habla el Señor:
Vuelve, Israel, al Señor de tu Dios, porque tu falta te ha hecho caer. Preparen lo que van decir y vuelvan al Señor . Díganle: «Borra todas las faltas, acepta lo que hay de bueno, y te ofreceremos el fruto de nuestros labios. Asiria no nos salvará, ya no montaremos a caballo, ni diremos más "¡Dios nuestro!" a la obra de nuestras manos, porque sólo en ti el huérfano encuentra compasión.»
Yo los sanaré de su apostasía, los amaré generosamente, porque mi ira se ha apartado de ellos. Seré como rocío para Israel: él florecerá como el lirio, hundirá sus raíces como el bosque del Líbano; sus retoños se extenderán, su esplendor será como el del olivo y su fragancia como la del Líbano.
Volverán a sentarse a mi sombra, harán revivir el trigo, florecerán como la viña, y su renombre será como el del vino del Líbano. Efraím, ¿qué tengo aún que ver con los ídolos? Yo le respondo y velo por él. Soy como un ciprés siempre verde, y de mí procede tu fruto.
¡Que el sabio comprenda estas cosas! ¡Que el hombre inteligente las entienda! Los caminos del Señor son rectos: por ellos caminarán los justos, pero los rebeldes tropezarán en ellos.

Palabra de Dios.

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jueves, 11 de julio de 2024

11 de julio. San Benito de Nursia, abad. Homilía.

 

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     19, 27-29

    Pedro dijo a Jesús:

    «Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?»

    Jesús les respondió: «Les aseguro que en la regeneración del mundo, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido, también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna.»

Palabra del Señor.

o0o0o0o0o

“Hemos dejado todo”.

Dejar algo siempre significa un acto de desprendimiento.

Ese “algo” que dejamos era, para nosotros, de alguna manera necesario. Mirando desde fuera, cuántas veces nos han dicho “¿para qué necesitas eso?”, viendo, repito, desde fuera, por ejemplo, un objeto que no parece tener ya ningún valor, incluso algo que no funciona. Entonces ¿por qué no dejarlo? Ese objeto, ese aparato, no están allí por su valor material, su valor objetivo, sino por su valor afectivo: por lo que representan para mí. Por eso, me cuesta desprenderme de esas cosas.

Otras veces nos señalan: “esto te hace mal”.  “Tendrías que dejar de comer esto”, “tendrías que dejar de fumar”… Y, sin embargo, también cuesta ese desprendimiento.

Así hablamos de cosas poco útiles, de hábitos insalubres… a eso podríamos sumar tantos ejemplos de aquello que tendríamos que dejar. ¡Y como nos cuesta hacerlo!

Sin embargo, hay personas que son capaces de actos muy generosos, de entregar una parte importante de lo que tienen, por amor al prójimo. He escuchado más de una vez que todos tenemos tres “T”, de las que podemos entregar una buena parte. 

  • La “T” del talento, es decir, de nuestras habilidades y capacidades; 
  • la “T” del tiempo, es decir, nuestra posibilidad de dedicar un espacio no solo para un trabajo donde se ponga en juego nuestro talento, sino, en algunas ocasiones, para simplemente estar, para acompañar a quien se encuentra en soledad y debilidad. 
  • La tercera “T” es la de tesoro: nuestros recursos económicos, nuestros bienes materiales, de los que podemos en parte desprendernos para colaborar y sostener una obra de bien.

Todo eso es muy bueno y, aunque a veces podemos ser muy generosos, también cuesta. También significa renunciar, dejar algo, en búsqueda de un bien.

Pero Pedro dice “Hemos dejado todo”. “Lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. Pedro y los demás discípulos han respondido al llamado de Jesús, de una forma radical, se han arrancado de raíz a las cosas… han dejado todo para ir con Él, para seguirlo, para ser sus discípulos.

Sin embargo, el recordar ese dejarlo todo y seguir a Jesús, para Pedro y los demás discípulos, se da en un momento de crisis. A la afirmación sigue una pregunta, en cierta forma un poco cándida: “¿Qué nos tocará a nosotros?”. 

¿Llega esa pregunta después de una jornada fatigante, en un momento de cansancio, tal vez de frustración? ¿O llega en un momento de incertidumbre sobre el camino que está siguiendo Jesús? Ya estamos en el capítulo 19 de san Mateo. Hace rato que pasó el momento inicial del seguimiento, la marcha decidida detrás de Jesús que los llamó diciendo: “síganme”.

“Síganme”; pero… ¿a dónde? Este es el momento donde surge la pregunta “¿a dónde vamos?”.

La pregunta de Pedro puede interpretarse como una pregunta interesada: qué nos va a tocar, qué nos vas a dar… pero podemos entenderla en mayor profundidad, hasta desde una sensación de desamparo: “¿Cuál será nuestra suerte?”, “¿Qué será de nosotros?”.

Como discípulos y discípulas de Jesús, también podemos hacernos esa pregunta. Si estamos en la vida secular, en el mundo familiar, laboral, social, tal vez no nos identifiquemos con ese “lo hemos dejado todo”; pero sí hemos sabido hacer nuestras propias renuncias, y las hemos hecho por Jesús, porque hemos creído en Él. Y sabemos que, de todos modos, un día, sí, tendremos que dejarlo todo, definitivamente, para ir junto al Señor.

San Benito sintió ese llamado a dejarlo todo para seguir a Jesús. Por medio de su regla, mostró un camino para ese seguimiento, por el que, a lo largo de los siglos, han caminado y siguen caminando sus hijos e hijas.

Con la familia benedictina y con toda la Iglesia, podemos ponernos también nosotros junto a los discípulos y a su pregunta. Y con ellos, podemos escuchar la respuesta de Jesús: “recibirán en herencia la Vida Eterna”.

Y aquí tenemos que volver a la afirmación de Pedro, a su segunda parte. Lo hemos dejado todo y te hemos seguido. Lo hemos dejado todo, Señor, por ti. Por ninguna otra razón. Para encontrarte a ti. Para encontrar en ti la vida. Los finales que podamos ver aproximarse en obras, en instituciones, no son el final. Y no hay que dejar de reconocer que también hay comienzos, hay retoños, hay vida nueva. Aún el final de nuestra vida, de la vida de cada uno de nosotros, no es el final. El final es el encuentro definitivo con el Señor. Personalmente, cuando nos toque, y como humanidad entera, cuando Él regrese. “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu Resurrección hasta que vuelvas. ¡Ven, Señor Jesús!”

+ Heriberto
Homilía en el Monasterio Santa María Madre de la Iglesia (Benedictinas),
Ciudad de la Costa, Canelones.

Palabra de Vida: “Mi corazón se subleva contra mí y se enciende toda mi ternura” (Oseas 11,1-4.8c-9)


Jueves de la XIV semana del tiempo durante el año.
11 de julio de 2024.
San Benito

Lectura de la profecía de Oseas     11, 1-4.8c-9

Así habla el Señor:
Cuando Israel era niño, Yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Pero cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí; ofrecían sacrificios a los Baales y quemaban incienso a los ídolos.
¡Y Yo había enseñado a caminar a Efraím, lo tomaba por los brazos! Pero ellos no reconocieron que Yo los cuidaba. Yo los atraía con lazos humanos, con ataduras de amor; era para ellos como los que alzan a una criatura contra sus mejillas, me inclinaba hacia él y le daba de comer.
Mi corazón se subleva contra mí y se enciende toda mi ternura: no daré libre curso al ardor de mi ira, no destruiré otra vez a Efraím. Porque Yo soy Dios, no un hombre: soy el Santo en medio de ti, y no vendré con furor.

Palabra de Dios.

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miércoles, 10 de julio de 2024

Palabra de Vida: “Proclamen que el Reino de los Cielos está cerca” (Mateo 10,1-7)


 

Miércoles de la XIV semana del tiempo durante el año.
10 de julio de 2024.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     10, 1-7

    Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de sanar cualquier enfermedad o dolencia.
    Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.
    A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: «No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos. Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.»
Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente.

Palabra del Señor.

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martes, 9 de julio de 2024

Palabra de Vida: Pedir a Dios por más vocaciones misioneras. Mateo 9,32-38


Martes de la XIV semana del tiempo durante el año.

9 de julio de 2024.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     9, 32-38

Le presentaron a Jesús un mudo que estaba endemoniado. El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba: «Jamás se vio nada igual en Israel».
Pero los fariseos decían: «El expulsa a los demonios por obra del Príncipe de los demonios».
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha».

Palabra del Señor.

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lunes, 8 de julio de 2024

“En la vejez no me abandones” (Salmo 71,9). Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, 28 de julio de 2024

Queridos hermanos y hermanas:

Dios nunca abandona a sus hijos. Ni siquiera cuando la edad avanza y las fuerzas flaquean, cuando aparecen las canas y el estatus social decae, cuando la vida se vuelve menos productiva y corre el peligro de parecernos inútil. Él no se fija en las apariencias (cf. 1 S 16,7) y no desdeña elegir a aquellos que para muchos resultan irrelevantes. No descarta ninguna piedra, al contrario, las más “viejas” son la base segura sobre las que se pueden apoyar las piedras “nuevas” para construir todas juntas el edificio espiritual (cf. 1 P 2,5). 

La Sagrada Escritura, en su conjunto, es una narración del amor fiel del Señor, del que emerge una certeza consoladora: Dios sigue mostrándonos su misericordia, siempre, en cada etapa de la vida, y en cualquier condición en la que nos encontremos, incluso en nuestras traiciones. Los salmos están llenos del asombro del corazón humano frente a Dios, que nos cuida a pesar de nuestra pequeñez (cf. Sal 144,3-4); nos aseguran que Dios nos ha plasmado en el seno materno (cf. Sal 139,13) y que no entregará nuestra vida a la muerte (cf. Sal 16,10). Por tanto, podemos tener la certeza de que también estará cerca de nosotros durante la ancianidad, tanto más porque en la Biblia envejecer es signo de bendición.  

Y, sin embargo, en los salmos encontramos además esta sentida súplica al Señor: «No me rechaces en el tiempo de mi vejez» (Sal 71,9). Una expresión fuerte, muy cruda. Nos lleva a pensar en el sufrimiento extremo de Jesús que exclamó en la cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,46). 

En la Biblia, pues, hallamos la certeza de la cercanía de Dios en cada etapa de la vida y, al mismo tiempo, encontramos el miedo al abandono, particularmente en la vejez y en el momento del dolor. No se trata de una contradicción. Mirando a nuestro alrededor no nos resulta difícil comprobar cómo esas expresiones reflejan una realidad más que evidente. Con mucha frecuencia la soledad es la amarga compañera de la vida de los que como nosotros son mayores y abuelos. Siendo obispo de Buenos Aires, muchas veces tuve ocasión de visitar residencias de ancianos y me di cuenta de las pocas visitas que recibían esas personas; algunos no veían a sus seres queridos desde hacía muchos meses. 

Las causas de esa soledad son múltiples. En muchos países, sobre todo en los más pobres, los ancianos están solos porque sus hijos se han visto obligados a emigrar. Pienso también en las numerosas situaciones de conflicto; cuántos ancianos se quedan solos porque los hombres —jóvenes y adultos— han sido llamados a combatir y las mujeres, sobre todo las madres con niños pequeños, dejan el país para dar seguridad a los hijos. En las ciudades y en los pueblos devastados por la guerra, muchas personas mayores se quedan solas, como únicos signos de vida en zonas donde parece reinar el abandono y la muerte. En otras partes del mundo, además, existe una falsa creencia, muy enraizada en algunas culturas locales, que genera hostilidad respecto a los ancianos, acusados de recurrir a la brujería para quitar energías vitales a los jóvenes; de modo que, en caso de que una muerte prematura, una enfermedad o una suerte adversa afecte a un joven, la culpa recae sobre algún anciano. Esta mentalidad se debe combatir y erradicar. Es uno de esos prejuicios infundados, de los que la fe cristiana nos ha liberado, que alimenta persistentes conflictos generacionales entre jóvenes y ancianos.

Si lo pensamos bien, esta acusación dirigida a los mayores de “robar el futuro a los jóvenes” está muy presente hoy en todas partes. Esta también se encuentra, bajo otras formas, en las sociedades más avanzadas y modernas. Por ejemplo, hoy en día está muy extendida la creencia de que los ancianos hacen pesar sobre los jóvenes el costo de la asistencia que ellos requieren, y de esta manera quitan recursos al desarrollo del país y, por ende, a los jóvenes. Se trata de una percepción distorsionada de la realidad. Es como si la supervivencia de los ancianos pusiera en peligro la de los jóvenes. Como si para favorecer a los jóvenes fuera necesario descuidar a los ancianos o, incluso, eliminarlos. La contraposición entre las generaciones es un engaño y un fruto envenenado de la cultura de la confrontación. Poner a los jóvenes en contra de los ancianos es una manipulación inaceptable; «está en juego la unidad de las edades de la vida, es decir, el real punto de referencia para la comprensión y el aprecio de la vida humana en su totalidad» (Catequesis 23 febrero 2022). 

El salmo citado anteriormente —en el que se suplica no ser abandonados en la vejez— habla de una conspiración que ciñe la vida de los ancianos. Parecen palabras excesivas, pero comprensibles si se considera que la soledad y el descarte de los mayores no son casuales ni inevitables, son más bien fruto de decisiones —políticas, económicas, sociales y personales— que no reconocen la dignidad infinita de toda persona «más allá de toda circunstancia y en cualquier estado o situación en que se encuentre» (Decl. Dignitas infinita, 1). Esto sucede cuando se pierde el valor de cada uno y las personas se convierten en una mera carga onerosa, en algunos casos demasiado elevada. Lo peor es que, a menudo, los mismos ancianos terminan por someterse a esta mentalidad y llegan a considerarse como un peso, deseando ser los primeros en hacerse a un lado.

Por otra parte, hoy son muchas las mujeres y los hombres que buscan la propia realización personal llevando una existencia lo más autónoma y desligada de los demás que sea posible. Las pertenencias comunes están en crisis y se afirman las individualidades; el pasaje del “nosotros” al “yo” se muestra como uno de los signos más evidentes de nuestro tiempo. La familia, que es la primera y la más radical oposición a la idea de que podemos salvarnos solos, es una de las víctimas de esta cultura individualista. Pero cuando se envejece, a medida que las fuerzas disminuyen, el espejismo del individualismo, la ilusión de no necesitar a nadie y de poder vivir sin vínculos se revela tal cual es: uno se encuentra en cambio teniendo necesidad de todo, pero ya solo, sin ninguna ayuda, sin tener a alguien con quien poder contar. Es un triste descubrimiento que muchos hacen cuando ya es demasiado tarde.

La soledad y el descarte se han vuelto elementos recurrentes en el contexto en el que estamos inmersos. Estos tienen múltiples raíces: en algunos casos son el fruto de una exclusión programada, una especie de triste “complot social”; en otros casos se trata lamentablemente de una decisión propia. Otras veces también se los sufre fingiendo que se trate de una elección autónoma. Estamos perdiendo cada vez más «el sabor de la fraternidad» (Carta enc. Fratelli tutti, 33) e incluso nos cuesta imaginar algo diferente.

En muchos ancianos podemos advertir ese sentimiento de resignación del que habla el libro de Rut, cuando relata que la anciana Noemí —después de la muerte del marido y de los hijos— invitó a sus nueras, Orpá y Rut, a regresar a sus países de origen y a sus casas (cf. Rut 1,8). Noemí —como tantos ancianos de hoy— teme quedarse sola, pero no consigue imaginar algo distinto. Como viuda, es consciente de valer poco ante la sociedad y está convencida de ser un peso para esas dos jóvenes que, al contrario de ella, tienen toda la vida por delante. Por eso piensa que sea mejor hacerse a un lado y ella misma invita a las jóvenes nueras a dejarla y a construir su futuro en otros lugares (cf. Rut 1,11-13). Sus palabras son un concentrado de convenciones sociales y religiosas que parecen inmutables y que marcan su destino.

El relato bíblico nos presenta en este momento dos opiniones diferentes frente a la invitación de Noemí y, por tanto, frente a la vejez. Una de las dos nueras, Orpá, que le tiene cariño a Noemí, con un gesto afectuoso la besa, pero acepta lo que ella también cree que es la única solución posible y sigue su propio camino. Rut, en cambio, no se separa de Noemí y le dirige palabras sorprendentes: «No insistas en que te abandone» (Rut 1,16). No tiene miedo de desafiar las costumbres y la opinión común, siente que esa mujer anciana la necesita y, con valentía, permanece a su lado, dando inicio a una nueva travesía para ambas. A todos nosotros —acostumbrados a la idea de que la soledad es un destino inevitable— Rut nos enseña que a la súplica “¡no me abandones!” es posible responder “¡no te abandonaré!”. No duda en trastocar lo que parece una realidad inmutable, ¡vivir solos no puede ser la única alternativa! No es casualidad que Rut —la que se quedó acompañando a la anciana Noemí— sea un antepasado del Mesías (cf. Mt 1,5), de Jesús, el Emanuel, Aquel que es “Dios con nosotros”, Aquel que lleva la cercanía y la proximidad de Dios a todos los hombres, de todas las condiciones y de todas las edades.  

La libertad y la valentía de Rut nos invitan a recorrer un camino nuevo. Sigamos sus pasos, hagamos el viaje junto a esta joven mujer extranjera y a la anciana Noemí, no tengamos miedo de cambiar nuestras costumbres y de imaginar un futuro distinto para nuestros ancianos. Nuestro agradecimiento se dirige a todas esas personas que, aun con muchos sacrificios, han seguido efectivamente el ejemplo de Rut y se están ocupando de un anciano, o sencillamente muestran cada día su cercanía a parientes o conocidos que no tienen a nadie. Rut eligió estar cerca de Noemí y fue bendecida con un matrimonio feliz, una descendencia y una tierra. Esto vale siempre y para todos: estando cerca de los ancianos, reconociendo el papel insustituible que estos tienen en la familia, en la sociedad y en la Iglesia, también nosotros recibiremos muchos dones, muchas gracias, muchas bendiciones. 

En esta IV Jornada Mundial dedicada a ellos, no dejemos de mostrar nuestra ternura a los abuelos y a los mayores de nuestras familias, visitemos a los que están desanimados o que ya no esperan que un futuro distinto sea posible. A la actitud egoísta que lleva al descarte y a la soledad contrapongamos el corazón abierto y el rostro alegre de quien tiene la valentía de decir “¡no te abandonaré!” y de emprender un camino diferente.

A todos ustedes, queridos abuelos y mayores, y a cuantos los acompañan, llegue mi bendición junto con mi oración. También a ustedes les pido, por favor, que no se olviden de rezar por mí.

Roma, San Juan de Letrán, 25 de abril de 2024

FRANCISCO

sábado, 6 de julio de 2024

Palabra de Vida: Reconstruir la Esperanza. Amós 9,11-15

 

Sábado de la XIII semana del tiempo durante el año.

6 de julio de 2024.

Santa María Goretti.

Lectura de la profecía de Amós     9, 11-15

Así habla el Señor:

Aquel día, Yo levantaré la choza derruida de David, repararé sus brechas, restauraré sus ruinas, y la reconstruiré como en los tiempos pasados, para que ellos tomen posesión del resto de Edóm y de todas las naciones que han sido llamadas con mi Nombre -oráculo del Señor que cumplirá todo esto- .

Llegan los días -oráculo del Señor- en que el labrador seguirá de cerca al que siega, y el que vendimia al que siembra. Las montañas harán correr el vino nuevo y destilarán todas las colinas.

Yo cambiaré la suerte de mi pueblo Israel; ellos reconstruirán las ciudades devastadas y las habitarán, plantarán viñedos y beberán su vino, cultivarán huertas y comerán sus frutos. Los plantaré en su propio suelo, y nunca más serán arrancados del suelo que Yo les di, dice el Señor, tu Dios.

Palabra de Dios. 

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viernes, 5 de julio de 2024

Palabra de Vida: Ser misericordiosos. Mateo 9,9-13.



Viernes de la XIII semana del tiempo durante el año.
5 de julio de 2024.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     9, 9-13

Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Él se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con Él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: «¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?»
Jesús, que había oído, respondió: «No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: «Yo quiero misericordia y no sacrificios». Porque no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»

Palabra del Señor.

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