viernes, 26 de julio de 2024

“Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó”. (Juan 6,1-15). Domingo XVII durante el año.

Lo sabemos: no todo se puede resolver con dinero, pero a veces, nuestro primer reflejo es preguntarnos: “¿Cuánto costará esto?”. La cuestión no deja de tener realismo y aparece en el diálogo de Jesús con uno de sus discípulos, ante un gentío con hambre:

Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a Él y dijo a Felipe: 
«¿Dónde compraremos pan para darles de comer?»
Felipe le respondió: «Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan». (Juan 6,1-15)

Así está planteado el problema y se presenta una posible solución: comprar el pan. Pero eso no está al alcance de los discípulos. Tampoco hay dónde comprarlo. En cierta forma, Jesús quería provocar otra respuesta, ver si sus discípulos eran capaces de pensar alternativas. Nos explica el evangelista Juan:

[Jesús] decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. (Juan 6,1-15)

Frente al hambre de quienes se encuentran en situaciones difíciles, hay otras respuestas posibles. Un gobierno nacional, departamental o municipal, o, mejor aún, organizaciones de la sociedad civil, podrían implementar soluciones más estructuradas y permanentes, como el Instituto Nacional de Alimentación, que existe en Uruguay; bancos de alimentos, distribución de canastas…

Una comunidad cristiana que siente la compasión de Jesús puede no solo hacer caridad, sino hacerlo en forma organizada: entregar alimentos, ofrecer un plato caliente, como se hace en varias parroquias, preparado por grupos de fieles. Recordemos a San Vicente de Paúl, quien ante la tremenda pobreza de la Francia de su tiempo, organizó la distribución de víveres, ropa y otras ayudas a los pobres, llevando registros de las familias a las que se ayudaba, de modo de distribuir mejor los recursos disponibles.

Todo eso puede ser bueno, pero no deja de ser asistencia, solución a un problema inmediato, pero sin cambiar una situación de necesidad y manteniendo la dependencia de ayuda. Por eso es necesario que haya otras iniciativas que promuevan el pleno desarrollo humano a través del trabajo, del empleo, todo lo que permite a cada uno ganar honradamente su pan con el esfuerzo cotidiano.

Pero Jesús tiene ante sí la multitud hambrienta y no hay dinero para comprar pan. ¿Hay algún otro recurso? Una respuesta aparece:

Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: «Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?» (Juan 6,1-15)

Hay un niño que ofrece lo poco que tiene. Frente a la necesidad que se ha presentado, lo que él tiene… es… ¡nada! Pero lo pone en manos de Jesús. Pronunciada la acción de gracias, Jesús distribuyó los panes y peces entre todos. 

Aquí podríamos quedarnos en la acción de Jesús. El milagro. La multiplicación de los panes y los peces. Después de hacer sentar a la gente,

Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. (Juan 6,1-15)

Pero no nos quedemos solamente con el milagro; no podemos olvidarnos del niño. Como dice la canción: “Un niño se te acercó aquella tarde”

Jesús hizo su obra, pero esa obra fue posible porque hubo alguien que puso en sus manos todo lo que tenía. Un niño que se confió a Jesús. 

Recordemos la palabra clave del domingo pasado: compasión. Jesús se compadeció de la multitud. El niño de los cinco panes entendió la compasión de Jesús e hizo suyo ese sentimiento. Y eso le llevó a ofrecer lo que tenía.

“No podemos hacer nada”. “No hay con qué…”. En nada de eso pensó el niño. Y Jesús recibió su ofrenda y obró.

En estos días, la muerte de un sacerdote nos ha hecho sentir como aquella multitud de la que Jesús se compadeció. Como Obispo, no puedo decir “no habrá otro”; pero hoy, es verdad, no hay nadie a quien enviar a esa comunidad, no hay un sacerdote que pueda ir a quedarse allí. Esa parroquia se ha sumado a varias otras de Canelones que no cuentan con un sacerdote residente.

Entonces… tendremos que recurrir al niño. Al niño que todos tenemos dentro, al que hace confianza en Jesús y pone en sus manos lo que tiene: presencia, tiempo, ideas, recursos… todo aquello que hará posible que Jesús siga haciéndose presente y siga alimentándonos con el pan de su Palabra y con su pan de Vida. Jesús lo hará a través de nosotros, el “nosotros” de la comunidad; no solo de los ministros o de personas consagradas, sino el conjunto de fieles, aunque sea apenas un puñadito de gente, como eran esos pocos panes y peces que el niño ofreció aquella tarde. Jesús lo recibirá y lo multiplicará, porque Él vive y camina en medio de nosotros.

P. Washington Conde (QEPD)

El domingo pasado, en la parroquia San Antonio de Padua, en Las Piedras, despedimos al P. Washington Conde, que fue llamado a la Casa del Padre. En sus casi 30 años de ministerio sacerdotal pasó por las parroquias de Pando, San Adolfo y Medalla Milagrosa, Barros Blancos y Empalme Olmos, hasta recalar en San Antonio. Fue capellán del Movimiento Scout. En su vida fue constante el amor por la Palabra de Dios: conocerla, meditarla, explicarla y buscar ponerla en práctica cada día, animando a su comunidad a hacer lo mismo. Damos gracias por su vida, su sacerdocio y su fraternidad. Descanse en Paz.

Hna. Cecilia Gayo HMA, votos perpetuos

La Hna. Cecilia Gayo, Hija de María Auxiliadora, que forma parte de la comunidad de Las Piedras, hará sus votos definitivos en la parroquia San Isidro, el sábado 3 de agosto a las 18 horas. Dentro de su vocación, ha sentido el llamado misionero y ha expresado su disponibilidad para ir allí donde sea enviada.

En esta semana

29 de julio: Santos Marta, María y Lázaro. Tres hermanos, amigos de Jesús, que supieron brindarle a él y a sus discípulos su casa de Betania como lugar de reposo y convivencia fraterna.

31 de julio: San Ignacio de Loyola. Fundador de los Jesuitas y creador de los Ejercicios Espirituales, que tanto bien han hecho ayudando a muchos a discernir la voluntad de Dios para su vida.

1 de agosto, San Alfonso María de Ligorio. Fundador de los Redentoristas. Patrono de la capilla del km 28, en Barros Blancos.

2 de agosto, Santa María de los Ángeles, advocación profundamente ligada a la familia franciscana; patrona de la parroquia ubicada en San José de Carrasco, ciudad de la Costa

4 de agosto: san Juan María Vianney, santo Cura de Ars, proclamado por Benedicto XVI como patrono de todos los sacerdotes. En ese día los obispos del Uruguay comenzamos unas jornadas de retiro en Florida.

Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

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