martes, 17 de junio de 2025
Palabra de Vida: Hacer el bien para gloria de Dios. Mateo 6,1-6.16-18.
lunes, 16 de junio de 2025
Palabra de Vida: “Amen a sus enemigos” (Mateo 5,43-48)
domingo, 15 de junio de 2025
“No recibir en vano la gracia de Dios” (2 Corintios 6,1-10)
Oración de Consagración al Sagrado Corazón de Jesús.
Junio, Mes del Sagrado Corazón de Jesús. Oración de Consagración.
Adaptación de la oración del beato Jacinto Vera, primer obispo del Uruguay para la Consagración del Uruguay al Sagrado Corazón de Jesús, 1875.
Oración rezada en la renovación de la consagración. 12 de junio de 2025, Santuario Nacional del Sagrado Corazón, Cerrito de la Victoria, Montevideo, Uruguay.
viernes, 13 de junio de 2025
Nicea y la Santísima Trinidad. “Todo lo que es del Padre es mío” (Juan 16,12-15). Solemnidad de la Santísima Trinidad.
Todo lo que es del Padre es mío. (Juan 16,15)
«Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, Él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. (Juan 16,12-13)
«un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo»(Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, 4)
Hermanos y hermanas, quisiera que este fuera nuestro primer gran deseo: una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado. (18 de mayo de 2025, homilía en el inicio de su ministerio petrino)
La Yapa
- El jueves pasado, en el santuario nacional del Sagrado Corazón de Jesús, en el Cerrito de la Victoria, hicimos la renovación de la consagración del Uruguay al Sagrado Corazón, celebrada por el beato Jacinto Vera hace 150 años. Esta consagración se replicará ahora en cada parroquia del Uruguay, en fechas que pueden ser el próximo domingo, solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, o el día del Sagrado Corazón, viernes 27 de junio o el fin de semana siguiente, 28 y 29.
- El jueves 19 conmemoramos el nacimiento de nuestro héroe nacional, José Artigas. Es también el día del abuelo. Nuestras felicitaciones por ese día a todos los abuelos y abuelas.
- Entre los santos de la semana destaca San Luis Gonzaga, quien, renunciando a una herencia de príncipe, ingresó a la compañía de Jesús. Apenas adolescente, falleció en Roma, durante una epidemia, en el año 1591, a consecuencia de haber asistido a numerosos enfermos contagiados.
13 de junio: San Antonio de Padua. Maestro de oración.
jueves, 12 de junio de 2025
miércoles, 11 de junio de 2025
Palabra de Vida: Ser buenos, llenos del Espíritu Santo. Hechos 11,21b-26.13,1-3. San Bernabé, apóstol.
lunes, 9 de junio de 2025
Palabra de Vida: “Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras” (Mateo 5,13-16)
María, Madre de la Iglesia: «Aquí tienes a tu madre» (Juan 19,25-27)
sábado, 7 de junio de 2025
Palabra de Vida: Fieles a la unidad, llevar la esperanza. Juan 21,20-25.
viernes, 6 de junio de 2025
¡Ven, Espíritu Creador! (Salmo 103). Solemnidad de Pentecostés
Cincuenta días -a eso hace alusión la palabra griega “Pentecostés”- cincuenta días después de Pascua, celebramos la venida del Espíritu Santo.
En los evangelios de los domingos recientes, encontraremos distintas formas en las que se anuncia esa Presencia de Dios.
Hace quince días, escuchábamos estas palabras de Jesús:
«… el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.» (Juan 14,26 – VI Domingo de Pascua)
Un versículo que nos dice mucho. Primero, el título de “paráclito”, palabra griega que se traduce literalmente al latín como “advocatus”, de donde viene nuestra palabra “abogado”; pero esta expresión enfatiza el hecho de que el Espíritu Santo puede ser llamado (vocatus) para que esté a nuestro lado (ad). Así suelen comenzar las oraciones al Espíritu Santo, como un llamado: “Ven, Espíritu Santo”.
Y no es lo mismo que cuando decimos “Ven, Señor Jesús”; en ese caso, estamos pidiendo al Señor que realice su venida definitiva, como profesamos en nuestra fe: “De nuevo vendrá con gloria…”
En cambio, cuando decimos “Ven, Espíritu Santo”, estamos pidiendo socorro, ayuda inmediata. Lo necesitamos aquí y ahora…
Jesús dice “el Padre [lo] enviará en mi Nombre”, asegurándonos que tendremos el auxilio que necesitamos… pero ¿en qué casos llamar al Espíritu Santo? Seguimos leyendo lo que dice Jesús: “les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.”
Los discípulos de Jesús, cristianos, bautizados, somos, muchas veces, puestos a prueba en nuestra fe.
Podemos encontrarnos con personas que no creen o tienen creencias muy distintas a las nuestras, gente que nos contradice, que nos considera irracionales, que se burla de nuestra fe. Pero también podemos ser puestos a prueba en nuestro interior, cuando no comprendemos lo que está sucediendo o nos dejamos ahogar por las preocupaciones del mundo o seducir por las tentaciones que se nos presentan.
Frente a esas pruebas, ahí está nuestro abogado, el Espíritu Santo, para ayudarnos a recordar y comprender las palabras de Jesús.
El domingo pasado, antes de su Ascensión, Jesús decía a los discípulos:
«Yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido. Permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de lo alto» (Lucas 24,49)
Aquí Jesús dice que Él mismo enviará “lo que el Padre les ha prometido”. Como surge de lo que viene después en el libro de los Hechos, está hablando del Espíritu Santo. De distintas maneras se expresa que ese don llega del Padre y del Hijo, “de lo alto”, desde el trono mismo de Dios.
Los discípulos, dice Jesús, serán “revestidos con la fuerza que viene de lo alto”. Esa fuerza dynamin, en griego, es el poder propio de Dios (Padre todopoderoso). El Espíritu Santo nos hace participar del poder de Dios para que podamos actuar, para que podamos realizar sus obras, para que podamos hacer el bien.
Son muchos los símbolos del Espíritu Santo y las palabras que nos ayudan a describir su acción. Recordemos como cuenta el libro de los Hechos de los Apóstoles la venida del Espíritu en Pentecostés:
De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. (Hechos 2,2)
El viento, fuerte y ruidoso, como en la manifestación de Dios en el monte Sinaí, antes de entregar a Moisés las tablas de la Ley. El viento, “soplo de Dios viviente”, como dice una conocida canción.
En el evangelio de Juan, Jesús resucitado sopla sobre sus discípulos diciéndoles: “reciban el Espíritu Santo” (Juan 20,22).
Viento que impulsa, que empuja las velas, que permite a la barca de la Iglesia navegar “mar adentro” en la misión.
Sopla Señor, sopla fuerte,
envolveme con tu brisa.
Y en tu Espíritu renovame,
hazme libre en tu sonrisa.
El relato de Pentecostés continúa con otro signo:
Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo… (Hechos 2,3-4a)
El fuego. Es la energía transformadora que se manifiesta en los profetas. Juan el Bautista anuncia que Cristo "bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego" (Lucas 3,16). Jesús manifiesta como un profundo anhelo "Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!" (Lucas 12,49). En Pentecostés el fuego del Espíritu llega a los discípulos. Orando al Espíritu Santo hoy pedimos:
“¡Ven Espíritu Santo! Llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor”.
Un hermoso himno litúrgico comienza diciendo “Ven Espíritu Creador” (Veni Creator Spiritus). ¿Por qué “Creador”? Cuando pensamos en la Creación, solemos pensarla como obra del Padre… sin embargo, las personas de la Trinidad nunca actúan solas. El Hijo es el Verbo, la Palabra que el Padre pronuncia: “Dios dijo: «Que exista la luz». Y la luz existió.” (Génesis 1,3). Pero en el versículo anterior del relato de la creación leemos:
“… el soplo de Dios se cernía sobre las aguas.” (Génesis 1,2)
No se trata solamente de que el Espíritu estuvo y actuó en la Creación, como algo de un pasado remoto.
Dios no abandona la creación, sino que la sostiene, la conduce, la renueva. A eso hace alusión el salmo 103, que hace parte de la Liturgia de la Palabra de hoy:
Señor, Dios mío (…) la tierra está llena de tus criaturas!
Si les quitas el aliento, expiran y vuelven al polvo.
Si envías tu aliento, son creados, y renuevas la superficie de la tierra.
Salmo 103 (104),29-30
El Espíritu Creador visita las almas de los fieles, derrama sus dones, llena con su gracia los corazones que él mismo ha creado. Es así que pedimos:
“Oh Señor, envía tu Espíritu que renueve la faz de la tierra”.
Con la plena revelación del Espíritu Santo, Dios nos permite asomarnos a su misterio: un solo Dios, tres personas, comunidad de amor. La Santísima Trinidad, que celebraremos el próximo domingo y cuya bendición invocamos ahora: que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.
Consagración al Sagrado Corazón de Jesús
Esto será, como hemos dicho, este jueves, 12 de junio de 2025, en la Misa que se celebrará a las 16 horas, en el Santuario nacional del Cerrito de la Victoria, en Montevideo.
Ese día, desde las 10 de la mañana sacerdotes y diáconos estarán participando del Jubileo del Clero, en el Colegio de los Hermanos Misericordistas, al pie del Cerrito.
En el calendario de la semana tenemos también:
- Miércoles 11: San Bernabé, apóstol.
- Viernes 13: San Antonio de Padua, patrono de dos parroquias de la diócesis de Canelones y de varias capillas. Ese viernes acompañaré en su fiesta a la comunidad de pueblo San Antonio, que comienza a las 14:30 con la procesión, seguida de la Misa.
- El próximo domingo, 15 de junio, Santísima Trinidad, estaré en la parroquia de Shangrilá, celebrando su fiesta patronal, con Misa a las 10 de la mañana.
Esto es todo por hoy. Gracias, amigas y amigos por su atención. Hasta la próxima semana, si Dios quiere.
Palabra de Vida: Amar con el amor de unidad (Juan 21,15-19)
jueves, 5 de junio de 2025
Palabra de Vida: “Que todos sean uno” (Juan 17,20-26)
miércoles, 4 de junio de 2025
Palabra de Vida: Construir la unidad. Juan 17,11b-19.
martes, 3 de junio de 2025
Palabra de Vida: Orar pidiendo la Unidad. Juan 17,1-11a
lunes, 2 de junio de 2025
«Ni siquiera hemos oído decir que hay un Espíritu Santo» (Hechos 19,1-8)
domingo, 1 de junio de 2025
Palabra del Mes, junio 2025: “Denles de comer ustedes mismos” (Lc 9, 13)
Estamos en un lugar solitario cerca de Betsaida, en Galilea. Jesús está hablando del Reino a la muchedumbre. El maestro había ido allí con los apóstoles para que descansasen después de su larga misión por aquella región, en la que habían predicado la conversión “anunciando la Buena Noticia y curando enfermos en todas partes” (Lc 9, 6). Cansados, pero con el corazón rebosante, contaban lo que habían vivido.
Sin embargo, la gente se entera y acude. Jesús acoge a todos: escucha, habla, cuida. La muchedumbre aumenta. Se acerca la noche y empiezan a tener hambre. Los apóstoles se dan cuenta y le proponen al maestro una solución lógica y realista: “Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida”. Después de todo, Jesús ya había hecho mucho… Pero Él les responde:
“Denles de comer ustedes mismos.”
Se quedan desconcertados. Es impensable: solo tienen cinco panes y dos peces para varios miles de personas; no es posible encontrar lo necesario en la pequeña Betsaida, y tampoco tendrían dinero para comprarlo.
Jesús quiere abrirles los ojos. Conmovido por las necesidades y los problemas de las personas, se dispone a dar una solución. Y lo hace partiendo de la realidad y valorando lo que hay. Es cierto, lo que tienen es poco, pero les encomienda una misión: ser instrumentos de la misericordia de Dios, que piensa en sus hijos. El Padre interviene, y sin embargo, los necesita. El milagro requiere nuestra iniciativa y nuestra fe, que de ese modo crecerá.
“Denles de comer ustedes mismos.”
A la objeción de los apóstoles, Jesús responde ocupándose, pero les pide que hagan su parte, aunque sea pequeña. No la desdeña. No resuelve el problema en lugar de ellos. El milagro sucede, pero requiere que participen con todo lo que tienen, con lo que han podido conseguir y han puesto a disposición de Jesús para todos. Esto implica algún sacrificio y confianza en Él.
El maestro parte de la situación para enseñarnos a ocuparnos, juntos, los unos de los otros. Ante las necesidades de los demás no valen excusas (“no nos compete”; “no puedo hacer nada”; “tienen que apañarse, como hacemos todos” …). En la sociedad que Dios ha pensado, son bienaventurados quienes dan de comer a los hambrientos, quienes visten a los pobres y van a ver a quienes lo necesitan (cf. Mt 25, 35-40).
“Denles de comer ustedes mismos.”
La narración de este episodio nos recuerda la imagen del banquete que describe el libro de Isaías, un banquete que Dios mismo ofrece a todas las gentes, cuando Él “enjugará las lágrimas de todos los rostros” (Is 25, 8). Jesús manda que se sienten en grupos de cincuenta, como en las grandes ocasiones. Siendo Hijo, se comporta como el Padre, lo cual subraya su divinidad.
Él mismo lo dará todo hasta hacerse alimento por nosotros en la Eucaristía, el nuevo banquete de la comunión.
Ante tantas necesidades como surgieron en la pandemia del covid-19, la comunidad de los Focolares de Barcelona creó un grupo a través de las redes sociales en el que comparten las necesidades y ponen en común bienes y recursos. Y es impresionante ver cómo circulan muebles, alimentos, medicinas, electrodomésticos… Porque “solos podemos hacer poco –dicen–, pero juntos se puede hacer mucho”. Aún hoy, el grupo Fent família contribuye a que nadie entre ellos pase necesidad, como en las primeras comunidades cristianas (cf. Hch 4, 34).
Silvano Malini y equipo de Palabra de Vida
sábado, 31 de mayo de 2025
Ascensión del Señor. “Elevando sus manos, los bendijo”. (Lucas 24,46-53)
El próximo martes es 3 de junio y en Uruguay, en la ciudad de Florida, se celebra la memoria de San Cono, monje benedictino, cuya imagen fue traída por inmigrantes italianos desde Teggiano, Salerno, donde este santo es recordado y venerado.
Imaginemos ahora una gran aglomeración de fieles frente al pequeño santuario, esperando la salida del sacerdote (o tal vez del obispo) para dar una bendición. Lo que debía producirse en un corto lapso, se fue demorando, pero, finalmente, apareció el ministro. Sin embargo, no podía hablar y se comunicaba por señas ¿qué le habría pasado? ¿tal vez una visión?
Repito lo que dije: “imaginemos”… pero algo así nos cuenta el evangelio de Lucas, en el primer capítulo, con motivo de la anunciación a Zacarías, quien sería el padre de Juan el Bautista. Zacarías se encontraba en el interior del santuario y debía salir para bendecir al pueblo, pero no pudo hacerlo ya que quedó mudo. La bendición quedó frustrada.
Vale la pena recordar esto, porque la última acción de Jesús que aparece en el evangelio de Lucas es su bendición a los discípulos. También creo que es lindo recordar que el último esfuerzo pastoral del papa Francisco, antes de entregar a Dios su vida, fue, precisamente impartir la bendición “urbi et orbi”, a la ciudad y al mundo. Y sin irnos tan lejos, al final de cada Misa y de otras celebraciones esperamos recibir la bendición.
Todo esto para hacer notar que el evangelista Lucas quiso iniciar su ordenado relato sobre los acontecimientos que se cumplieron y las enseñanzas que se recibieron de Jesús (cf. Lucas 1,1-4) con la bendición que no pudo ser dada por Zacarías y cerrarlo con la bendición, ahora sí, dada por Jesús resucitado.
La bendición de Dios está presente desde el comienzo de la historia de la salvación, ya desde la creación del mundo. Su significado esencial es la vida y la fecundidad, que se expresa tanto en la descendencia biológica como en la espiritual.
En esto último, una referencia fundamental es la promesa de Dios a Abraham:
«Yo te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar. (…) por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, ya que has obedecido mi voz». (Génesis 22,17-18)
Esa promesa se cumple plenamente en Jesús, “descendiente de Abraham” (Lucas 3,34). Jesús es, en efecto, esa “descendencia” por la cual serán bendecidos todos los pueblos de la tierra. Por cierto, la bendición de Jesús es mucho más que el momento puntual de su despedida en la ascensión; todo su ser y toda su vida son bendición para la humanidad. Eso es lo que está representado en este gesto:
Jesús los llevó hasta las proximidades de Betania y, elevando sus manos, los bendijo. (Lucas 24,50)
Betania, recordemos, cerca de Jerusalén, es el pueblo donde vivían Marta, María y Lázaro, los hermanos amigos de Jesús. Una familia de hermanos y hermanas, signo de la comunidad eclesial, que acoge a Jesús en su casa.
Jesús eleva sus manos. Las manos son símbolo de nuestras obras buenas o malas. Pueden dar vida o dar muerte, acariciar o golpear, dar pan al hambriento o quitárselo. Jesús levanta sus manos. Son manos que siempre han bendecido comunicando vida, perdón, sanación.
Este gesto de Jesús tiene su tradición en el Antiguo Testamento. Leemos en el libro del Levítico:
Aarón extendió sus manos hacia el pueblo y lo bendijo. (Levítico 9,22)
En el libro del Eclesiástico se describe la bendición del sacerdote Simón:
Él descendía y elevaba las manos sobre toda la asamblea de los israelitas, para dar con sus labios la bendición del Señor y tener el honor de pronunciar su Nombre.
Y por segunda vez, el pueblo se postraba para recibir la bendición del Altísimo.
(Eclesiástico 50,20-21)
La bendición de Jesús resucitado, al final del Evangelio de Lucas, se contrapone a la bendición que no pudo dar Zacarías al comienzo. También se contrapone en parte con la bendición de Simón que descendía bendiciendo, mientras Jesús asciende bendiciendo.
Esa bendición que Jesús da permanecerá sobre toda la humanidad.
Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. (Lucas 24,51)
La escena es muy sugestiva y los artistas la han pintado en numerosas ocasiones. Jesús aparece elevándose por sobre las cabezas de sus discípulos y uno puede imaginar a Jesús subiendo y subiendo en el espacio, como lo haría una nave espacial, hasta quedar fuera de la vista. En realidad, eso corresponde a la manera de interpretar el mundo de los antiguos hebreos. Por sobre la tierra había siete cielos superpuestos y en el séptimo cielo se encontraba el trono de Dios; de modo que para llegar a sentarse a la derecha del Padre, Jesús debía hacer ese itinerario.
Sin embargo, el versículo que sigue a continuación nos hace pensar en algo diferente:
Los discípulos, que se habían postrado delante de él, volvieron a Jerusalén con gran alegría, y permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios. (Lucas 24,52)
¿Por qué están tan alegres los discípulos después de haber visto al Señor alejándose de manera definitiva? Era de esperar, más bien, que quedaran desconcertados y tristes. Esa alegría solo puede venir de un hecho: los discípulos no se sienten abandonados. Están seguros de que Jesús sigue presente de una forma nueva y poderosa. Puede parecernos extraña la fórmula: pero Jesús “sentado a la derecha del Padre” no está lejos, sino con un nuevo modo de presencia que ya no se puede perder.
Antes de la bendición, Jesús les había entregado una misión y una promesa. La misión:
En su Nombre [el nombre de Jesús] debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. (Lucas 24,47)
La promesa: el don del Espíritu Santo.
yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido. Permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de lo alto. (Lucas 24,49)
La bendición de Dios, en el sentido pleno de la palabra, es su Espíritu Santo. No es un don más; es Dios mismo que se nos da. Llenos de la fuerza del Espíritu, los discípulos llevaron -y siguen llevando- el Evangelio hasta los confines del mundo.
El próximo domingo celebraremos Pentecostés. Que en este tiempo de comienzos del pontificado de León XIV reciba todo el Pueblo de Dios el don del Espíritu para seguir caminando juntos en la misión de anunciar la salvación a cada persona de este mundo, comenzando por quienes están más cerca.
Consagración al Sagrado Corazón
En el sesquicentenario de la consagración del Uruguay al Sagrado Corazón de Jesús, nos reuniremos en el santuario del Cerrito de la Victoria, en Montevideo, el jueves 12 de junio, a las 16 horas, para celebrar la Eucaristía y renovar ese acto de amor que realizó hace 150 años el beato Jacinto Vera.
Gracias amigas y amigos. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Visitación de la Santísima Virgen María. Cantar la Esperanza. Lucas 1,39-53.
Meditación tomada del libro de Cristiane Broca e Iraci Leite, Minha Alma Canta a Grandeza do Senhor. Irací Leite es una de las fundadoras de la Fazenda de la Esperanza femenina.
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.
viernes, 30 de mayo de 2025
Asamblea CELAM. Mensaje al Pueblo de Dios en América Latina y Caribe: "Son muchas las semillas de resurrección y esperanza que se manifiestan en nuestras comunidades"
Mensaje a la Iglesia que peregrina en América Latina y el Caribe40° Asamblea General Ordinaria del CELAM
Con un corazón agradecido nos hemos reunido los presidentes y secretarios generales de las conferencias episcopales, en la 40° Asamblea General Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño, celebrada del 26 al 30 de mayo del 2025 en la Arquidiócesis de San Sebastián, Río de Janeiro, Brasil, para fortalecer el espíritu de colegialidad y de servicio a nuestros pueblos, discerniendo los signos de los tiempos y los caminos de comunión que renueven la presencia y misión evangelizadora de la Iglesia en América Latina y el Caribe.
Durante la semana celebramos con alegría varios acontecimientos que colman nuestro corazón de esperanza en este año jubilar:
Junto al sentimiento de gratitud por el fecundo ministerio del Papa Francisco, apenas fallecido, celebramos la elección del Papa León XIV, quien fue por 10 años obispo en este continente latinoamericano; el 700 aniversario de la primera reunión de obispos latinoamericanos realizada aquí mismo, en Río de Janeiro, dando inicio a la existencia del Consejo episcopal Latinoamericano y del Caribe; como también, celebramos con memoria agradecida los 1700 años del concilio de Nicea en el que es confirmada nuestra fe en Jesucristo Salvador, el Hijo de Dios, de la misma naturaleza del Padre.
Con estos acontecimientos iluminando nuestro encuentro, la Asamblea ha sido un espacio de discernimiento, oración y fraternidad episcopal. Hemos compartido las luces y sombras de nuestras realidades, los clamores de nuestros pueblos y el anhelo de una Iglesia que sea casa y escuela de comunión. Conscientes de los desafíos actuales que nos afectan como región latinoamericana y caribeña: la persistencia de la pobreza y desigualdad creciente, la violencia impune, la corrupción, el narcotráfico, la migración forzada, el debilitamiento de la democracia, el clamor de la tierra, la secularización, entre los más comunes.
Especialmente nos ha preocupado la situación de Haití y la ausencia de nuestros hermanos obispos de Nicaragua a quienes ofrecemos nuestra solidaridad y comunión. Ante esta realidad, renovamos nuestro compromiso de ser pastores cercanos, servidores del Pueblo de Dios y testigos del Reino.
El encuentro lo hemos realizado durante el tiempo pascual, esto nos permitió mirar las dificultades con fe, y descubrir que son muchas más las semillas de resurrección y esperanza que se manifiestan en nuestras comunidades. Somos testigos de una Iglesia que sigue latiendo con fuerza en medio de las dificultades, sostenida por la fe de los sencillos, por el testimonio de tantos consagrados y consagradas, por el compromiso silencioso de quienes construyen el Reino día a día desde lo pequeño.
Profundizamos en la asimilación del documento final del Sínodo de la sinodalidad; pudimos constatar con gratitud que el estilo y la espiritualidad sinodal han estado presentes en nuestro Consejo episcopal latinoamericano desde hace muchos años; sin embargo, reconocemos algunas preocupaciones en su aplicación, como limitar la sinodalidad a solo un documento o evento eclesial; o las resistencias por parte de algunos grupos a la vivencia de este nuevo estilo eclesial que invita a la escucha atenta de todos los bautizados para reconocer la presencia del Espíritu que impulsa la misión de la Iglesia.
Durante estos días, celebramos también con gratitud y renovado compromiso el décimo aniversario de la publicación de Laudato Si’, la encíclica profética del Papa Francisco sobre el cuidado de la casa común. Hoy Laudato Si’ resuena con mayor urgencia ante la crisis climática y social, interpelándonos a renovar nuestros estilos de vida, nuestras estructuras y nuestras decisiones pastorales para que todos nuestros esfuerzos promuevan la ecología integral que estamos llamados a construir juntos.
Nos sentimos impulsados a renovar nuestro compromiso con una Iglesia misericordiosa, sinodal y en salida, que escuche y aprenda de las luces que el Espíritu ofrece a todo el pueblo de Dios, que se deje interpelar por los clamores de los pueblos y tenga la valentía de comprometerse con ellos.
Encomendamos nuestro ministerio pastoral a Nuestra Señora de Aparecida para que inspirados por su fiat a la Palabra y su confianza en el Padre, nos mantengamos firmes en la esperanza que Cristo nos ha ofrecido.
Palabra de Vida: “Tendrán una alegría que nadie les podrá quitar”. (Juan 16,20-23a)
30 de mayo de 2025. Viernes de la VI semana de Pascua.
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.
jueves, 29 de mayo de 2025
Palabra de Vida: “Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo”. (Juan 16,16-20)
miércoles, 28 de mayo de 2025
Palabra de Vida: Acoger al Espíritu de la Verdad. Juan 16,12-15.
martes, 27 de mayo de 2025
Palabra de Vida. “Cree en el Señor Jesús y te salvarás, tú y toda tu familia” (Hechos 16,22-32)
domingo, 25 de mayo de 2025
"El Señor le tocó el corazón" (Hechos 16,11-15). Santa Lidia de Tiatira.
sábado, 24 de mayo de 2025
Palabra de Vida: Vivir la Palabra, vivir la Esperanza. Juan 15,18-21.
viernes, 23 de mayo de 2025
Palabra de Vida: “Ámense los unos a los otros, como yo los he amado” (Juan 15,12-17)
jueves, 22 de mayo de 2025
“Habitaremos en él” (Juan 14,23-29). VI Domingo de Pascua.
Poco a poco, pero cada vez más, nos vamos acostumbrando a cosas como comprar pasajes o reservar alojamientos -además de muchos otros servicios- a través de aplicaciones de nuestro teléfono. En esas compras o reservas se nos pregunta en el formulario el número de personas que viajarán o que serán alojadas. Cuanto más alto es el número, más cuidado hay que poner en la respuesta, porque hay más riesgo de confusión.
Durante la última Cena, Jesús dijo a sus discípulos:«El que me ama será fiel a mi palabra y mi Padre lo amará;iremos a él y habitaremos en él.» (Juan 14,23)
“… si algún amigo (…) viniera a nuestra casa, rápidamente se limpiaría toda la casa para que no hubiera en ella algo que tal vez molestara a la vista del amigo que viene. Por tanto, quien prepara a Dios la casa de su alma, haga desaparecer de ella las inmundicias de sus malas obras. (Homilías sobre los Evangelios, II 10, 30, 2.)
El que no me ama no es fiel a mis palabras. (Juan 14,24a)
El que me ha visto, ha visto al Padre. (Juan 14,8)
Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho. (Juan 14,25-26)
En esta semana
- El lunes 26 recordamos a San Felipe Neri
- El jueves 29, al papa San Pablo VI, quien llevó a término el Concilio Vaticano II, iniciado por san Juan XXIII y nos dejó ricas e inspiradoras enseñanzas, junto a su testimonio de profunda fe.
- El sábado 31, Visitación de la Virgen María, el monasterio de las Salesas, en Progreso, estará de Fiesta patronal. A las 10 de la mañana se celebrará la Misa, que será presidida por el Cardenal Daniel Sturla.
Asamblea del CELAM
Palabra de Vida: “Permanezcan en mi amor”. (Juan 15,9-11)
miércoles, 21 de mayo de 2025
Oración a Santa Rita de Casia.
Palabra de Vida: “Permanezcan en mí. (Juan 15,1-8)
martes, 20 de mayo de 2025
20 de mayo: Saludo del Consejo Permanente de la CEU a la Celebración Ecuménica convocada por OBSUR
En este 20 de mayo, que recordamos a los detenidos desaparecidos y se realiza la 30ma. Marcha del Silencio, el Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal del Uruguay se une en la oración al sentir de los familiares y de muchos uruguayos que desean que los restos puedan ser encontrados y reciban una digna sepultura.
A la vez, renovamos como Iglesia nuestra disponibilidad para recibir información, a través de los párrocos y de los obispos, guardando el secreto acerca de su origen.
Cardenal Daniel Sturla, arzobispo de Montevideo, vice presidente de la CEU
Mons. Heriberto Bodeant, obispo de Canelones, secretario general de la CEU
Montevideo, 20 de mayo de 2025
lunes, 19 de mayo de 2025
Palabra de Vida: “Les doy mi paz” (Juan 14,27-31a)
sábado, 17 de mayo de 2025
Palabra de Vida: Convertir el dolor en alegría y esperanza. Hechos 13,44-52.
17 de mayo de 2025. Sábado de la IV semana de Pascua.
Tomado del libro de José Evilázio Vieira y Eviselma F. Vieira, "Uma Escola de Relacionamentos", pág. 171.
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.
viernes, 16 de mayo de 2025
Palabra de Vida: Tener fe en Dios viviendo la Palabra. (Juan 14,1-6)
El testamento de Jesús: un mandamiento nuevo (Juan 13, 31-33a. 34-35). V Domingo de Pascua.
Después de escuchar relatos de las apariciones de Jesús, después de contemplarlo como Buen Pastor el domingo pasado, el evangelio de hoy nos lleva de nuevo al Jueves Santo, a la última cena, “después que Judas salió”; es decir, en el momento en que Judas abandona a Jesús y a los discípulos para consumar su traición. Un poco antes se lee:
Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche. (Juan 13,30)
En el lugar de la cena, está Jesús, luz del mundo. Afuera, hacia donde se marcha Judas, están las tinieblas. Se cumple lo que Jesús dijo a Nicodemo:
La luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. (Juan 3,19)
Volvamos nosotros a la luz. En las palabras de Jesús, resplandece la gloria de Dios:
Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. (Juan 13,31-32)
Dice Jesús que Dios lo ha glorificado y Dios ha sido glorificado en Él. ¿De qué gloria está hablando? Los seres humanos conocemos de glorias militares, de glorias deportivas… se trata siempre de triunfos, de superioridad, de algo que coloca al vencedor por encima del resto de los mortales… Precisamente en el momento en que Judas se va, para preparar la entrega del maestro, Jesús manifiesta que ahora “ha sido glorificado”. Y ya sabemos lo que viene para Jesús: la oración agónica en el Huerto, el prendimiento, el juicio, la pasión y la cruz. Podríamos pensar que no, que no es eso, que con la glorificación Jesús se está refiriendo a lo que vendría después, a su resurrección… y, sin embargo, Jesús comienza a ser glorificado allí, en su camino al Calvario.
La gloria del Hijo de Dios comienza a manifestarse desde el momento en que se inicia su existencia como hombre:
Y la Palabra se hizo carne
y habitó entre nosotros.
Y nosotros hemos visto su gloria,
la gloria que recibe del Padre como Hijo único,
lleno de gracia y de verdad.
(Juan 1,14)
Dios es glorificado cuando muestra su amor trayéndonos la salvación. La encarnación de Jesús en el seno de María es ya un acto de salvación. A partir de allí, Jesús será glorificado y Dios será glorificado en él, en cada signo de su amor por nosotros, hasta llegar al signo supremo de su entrega en la cruz. La gloria de Jesús está en dar su vida revelando así al mundo hasta dónde llega el amor de Dios hacia el hombre.
Jesús cambia ahora el tema de su discurso y se dirige a sus discípulos de una manera muy cariñosa, pero que, a la vez, nos resulta un poco extraña. Jesús los llama “hijitos” o “hijos míos”.
Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. (Juan 13,33a)
Este detalle, llamar a sus discípulos “hijitos”, en esa forma tan tierna y, al mismo tiempo, anunciar que le queda poco tiempo con ellos, ubica este discurso de Jesús entre otros que encontramos en la Sagrada Escritura; discursos de despedida, que son un verdadero testamento: lo que un padre quiere dejar a sus hijos, tanto si se trata de su familia de sangre como de sus hijos espirituales.
¿Cuál es, entonces, el testamento de Jesús a sus discípulos, sus “hijitos”?
Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros.
Así como Yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. (Juan 13,34)
Es el amor recíproco, el amor que debe darse al interior de la comunidad de los discípulos de Jesús.
No es el amor al prójimo, ejemplificado en la parábola del buen samaritano, el amor a una persona desconocida, como aquel herido del camino, ante quien se siente compasión y se actúa con caridad.
Tampoco se trata, por supuesto, del amor a los enemigos, el que muestra Jesús en la cruz perdonando a sus verdugos y orando por ellos para que el Padre no les tenga en cuenta su pecado.
El amor recíproco es el amor entre las tres personas de la Santísima Trinidad. Más aún, la tercera persona, el Espíritu Santo, es el amor que va del Padre al Hijo y del Hijo al Padre.
Humanamente, el amor recíproco supone al menos dos voluntades. Es un amor de alianza. Es el amor de los hermanos en la fe. Es el amor de los amigos, que se hace comunión de almas y es el amor de los esposos que se hace comunión de almas y cuerpos.
Jesús lleva el amor a su mayor altura, a su expresión más grande, dando la vida:
No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. (Juan 15,13)
Esa es la medida que Él pone para el amor recíproco: ámense unos a otros como yo lo he amado. Pero no se trata solo de un ejemplo. Es recibiendo el amor de Jesús como encontramos la fuerza de amar, la capacidad de dar la vida. Eso puede llegar “hasta el extremo”, como hizo Jesús; pero él mismo fue “dando la vida” en sus encuentros con distintas personas, curando, sanando, perdonando, levantando de la muerte…
Para nosotros, vivir el amor recíproco en comunidad, en familia, en la amistad, es un acto de fe, de confianza en Dios y en su promesa. Ese amor se concreta en pequeños o grandes servicios; en momentos clave o en largas secuencias; en palabras oportunas o en atenta escucha; en muchas formas de acompañar y estar presente. El amor es creativo y encuentra siempre formas concretas de ser vivido, de ser realizado.
Toda entrega de amor tiene un paso inevitable por la cruz, por el lugar donde Cristo entregó su vida. Para cada uno de nosotros ese paso, ese lugar, pueden ser diferentes; pero siempre nos llevarán a unirnos a Jesús, a su pasión y a su entrega de amor.
Decíamos que el mandamiento de Jesús es un mandamiento hacia adentro, a ser vivido en la comunidad; pero tiene también una dimensión “hacia afuera”:
En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros. (Juan 13,35)
El amor recíproco se hace testimonio visible y atrayente. Todos recordamos la vida en unidad de la primera comunidad, como nos narra Hechos de los Apóstoles:
Ellos alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo. Y cada día, el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse. (Hechos 2,47)
Una vez más, recibamos el mandamiento nuevo que nos ha dejado Jesús. Los mandamientos de Jesús no deben ser recibidos como una carga que se impone sobre nuestros hombros, sino como una gracia, como un regalo de su amor, como un camino hacia la vida en plenitud. “Como yo lo he amado” son las palabras con las que Jesús nos recuerda que Él nos ha dado su amor; y en Él, y nunca sin Él, podremos amar y amarnos mutuamente como Él nos amó.
Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.
jueves, 15 de mayo de 2025
Palabra de Vida: Conocer y practicar. Juan 13,16-20
miércoles, 14 de mayo de 2025
Palabra de Vida: San Matías, apóstol. “Ámense los unos a los otros”. (Juan 15,9-17)
Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.
martes, 13 de mayo de 2025
Palabra de Vida: Ser fiel con un corazón firme. (Hechos 11,19-26)
lunes, 12 de mayo de 2025
"Mi corazón inmaculado triunfará". Nuestra Señora de Fátima.
Martes 13 de mayo de 2025.
Lectura bíblica: Apocalipsis 11,19a; 12,1-6a.10ab
Comentario tomado de Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe "El mensaje de Fátima", 26 de julio de 2000.
"Yo soy la Puerta de las ovejas" (Juan 10,1-10)
domingo, 11 de mayo de 2025
Visita pastoral a las parroquias San Luis Orione (La Floresta) y Santo Tomás Aquino (Francisco Soca).
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Santuario Virgen de las Flores, junto al cual se encuentra el Cottolengo. |
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Colegio Nuevo Virgen de las Flores, en Balneario La Floresta. |
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Capilla Nuestra Señora de Fátima, Piedras de Afilar, Canelones Encuentro con las comunidades de Capilla Cella y Piedras. |
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Parroquia Santo Tomás de Aquino, Soca, Canelones Misa con la comunidad parroquial. |
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Santa Lucía del Este, Canelones. Encuentro con las comunidades de la parroquia San Luis Orione. |
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Iglesia Sagrada Familia, sede de la parroquia S. Luis Orione, en Balneario La Floresta. Misa de cierre de la visita. |
Cottolengo Don Orione y Santuario de la Virgen de las Flores
Colegio Nuevo Virgen de las Flores
Capillas de la parroquia de Soca
Encuentro y Misa con la comunidad parroquial de Soca.
Encuentro y Misa con las comunidades de la parroquia San Luis Orione
Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos. (Mateo 18,20)