domingo, 23 de octubre de 2011

La redota o éxodo del pueblo oriental

Guilermo C. Rodríguez, El Éxodo del Pueblo Oriental.
Óleo sobre tela, 7m x 3m, Correo Central, Montevideo.

¿Qué quiere decir "redota"?

La "redota", decían los paisanos, deformando la palabra "derrota", y así llamaron a la gran movilización popular que siguió a Artigas desde San José hasta el Ayuí a partir del 23 de octubre de 1811, hace hoy doscientos años.
Pero ¿qué querían decir exactamente aquellos orientales?
Según el Diccionario de la Real Academia Española, "derrota" no es una sola palabra, sino dos, de diferente origen.
Con referencia al éxodo, se suele tomar la segunda, que viene de rota, del latín rupta, fuga de un ejército, con influencia del framcés déroute y significa "acción y efecto de derrotar o ser derrotado".

"Hemos sido redotaos": un fracaso...

Se había ganado en mayo la batalla de Las Piedras, se había puesto sitio a Montevideo, la victoria de la revolución en la Banda Oriental parecía al alcance de la mano... pero la Junta de Buenos Aires negoció un armisticio con el Virrey Elío y ordenó levantar el sitio.
Montevideo estaba sitiada por tierra, pero su puerto, apostadero naval español, no. Y desde Montevideo, la flota española asediaba a Buenos Aires.
Había empate en el Río de la Plata, y la batalla que se ganó en la cancha "se perdió en la Liga", para decirlo en términos futbolísticos.
Partiendo de esa experiencia de fracaso, el melense Tabaré Echeverry comienza así su canción titulada "La redota":
Vamos, China, prepararse, que hemos sido redotaus
Y viene el jefe adelante con todo el gauchaje alzau

...pero también un rumbo

Pero,como decíamos, hay otra palabra que se escribe exactamente igual: "derrota", pero que tiene otro origen y expresa algo muy diferente.
"Derrota" viene de derromper (romper, quebrantar, violentar), del latín dirumpĕre. Significa "camino, vereda o senda de tierra" y en el lenguaje marítimo "rumbo o dirección que llevan en su navegación las embarcaciones". 
Así, "redota" toma otro significado: derrotero, rumbo, destino.
También la canción de Tabaré Echeverry recoge ese aspecto, en su vibrante verso final:
¡Vamos!... ¡No miren p’atràs
Que la Patria va delante!
 Adelante va el jefe, que guía a su pueblo, adelante está el camino que un pueblo va trazando, descubriéndose a sí mismo, construyendo su identidad.

Artigas, conductor y conducido

Esa feliz expresión pertenece al historiador fraybentino José Pedro Barrán. La "Redota" es uno de los episodios, tal vez el más significativo, donde el naciente Pueblo Oriental conduce al conductor, al tiempo que le pide que lo conduzca.
Artigas, nombrado Gobernador de Yapeyú por el gobierno de Buenos Aires, quiere marchar con su ejército. Un contingente importante de hombres a caballo puede avanzar rápidamente y estar pronto para regresar si hay cambios de circunstancias.
Pero un gran número de orientales, muchos de ellos con sus familias, quiere unirse a esa retirada.
Esa multitud enlentecerá necesariamente la marcha. Artigas se resiste, pero aquí es el pueblo quien lo conduce, quien le señala el camino, y lo pone delante de ellos.
La canción describe la marcha:
Vienen en carros, carretas
a caballo y caminando
y de gente que lo sigue
ya hay más de una legua ‘e largo.
De la "redota" al "éxodo"

La "leyenda negra" antiartiguista llegó a afirmar que Artigas obligó a la gente a acompañarlo. Nada más lejos de la realidad.
Cuando comienza a revindicarse la figura de Artigas, es un historiador mercedario Clemente Fregeiro, quien da a la redota el nombre de Éxodo del Pueblo Oriental, comparándolo con el éxodo bíblico.
Éxodo es una palabra griega que significa "salida" o "camino de salida".
Por cierto, se pueden hacer paralelos -y también diferencias, obviamente- entre el éxodo del Pueblo Oriental y el éxodo del Pueblo de Israel.
En ambos, se trata de un camino de libertad, hay un conductor y la marcha se hace al paso del más lento.
Los Orientales dejan tierra, casa, bienes:
porque les es más querida
la libertad que no tienen
como expresa el poema de Idea Vilariño musicalizado por Los Olimareños.
Los Israelitas salen hacia la libertad, pero también dejan algunas seguridades que van a ser luego añoradas:
cuando nos sentábamos a las ollas de carne,
cuando comíamos pan hasta saciarnos (Éxodo 16,3)
El Pueblo de Israel dirige su marcha hacia la Tierra Prometida; el Pueblo Oriental, por el contrario, está dejando su tierra, aunque está encontrándose como Pueblo.

La diferencia más saliente entre los dos relatos, es el trasfondo religioso del Éxodo bíblico.
Los Hebreos son liberados de la esclavitud en Egipto por una intervención de Dios.
Es Dios quien llama a su Pueblo, quien lo conduce a través de Moisés, quien hace Alianza con ellos en el Sinaí... el éxodo bíblico es la experiencia fundante de la relación de Dios con el Pueblo elegido.
No obstante, los cristianos creemos que Dios actúa en la historia.
A partir de la experiencia de nuestro éxodo, también podemos buscar la voluntad de Dios.
No se trata de algo tan lineal como pensar que es voluntad de Dios que todo ese pueblo salga, conducido por Artigas... más bien, se trata de ver en ese acontecimiento algunos signos de la presencia y acción de Dios.
Sin duda, Dios estuvo presente en todo aquello que fue, dentro de aquella marcha, comunión y caridad. Comunión y caridad entre aquellos que supieron unirse fraternalmente, que compartieron las alegrías y penurias, que se ayudaron mutuamente, que supieron esperarse para que nadie quedara atrás. No todo habrá sido así. Habrá habido también sombras, traiciones, deserciones, egoísmos... pero quedémonos con los momentos más luminosos de aquellos días, que pueden seguir inspirándonos.

Pbro. Santiago Figueredo

El capellán del éxodo

Con el éxodo marchó también un clérigo oriental: Santiago Figueredo, párroco de Florida, que había actuado como sacerdote y también como soldado en la Batalla de Las Piedras. En su parte de la batalla, Artigas se refiere a él y al párroco de Canelones:
no olvidaré hacer presente á V. E. los distinguidos servicios de los presbíteros Dr. D. José Valentin Gomez, y don Santiago Figueredo, curas vicarios, éste de la Florida y aquel de Canelones; ambos no contentos con haber oolectado con activo celo varioa donativos patrióticos, con haber seguido las penosas marchas del ejército participando de las fatigas del soldado, con haber ejercido las funciones de su sagrado ministerio en todas las ocasiones que fueron precisas, se convirtieron en el acto de la batalla én bravos campeones, siendo de los primeros que avanzaron sobre las filas enemigas con desprecio del peligro, y como verdaderos militares.
El 24 de noviembre de 1811, desde su campamento en el arroyo San Francisco (Paysandú), Artigas solicitó al Gobierno de Buenos Aires el nombramiento de Figueredo como capellán para "este ejército seguido de innumerable Pueblo".
El pedido de nombramiento no significa que el sacerdote no esté acompañando la marcha, sino que se trata de regularizar su servicio y de que reciba también un sueldo, como capellán militar (Figueredo donó a menudo ese salario para ayudar a la revolución).
El nombramiento llega después que el sacerdote renuncie a su cargo como párroco de Florida, y permanece con el ejército artiguista hasta el segundo sitio, en 1812, tomando después otros rumbos.

El éxodo y el caminar de la Iglesia

Muchas enseñanzas pueden sacarse del éxodo, pero la que más me llega es la imposición de ese ritmo de marcha lenta, para que nadie se pierda, ni atras, quedándose rezagados, ni adelante, por que la impaciencia haga avanzar demasiado rápido, despegándose del grupo.
Esto vale para el camino de la Iglesia, tanto universal, de una diócesis, de una parroquia, de un grupo. Hacer juntos el camino, mantener la comunión. Esperar a los más lentos. Explorar caminos nuevos, adelantarse, pero saber también volver para caminar con el conjunto.
Hace poco, en una carta pastoral destinada a las comunidades de la Diócesis de Melo escribí:
El Éxodo del Pueblo Oriental, que estaremos pronto recordando en su Bicentenario, nos muestra que la marcha de un pueblo, como la del Éxodo bíblico, se hace a la velocidad de quien va más despacio. Es posible adelantarse, explorar nuevos rumbos, pero es también necesario acompasarse con quienes vienen detrás, para poder caminar juntos. El Éxodo es, precisamente, la imagen de la Iglesia peregrina, Pueblo de Dios que camina, no ya a una Tierra Prometida en este mundo, sino hacia la Patria definitiva, la Patria del Cielo, la Casa del Padre.
El caminar de nuestro pueblo

Esa experiencia de caminar juntos interpela también el camino de nuestro pueblo uruguayo hoy.
Nos llama a construir una sociedad sin exclusiones, donde nadie "quede atrás".
Se hacen grandes esfuerzos en la lucha contra la pobreza, que ha mejorado las posibilidades de muchos.
Pero "no sólo de pan vive el hombre", por eso, para que nadie quede atrás, tenemos que seguir buscando que todos puedan acceder también a los bienes culturales y espirituales, alcanzado el desarrollo integral de la persona.
Como Iglesia, sabemos que nuestro aporte al caminar de nuestro pueblo es entregar el mensaje de Jesús, la Buena Noticia, su Evangelio... y en eso tampoco queremos dejar a nadie atrás.

+ Heriberto





La Redota
I

Vamos, China, prepararse, que hemos sido redotaus
Y viene el jefe adelante con todo el gauchaje alzau
Tuvo que dejar el sitio y el pueblo lo ha acompañau
Hombres, mujeres, gurises, morenos, indios y blancos

Vienen en carros, carretas
A caballo y caminando
Y de gente que lo sigue
Ya hay más de una legua ‘e largo

Nosotros vamos también
Aunque dejemos la Banda
Que el Pago se vuelve ajeno
Si no es el Jefe el que manda

II

Vamos que ya están aquí; suban pronto a la carreta
Que yo voy picana en mano en mi yegua lunareja
Gurises grítelen ¡viva! que nos va a pasar al lau
Es ese que va de azul, cuello y puño colorau

Vamos ponernos atrás
Dale buey, ceja barcino
Vamos mis bueyes blanqueros
Que va a ser largo el camino

III

Mi rancho se hará tapera y mi ganau cimarrón
Pero si se nos va el cerno no hay calor en el fogón
Capitán de la frontera alma de la independencia
Dondequiera que se encuentre allí estará mi querencia

El es uno de nosotros
Y nos miramos en él
Y eso no van a cambiarlo
Ni godo ni portugués

    No importa lo que pasemos
    No importa lo que dejamos
    Si el jefe se va pa’l norte
    Nosotros lo acompañamos

    ¡Vamos!... ¡No miren p’atràs
    Que la Patria va delante!

Tabaré Echeverry

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